El sueño en el niño, es una función que le permite recuperarse de
la actividad desarrollada durante el día, favorece en su organismo la
reparación de tejidos empleados, y estimula el crecimiento de su cuerpo.
El desarrollo del sueño durante el primer año de vida, va teniendo
regularidad en horario y modificaciones en su duración de forma progresiva;
ante lo cual, es de contraste saber que el recién nacido duerme generalmente al
final de cada alimentación por periodos prolongados, mientras que al final del
primer año de vida, el sueño puede presentarse en una a dos ocasiones en el día
y con duración mayor en la noche.
Aparentemente el sueño es un proceso natural que en la mayoría no
representa muchos problemas, pero en ocasiones genera inquietud entre los
padres o los familiares.
Se debe establecer en primer lugar una diferencia entre lo que se
llama problemas del sueño y los trastornos del mismo.
Se entiende como problemas
del sueño al patrón de sueño que es insatisfactorio para los padres, el niño o
el ambiente (maestros, cuidadores, familiares, etc.) y que pueden estar
relacionados con el bienestar del niño o de la familia.
El trastorno a su vez, se considera una alteración real anormal; no
una variante, de una función que controla el sueño y actúa durante el mismo.
En el sueño, las alteraciones del ciclo: vigilia-sueño, más
frecuentes en la infancia son:
Alteraciones en la capacidad para dormir (disomnias): con
incapacidad para dormir, el insomnio infantil; o con exceso de sueño, la
llamada narcolepsia.
Alteraciones en la capacidad para mantenerse dormido
(parasomnias): con conductas anormales durante el sueño.
En las disomnias, se pueden encontrar alteraciones para el momento
de acostarse, con fallas en toda la serie de actos que se relacionan con
llevarlo a la cama (“rito”), y estarán relacionados con diversos factores, como
ambiente (luz, ruido, compañía), ansiedad, o disciplina familiar exigente; y
generalmente se manifiesta por actitudes diversas como resistencia para
acostarse, gritos, berrinches, levantarse, rituales variados, miedo a acostarse
(quiere tener la mano, exigen luz encendida, compañía, etc.) o tratarse de un
insomnio autentico como el típico en etapa de preadolescente o adolescentes. Otro
factor puede ser la alteración de los ciclos sueño/vigilia que corresponde al
alteraciones del ciclo circadiano.
Entre las dificultades para mantenerse dormido (parasomnias), se
pueden encontrar conductas anormales que se presentan durante el sueño, como
son las pesadillas, angustias o terrores nocturnos, sonambulismo, movimientos
rítmicos, enuresis (mojan la cama de orina), epilepsia nocturna, fenómenos
posturales, dormir en cama de los padres; y otro grupo diferente son las
alteraciones respiratorias durante el sueño.
Pesadilla infantil. Se trata de uno de los trastornos más frecuentes en la infancia.
Podemos definirlo como un sueño largo muy elaborado, con riqueza de detalles y
que provoca en el niño una fuerte sensación de ansiedad, miedo o terror. El
contenido de los mismos es muy variado pero siempre existe un componente de
peligro para la integridad física del niño. Por lo general no hacen referencia
a situaciones reales (salvo en aquellos niños que han sufrido situaciones
traumáticas). El
episodio suele terminar con el despertar del niño, volviendo éste a un estado
de plena alerta y con la sensación de miedo o ansiedad todavía presente.
Los denominados Terrores Nocturnos son menos frecuentes que las
pesadillas. Durante el
episodio es habitual que el niño se siente bruscamente en la cama y comience a
gritar y llorar con una expresión facial de terror y signos de intensa
ansiedad. A diferencia de lo que sucede en las pesadillas, no suele despertarse
fácilmente a pesar de los esfuerzos de otras personas que tratan de sacarlo del
trance desagradable. Si finalmente se consigue, el niño se muestra confuso,
desorientado durante unos minutos y con una cierta sensación de temor pero no
tan acusado como en el caso de las pesadillas. No hay recuerdo del sueño y si
no se ha despertado totalmente vuelve a dormir inmediatamente sin recuerdo de
lo sucedido al día siguiente.
Sonambulismo, El niño puede sentarse en la cama y repetir ciertos
movimientos tales como frotarse los ojos o jugar con su ropa. Puede salirse de
la cama y caminar por el cuarto. El niño puede verse aturdido y sus movimientos
y habla pueden ser poco coordinados. Suelen ser varones entre los 7 y
los 12 años con antecedentes familiares de padecerlo. Cuando uno de los
progenitores lo es, su probabilidad es seis veces mayor. Al día siguiente no
recuerdan nada.
Movimientos rítmicos, se presentan con movimientos corporales
repetitivos de diferentes partes corporales, como la cabeza, pierna con
balanceo que incluso pueden generar ruidos en la cama y desaparecen en la
mayoría de las ocasiones a partir de los seis años, y se debe diferenciar bien
sobre las convulsiones nocturnas que se manifiestan en ese momento por la
actividad eléctrica especial del cerebro.
La micción nocturna, se presenta ante una condición de sueño que
impide percibir de forma adecuada, la sensación de orinar.
Las posturas anormales, se caracterizan por mantener el niño la
posición anormal de forma reiterada a pesar de modificarla por los padres, y
las posiciones varían como cabeza colgante, pelvis elevada, brazos estirados
hacia arriba, ojos abiertos, o bien en actitud aparente de muerte con
movimientos respiratorios discretos.
El dormir en la cama de los padres, refleja generalmente
alteraciones familiares tales como ambivalencia materna respecto al niño,
dependencia familiar. Puede reflejar inseguridad e interfiere con la
independencia progresiva del niño.
Las alteraciones respiratorias del niño con etapas de ahogamiento
o dificultad para respirar de forma regular, ronquidos o las ausencias de
movimientos respiratorios, hacen evidencia de alteraciones anatómicas de las
vías respiratorias superiores y ameritan valoración por el especialista en
otorrinolaringología. Otros con problemas respiratorios durante el sueño pueden
ser los asmáticos, con accesos de tos o dificultad para respirar en las noches.
Todas las alteraciones del sueño, deberán ser vigiladas por los
padres para describirse de la forma más concreta al médico al momento de su
consulta, y de acuerdo a las características, se podrán definir en su causa y
su manejo correspondientes.
Pueden participar en la solución de estos problemas otros
especialistas variados al orientarse las causas para solucionar la situación de
forma más eficiente.
Los niños que no duermen bien por cualquier motivo que lo genere,
son niños que clásicamente se comportan de forma irritable, tienen rendimiento
escolar bajo, pierden autoestima, y no ganan independencia, como alteraciones
de comportamiento más frecuentes, y a la larga, puede repercutir en su
personalidad definitiva.
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