Constituyen la
segunda causa de cáncer en los niños, detrás de las leucemias y son los tumores
sólidos más frecuentes durante la edad infantil. Representan el 20% de los
tumores en los menores de 15 años de edad.
Son crecimientos
anormales con comportamiento canceroso, que se desarrollan a partir de algunas
estructuras especiales del cerebro, logrando tener diferentes características
que se emplean para poder identificar en sus variadas propiedades, en que
pueden clasificarse.
Por el sitio
donde se manifiesta, se le puede considerar como localizado cuando su
crecimiento queda limitado a la región donde se ha originado, desplazando a las
estructuras vecinas. En cambio, los tumores invasores son diferentes por tener oportunidad
de extenderse en regiones adicionales al sitio donde se han originado. Estas
diferencias establecen su importancia, cuando el retiro mediante cirugía se
plantea como posibilidad de erradicación, al notar que el tumor de
comportamiento invasivo no es posible llegar a retirar de forma total, mientras
que el localizado si se encuentra en una zona de acceso adecuado, podrá ser
retirado en su totalidad de forma más segura.
Por su sitio de
origen, pueden ser considerados como primarios cuando se mantienen en
crecimiento continuo solo en el lugar donde se originaron; y los secundarios
(conocidos como metástasis) se caracterizan por provenir de sitios diferentes
al cerebro y poderse desarrollar en alguna de sus partes; o bien células del
cerebro que puedan extenderse a otros órganos diferentes del cerebro (ej.
hígado, pulmón, riñón) en donde tendrán crecimiento canceroso. Entre los niños
la mayoría de los tumores son primarios.
Por su velocidad
de crecimiento, pueden ser identificados los de crecimiento lento como de menor
grado, mientras que los de crecimiento rápido se les considera de mayor grado.
La importancia de su grado se establece, al momento de identificar a un tumor
cerebral como de mayor grado, que el tiempo que se retrase su tratamiento, podrá
ir estableciendo una mayor invasión o extensión que asocia un peor pronóstico.
En combinación
con las características descritas, se podrán dividir en comportamiento maligno
y de comportamiento benigno. Teniendo que actuar de forma más anticipada y con
recursos tecnológicos además de medicamentos especiales, para las
presentaciones malignas a fin de evitar la muerte o secuelas posteriores.
Hasta la fecha
no se identifican de forma directa la causa que modifica el comportamiento
normal de una célula, para causar una desorganización en su control de multiplicación, originando
que por la multiplicación desmedida, se forme un tumor dentro del tejido cerebral. Las posibilidades
hasta el momento, señalan la participación de varios factores, entre los que se
encuentran la predisposición genética y la influencia de los factores
ambientales.
La forma como se
manifiestan estas enfermedades, está condicionada a los mecanismos de presión
que se generan dentro de una cavidad (cráneo) a partir del crecimiento tumoral.
Por tener una presión aumentada dentro de ese espacio, se pueden presentar
modificaciones en el comportamiento del niño, notando (si es un niño menor de
un año) que su llanto se vuelve excesivamente intenso y sin consuelo a las
maniobras habituales para poder tranquilizarlo. Modificaciones en su ritmo de
sueño con dificultad para poder dormir; o bien, para poder despertar. Vómitos
de recurrencia progresiva. Cuando se trata de niños mayores de 3 años, podrán
referir dolor de cabeza intenso, marcha anormal y cambios en su visión, notando
quizás los familiares, una desviación del globo ocular en dirección a la nariz,
falta de concentración en la escuela y disminución en su rendimiento escolar.
Otro grupo de
manifestaciones, se asocia por irritación que causan al sitio donde su ubican.
Describimos entre ellas la presencia de convulsiones, que pueden tener variedad
de manifestaciones cuando no debutan con la clásica epilepsia y tienen otro
tipo de movimientos, o sencillamente por periodos cortos y recurrentes se
quedan con mirada fija o sufren desvanecimientos por la pérdida súbita de la
fuerza muscular. Alteraciones en el control de actividades motoras (caídas
frecuentes, rompen vasos), tienen alteración en la sensibilidad corporal,
caminan en forma no recta, cambian de comportamiento o tienen alteraciones con
las hormonas y manifiestan alteraciones de su deficiencia hormonal secundaria.
Considerando que
las manifestaciones del tumor cerebral pueden ser al inicio escasas y
desarrollarse de forma gradual, representará esos detalles la dificultad para
poder suponer la presencia de esta enfermedad, y no es raro que las primeras
manifestaciones sean atribuidas a otro tipo de diagnósticos, pero ante la
persistencia de la actividad tumoral y con su evolución progresiva, es posible
que el cuadro pueda ir cambiando las manifestaciones al paso del tiempo, para
poder sospechar de manera más concreta en la medida que se vayan haciendo
ostensibles, mayor cantidad de datos adicionales.
Con sospecha de
este tipo de alteraciones, es posible que el médico encargado de su valoración,
solicite la realización de algunos estudios especiales para poder confirmar la
alteración en forma más específica.
El desarrollo
tecnológico en los equipos de radiología en la actualidad, permiten obtener
imágenes en diferentes proyecciones con cortes finos, para poder evaluar de
forma especial las masas tumorales en el cerebro y establecer en base a sus
condiciones el plan de tratamiento a continuar.
Cabe aclarar que
para realizar los estudios de imagen, ya sea por medio de la tomografía
computarizada o con la resonancia magnética, es necesario que el paciente se
mantenga inmóvil para poder obtener imágenes claras. El niño por su naturaleza
y condiciones del estudio, requiere en la mayoría de las ocasiones que se
someta a este estudio, bajo el efecto de anestesia a fin de poder obtener
imágenes adecuadas. Por otra parte, es más apropiado para evitar la radiación
excesiva corporal al niño, que de preferencia se realicen imágenes mediante
estudio de resonancia magnética.
Otros estudios
que se pueden solicitar, incluyen: realizar ultrasonido a través de la
fontanela (mollera) al niño, electroencefalogramas, revisión de su fondo de
ojo, determinación de sus campos visuales, estudios en sangre sobre estudios
hormonales o cuantificaciones relacionadas a sus efectos de la naturaleza del
tumor.
Una vez definido
la localización y características específicas del tumor, será posible que los
médicos encargados del tratamiento puedan establecer un plan de manejo que
podrá incluir intervención quirúrgica, radiaciones, quimioterapia, sustitutos
hormonales, rehabilitación, terapia de lenguaje, auxiliares auditivos y otros
de acuerdo a la forma de eliminar y controlar su curación, además de evitar o
recuperar al paciente de sus secuelas a fin de poder proporcionar un
seguimiento continuo en forma óptima.
Muchos tipos de
tumores diferentes al del cerebro, se consideran por plazo en tiempo que se
consideran curados al paso de los siguientes cinco años. Con el antecedente de
un tumor cerebral, el seguimiento en la mayoría de las ocasiones se justifica
prolongarlo por otros años adicionales ya que algunos tipos de tumores pueden
tener recurrencia o puede haber otro tipo de tumores que pueda desarrollarse al
paso del tiempo.
Ante la sospecha de dolor de
cabeza persistente e intensidad progresiva, asociado con vómitos y cambios en
comportamiento o deficiencias motoras, es importante acudir a una valoración
temprana para descartar la presencia de una masa tumoral cerebral en desarrollo
y si hay detección oportuna, el tratamiento y pronóstico serán más favorables
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