Una función
especializada del sistema digestivo, es la incorporación de nutrientes al
interior de nuestro cuerpo. Este proceso lo realiza con la fragmentación de los
alimentos desde la masticación y continúa en el interior del tubo digestivo,
con la acción de sustancias químicas elaboradas en diferentes partes para
continuar el proceso de segmentación, hasta lograr obtener sustancias químicas
elementales, que pueden absorberse e incorporarse al cuerpo humano para sus
diferentes funciones.
Luego que el
estómago desintegra al bolo alimenticio mediante el ácido que produce, su
contenido lo vacía al intestino delgado; que en su inicio, tiene conexión con
los conductos biliares y pancreáticos, para poder seguir desintegrando los
nutrientes. Las sustancias liberadas por el páncreas activan su función
digestiva en el interior del intestino, bajo la acción de estímulos definidos
en forma normal, para obtener nutrientes de menor tamaño que facilitan su
absorción en el recorrido intestinal.
En ocasiones,
por alteración particular de los estímulos normales, se produce la activación
de las sustancias en el interior del páncreas, desarrollando de esta forma daño
a su estructura por la digestión de las proteínas y grasas de sus tejidos. Como respuesta a esta agresión, se produce
una reacción inflamatoria (pancreatitis) variada en severidad, que se relaciona
con la cantidad del tejido afectado.
Esta inflamación
del tejido pancreático, se manifiesta en forma más común mediante dolor
abdominal, asociado con fiebre y vómitos, que fácilmente pueden confundirse con
alguna infección o intoxicación digestiva; y que obviamente, ante un manejo
inadecuado puede generar mayor gravedad o complicaciones asociadas.
En los niños,
las causas que pueden generar inflamación pancreática están relacionadas con
infecciones virales, golpes abdominales, medicamentos, picaduras de insectos y
en ocasiones con enfermedades inflamatorias agudas. Estas causas en su mayoría,
desarrollan el cuadro inflamatorio de forma aguda con un inicio súbito que
progresa en poco tiempo.
Como
consecuencia de infecciones virales, se asocia a los cuadros secundarios por el
virus de parotiditis (paperas). Entre los parásitos la clásica lombriz
intestinal (áscaris), puede obstruir el conducto del páncreas y establecer el
daño ante la acumulación de las sustancias pancreáticas.
Los golpes
abdominales para causar este cuadro, deben ser de intensidad importante y de
preferencia, causados por objetos que condicionen llegar a la profundidad del
órgano a través de la cavidad abdominal. Como ejemplo clásico es la caída y
golpe secundario en “la boca del estómago” con el manubrio de una bicicleta.
En cuanto a
medicamentos, se mencionan en especial a las sustancias empleadas para el
tratamiento de algunos cánceres, diuréticos, anticonvulsivantes y algunos
antibióticos. Mención adicional requieren las sustancias tóxicas como el
alcohol, venenos, heroína y anfetaminas que causan este cuadro ante sobredosis.
De los insectos
capaces de producir este cuadro, existen especies particulares de alacranes que
desencadenan estas manifestaciones.
Las enfermedades
inflamatorias por su parte, tendrán la capacidad en producir pancreatitis por
la respuesta a las sustancias liberadas en otro sitio con efecto en el tejido
pancreático, como ejemplo se puede presentar en niños que tengan quemaduras
corporales, o aquellas enfermedades con alteraciones vasculares por causa
autoinmune.
También existen
las formas crónicas, pero estos cuadros en los niños siempre tienen una causa de
anatomía o de función alterada, desde el nacimiento y se puede encontrar casos
similares en familiares de generación previa. Las alteraciones anatómicas,
incluyen modificaciones en los conductos del páncreas y la bilis o alteraciones
intestinales. Como alteraciones en la función, existe por ejemplo: la fibrosis
quística, que causa que todas las secreciones corporales sean más espesas y no
se movilizan de forma adecuada. Entre las alteraciones del metabolismo, las que
produzcan niveles elevados de grasas en la sangre también pueden causar este cuadro.
La enfermedad se
caracteriza clásicamente por la asociación de dolor abdominal intenso asociado
con la presencia de vómitos frecuentes, pero existen detalles especiales en
cada uno de estos datos.
El dolor abdominal
intenso para considerar relacionado con esta enfermedad, deberá condicionar que
el niño no pueda mantenerse en pie, tomando de preferencia una postura en
actitud fetal, con los antebrazos haciendo compresión sobre el abdomen de forma
continua a fin de querer encontrar disminución de la sensación de dolor. La
intensidad se define por el tipo de llanto y la extensión del dolor, señalado
que puede referirse en toda la parte
superior del abdomen, proyectarse hacia la espalda y en ocasiones, hasta el hombro
izquierdo.
El vómito es
recurrente, numeroso, en ocasiones sin asociar ingesta de algún alimento y de
forma invariable, presente ante cualquier cantidad de alimento que se pretenda
ingerir. Su contenido será en cantidad variable, pero en coloración de aspecto
amarillo-verdoso.
El cuadro puede
acompañarse de otras alteraciones digestivas adicionales, como: pérdida del
apetito, fiebre en grados variables de intensidad y coloración amarilla de su
piel (ictericia).
Para confirmar
la enfermedad, es necesario realizar estudios de laboratorio especiales. A fin
de comprobar la alteración anatómica del páncreas, se deben realizar estudios
especiales de imagen. En su tratamiento, incluye la condición de dejar en ayuno
por tiempo variable al niño, a fin de no condicionar estimulación a la
liberación de más sustancias por el páncreas al intestino; y con la misma
finalidad, es posible dejar una sonda conectada al estómago para mantener esa
cavidad sin residuo, que pueda servir de estimulación a la función pancreática.
Si por la gravedad de la inflamación el niño debe mantener el ayuno por varios
días, se emplea una alimentación especial por la vena. La vigilancia del
cuadro, requiere de cuidados y estudios especiales hasta su curación.
Como
consecuencia de la falta de ingesta y vómitos frecuentes, la complicación
inmediata a notar es la deshidratación, que en los niños se identifica por los
ojos hundidos, sequedad de la lengua y/o boca, ausencia de lágrimas al llanto y
presión arterial disminuida como datos más notorios. Si la lesión en el
páncreas es intensa y/o extensa, el tejido afectado puede sangrar en forma
abundante y/o liberar sustancias que afectan a otras funciones corporales, que
ponen en riesgo la vida del paciente al disminuir la circulación sanguínea,
evitar la eliminación de sustancias tóxicas, impedir una captación adecuada de
oxígeno o agregar infección importante. Ante estas complicaciones que pueden
generarse, se justifica siempre el internamiento del niño, para vigilar la
evolución y dar el manejo adecuado en forma anticipada.
Una complicación
secundaria a largo plazo que puede presentarse, es el desarrollo de una
diabetes, ante la lesión de las células pancreáticas relacionadas con la
formación de la hormona, que controla los niveles de azúcar en la sangre. Por
la forma como queda el órgano afectado, puede haber formación de quistes en el
interior del páncreas que podrán causar dolores crónicos abdominales.
Afortunadamente
no es una enfermedad frecuente o común en nuestro medio, pero la información
sobre sus características, sirve para alertar a los familiares de algún niño
que manifieste estos datos compatibles, para valorar en tiempo conveniente y
evitar complicaciones que limiten el desarrollo o la vida del niño para su
futuro…
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