Se
puede desarrollar cuando un bebé pasa mucho tiempo en una misma posición, logrando
cambiar la conformación inicial de su cabeza. Considerando este origen, la
deformidad suele conocerse como deformidad craneal postural. La deformidad
craneal también puede ser producida como consecuencia de la presión constante
sobre una parte del cráneo, por otros factores adicionales.
A partir de su base, el cráneo de un bebé está integrado por seis huesos: adelante el frontal, atrás el occipital, arriba a cada lado parietales y abajo (cada lado) temporales, que se mantienen unidos por tejidos elásticos, fibrosos y fuertes denominados suturas craneales, que mientras no se endurecen pueden condicionar que las placas óseas blandas pueden moverse un poco, ayudando a que la cabeza del bebé pueda pasar por el canal de parto, donde incluso se llegan a encimar un hueso sobre otro a fin de disminuir su dimensión inicial. Los huesos y sus suturas con su desarrollo y crecimiento posterior también dan lugar para que el cerebro crezca en forma importante (10 cm en promedio) durante el primer año de vida.
De acuerdo con la modificación del cráneo, se podrán considerar alteraciones específicas que se relacionan con términos médicos particulares. Cuando el aplanamiento de los huesos corresponda a las regiones lateral y posterior (temporal, parietal y occipital) se le nombra plagiocefalia. Si el aplanamiento afecta en particular al hueso posterior (occipital) corresponde a una braquicefalia; mientras que si se afectan las dos regiones laterales y el cráneo da la apariencia de estar alargado, se le denomina dolicocefalia. Cada una de estas modificaciones del cráneo, a su vez, modifican la simetría y/o posición de las estructuras laterales de la cara y la cabeza, que afectan la condición estética de la simetría, pero en general no afectan al desarrollo del cerebro.
Cerca del 20% de los bebés, la deformidad postural del cráneo ocurre cuando están en el vientre o en el canal de parto; relacionado en especial, con mayores dimensiones corporales del bebé o menor tamaño de los huesos de la cadera de la mamá, produciendo una presión constante sobre los lados de la cabeza que están en contacto con esas superficies óseas.
La deformidad postural, con mayor frecuencia, sucede en las primeras 4 a 12 semanas de vida. Esto ocurre cuando los bebés no pueden incorporarse o moverse por sí mismos. Para los 6 meses de edad, muchos bebés se pueden mover más y pueden mover su cabeza por sí mismos con mayor regularidad, disminuyendo con esto, el riesgo de continuar con la deformidad postural de su cabeza.
La deformidad postural (plagiocefalia postural) se suele iniciar en el primer trimestre de vida, cuando el bebé aún no ha adquirido el control de la cabeza y permanece colocado continuamente en la misma posición, sin medidas preventivas. A partir del tercer o cuarto mes, el bebé inicia el control de la cabeza, y luego del tronco, con lo que ya puede cambiar de posición por sí mismo y evitar la presión continuada sobre su cabeza. Luego empieza a ser capaz de ponerse de pie y a caminar (bipedestación y deambulación), de manera que cada vez pasa menos tiempo apoyando la cabeza; y la deformidad, se detiene o mejora al logro de estas habilidades de su desarrollo.
A partir de 1992 con la recomendación para prevenir la muerte súbita (o de cuna) a los bebés -de ponerlos a dormir tumbados boca arriba-, se llegó a reducir esa posibilidad en un 40% pero, como consecuencia negativa, se generó un aumento considerable de los casos de plagiocefalia postural.
La deformidad craneal afecta por lo menos a un diez por ciento de la población de lactantes, y en muchas ocasiones, la alteración aparece en el lado en que duerme el bebé, mirando a su madre durante la noche.
Se recomienda a familiares que tengan duda sobre esta condición en sus bebés, que de preferencia, revisen la forma que tiene la cabeza después del baño, cuando su cabello está mojado y permite distinguir de forma apropiada su contorno, a partir de una visión realizada desde arriba de su cuerpo, comprobando que la parte posterior de la cabeza de su bebé debe ser redondeada de forma pareja, que sus orejas se noten con simetría adecuada y, el ancho de la cabeza y de la frente deben ser equilibrados y paralelos en los planos que los definen. A fin de evitar el desarrollo de esta deformidad, se establecen a continuación algunas sugerencias.
