Es la condición
biológica de crecimiento corporal anormalmente grande, por arriba de los
valores máximos aceptados a cada individuo, para su sexo y edad, durante su
desarrollo; ya que el crecimiento exagerado que tienen los adultos, cuando sus
núcleos de crecimiento ya han cerrado, se le conoce como acromegalia.
El crecimiento
es un fenómeno biológico dinámico y continuo, que condiciona incremento en el número de células y de su
engrosamiento, a partir de la interacción adecuada entre los factores
determinantes (genéticos), los reguladores (hormonas y metabolitos) y los
permisivos (nutrición y ambiente), para que realicen su función específica
sobre los sitios de acción (cartílagos de crecimiento, articulaciones y
músculos) que también deberán ser normales.
De esta forma
–en condiciones normales-, el nuevo ser tiene periodos de crecimiento
cronológicos específicos antes y después del nacimiento, hasta alcanzar la
talla adulta. Su grado de expresión es característico de cada especie,
empleando los nutrientes adecuados para alcanzar el tamaño óptimo, el cual
generalmente es acorde con los parámetros de tipo genético-familiar.
El crecimiento
tiene periodos especiales en los que se hace manifiesto de forma más notoria. A
partir de la concepción (unión de dos células germinativas) se inicia la
multiplicación celular en forma binaria, llegando a totalizar hasta 42 periodos
de división binaria al final del embarazo, del total de las 46 divisiones que
considera hasta la etapa adulta. De una estructura microscópica (huevo) se
desarrolla al final de embarazo, un producto con tamaño de 50 cm y peso
promedio de 3 kg lo que representa un aumento de hasta 17,000 veces su diámetro
y más de 25 millones de veces su masa.
El crecimiento
en la vida intrauterina sigue una curva sigmoidea o exponencial, siendo lenta
hasta las semanas 15 a 16, acelerada hasta la semana 38 y nuevamente enlentecida
hasta la 42. Para el crecimiento fetal, intervienen básicamente como factores
importantes: el control de los genes; y por otra parte, los factores externos
que incluyen los factores maternos, placentarios y las hormonas fetales.
Así bajo
condiciones excesivas de crecimiento, el gigantismo se puede identificar
básicamente, como: de desarrollo previo al nacer (prenatal) o desarrollo posterior
al nacimiento (postnatal). El hipercrecimiento de comienzo prenatal debe
considerarse siempre como patológico, ya que sus posibles causas dependerán de
algunos factores anómalos del medio intrauterino; o bien, de ciertas alteraciones
genéticas. En cambio cuando es de tipo postnatal, se puede considerar el origen
poligénico de la talla definitiva, que en algunas ocasiones no corresponderá a
condiciones anormales, al ser dependiente de la influencia genética de los
padres, así como la maduración acelerada. Se interpretan como variantes o
límites fisiológicos del espectro general del crecimiento y maduración. Se
deben excluir siempre, aquellas enfermedades con que se manifiestan otros
crecimientos exagerados evolutivos o transitorios.
Un gigantismo
puede originarse por diferentes circunstancias, llegando a participar de forma
aislada o combinada los siguientes factores: hormona de crecimiento, exceso de
factores de crecimiento, exceso de receptores de crecimiento, exceso de un gen
del crecimiento, deficiencia de factores relacionados con la detención del
crecimiento, deficiencia de factores relacionados con la prevención del
alargamiento óseo y proporciones disarmónicas y por alteración de los genes
supresores de los tumores.
Para definir la
causa especifica de un gigantismo, es necesario contar con adecuados datos
solicitados en un interrogatorio ordenado e intencionado, tallas familiares,
hallazgos adicionales durante la exploración del afectado y el resultado de
pruebas complementarias adecuadas para los cuadros de sospecha.
