La
función auditiva se encuentra integrada por un sistema receptor de sonidos
(oreja), un órgano (cóclea) para cambiar a señales nerviosas, una vía para el
envío de esas señales hacia un centro cerebral especializado, donde esta señal
se procesa, descifra y almacena, dando el significado concreto para su
comprensión y respuesta asociada.
La
sordera o hipoacusia es una deficiencia debida a la pérdida o alteración de la
función del sistema auditivo, que provoca la discapacidad para oír. Es la
alteración sensorial más frecuente en el ser humano. Cuando se consideran todos
los grados de la deficiencia auditiva, existe la probabilidad de encontrar 5
casos por cada mil niños al nacimiento. Así su detección precoz, mediante una
prueba especial para esta función, permite el acceso rápido al diagnóstico y
tratamiento apropiados que impactan en forma positiva al pronóstico de los
afectados en su vida futura. Los bebés afectados pueden escuchar algunos
sonidos, pero no oír lo suficiente para entender el lenguaje hablado.
La
afectación de la audición puede ser de diferentes tipos. De acuerdo con la
afección de los oídos, puede ser uni o bilateral. Por el momento de su
aparición relacionado al inicio del lenguaje: prelocutiva, perilocutiva y
postlocutiva. Según su grado de pérdida auditiva: leve (umbral auditivo entre
21-40 dB) que tiene problemas de audición en ambientes ruidosos o con voz baja.
Moderada (41-70 dB) con problemas para la adquisición del lenguaje, severa
(71-90 dB) que no permite el desarrollo del lenguaje sin ayuda; y profunda
(>90dB), con una comprensión auditiva nula y solo con compresión labial. Por
su causa podrá ser: hereditaria (desde el nacimiento), adquirida (posterior al
nacimiento) Idiopática (sin identificar el momento de su afección). Por la
localización de la lesión, podrá ser: transmisiva o conductiva cuando el sonido
no llega a estimular correctamente a las células sensoriales del oído. Neurosensoriales
o de percepción, cuando la lesión se localiza en la conducción nerviosa
(coclear o retrococlear) y mixtas.
El
estudio en forma habitual se realiza a todo recién nacido, pero en especial
deberá de realizarse en los niños que cuentan con factores de riesgo
específicos o que, por antecedentes, puedan tener daño en forma secundaria a la
función auditiva. Como factores de riesgo se señalan en especial, a quienes
tengan: antecedente familiar de afección auditiva congénita o las primeras
décadas de la vida, infecciones de la madre durante el embarazo o recién
nacidos con datos asociados a esas infecciones. Malformaciones
craneoencefálicas y/o del cuello que afecten a estructuras del oído, peso al
nacer menor de 1500 g. recién nacidos con niveles elevados de bilirrubina
(mayores de 20mg%), o que se les realizó proceso de exanguinotransfusión,
empleo de medicamentos ototóxicos durante el embarazo o en etapa de recién
nacido, infecciones del cerebro, antecedente de deficiencia en la circulación
y/o oxigenación cerebral al nacimiento (Apgar menor de 4 al minuto o de 6 a los
cinco minutos),empleo de ventilación mecánica mayor de cinco días, hallazgos
corporales o faciales que asocien alguna malformación congénita relacionada con
deficiencia auditiva y, traumatismos craneoencefálicos que afecten la base del
cráneo.
Al
paso del tiempo, se han establecido diferentes técnicas para poder valorar de
forma apropiada las características auditivas en forma temprana, contando en la
actualidad con dos procedimientos aprobados de alta confianza, que son: la
otoemisión de ondas acústicas evocadas (OEA) y los potenciales auditivos
evocados de tronco cerebral automatizados (PEATC-a).
Con las OEA se valora la
sensibilidad del oído interno ya que posterior a estimulación con ondas
sonoras, se captan las ondas reflejas (como eco) por medio de una sonda dentro
del conducto auditivo del bebé. En caso de no obtenerse las ondas reflejas se
podrá considerar una posible lesión en el oído interno (cóclea) que define un
problema sensorial. Esta prueba requiere de complementar con los PEATC-a para
comprobar que la estimulación auditiva, genera señales neurológicas que se
conducen a lo largo de la vía auditiva hasta el tronco encefálico, al reconocer
respuestas por medio de tres electrodos desechables adheridos en la frente,
nuca y hombro del bebé, y mediante un algoritmo matemático automatizado, se
consigue la conclusión de si se trata de una respuesta normal (PASA) tras el
análisis de 1000 respuestas; o si por el contrario, es una respuesta alterada
(NO PASA) tras el análisis de 15000 respuestas.
