Zinc. Su importancia

 

Un oligoelemento es una sustancia química primordial, para el buen funcionamiento del organismo y que interviene de forma significativa en los procesos de transformación (metabolismo) de sus componentes. Se les conoce en esta forma, ya que la cantidad requerida para que cada uno de ellos cumpla sus funciones en forma adecuada son cantidades menores de 100 mg. (una décima parte de un gramo).
El Zinc es el segundo oligoelemento más abundante en el cuerpo, después del hierro. Participa en la activación y la transcripción de factores de crecimiento, actúa como un antioxidante y agente antiinflamatorio que mantiene las membranas mucosas y de la piel. Se involucra en múltiples fases del metabolismo celular y es esencial por su participación en más de trescientos sistemas enzimáticos. Es necesario para la formación de proteínas, síntesis del ADN y la división celular, además de la funcionalidad de receptores hormonales. En consecuencia, su deficiencia durante el crecimiento da como resultado fallas en el progreso físico y funcional, alteraciones en la piel y mucosas, falta de apetito, letargo mental, cicatrización deficiente, trastornos neurosensoriales y trastornos de la inmunidad mediada por células.
La ingesta de zinc está estrechamente relacionada con la ingesta de proteínas animales; como resultado, la deficiencia de zinc es un componente importante de la morbilidad relacionada con la nutrición en todo el mundo, que es más frecuente en áreas donde la población subsiste con ingesta de proteínas no animales. Las deficiencias de cualquier nutrimento pueden deberse a una disminución en la ingestión de este, a un aumento en las necesidades del organismo y, por lo tanto, en sus requerimientos, o bien, a una disminución en la biodisponibilidad del nutrimento, por la forma en que éste se encuentra en los alimentos.
El estado nutricio del zinc depende de la cantidad ingerida y de su biodisponibilidad. Los alimentos de origen animal, particularmente las carnes, los mariscos y el pescado, son fuentes ricas en zinc, y su biodisponibilidad es alta ya que durante su digestión se liberan sustancias (ciertos componentes estructurales y fracciones de proteínas) que forman complejos solubles con el zinc. Cuando la ingesta de alimentos de origen animal es muy limitada (población rural y marginal urbana) la dieta se restringe a maíz, frijol, verduras y frutas, que contienen sustancias que inhiben la absorción del zinc. Por una parte, el calcio es un ion que con su ingesta compite con la absorción del zinc y además la fibra presente en los cereales, forman también complejos químicos con el zinc que son menos solubles y limitan su absorción.
En los casos de lactancia materna exclusiva prolongada, la deficiencia sintomática de zinc ocurre ocasionalmente en bebés que son amamantados exclusivamente y con una introducción tardía de alimentos complementarios más allá de los seis meses de edad. El riesgo aumenta en poblaciones en las que la deficiencia de zinc en la dieta es común (por lo general, entornos con recursos limitados o aquellos con un consumo mínimo de carne) y en bebés prematuros que solo reciben leche materna no fortificada.
Ya como enfermedades específicas que pueden causar deficiencia de zinc existen: la acrodermatitis enteropática que establece una deficiencia congénita para la absorción del zinc, que genera alteraciones desde edades tempranas con alteraciones de la piel, trastornos oftálmicos, retraso del crecimiento y maduración sexual, alteraciones neuropsiquiátricas e infecciones frecuentes.
Otras alteraciones intestinales incluyen procesos inflamatorios recurrentes (colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn), fibrosis quística, anemia de células falciformes, enfermedades hepáticas, insuficiencia intestinal o renal.
La deficiencia de zinc en humanos se notificó por primera vez en Egipto. El fenómeno se presentaba en adolescentes del sexo masculino con enanismo nutricio y se caracterizaba por un retraso muy importante en el crecimiento y en la maduración sexual. Posteriormente se demostró que los afectados respondían favorablemente al tratamiento con zinc.
En la actualidad los casos de deficiencia severa de zinc son más bien raros; sin embargo, la deficiencia moderada ha sido ampliamente notificada. Los grupos de población más afectados por la deficiencia de zinc son los niños menores y las mujeres durante el embarazo y la lactancia. La mayoría de los estudios realizados en niños, tanto de países avanzados como de naciones en desarrollo, no notificaron signos aparentes de deficiencia clínica de zinc; en cambio, sí indicaron deficiencia moderada del mineral caracterizada por retraso en el crecimiento lineal; efecto negativo en la sensibilidad sensorial, especialmente en la capacidad para detectar sabor; disminución en el apetito; disminución en la respuesta inmune y efectos negativos en la función intestinal, que constituyen los padecimientos más comunes en el individuo con deficiencia de zinc.
La deficiencia de zinc en la madre durante el embarazo se ha relacionado con algunas complicaciones especiales, como son: trabajo de parto más prolongado, hipertensión, hemorragia posterior al parto, abortos y malformaciones congénitas.
En cuanto al crecimiento, diversos estudios han establecido que la deficiencia de la talla se afecta más en el periodo de los 12-36 meses, cuando la deficiencia de zinc se asocia con otros elementos nutricionales. En el desarrollo cerebral, se asocia con los mecanismos mentales que demandan mayor procesamiento de la información y su deficiencia a esa edad, puede afectar algunas áreas del desarrollo cognitivo. 
La asociación con enfermedades infecciosas y zinc establece que hasta en un 20% de los casos con su aporte de zinc adecuado, disminuía la recurrencia de enfermedades respiratorias, diarrea y otro tipo de padecimientos infecciosos; y en otros casos, alcanza hasta un 40% su reducción de infecciones. En especial es notorio observar la disminución de los episodios de enfermedad diarreica.
Se deberá de sospechar la deficiencia de zinc cuando se note en el niño disminución en la capacidad de su respuesta inmunológica por recurrencia relativamente frecuente de infecciones digestivas, respiratorias o cutáneas. Alteración en órganos de los sentidos, con deficiencia en la percepción del gusto y del olfato, aparición de ceguera nocturna, alteración en la apariencia normal de la piel. La deficiencia severa ya incluye otros datos de mayor importancia, como: reacciones inflamatorias de la piel en grados variables: manchas rojas, desprendimiento de escamas, formación de pequeñas vejigas (vesículas), o con retención de material purulento, generalmente en las superficies extensoras de las extremidades, alrededor de región anal y/o de la boca. La función inmunológica se deprime en forma más grave y asocia infecciones frecuentes, cuadros diarreicos recurrentes y pérdida de cabello (alopecia). Se han documentado algunos casos con disminución hormonal sexual y disminución en la producción espermática.
Para confirmar la presencia de la enfermedad, se considera cuantificar su nivel en la sangre, pero el valor de referencia puede estar influido por otras variables y su resultado puede tener la opción de ser un falso positivo o un falso negativo, por lo que el médico debe definir con la asociación de los hallazgos sintomáticos en el paciente.
Los pacientes con deficiencia de zinc, cuando se les ofrece el aporte necesario tienen opción de mejorar en la recurrencia de sus procesos infecciosos y tener un desarrollo físico y neurológico adecuado. Se debe establecer la dosis adecuada a cada paciente en relación con peso, edad y deficiencia, tomando en cuenta la posibilidad -aunque remota- de sus efectos secundarios por sobredosificación: nausea, vómito, irritación intestinal, daño renal y déficit en los niveles de cobre     …su médico ofrecerá la mejor sugerencia.

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