Trastornos del sueño

 

Esta función orgánica puede tener diferentes tipos de alteraciones, que suelen presentarse en forma variable durante la infancia y adolescencia, en ocasiones en forma simple y en otras con combinaciones variadas, que suelen ser menospreciadas por los familiares y algunos médicos, pero que pueden ser expresión de alguna alteración orgánica; o bien, causa potencial de afección en rendimiento físico y académico, como consecuencia de su asociación en el comportamiento.

Para poder evaluar el sueño de cada paciente, se requiere la información por los padres, de las características del sueño habitual, durante las dos últimas semanas al inicio de las alteraciones en el paciente, indicando: patrón de alimentación, hora de acostarse, siestas diurnas, alerta o somnolencia durante el día, calidad del sueño, movimientos y conducta durante el sueño, características y aparentes motivos de los despertares nocturnos, factores estresantes médicos y de tipo emocional.

A continuación, se describen en forma general algunas alteraciones del sueño con los factores que deben considerarse con objetivo de atender y modificar para poder mejorar la condición de sueño durante la infancia y adolescencia, así como las enfermedades que pueden asociarse, al no conseguir un resultado adecuado inicial.

-Dificultad para iniciar o mantener el sueño. El insomnio es la causa más significativa y tiene sus raíces básicamente en la conducta que tiene el afectado, por lo que se debe analizar las actividades previas al momento de ir a la cama. La vida sedentaria y el uso de pantallas (video juegos, tv, celulares, etc.) contribuye al retraso al inicio del sueño, mientras que la convivencia familiar, actividades escolares, domésticas y la actividad física son factores protectores. La rutina que se establece al momento del sueño, deberá incluir un horario habitual y condiciones físicas y emocionales particulares que debe establecer un ambiente cómodo y agradable con ropa, iluminación, temperatura y sonidos adecuados, asociado con una rutina que puede incluir baño tibio, juguete especial, acompañamiento transitorio para una lectura o relato corto con el niño de forma constante puede facilitar su inducción al sueño.

Cuando los niños experimentan despertares durante la noche, debe considerarse que la atención excesiva de los padres puede ser un factor en contra para su demanda posterior progresiva; y ante la ansiedad de los padres, puede ser conveniente poder darles confianza en ofrecer una atención y seguridad básica pero eficiente a su hijo, y en caso necesario orientación psicológica específica para modificar su comportamiento. En caso de bebés, se podrá ir distanciando de forma progresiva su alimentación hasta retirarla.

Existen otras condiciones particulares para tomar en cuenta, como los adolescentes que tienen la dificultad para iniciar el sueño, que se presenta en su mayoría por un retraso previo en el momento habitual del sueño, que deberá de recuperarse a la brevedad posible sin justificar seguir retrasando la hora de sueño. En otras ocasiones, pueden despertar por movimiento de piernas, pesadillas o influencias emocionales, como la disfunción psicosocial que suelen ameritar evaluación psicológica y terapia conductual. La ansiedad y depresión se sospechan con el comportamiento que muestra el afectado en el transcurso del día y requiere de la evaluación médica, psicológica y/o psiquiátrica. Los problemas médicos secundarios a enfermedades específicas, interfieren con el sueño a partir del dolor que pueden referir los pacientes, molestias digestivas, neurológicas, hormonales o bien, como efecto secundario a los medicamentos empleados en algunos tratamientos. Se incluye en este apartado el efecto de algunos alimentos con función estimulante como el café, chocolate y te que deben evitarse.

-Somnolencia diurna. Esta condición revela una limitación a la duración normal del sueño nocturno y se reporta en su escuela por quedar dormido en clases. Por otra parte, cuando el sueño no es el adecuado, la región frontal del cerebro tiene problemas para regular las emociones del individuo; y así, se podrá sospechar de su alteración cuando se comporta con hiperactividad, agresividad y/o déficit de atención o concentración. La presencia de somnolencia es un factor de riesgo en adolescentes que conducen ya que puede motivar accidentes. La causa principal de la somnolencia es la falta de sueño, que exige establecer la cantidad de tiempo adecuado de sueño normal a diferentes edades. Los bebés de cuatro a doce meses deben dormir de 12 a 16 horas, niños de uno a dos años: 11 a 14 horas, de tres a cinco años: 10 a 13 horas, de seis a doce años: 9 a 12 horas y los adolescentes (trece a dieciocho años) de 8 a 10 horas. Entre los adolescentes es muy común la alteración del horario normal por actividades variadas y el empleo de pantallas, por lo que es prioritario recuperar horarios y evitar pantallas para la recuperación de su horario normal.

Otra condición que puede generar somnolencia diurna, es la alteración de narcolepsia, que involucra en ocasiones que los afectados quedan dormidos durante las comidas, conversaciones, eventos deportivos o actividades sociales. Puede asociarse en ocasiones con cataplejía que se identifica por la pérdida súbita de fuerza y control corporal a menudo precipitada por emoción repentina como la risa; y en otras ocasiones, por alucinaciones o parálisis durante el sueño. La somnolencia diurna también se puede presentar en ocasiones con periodos menstruales, alteraciones respiratorias con pausas respiratorias y/o ronquidos frecuentes, movimientos anormales de piernas durante el sueño y afecciones medicas específicas que habrá que descartar, como: anemia, déficit metabólico, alteraciones neurológicas, infecciones, tumores cerebrales.

-Problemas respiratorios. La obstrucción respiratoria durante el sueño con suspensión de movimientos respiratorios (apnea), suele ser común en niños con crecimiento de sus anginas (amígdalas) para interrumpir sus fases del sueño durante la noche, generando interrupciones frecuentes y manifestaciones secundarias posteriores como: somnolencia, falta de atención, irritabilidad, impulsividad y/o hiperactividad. Se puede sospechar en todo niño que manifieste ruidos anormales durante el sueño (ronquidos) en cualquier posición durante la noche, también en aquellos que manifiestan jadeo y desesperación respiratoria durante el sueño, sudoración excesiva y/o sueño inquieto.

-Movimientos o comportamientos durante el sueño. Constituyen el grupo de mayor preocupación entre los padres de los afectados. Se agrupan en movimiento anormales, las parasomnias y la epilepsia relacionada con el sueño. Entre los movimientos anormales se incluyen las sacudidas al comienzo del sueño en forma de sobresaltos, que se asocian al momento de quedarse dormidos. También existen movimientos de sacudidas asociadas con las alteraciones respiratorias. Hay movimientos de sacudidas en grupos musculares (mioclonías) de las extremidades que son comunes en los menores de seis meses. Otros movimientos tienen característica de ser rítmicos y pueden presentarse a nivel de la cabeza, cuello o el tronco que pueden desaparecer a los cinco años de edad. Estos movimientos en ocasiones se acompañan de tarareo rítmico o palabras incomprensibles. Puede haber movimientos simétricos y repetitivos de las piernas o temblor de los dedos que solo se analizan cuando interfieren con el sueño. Las parasomnias incluyen a los terrores nocturnos, sonambulismo, enuresis (orina) durante el sueño, rechinido de dientes (bruxismo) y trastornos de movimiento. Durante el sueño también puede presentarse crisis convulsivas con lesiones bucales, movimientos anormales y somnolencia. Por otra parte, hay una epilepsia infantil entre los siete y nueve años que manifiesta en contracciones de una mitad de la cara, asociada con salivación abundante. Otras convulsiones se presentan en la adolescencia en primeras horas de la mañana. Estas condiciones ameritan estudios y valoración por neurología. 

… quizás no todo sea déficit de atención con hiperactividad, revise el sueño de su hijo.


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