Es una bacteria,
que muy frecuentemente causa cuadros de infección digestiva en la mayoría de la
población, por hallarse en todas partes y tener como hábitat natural a muchos
animales domésticos, de granja y salvajes.
La forma de
adquirir esta enfermedad puede ser en forma directa o también llamado por
contacto, a través de las heces eliminadas por humanos y animales domésticos
(perros, gatos) o de granja contaminados, que no suelen estar enfermos pero son
capaces de transmitir la enfermedad. La forma indirecta es a través del consumo
de agua contaminada con esa materia fecal, incluyendo animales salvajes (mamíferos
y aves) procedentes de pozos, lagunas o ríos, consumo de verduras o frutas con
riego de agua infectada; o bien, con el consumo de esos animales o sus
derivados sin una cocción adecuada (carnes, leche, quesos, etc.)
De manera
particular se encuentra en mayor proporción en el tubo digestivo de las aves de
corral, considerando que cerca del 80% de los pollos de consumo humano pueden
ser portadores de esta bacteria. El riesgo de contagio de la infección es muy
alto, al tomar en cuenta que su capacidad de generar la enfermedad, requiere de
una cantidad relativamente pequeña de bacterias, siendo suficiente el consumo
de una cucharada de caldo de pollo crudo para poder producir la enfermedad. Al
igual que el contacto de gérmenes que quedan impregnados en los cuchillos, con
los que se realiza el corte de sus diferentes partes.
Así se establece
que es de las primeras infecciones bacterianas, que puede desarrollar el ser
humano en sus primeros cinco años de vida, con una estimulación muy eficiente a
la formación de mecanismos de defensa, que pueden establecer nueva recurrencia
de los 15 a los 30 años de edad. Las épocas del año en que se incrementa su frecuencia,
son el verano y otoño, influidos por el calor, lluvias, flujos pluviales y
drenajes insuficientes.
Existen más de
20 especies de esta bacteria, pero la variante jejuni es la causa más frecuente
de las enfermedades infecciosas, que afectan al sistema digestivo de los niños
en sus primeros años de vida. Otra especie (fetus) es capaz de producir
enfermedades en otras partes del cuerpo, solo cuando existen condiciones
especiales de deficiencia inmune, que pueden facilitar el desarrollo de
infección en las envolturas (meninges) del sistema nervioso, articulaciones y
corazón.
La mayoría de
las ocasiones, el padecimiento en niños con estado nutricional adecuado, no
requiere empleo de antibióticos y solo es suficiente las medidas generales de
hidratación, para evitar su complicación y control de fiebre.
Los pacientes
que pueden tener una evolución más grave incluyen a los recién nacidos, los que
sufran de algún tipo de cáncer o padezcan deficiencia inmunológica desde el
nacimiento, o sean portadores de virus de inmunodeficiencia humana, por lo que
ellos deberán recibir manejo con antibiótico específico y además, atención
hospitalaria para descartar una mala evolución y/o su muerte.
El campylobacter
jejuni, tarda (periodo de incubación) en producir las manifestaciones de la
enfermedad en uno a siete días, pero su promedio habitual establece que se desarrollen
a partir del segundo al cuarto día de su ingesta. Causa reacción inflamatoria
en la superficie mucosa, tanto del intestino grueso como del delgado. Solo en
humanos con deficiencia de respuesta inmune, tiene la capacidad de pasar al
torrente sanguíneo e infectar la sangre del paciente, generando cambios
inflamatorios que comprometen la circulación sanguínea; y pueden precipitar
cuadros de choque con amenaza a la vida.
Bajo condiciones
habituales, el daño intestinal se manifiesta en el paciente con fiebre,
malestar general, dolor abdominal y diarrea. Estas evacuaciones pueden variar
desde muy acuosa, mucosa o francamente hemorrágica, simulando el cuadro de
enfermedad inflamatoria intestinal. Habitualmente el dolor abdominal es como retortijón, alrededor del ombligo, que se relaciona con el momento de la defecación y en forma ocasional, se localiza en la parte inferior derecha del
abdomen, simulando por sus manifestaciones apendicitis; o bien, otro problema
que puede hacer considerar el tratamiento por cirugía. A veces el dolor
abdominal parece ser el síntoma más grave o importante que la diarrea.
