Es
un trastorno del estado de ánimo crónico y complejo, en el que los
sentimientos, pensamientos, comportamientos y percepciones, se alteran en
formas extremas que se caracterizan por un curso episódico, alternándose
estados de ánimo expansivo o irritable con estados de ánimo depresivo o pérdida
de la capacidad para el placer.
Con
mucha frecuencia, el trastorno bipolar no se considera como enfermedad en los
niños o adolescentes, donde las manifestaciones suelen no ser tomadas en
cuenta; o bien, son atribuidas a condiciones propias de la edad o confundirse
con otra alteración, lo cual puede tener efectos negativos en el curso clínico
y pronóstico de ellos, notando, además que hasta en un 20-30% de los casos
adultos, la enfermedad bipolar inicia en la etapa infantil o juvenil. De esa
forma, es de suma importancia identificar las manifestaciones del trastorno
bipolar en etapas pediátricas, ya que la detección y tratamiento tempranos pueden
mejorar el manejo y resultados en estos pacientes, mientras que su indiferencia
a la enfermedad puede verse agravada por la alta prevalencia de enfermedades
asociadas y/o condiciones sociales adversas.
La
prevalencia general del trastorno bipolar tipo 1 en adolescentes es
aproximadamente del 1%, mientras que la prevalencia en niños es de 0.2 a 0.4%
La mayoría de los pacientes se presentan en edad adulta temprana (20-30 años).
El segundo grupo de edad más común es de 15 a 19 años. Por distribución de sexos
no hay predomino específico. Es
más probable que el trastorno bipolar afecte a los hijos de padres que lo
padecen. Cuando el padre o la madre tienen el trastorno, se estima que el
riesgo de cada niño es del 30-35%. Cuando ambos padres de familia lo padecen,
el riesgo aumenta a 70-75%
En
cuanto a su pronóstico, los pacientes con un inicio de síntomas bipolares en la
niñez pueden tener un curso de la enfermedad que es más grave, crónico y
refractario que el de los pacientes con un inicio tardío de los síntomas del
trastorno bipolar. Como ocurre con muchos trastornos psiquiátricos y médicos en
niños y adolescentes, el aumento del estrés en el hogar, la escuela y los
entornos sociales puede precipitar o exagerar los trastornos tempranos del
estado de ánimo del trastorno bipolar. Todas las personas con trastorno bipolar
tienen un mayor riesgo de suicidio, que es la cuarta causa de muerte más común
en personas de 10 a 15 años y la tercera causa de muerte más común en personas
de 15 a 25 años. Las
tasas actuales de suicidio en pacientes con trastorno bipolar son del 10 al
15%. Un aspecto potencialmente tranquilizador es que los pacientes pueden tener
una vida plena y normal durante los períodos entre cambios de humor. Por lo
tanto, muchos pacientes pueden continuar su educación universitaria y sus
carreras con éxito, y pueden fomentar y nutrir relaciones sólidas.
El
grupo internacional de expertos en enfermedades mentales actualiza de forma
periódica los criterios específicos para poder considerar a cada una de ellas;
y para el trastorno bipolar. considera criterios especiales independiente de la
edad del paciente al inicio de las alteraciones. Del trastorno bipolar
considera al tipo 1 cuando existe al menos un episodio maniaco verdadero con o
sin características psicóticas, mientras el tipo 2 lo considera sobre la base
de al menos un episodio considerado hipomaniaco. Un episodio depresivo es
insuficiente para considerar esta enfermedad, incluso en presencia de una
fuerte historia familiar del trastorno bipolar. Por lo tanto, los trastornos
bipolares tienen un espectro de síntomas que van desde la hipomanía leve hasta
la manía más extrema, que puede incluir comportamientos potencialmente
mortales, emociones desagradables en extremo y características psicóticas.