A partir del primer mes, mientras se encuentra despierto y vigilado, puede colocar al bebé por ratos, apoyado sobre su abdomen, con intención de quitarle a los huesos de la cabeza la presión de la gravedad de forma continua, fortaleciendo además los músculos del cuello y columna, preparándolos para el futuro gateo. Es natural que esta postura no le agrade al bebé y en forma secundaria genere llanto, pero da oportunidad de establecer un vínculo adecuado con los familiares y cuidadores.
De ser necesario, se podrá colocar entre el pecho y el suelo, alguna prenda gruesa, cojín o almohada para facilitar su control postural. Ya a partir del tercer mes se podrá agregar a su ambiente un espejo enfrente y juguetes sonoros y/o luminosos para mantener la postura al estimular el ejercicio de sus sentidos.
Evitar el empleo por tiempo prolongado, de juegos que lo mantengan en posición boca arriba. En las sillas de transporte, automóvil, saltarín o columpios evitar que la cabeza permanezca en posición lateral por periodos prolongados. Los asientos portabebés son una opción adecuada, siempre que se coloquen en posición preferente de cara al frente, para que la curvatura de su espalda no se someta a posiciones anormales, las rodillas en nivel ligeramente más elevadas que la zona glútea, comprobando que se encuentra sentado y no colgado, recayendo la mayor presión sobre región genital. Así las piernas deben quedar como libro abierto, que es de utilidad también para la prevención y tratamiento de afección por displasia de la cadera.
El empleo de cojines de apoyo craneal diseñados para reducir la presión, pueden ser de utilidad, pero cuando el bebé ya desarrolla un grado de autonomía, se vuelve difícil que se mantenga en la posición adecuada. Se deben emplear cuando por alguna condición especial, no se puedan aplicar las medidas preventivas ya descritas mientras el niño pueda ejercer presión por tiempo prolongado en un solo lugar predominante. Esos cojines tienen una cavidad en el centro que permiten un mejor ajuste de la cabeza, aumentando la superficie de contacto y repartiendo la presión ejercida por la fuerza gravitacional, pero pueden representar un riesgo de potencial ahogamiento por su impermeabilidad aérea, a reserva de emplear los que están rellenos de poliéster que permite el flujo de aire por su interior.
En forma simple, para prevenir esta deformidad se recomienda a los familiares que el bebé pueda dormir siempre boca arriba y se mantenga en posición boca abajo -con vigilancia estrecha- mientras está despierto y juega.
Para los bebés que ya tienen en forma inicial (primeros meses) la deformidad, se deberá de mantener la cabeza con mayor tiempo sobre el lado abultado, colocando alguna prenda gruesa al lado contrario para evitar el giro de la cabeza y considerar el empleo de los cojines de apoyo. Al ofrecerle estimulación visual mediante juegos o juguetes, se le deberán de ofrecer desde el lado abombado, para facilitar estiramientos musculares que puedan estar limitando su postura anómala.
Conviene mucho solicitar la atención al fisioterapeuta, para descartar afección de las habilidades motoras primarias o secundarias por la deformidad y, establecer ejercicios que permitan su recuperación. El empleo de cascos correctores solo se aplica en casos moderados a graves en niños de cinco a seis meses…no deben usarse como una moda.
A partir de su base, el cráneo de un bebé está integrado por seis huesos: adelante el frontal, atrás el occipital, arriba a cada lado parietales y abajo (cada lado) temporales, que se mantienen unidos por tejidos elásticos, fibrosos y fuertes denominados suturas craneales, que mientras no se endurecen pueden condicionar que las placas óseas blandas pueden moverse un poco, ayudando a que la cabeza del bebé pueda pasar por el canal de parto, donde incluso se llegan a encimar un hueso sobre otro a fin de disminuir su dimensión inicial. Los huesos y sus suturas con su desarrollo y crecimiento posterior también dan lugar para que el cerebro crezca en forma importante (10 cm en promedio) durante el primer año de vida.
