Es una
enfermedad intestinal causada por la presencia de un parásito (Giardia
lamblia), que por estar formado de una sola célula se incluye entre el grupo de
los protozoarios (animales primitivos). Fue el primer parásito descubierto por
el inventor del microscopio, en sus propias evacuaciones. Su sitio de
localización en el ser humano, se ubica en las primeras partes del intestino
delgado, en donde obtiene sus nutrientes a partir del material procesado en el
estómago.
Aunque su
distribución es cosmopolita, su mayor incidencia se da en las zonas tropicales
y subtropicales. Afecta a personas de todas las edades, reportándose cifras de
4 a 7 % en adultos, pero con incrementos más elevados en varones homosexuales y
niños, en donde el efecto secundario con retraso del crecimiento o mala
absorción intestinal, tiene mayor importancia por su repercusión en su
desarrollo futuro.
El parásito
posee dos variantes de formas para existir bajo condiciones especiales. Una
forma que permite su presencia en el interior del intestino para poder robar
nutrientes, es su forma activa (trofozoíto), que se identifica por aspecto de
pera aplanada con dos ventosas que le facilitan adherirse al intestino,
estructuras alargadas (flagelos) para realizar movimientos de impulso y órganos
internos, para poder procesar los nutrientes y su reproducción. La otra forma
(quiste) adquiere una estructura redondeada, protegida por una cápsula gruesa
que le permite sobrevivir bajo condiciones extremas fuera de su huésped, tan
especiales como: poder sobrevivir en las concentraciones habituales de cloro
que se utiliza para purificar el suministro de agua de la comunidad, vivir en
el agua fría hasta por dos meses, con capacidad de solo bastar la presencia de
diez formas quísticas en un vaso de agua, para poder causar un severo caso de
giardiasis en el ser humano que lo ingiera.
Por condiciones
de deficiencia inmunológica intestinal relativa de los niños -comparada con los
adultos-, los hace más propensos a padecer esta enfermedad en relación con
ellos. Se ha comprobado que en la medida que nuestros cuerpos se desarrollan,
se adquiere una inmunidad particular contra el parásito; y la enfermedad es
menos evidente o no se manifiesta. Esto permite que en infecciones de toda una
familia, haya integrantes con manifestaciones evidentes, mientras que otros
podrán tener pocos o ningún síntoma, pero siendo portadores pueden transmitir
la enfermedad.
La enfermedad
puede adquirirse directamente por contagio interpersonal (fecal-oral); o bien,
indirectamente a través del agua y/o de los alimentos contaminados. El contagio
interpersonal se presenta con mayor frecuencia en guarderías e instituciones
similares, ya que reúnen las condiciones de contacto físico frecuente entre un
elevado número de niños. Así es posible en estos ambientes, la existencia en el
20 a 50% de los niños menores de 3 años que albergarán al parásito y, aunque
muchos de ellos no tengan manifestaciones de la enfermedad, podrán transmitirlo
a los restantes miembros escolares y de la familia. Con respecto al segundo
mecanismo, ya hemos mencionado que tiene capacidad de poder mantener su
vitalidad en la concentración habitual de cloro del agua tratada, por lo que su
ingesta representa factor de riesgo para su desarrollo, incluyendo también las
aguas no tratadas como la de pozos, fuentes y ríos.
Una vez ingerido,
el quiste tiene la capacidad de poder resistir el jugo gástrico y pasa al
intestino liberando dos formas activas, que bajo las condiciones de alcalinidad
de la región, se multiplican dividiéndose a la mitad sucesivamente (fisión
binaria), para alcanzar con el tiempo cantidades excesivas. Cada una de estas
formas activas, se adhieren a la pared del intestino para capturar los
nutrientes e impedir que se puedan absorber e incorporar al desarrollo de los
niños, generando las manifestaciones de la enfermedad. Cuando ya se cuenta con
la inmunidad intestinal adecuada, el anticuerpo presente en la superficie del
intestino, disminuye sus movimientos e impide que se pueda pegar al intestino;
y con la presencia de células especializadas, se destruyen los parásitos.