Para
considerar su asociación para esta enfermedad, el episodio maniaco debe cumplir
con características particulares: el estado de ánimo anormal y persistentemente
elevado, expansivo o irritable debe tener al menos una semana de duración (o
menos si se requiere hospitalización), asociar en grado importante una
autoestima a nivel de grandiosidad, disminución en la necesidad de dormir,
lenguaje mucho más excesivo, ideas variadas o fuga de ideas abundantes,
distracción, mayor actividad corporal y/o participación excesiva de un
actividad placentera con alto potencial de consecuencias (manejo de vehículos
sin precaución, hipersexualidad, juegos de riesgo). Esta alteración afecta las
actividades sociales, escolares, familiares, daños físicos a otros o a sí mismos
(si hay alteraciones psicóticas), no son debidos a efectos de alguna enfermedad
orgánica o sustancia específica. En los niños, más que la presentación de una
manía eufórica clásica, se encuentran cuadros caracterizados por cortos y
frecuentes períodos de labilidad emocional e irritabilidad,
La
hipomanía por su parte es algo similar a la verdadera manía, pero es menos
grave y debilitante. Como tal, se define como un estado de ánimo elevado
durante el cual nunca ha sido necesaria la hospitalización y ningún estado de
pensamiento delirante u otro pensamiento psicótico coincidió con el estado de
ánimo elevado. Los estados maníacos e hipomaníacos deben afectar el
funcionamiento normal para ser considerados estados patológicos y, a menudo,
son más difíciles de reconocer en niños que en adultos, ya que pueden
confundirse con emociones y comportamientos propios para su edad.
El
episodio de la depresión consiste en dos o más semanas de disminución de la energía,
falta de interés en casi todas las actividades, actividad disminuida,
enlentecimiento en el curso del pensamiento y del lenguaje, sentimientos y
pensamientos sobrevalorados o delirantes de minusvalía, desesperanza,
incapacidad, culpa, ruina y sensación de padecer enfermedades y, además, de
ideación de muerte, que puede llegar al intento suicida. Se presentan también
trastornos del sueño, del apetito Todos estos síntomas deben ser lo
suficientemente severos como para causar disfunción social, escolar o familiar.
Los primeros signos pueden ser disminución en el rendimiento académico o
socialización.
Las
variantes conductuales que nos deben alertar incluyen en la etapa infantil: el
comportamiento eufórico sin razón especial o bien volverse irritable si la
situación a su alrededor no es para estar contento, conductas irritables con
expresión intensa de ira, episódica en más del 50% del día, necesita menos
sueño y no se siente cansado al día siguiente y su actividad es excesiva en
fase maniaca pero sumisa en condición deprimida. El adolescente se mostrará
optimista fuera de la realidad y sin causa especial a su estado afectivo, puede
parecer combativo, hostil, cortante, oponerse a todo y/o ser brusco. Necesita
menor sueño y no se siente cansado al día siguiente y su actividad corporal es
similar a la afección infantil.
Esas
condiciones deben diferenciarse de un niño normal, en donde la euforia, estado
contento, chistoso o la risa se relacionan con condiciones o fechas especiales
y no generan ellos alteraciones secundarias a su entorno. Duermen de ocho a
diez horas antes de la adolescencia y de 10 a 12 horas en la adolescencia. La
irritabilidad y la energía excesiva podrá asociarse con trastorno de
hiperactividad y déficit de atención.
Un
episodio de comportamiento anormal se puede designar como trastorno bipolar
después de considerar la frecuencia y el tipo de estado de ánimo
anormal. Por lo tanto, un episodio puede notificarse como un trastorno
bipolar con un solo episodio maníaco, con episodios maníacos recurrentes o por
el estado de ánimo del episodio más reciente (p. Ej., Deprimido, mixto,
hipomaníaco, maníaco). Se utilizan descriptores como "con
psicosis" o "sin psicosis" para aclarar más y reflejar la
gravedad del estado del trastorno.
Estos
datos de manifestaciones externas generalmente lo deben proporcionar los
familiares y profesores que tengan mayor tiempo de relación con el afectado en
muchas ocasiones con metodologías definidas por los especialistas en pediatría,
psicología y psiquiatría para considerar la integración del cuadro en edades
tempranas.
Esta
alteración para su definición y manejo apropiado requiere de evaluación temprana.
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