El ombligo antes
del nacimiento, es una comunicación que tiene el niño hacia la placenta, para intercambiar
desechos por nutrientes en la circulación sanguínea de la madre.
En su interior,
contiene por lo general tres estructuras tubulares que corresponden a vasos
sanguíneos. Dos de ellos para enviar con el impulso del corazón fetal, la
sangre con desechos metabólicos (que serán eliminados por la placenta),
corresponden a las llamadas arterias umbilicales; y la restante, de un calibre
mayor que trae los nutrientes al feto (obtenidos de la circulación materna a
través de la placenta), corresponde a la vena umbilical.
De forma natural
durante el embarazo, el producto se mueve en el interior de la matriz y en
relación a esos movimientos, se van formando las vueltas o giros de los vasos
sanguíneos dentro del cordón umbilical.
Pueden generarse
problemas especiales cuando el cordón tiene alteración en su tamaño. Así cuando
es muy corto puede causar dificultad al nacimiento natural, generando falta de
oxígeno en el niño al comprimirse sus estructuras vasculares; y en ocasiones,
hemorragia grave ante su ruptura. Cuando es muy largo, puede formar nudos que
podrán causar la muerte dentro del vientre materno, o de forma más frecuente,
se podrá enrollar en cualquier parte corporal del feto, y de nueva cuenta falta
de oxigenación adecuada a los tejidos fetales, que de no percibirse y extraerse
a tiempo (generalmente por medio de una cesárea urgente), podrá causar la muerte al niño o daño a su
cerebro para dejar como secuela retraso mental.
De esta forma,
podemos señalar que los cuidados del ombligo se inician desde la consulta
durante el embarazo, con la valoración correspondiente por el ginecólogo o el especialista
en ultrasonido fetal, para evitar un daño que puede ser letal.
Al momento del
nacimiento, se tiene que cortar el cordón umbilical para poder ofrecer atención
inmediata y adecuada al recién nacido. El procedimiento requiere que se realice
con material estéril (libre de microbios), para evitar la siembra de algunos
gérmenes que pueden causar infección en ese lugar, o el desarrollo de tétanos
que se genera por una toxina liberada a partir de una bacteria, que
habitualmente proviene de las evacuaciones de ganado. Este punto, deberá de
poner en alerta a todas las personas que atienden partos en comunidades
rurales, ya que de cortar el ombligo con material de empleo en labores del
campo, tienen más riesgo de generar alguna de estas enfermedades.
Al momento del
corte umbilical, se habrá de comprobar que el recién nacido ya tenga su
respiración establecida, para asegurar su entrada de oxígeno en esta
alternativa a su organismo. No deberá de retardarse demasiado por la condición
que en cada movimiento respiratorio inicial que realiza el niño, ha estado
generando una importante presión de succión hacia su tórax, que también genera
flujo de sangre de la placenta al niño, y con volumen de sangre excesivo podrá
tener alteraciones inmediatas por congestión sanguínea.
Para realizar el
corte, con la finalidad de evitar la hemorragia o el paso de sangre en exceso,
se tendrá que haber colocado dos dispositivos para impedir el flujo sanguíneo y
realizar el corte del cordón en medio de ellos (pueden ser dos pinzas, dos
ligaduras, etc.).
El médico que
atiende al recién nacido terminará por dejar la extensión del cordón umbilical
del niño, con una distancia entre 2 a 4 cm de su implantación, y ligaduras o
pinza plástica para evitar el sangrado recurrente, además de gasa alrededor del
muñón.
A partir de este
momento, se realizarán lavados frecuentes en este muñón a fin de mantenerlo
libre de bacterias, recomendando de preferencia que se limpie en cada cambio de
pañal.
El lavado de
preferencia deberá de incluir sustancias antisépticas o bactericidas, a
excepción de soluciones con iodo porque pueden condicionar deficiencia
transitoria de liberación de hormonas tiroideas. El merthiolate ya no se emplea
comúnmente, por alterar el mecanismo de cicatrización a nivel de las células
relacionadas; y además, por darle una
coloración rojiza a los tejidos que puede confundirse con inflamación.
El empleo de
agua y jabón es lo más tradicional y adecuado, debiendo de efectuar la limpieza
de forma más exhaustiva en el sitio donde se une el tejido mucoso del ombligo
con la piel del abdomen; y al terminar, realizar un secado del exceso de
humedad para impedir la maceración del tejido para permitir el crecimiento de
bacterias.
La forma de
realizar la curación del ombligo, deberá de reunir los siguientes pasos
elementales: lavado de manos con agua y jabón, por parte de la persona que
realizará el aseo del ombligo. Retiro de la gasa que cubre el ombligo cuidando
de no tirar de ella en forma enérgica si se encuentra muy pegada; para lo cual,
se podrá retirar en forma suave si se humedece de forma previa. Mojar una gasa
estéril con solución antiséptica como alcohol 70% o jabón para realizar tallado y limpieza del
material acumulado, (se recomiendan soluciones transparentes para poder valorar
mejor el aspecto de los tejidos), secar la zona con otra gasa estéril a fin de
evitar algo de humedad residual en los tejidos. Posteriormente se envuelve de
nueva cuenta el muñón umbilical en una gasa humedecida en alcohol para dejar
por fuera del pañal. El procedimiento se deberá de repetir por lo menos de 3 a
4 ocasiones al día.
Se recomienda de
preferencia, que se mantenga el ombligo cubierto, y seco la mayor parte del
tiempo, para favorecer a su deshidratación progresiva y momificación (secado)
rápida. En el curso de los primeros 5 a 7 días se podrá notar que el ombligo se
va desprendiendo de forma paulatina de su base, hasta finalmente caerse de
forma espontánea (8 a 10 días). En ocasiones, puede haber un sangrado ligero al
momento de su desprendimiento, que se deberá controlar con presión en la zona
en tiempo máximo de cinco minutos. Si hay persistencia de sangrado, se acudirá
a revisión médica, manteniendo presionado el punto de sangrado, para descartar
una posible enfermedad de la coagulación.
Durante el
tiempo que se encuentra el muñón umbilical, se deberá revisar en cada cambio de
pañal, si existen datos de reacción inflamatoria en su base, como:
enrojecimiento, inflamación, o dolor; o bien, datos de infección evidentes como
mal olor, o material exudado de aspecto purulento en colores variables que
pueden ser amarillo, blanco, o verdoso, para su atención inmediata a fin de
evitar que las bacterias se pasen a la cavidad abdominal o pasen por la sangre
a cualquier parte del cuerpo.
Será motivo de
valoración médica la región umbilical
del niño, cuando se noten datos inflamatorios, huellas de sangrado frecuente o
sangrado activo, mal olor, persistencia del muñón umbilical por más de dos
semanas, incremento de volumen en la base umbilical cuando el niño realiza
esfuerzos, persistencia de un bultito rosado y húmedo cuando ya se ha caído el
muñón umbilical, o si hay salida de algún tipo de líquido o de ser con aspecto
de orina, o de evacuación.
Recuerden que el
ombligo puede ser una puerta de entrada a una infección en los primeros días de
vida de un niño, cuando no se cuida de forma adecuada.
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