Es una
enfermedad muy común entre los niños y en especial en aquellos de menor edad,
al grado que una de sus manifestaciones habituales, sirve para hacer referencia
a la edad pediátrica, para identificar a los niños como mocosos.
La enfermedad
define, a la presencia de una reacción inflamatoria, en la capa interna de los
huecos que se encuentran a los lados de la nariz, que son conocidos como senos
paranasales, creando molestias por la pérdida de sus funciones normales y por
datos de obstrucción y congestión nasal.
A los lados de
la nariz (paranasales), se tienen cavidades en el interior de los huesos, que
se conocen como senos. Por el tipo de hueso en donde se localizan esas
cavidades, se les conoce con su nombre particular.
Los senos
maxilares, se encuentran ubicados a los lados de la nariz y alojados en el
hueso que tiene en su parte inferior la presencia de los dientes superiores.
Los senos etmoidales que tienen relación con el puente nasal, dentro del hueso
etmoides que tiene relación cercana con la órbita de los ojos. Estos huecos
están presentes desde el nacimiento y continúan su desarrollo posterior. Los senos frontales, están por arriba de la
nariz, a nivel del entrecejo, dentro del hueso frontal, y se desarrollan a
partir de los siete años de edad. El seno esfenoidal, está en el interior del
hueso ubicado por atrás de la nariz en su parte media, y se desarrolla a partir
de la adolescencia.
De manera
normal, la función de los senos incluye ser una reserva de aire filtrado, humedecido
y calentado para mezclar con el que proviene del exterior, servir como caja de
resonancia en la emisión de la voz y generar posteriormente un desarrollo
adecuado de las estructuras faciales por su crecimiento futuro.
En el interior
de estos huecos se encuentra en forma de alfombra, la estructura mucosa de tipo
respiratorio, que se encarga de producir moco para atrapar a los
microorganismos que vienen con el aire aspirado; y por abajo del moco, y en la
parte superior de cada célula, se cuenta con estructuras que en forma de cerdas
de cepillo, se encargan de movilizarlo en dirección hacia el exterior, para su
eliminación.
Cada seno tiene
su comunicación con los orificios nasales a través de sus particulares
conductos, que en la medida de la edad del niño, están relacionados en sus
detalles: a menor tamaño o edad del niño, corresponden a conductos más cortos y
estrechos.
En su interior
guardan microorganismos que viven en condiciones adecuadas de equilibrio, entre
virus y bacterias que tienen funciones benéficas, para evitar la presencia de
bacterias dañinas y su proliferación masiva.
La causa de las
sinusitis tiene en forma común, obstrucción del orificio o conducto por el que
se comunican con las fosas nasales, y en la mayoría de las ocasiones,
corresponde a inflamaciones secundarias a problemas de infección por virus o
por alergias. De forma menos frecuente pueden participar otras causas, como
son: labio y paladar abierto, obstrucción por adenoides crecida, deformidades
de la nariz, infecciones dentales, cuerpo extraño atrapado en la nariz,
tabaquismo familiar, traumatismos nasales (con desviación de tabique
secundario), reflujo gastroesofágico y el empleo de natación y/o buceo.
Al tener
obstrucción al flujo del moco, disminuye el mecanismo de defensa de arrastre,
permitiendo que los microorganismos dañinos proliferen, pudiendo invadir a las
células del tejido respiratorio y generar mayor respuesta inflamatoria, que por
engrosar el tejido, causará obstrucción al drenaje de forma adicional.
Habitualmente en
la infancia, cuando se padece un cuadro de catarro, de forma secundaria se
cursa con grados variables de obstrucción de senos nasales y en forma
ocasional, una sinusitis aguda, que mejora de forma rápida al desaparecer la
inflamación de origen viral de forma espontanea. Cuando al inicio de los
cuadros de inflamación nasal, se proporciona manejo con antibióticos de forma
innecesaria, se altera el equilibrio entre los gérmenes, y se puede predisponer
al desarrollo de formas resistentes, que puede ser la causa luego, de un cuadro
de sinusitis difícil de remitir.