Estas pruebas son sencillas,
indoloras, objetivas, rápidas (5-10 minutos), reproducibles y fiables, con una
taza baja de falsos positivos y con certeza absoluta para los falsos negativos,
que pueden realizarse mientras el bebé está durmiendo o acostado quieto.
La probabilidad de resultar falso
positivo (no pasa la prueba, pero es sano) se puede presentar debido a que el
líquido o el unto sebáceo dentro de la oreja del bebé o el exceso de ruido en
la habitación, puede afectar los resultados, por lo que se justificará la
repetición del estudio en tiempo posterior o bien realizar pruebas adicionales
específicas ya con el especialista en audiología, antes que el bebé tenga más de
tres meses de edad.
Si el audiólogo del bebé confirma
cambios en la audición, el tratamiento y la intervención temprana, con un
equipo de profesionales debe comenzar lo antes posible. Si los cambios en la
audición se descubren y comienzan a tratarse antes de los 6 meses de edad, su
bebé tendrá las mejores posibilidades de desarrollar lenguaje hablado, a la par
de otros niños de su edad con audición normal. Los bebés sordos o hipoacúsicos
deben ser referidos a intervención temprana para recibir evaluación y servicios
especializados. El audiólogo, junto con el otorrinolaringólogo, le dirán
qué tipo y grado de déficit auditivo tiene el niño y qué puede hacer a
continuación. Los siguientes pasos pueden variar según el tipo y el grado de lesión
auditiva.
Estas pruebas cuando confirman que
la función auditiva es adecuada, no garantizan la función a futuro, ya que es
viable que pueda existir alguna afección auditiva en tiempo más adelante. Las
causas de pérdida de audición de aparición tardía o progresiva pueden incluir
problemas genéticos, infecciones frecuentes de los oídos, sarampión,
meningitis, golpes o lesiones de la cabeza, exposición a niveles perjudiciales
de ruidos fuertes. Los recién nacidos que necesiten un período prolongado de
atención intensiva neonatal, también corren un mayor riesgo de sufrir pérdida
de audición más adelante.
Existen algunos datos que a los
padres de familia pueden alertar sobre la existencia de alteración auditiva en
sus hijos, como: no sobresaltarse con los ruidos fuertes al mes de edad, o si
no se da vuelta en dirección a los sonidos a los tres o cuatro meses, no darse cuenta
de su presencia de una persona hasta que lo ve, se concentran en ruidos con
vibración más que en otro tipo de sonidos, no hay evidencia de que disfruten la
lectura que les hagan, empiezan a hablar en forma lenta, cuesta trabajo
entenderlo o no dice palabras sueltas como mamá o papá entre los doce y quince
meses de edad, no siempre responde cuando se le llama, parece escuchar algunos
tipos de sonidos pero otros no (deficiencia de percepción de sonidos agudos o
pérdida de función unilateral), tiene dificultad para mantener la cabeza
erguida o tarda en sentarse o caminar (debido a que el órgano que controla el
equilibrio, se relaciona con el sistema auditivo), o siempre gusta de tener el
volumen elevado de la televisión más alto que el resto de la familia.
De manera adecuada, se recomienda
la revisión periódica de la agudeza auditiva en diferentes edades para asegurar
su función normal. Así estas pruebas se sugieren repetir a los 4, 5, 6, 8 y 10
años, con evaluaciones adicionales entre los 11 y 14, los 15 a 17, y entre los
18 a 21, además de cualquier otro momento donde exista la duda.
Considere que cuanto antes se
identifiquen los cambios en la audición de un bebé, niño o adolescente, más
probable será que las intervenciones lo ayuden a alcanzar su máximo potencial o
su agudeza auditiva pueda tener corrección adecuada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario