Envenenamiento por alcanfor

 


El alcanfor es un aceite esencial que se obtiene del árbol correspondiente, pero en forma reciente también se produce a partir de otro tipo de resinas. Su empleo a nivel médico es más común como remedio de catarro ante su efecto descongestionante nasal y supresión de la tos, en forma de ungüentos para el tratamiento de algunos herpes (fuegos), frotado para mejorar dolores musculares o para producir sensación de calor en la región aplicada, repelente de insectos y para disminuir la sensación de comezón.

Por su condición de aceite es una sustancia que no es soluble en agua y tiene afinidad a estructuras grasas, que a nivel corporal facilita su unión a nivel de las membranas celulares, con mayor rapidez para su absorción y distribución corporal, además de la dificultad adicional en su eliminación, que son factores que influyen para su acumulación excesiva con rapidez notoria.

Su empleo en niños puede condicionar intoxicación en la medida que se emplee a menor edad o con un menor peso, generando alteraciones súbitas y progresivas que pueden incluir la muerte, en caso de seguir con la exposición a esta sustancia.

En centros especializados de intoxicación en países de primer mundo, se logran establecer cerca de once mil exposiciones en niños en forma anual, cifra que inquieta ya que ante una comunidad ignorante de esta condición, la cantidad puede ser mayor y quizás ser motivo de muerte sin identificarse como causa específica.

El grupo de mayor riesgo son los menores de seis años por su actividad exploratoria y con ingesta oral más recurrente y, por otra parte, los menores de tres años en cuanto a la cantidad proporcional excesiva que puede absorberse en niños de menor peso.  

A pesar de este potencial de toxicidad grave, los productos que contienen alcanfor siguen estando ampliamente disponibles e incluso son promovidos en medios de comunicación masiva y tienen facilidad de ser adquiridos en venta libre (sin necesidad de receta médica). Su condición más grave es que suelen prescribirse y emplearse por recomendación familiar, sin sospechar de su capacidad tóxica que puede ser hasta letal.

El listado de sustancias y medicamentos que lo contienen es muy variado, por lo que en esta ocasión solo anotamos los que emplean de forma más habitual: alcohol con alcanfor, bálsamo Kneipp, caladryl, líquidos para callos, edusan, parches balsámicos (fluirespira), inhalador humexina, inhalador vick, linimento klari, pomada de mentol, aerosol mesagil, pomadas: aspaime, salil. Spray réflex, inhalador sinus, pasta termosan, vick vaporub, vitavox, xibornol. Se puede encontrar el sitios de almacenamiento de ropa -para combatir polillas y otros ácaros- con forma de pequeñas bolitas y de olor intenso, que puede motivar a los niños pequeños, su exploración con la boca.

Hay que tener en cuenta que en muchas formulaciones se encuentra combinado con otras sustancias también potencialmente tóxicas (mentol, eucalipto), por lo que habrá que ser aún más precavidos en el manejo de estos pacientes.  Así pues, considerando que su empleo no compensa sus riesgos en contraste con los dudosos beneficios, es conveniente informar al público en general (y algunos médicos) que se debe evitar la exposición, su aplicación o administración en niños.

La cantidad que ya se considera puede ser tóxica para un niño, se encuentra con cantidades proporcionales mayores de 30 miligramos por kilo de peso, que puede ser equivalente a la ingesta de 5 ml (una cucharada) de alcanfor tópico al 10%; y con dosis mayores (7.5 ml), puede presentarse complicaciones más severas como convulsiones recurrentes y/o insuficiencia respiratoria con muerte secundaria.

La aplicación en forma de crema puede causar también datos de intoxicación, aunque es menos común que la originada por su ingesta. Hay bebés menores de cuatro meses que tienen datos de intoxicación severa luego de la aplicación corporal recurrente.

Para sospechar que un niño tenga intoxicación por esta sustancia, se puede considerar con los siguientes datos: antecedente de ingesta oral o de exposición tópica a algún producto que contenga alcanfor, normalmente 5-15 minutos antes de sus alteraciones súbitas, aunque puede retrasarse hasta 90 minutos (como pico máximo de absorción). Percepción de olor medicinal en el aliento del intoxicado o sobre la superficie de su piel en caso de exposición tópica. Desarrollo de alteraciones digestivas con sensación de quemadura en la boca y garganta, dolor abdominal, náuseas y vómitos. Los efectos sobre el sistema nervioso pueden incluir: inquietud, confusión, agitación, saltos musculares, respuesta refleja excesiva, disminución de reactividad con somnolencia, letargo y/o coma. Las convulsiones típicamente son el primer signo de sospecha de esta intoxicación y no suelen tener adecuada respuesta a medicamentos anticonvulsivantes. Como alteración ocasional, los pacientes pueden experimentar estado mental alterado que puede durar hasta por una semana posterior a la ingestión del tóxico.

El alcanfor tiene un olor característico que nos puede poner en alerta sobre la posibilidad de intoxicación ante un cuadro convulsivo de origen desconocido. De hecho, en intoxicaciones graves, el aliento, la orina y el contenido gástrico (al vomitar) tienen un olor peculiar. No parece haber diferencia en el inicio de los síntomas entre las diferentes presentaciones que contienen alcanfor. En la mayoría de los pacientes el cuadro de intoxicación se resuelve en las primeras 24 horas. Los pacientes que no manifiestan alguna alteración luego de las primeras cuatro horas después de la ingesta del tóxico, es poco probable que desarrollen síntomas en forma posterior.

Al no contar con el antecedente de la exposición al alcanfor y no percibir su olor en el paciente, se puede establecer la dificultad en su manejo adecuado y considerar luego otras enfermedades que pueden causar las alteraciones digestivas asociadas con las neurológicas, llegando a considerar quizás algún tipo de infección cerebral, traumatismo u otro tipo de intoxicaciones, que se deberán de descartar con estudios de laboratorio y por la evolución de la intoxicación en el paciente; por lo que es de vital importancia, que todos los familiares siempre proporcionen la información de forma completa y adecuada, para detectar rápidamente esta alteración señalando la administración y/o aplicación de remedios caseros empleados.

Si esta sospecha se establece a nivel de su hogar, los padres o familiares pueden realizar algunas medidas a fin de evitar que la sustancia tóxica siga absorbiéndose en lo que tardan en llegar a su atención médica. Cualquier medicamento que contenga alcanfor que se encuentre en la piel, deberá ser eliminado con jabón y agua tibia a fría. No se debe utilizar agua caliente, ya que produce una mayor apertura de los vasos sanguíneos de la piel, que le dará oportunidad al tóxico de tener una mayor absorción. En caso de aplicar agua fría, se deberá de revisar la temperatura corporal posterior al baño, para evitar que su temperatura corporal sea menor de la normal (36 grados).

Si se sospecha que el niño pudo ingerir el alcanfor, se considera que su absorción a nivel del estómago es demasiado rápida, por lo que no justifica al llegar al hospital que se realice lavado gástrico o que antes en su casa, se le induzca al vómito en el niño, para comprobar su evolución, que pueda manifestar estos vómitos como efecto secundario.

Si el niño se mantiene sin alteraciones después de cuatro a seis horas de la ingesta de alcanfor, se podrá considerar libre de efectos tóxicos, siendo conveniente que esta vigilancia se realice a nivel de un hospital para revisar sus signos vitales y anticipar su manejo ante la aparición de alguna alteración en especial.

La existencia de convulsiones luego de la exposición es signo de gravedad, que requiere de la hospitalización para su atención en la unidad de cuidados intensivos, a fin de comprobar la evolución de complicaciones neurológicas.

El alcanfor es capaz de producir daño o muerte… una frotadita no siempre es de ayuda.

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