Para sospechar
esta enfermedad, las manifestaciones que se deben valorar pueden variar de
acuerdo a la edad del niño, que en el caso de corresponder a un menor de seis
años, podrá incluir: escurrimiento nasal generalmente mayor de siete a diez
días, usualmente de coloración particular como verde o amarilla, pero también
puede ser de aspecto claro, boca abierta, tos nocturna invariable y en forma
ocasional durante el día, inflamación alrededor de los ojos, y generalmente no
hay dolor de cabeza en esta edad.
En niños
mayores, sus características y referencias son un poco diferentes, pudiendo
agregar: dolor de cabeza, malestar facial, sensación de nariz tapada, voz de
tipo nasal o gangosa, mal aliento, dolor de garganta, escurrimiento de moco
desde la nariz a través de la garganta, hinchazón de los ojos predominantemente
por las mañanas.
De acuerdo al seno
paranasal más afectado, el dolor de cabeza puede variar en intensidad,
localización y con movimientos particulares. La inflamación de los ojos es más
común y de mayor evidencia en el caso de la inflamación de senos etmoidales.
En relación con
el tiempo que tiene de evolución sus signos, pueden ser: agudos, cuando tiene
menos de dos semanas de duración, subaguda si son más de dos semanas y menos de
ocho, mientras que la crónica tiene más de ocho semanas de evolución.
La enfermedad en
su evolución puede ser de riesgo, al tomar en cuenta que por su localización,
puede enviar gérmenes a tejidos cercanos y en especial al cerebro para
condicionar una infección del cerebro o sus capas que lo envuelven; o también,
obstrucción del flujo sanguíneo por las venas que corren y recogen la sangre
del cerebro y en cualquiera de ellas comprometer la vida del niño.
Otras
complicaciones que se pueden presentar son: infección del hueso, inflamación e
infección de los tejidos cercanos al ojo (celulitis periorbitaria),
diseminación de las bacterias a otras partes del cuerpo con reacción
inflamatoria generalizada (sepsis) y ante un manejo inadecuado de antibióticos,
se puede generar resistencia de las bacterias y hacer difícil su respuesta.
Cuando se
consulta al médico, es posible que solicite estudios o exámenes especiales a
cada situación particular, para considerar su gravedad y de ser posible su
origen.
En su
tratamiento, cuando corresponda emplear antibióticos, el esquema en la mayoría
de las ocasiones tiene que administrarse por más de dos semanas, para erradicar
a los gérmenes de estas cavidades. El empleo por un tiempo menor, puede dar
lugar a recurrencia de la infección o formación de resistencia a tratamientos
por las bacterias. Se recomienda no suspender el tratamiento ante la mejoría
inicial del cuadro, y/o ante el rechazo o resistencia del niño, para no dar
origen a la recurrencia o cronicidad.
Otras medidas
que se emplean, están relacionadas a la evolución particular de cada niño y por
su causa específica, de ahí que algunos puedan emplear gotas nasales, operación
quirúrgica, vaporizaciones, valoración por alergología, etc., por lo que su
médico le orientará mejor sobre las diferentes alternativas.
En su prevención se
incluye la aplicación de vacunas para enfermedades respiratorias (influenza,
neumococo, haemophilus-en pentavalente-). La vitamina C de preferencia con el
consumo inmediato de jugos de frutas ácidas (más en temporada invernal), ya que
la exposición a intemperie la oxida y disminuye su efecto. Evitar respirar aire
frío por tiempo prolongado, utilizar bien las bufandas cubriendo nariz y boca (no
en el cuello), al momento de "sonarse la nariz" no obstruir ambas fosas nasales ya que impulsan al moco al interior de los conductos nasales, generando obstrucción y evitar la asistencia a los lugares públicos o asistencia con
familiares enfermos. Los menores de cinco años deben evitar la práctica de natación,
ante cuadros de sinusitis recurrentes.
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