Las formas más
antiguas de calzado son de hace 100.000 años. Se trataba de un calzado
primitivo, elaborado con piel de animales, que protegía los pies del frío y el
medio ambiente. Con el tiempo, se volvió objeto de distinción de clases.
Los franceses en
el siglo XVI introdujeron el empleo del tacón y, desde entonces, el uso del
zapato ha tenido una influencia por la moda.
En el siglo
XVIII se sugiere que el pie de los niños requería de un soporte externo para su
adecuado crecimiento, por lo que se implementó el uso del zapato rígido y, con
frecuencia, compresivo. Se postuló que con "ejercicios", y calzado
con soportes en el arco se evitaba un mal desarrollo del pie y posible discapacidad
en la edad adulta.
El pie de un niño no es una versión reducida del pie
del adulto. Al ser un órgano en evolución, requiere muchos cuidados y una
atención especial para asegurar un crecimiento sano. El pie
del niño no se desarrolla totalmente hasta los 3 años, pero para no interferir
en esta evolución, es muy importante que desde el momento en que comienza a
caminar, se cuiden sus primeros pasos protegiéndole con el calzado más
adecuado.
Durante los
primeros años, la planta del pie es plana, ya
que aún no se ha desarrollado el arco plantar, y en su lugar hay una gruesa
capa de grasa. Lo que más llama la atención de los pies de los bebés es que son
muy flexibles, capaces de realizar movimientos insospechados, de girarlos,
doblarlos o torcerlos de manera tan llamativa que a muchos padres nos hacen
dudar si se trata de algo normal
Esto se debe a
que los ligamentos y las articulaciones de las piernas y los pies de los bebés
son extremadamente flexibles. Se necesitarán varios años más para adquirir la
forma y posición que tendrán cuando sean mayores. No hay que olvidar que el pie
del niño al nacer está formado por una estructura compuesta, casi en su
totalidad, por cartílagos, y no es hasta los 18 o 19 años cuando se consolida
finalmente. El calzado infantil debe adecuarse al desarrollo físico y motor de
los niños, pero también debe permitirles realizar con comodidad las actividades
propias de esta etapa. Un calzado que no cumpla estas condiciones puede poner
en peligro la salud del niño, incluso, provocar problemas más graves que
arrastre hasta la madurez.
La elección de
un buen calzado es, por tanto, muy importante y debe basarse en criterios que
van mucho más allá de los puramente estéticos.
El calzado
manifiesta cambios variables de acuerdo a la edad y desarrollo motor del niño,
y para fines prácticos de orientación se distinguen los siguientes:
Para los bebés:
Los primeros zapatos que tienen los bebés son solo de decoración. Por esta
razón, se suele elegir modelos más parecidos a los de muñecos. Todo es válido a
esta edad. Los zapatos para los bebés solamente sirven para darles una noción
de cómo se debe usarlo. Los zapatitos para recién nacido, hasta los 6 meses,
deben ser leves, delicados, cómodos y aireados, hechos de materiales como la
tela, el punto, lana, piel o lona. La planta del zapato debe ser lo más fina
posible para que no moleste ni roce la planta del pie del bebé.
Zapatos de aprendizaje (para los primeros pasitos), a partir de
los 7 u 8 meses de edad, dependiendo del desarrollo de cada bebé, los bebés
empezarán a descubrir y explorar todo el espacio. Empezarán a quedarse de pie,
a dar sus primeros pasos en andadores, a gatear y a querer desplazarse para
descubrir todo lo que lo rodea. Es ahí cuando debe vestirlo con zapatos de
aprendizaje. Estos deben ser leves, hipoalergénicos, hechos con material
liviano pero resistente. La única diferencia con los primeros es que deben
tener una planta más formada y con base antideslizante. Deberá de cubrir el
tobillo para evitar que se le salga del pie y darle soporte al tobillo como
especie de columna más estable a la distribución del peso corporal hacia
abajo. En esta etapa es muy importante
que el calzado ofrezca seguridad, adherencia y agarre. Los bebés se sentirán
más protegidos y seguros para dar sus primeros pasitos.
Para bebés que ya caminan. Necesitarán de un zapato con buena
aireación, plantas gruesas y antideslizantes, y de peso moderado. Un zapato que
le permita moverse con libertad. Se recomiendan materiales naturales de
confección, como el cuero, forro y capellada, además de un buen contrafuerte
para dar estabilidad y firmeza a los pies del bebé. La comodidad, así como la
seguridad y el confort, son ingredientes indispensables a la hora de elegir un
zapato para un bebé que camina. Habrá que estar consciente que se exponen a
lesiones potenciales ante su falta de destreza para subir o correr de forma tan
rápida como lo desean, y por ello, se recomienda material grueso.
Para su
adquisición en cualquier otro momento de la vida del niño, se deberá de
corroborar que sea un tamaño ligeramente mayor (de medio a un centímetro) considerando
que se encuentra en crecimiento, y de las estructuras corporales que crecen más
rápido es el pie que puede tener posteriormente presiones en puntos de contacto
frecuentes con el calzado que causarán molestia con dolor, modificación de la
marcha y finalmente formación de callos que es tejido de piel engrosado ante el
roce tan intenso y frecuente.
Es muy
importante que el confort que los niños necesitan durante su desarrollo sea
cubierto convenientemente, igual que cuidamos que estén abrigados cuando hace
frío para evitar que enfermen, hay que procurarles el calzado adecuado para que
sus pies se desarrollen sanos y colaboren en el buen funcionamiento
musculoesquelético.
En condiciones de pies normales, se recomienda que al
seleccionar el zapato, se observe que la forma sea cuadrangular, con suficiente
espacio en la punta del pie, hechos de un material poroso que permita
ventilación a los pies, en cuanto a las suelas deben de ser flexibles para
permitir el movimiento del pie y suficientemente antiderrapantes, sin llegar a
ser demasiado burdas, pues esto ocasionaría caídas frecuentes.
Existe una gran
variedad de estilos, colores y dibujos animados para seleccionar. Aunque sea
divertido comprar zapatos, el calzado debe pasar una serie de pruebas y requisitos
para asegurar que su niño no tiene problemas con los dedos de los pies, los
pies, tobillos, rodillas y caderas en las etapas posteriores del desarrollo.
Decidir sobre
encajes o cordones. Algunos zapatos sin cordones son igual de buenos que los
zapatos con cordones. Piense lo que funciona mejor para su hijo, su nivel de
actividad y su conveniencia
Los mejores zapatos para los niños son aquellos que
son amplios, de tamaño adecuado, cómodos, ligeros, flexibles, en fin los que
simulen la sensación de encontrarse descalzo.
El concepto de
zapato ortopédico correctivo se derivó también de observaciones de otras
deformidades que pueden corregirse con el uso de fuerzas externas, como son los
yesos correctores para deformidades de pies desde el nacimiento y el uso de
corsés para las columnas desviadas.
Históricamente
se ha venido utilizando el calzado "correctivo", insertos y
plantillas en los niños con la idea de corregir el pie plano, las alteraciones
angulares (con rodillas hacia dentro o hacia afuera), así como las alteraciones
rotacionales de los miembros inferiores. También han sido empleados para
"mantener" correcciones en el postoperatorio de deformidades de los
pies (pie equino varo congénito, metatarso primo varo, astrágalo vertical
congénito etcétera) y todos ellos solo podrán ser indicados con una valoración
previa por parte de su especialista en ortopedia o pediatría.
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