La enfermedad
puede tener variantes en su expresión, de acuerdo a las características de cada
niño, pero básicamente generan alteraciones por deficiencia en la digestión de
los alimentos y en consecuencia su deficiencia en el desarrollo físico del niño.
Cuando el cuadro
es agudo, se manifiesta por aparición de dolor en localización alta del
abdomen, acompañado de: retortijones, náuseas o vómitos, evacuaciones
abundantes en cantidad, acuosas o pastosas, malolientes y explosivas, con
coloración disminuida, presencia de residuos de alimentos sin digerir,
eliminación matutina o después de cada alimentación. Por la deficiencia en la
absorción de las grasas, pueden tener un aspecto brillante y en ocasiones, con
gotas de grasa superficiales presentes.
En otras
ocasiones, tras una fase aguda mal definida, se puede desarrollar una fase
subaguda o crónica durante varios meses, caracterizada por: distensión
abdominal por acúmulo de gases, falta o irregularidad en el apetito, diarreas
intermitentes de color disminuido y/o residuos sin digerir alternando con
periodos de estreñimiento, pérdida de peso y deficiencia en el crecimiento.
Las deficiencias
en la absorción de nutrientes específicos, pueden ser confundidos o pasar
desapercibidos. Así la falta de absorción de la azúcar de la leche, es confundida
muy frecuentemente con intolerancia a la lactosa, justificando a esa
consideración solo la sustitución del nutriente, sin dar tratamiento a la causa
parasitaria que la genera, que puede seguir causando deficiencia en el
desarrollo físico del niño. La deficiencia en la absorción del hierro define el
desarrollo de anemia, que de forma similar puede inducir a solo dar el aporte
de hierro, ante la suposición que no se aporta de forma adecuada y el resultado
seguirá siendo la anemia persistente por no eliminar la causa parasitaria.
Otros nutrientes que no se absorben (vitamina B12, vitamina ·E, ácido fólico)
por esta enfermedad, no se podrán detectar al no buscar de forma intencionada
sus alteraciones.
Como condición
particular, la deficiencia en la absorción de lactosa requiere de un tiempo
diferente de sustitución, luego de terminar con el tratamiento específico para
el parásito, ya que se puede presentar una intolerancia posterior a la
infección más que una recaída.
Ante la sospecha
del cuadro, se podrá considerar alternativas para confirmar el cuadro mediante
estudios de búsqueda del parásito con microscopio en líquido duodenal, en las
evacuaciones del paciente o con otras alternativas novedosas para tener mayor
certeza. Al confirmar la enfermedad por los estudios o simplemente con las
manifestaciones clínicas, se recetará el medicamento específico para erradicar
el parásito.
Como medidas
para prevenir esta enfermedad, se recomienda: tomar agua aprobada por las
autoridades sanitarias, evitar consumir agua de ríos o lagos y la presencia de
moscas sobre los alimentos. De preferencia, someter el agua de consumo a
proceso de hervido total durante un minuto para eliminar toda forma resistente.
Otra alternativa incluye disolver 0.5 ml de una solución de iodo al 2% a un litro de agua y esperar una hora antes
de su consumo o de su empleo en la limpieza o lavado de alimentos. Realizar
lavado adecuado de las manos antes de cada comida y posterior a las limpieza de
evacuaciones. Lavar las frutas y verduras, en forma adecuada con germicidas
aprobados antes de su consumo y evitar que el cuchillo corte diferentes
elementos de la alimentación, sin que se deje en el intervalo, en la mezcla de
germicida con agua para evitar pasar los gérmenes de un alimento contaminado a
uno de consumo inmediato.
La giardiasis es
una enfermedad de distribución mundial, con alta incidencia en la población
infantil -en especial durante los primeros años de vida-, que puede causar
desnutrición y deficiencia de desarrollo, por lo que se debe considerar su
presencia…
No hay comentarios:
Publicar un comentario