Como en toda
enfermedad diarreica, el cuadro de la deshidratación es la complicación que
deberá evitarse y recuperar a la brevedad posible. Cuando este manejo se
establece, la mayoría de los niños (bajo condiciones normales), logra
recuperarse de esta enfermedad en el transcurso de una semana, sin el empleo de
algún antibiótico específico. Los cuadros de diseminación sanguínea y choque
son excepcionales, a reserva de los pacientes con deficiencias inmunológicas o
nutricionales severas.
Para confirmar
la enfermedad, es posible que se tome una muestra de las evacuaciones
alteradas, para identificarlas en medios de cultivo especiales donde se
favorece a su multiplicación, con el inconveniente que requiere de condiciones
especiales y puede tardar más el tiempo de reporte, que la mejoría espontánea
del paciente. Generalmente los estudios que se solicitan, son para descartar
alguna de las enfermedades que tienen signos similares a este cuadro, pero que
pueden requerir otro tipo de tratamiento. Entre las enfermedades que tienen
similitud, se señalan: amibiasis aguda, enfermedad inflamatoria intestinal,
infección por bacterias (shigella o E. Coli) que puedan causar complicaciones
de sangrados y de los riñones, que en cada caso especial, pueden tener
evolución y complicaciones diferentes en caso de no recibir el tratamiento
adecuado.
En algunas
ocasiones y bajo circunstancias especiales del paciente, se puede presentar
como complicación un cuadro de parálisis muscular (Guillain-Barré), que inicia
de la parte distal de las extremidades inferiores, con evolución progresiva
ascendente en tiempo variable, que puede comprometer el funcionamiento de los
músculos respiratorios; y requerir, de asistencia respiratoria hospitalaria
para esperar su recuperación, generalmente por un periodo largo de
convalecencia. Esta complicación se encuentra referida de presentarse, como un
caso por cada mil pacientes que padecen el cuadro diarreico. Su mecanismo es
secundario a la formación de anticuerpos para la bacteria, que ante un defecto
especial, empiezan por dañar al tejido que cubre los nervios, relacionados con
los músculos de las extremidades, abdomen y tórax.
La variante
fetus, por tener afinidad también a la mucosa genital, se le considera de
riesgo para enfermedades durante el embarazo e inmediata al nacimiento, por
asociarse con abortos involuntarios, muertes al nacimiento, prematurez,
infecciones durante el nacimiento e infección de las capas que cubren al
sistema nervioso. Los recién nacidos
infectados por la variante fetus, pueden manifestar diarrea, pero sus
manifestaciones generales no pueden diferenciarse de los niños que tienen otro
tipo de infecciones y por su edad además de condiciones, su mortalidad es muy
alta.
Para prevenir
esta enfermedad, se recomienda el consumo de agua analizada y aprobada para el
consumo humano y leche de preferencia pasteurizada. Evite que los niños
consuman agua de ríos o lagunas cuando asistan a excursiones. Las carnes deben
ser bien cocinadas para destruir la bacteria, los utensilios que se ocupan para
su corte, deben limpiarse de preferencia con agua caliente y jabón, ya que el
cloro no es muy eficiente en su eliminación. Las manos deben lavarse bien antes
y después de tocar la carne cruda. Emplear toallas de papel para limpiar las
superficies de la cocina, realizar un lavado adecuado de las manos, después del
contacto con animales domésticos. No colocar alimentos cocidos sobre tablas o
platos que se ocuparon para cortar carne cruda. Si se puede comprobar la
temperatura interna de carnes, es mayor a 70º C.
Considere la
evaluación médica especializada de su hijo, si manifiesta: diarrea con hilos de
sangre, dolor abdominal, fiebre elevada, vómitos o signos de deshidratación.
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