Para el estudio
de un niño con gigantismo prenatal, se deberá identificar si existen datos de
glucosa baja en la sangre del recién nacido, el perímetro cefálico al nacer o
descartar si hay incremento del mismo, evaluación de los núcleos óseos de
crecimiento (edad ósea), como datos más importantes para identificar la causa
en especial.
Para identificar
al niño con gigantismo al nacimiento, es necesario situar su talla y peso en
forma comparativa, con los valores específicos de la zona geográfica en donde
haya nacido o del origen de ambos progenitores.
Un niño grande
al nacimiento, debe motivar siempre a investigar su causa y posibles
alteraciones secundarias. Si sus niveles de azúcar son bajos en las primeras
horas del nacimiento, se pueden producir alteraciones neurológicas de por vida
o puede fallecer. El hallar un recién nacido grande con cifras alteradas de
azúcar, hace sospechar que la madre es diabética mal controlada durante el
embarazo. Si la madre no tiene diabetes, es posible que el niño sea portador de
una enfermedad, que asocia obesidad futura y retraso mental. Cuando el azúcar
es normal pero el peso del niño está bajo, deberá descartarse enfermedades que
asocien alteraciones respiratorias, cardiacas o de hipotonía que pueden
comprometer su vitalidad. Cuando asocie crecimiento mayor de su cabeza, se debe
realizar estudio de edad ósea para diferenciar si tendrá problemas oculares,
obesidad, tumoraciones o retraso mental. Ante estas circunstancias, debe ser
valorado de forma conjunta con especialistas asociados, como: neonatólogo,
genetista y endocrinólogo pediatra.
Posterior al
nacimiento, el crecimiento tiene una fase de desaceleración progresiva en los
primeros dos años de vida. Disminuye y se mantiene constante durante la etapa
escolar y durante la pubertad, el momento de la aparición del vello púbico
coincide con el inicio del estirón corporal, con aumento variable de 6 a 12 cm
en un año.
Para la
evaluación de gigantismo postnatal, se toman en cuenta: antecedentes
familiares, la simetría corporal, edad ósea, desarrollo neuromotor,
alteraciones genitales, hallazgos corporales particulares, datos de gigantismo
regional y estudios de laboratorio específicos. En este periodo deben
descartarse las alteraciones patológicas, de las variantes normales del
crecimiento y la maduración; cuya orientación se fundamenta en los datos
familiares, evolución de la curva estatural, cronología de la pubertad y la
maduración ósea, así como del pronóstico de la talla predictiva familiar que
puede determinar el pediatra o endocrinólogo pediatra.
Cuando la talla
alta sea compatible con la edad ósea y haya simetría corporal, además que se
ubique en la predictiva familiar, se podrá considerar una talla alta familiar
que es una condición de normalidad. Si la curva de crecimiento del niño muestra
rebasar la talla predictiva en forma amplia, es necesario canalizar al
endocrinólogo pediatra para su estudio al igual, que cuando se encuentre con
alteración de la edad ósea.
Cuando la
distancia entre la punta de los dedos con los brazos extendidos, supere en 8cm
a la talla, habrá que investigar si existen alteraciones físicas particulares
para determinar su causa específica; y de acuerdo al mismo, su valoración y
tratamiento especializados. El síndrome de Marfán puede asociar alteraciones
cardiacas y oculares. Neoplasias si hay antecedente en familiares. Otras
enfermedades asocian retraso mental.
Los tumores de
la glándula productora de la hormona de crecimiento es una causa rara de talla
elevada, que debe considerarse cuando se tiene una talla elevada 3-4 veces de
la desviación por encima de la media. Asocian alteraciones visuales y dolores
de cabeza. Existen otras variantes menos frecuentes pero que se determinan con
su estudio amplio.
Habrá que tomar
en cuenta siempre, que todo niño que tenga dimensiones mayores de las
habituales, debe motivar investigar la causa, ya que los factores asociados o
la causa de su desarrollo, pueden tener complicaciones graves o incluso
amenazar su vida…
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