De acuerdo con la modificación del cráneo, se podrán considerar alteraciones específicas que se relacionan con términos médicos particulares. Cuando el aplanamiento de los huesos corresponda a las regiones lateral y posterior (temporal, parietal y occipital) se le nombra plagiocefalia. Si el aplanamiento afecta en particular al hueso posterior (occipital) corresponde a una braquicefalia; mientras que si se afectan las dos regiones laterales y el cráneo da la apariencia de estar alargado, se le denomina dolicocefalia. Cada una de estas modificaciones del cráneo, a su vez, modifican la simetría y/o posición de las estructuras laterales de la cara y la cabeza, que afectan la condición estética de la simetría, pero en general no afectan al desarrollo del cerebro.
Cerca del 20% de los bebés, la deformidad postural del cráneo ocurre cuando están en el vientre o en el canal de parto; relacionado en especial, con mayores dimensiones corporales del bebé o menor tamaño de los huesos de la cadera de la mamá, produciendo una presión constante sobre los lados de la cabeza que están en contacto con esas superficies óseas.
La deformidad postural, con mayor frecuencia, sucede en las primeras 4 a 12 semanas de vida. Esto ocurre cuando los bebés no pueden incorporarse o moverse por sí mismos. Para los 6 meses de edad, muchos bebés se pueden mover más y pueden mover su cabeza por sí mismos con mayor regularidad, disminuyendo con esto, el riesgo de continuar con la deformidad postural de su cabeza.
La deformidad postural (plagiocefalia postural) se suele iniciar en el primer trimestre de vida, cuando el bebé aún no ha adquirido el control de la cabeza y permanece colocado continuamente en la misma posición, sin medidas preventivas. A partir del tercer o cuarto mes, el bebé inicia el control de la cabeza, y luego del tronco, con lo que ya puede cambiar de posición por sí mismo y evitar la presión continuada sobre su cabeza. Luego empieza a ser capaz de ponerse de pie y a caminar (bipedestación y deambulación), de manera que cada vez pasa menos tiempo apoyando la cabeza; y la deformidad, se detiene o mejora al logro de estas habilidades de su desarrollo.
A partir de 1992 con la recomendación para prevenir la muerte súbita (o de cuna) a los bebés -de ponerlos a dormir tumbados boca arriba-, se llegó a reducir esa posibilidad en un 40% pero, como consecuencia negativa, se generó un aumento considerable de los casos de plagiocefalia postural.
La deformidad craneal afecta por lo menos a un diez por ciento de la población de lactantes, y en muchas ocasiones, la alteración aparece en el lado en que duerme el bebé, mirando a su madre durante la noche.
Se recomienda a familiares que tengan duda sobre esta condición en sus bebés, que de preferencia, revisen la forma que tiene la cabeza después del baño, cuando su cabello está mojado y permite distinguir de forma apropiada su contorno, a partir de una visión realizada desde arriba de su cuerpo, comprobando que la parte posterior de la cabeza de su bebé debe ser redondeada de forma pareja, que sus orejas se noten con simetría adecuada y, el ancho de la cabeza y de la frente deben ser equilibrados y paralelos en los planos que los definen. A fin de evitar el desarrollo de esta deformidad, se establecen a continuación algunas sugerencias.
A partir del primer mes, mientras se encuentra despierto y vigilado, puede colocar al bebé por ratos, apoyado sobre su abdomen, con intención de quitarle a los huesos de la cabeza la presión de la gravedad de forma continua, fortaleciendo además los músculos del cuello y columna, preparándolos para el futuro gateo. Es natural que esta postura no le agrade al bebé y en forma secundaria genere llanto, pero da oportunidad de establecer un vínculo adecuado con los familiares y cuidadores.
De ser necesario, se podrá colocar entre el pecho y el suelo, alguna prenda gruesa, cojín o almohada para facilitar su control postural. Ya a partir del tercer mes se podrá agregar a su ambiente un espejo enfrente y juguetes sonoros y/o luminosos para mantener la postura al estimular el ejercicio de sus sentidos.
Evitar el empleo por tiempo prolongado, de juegos que lo mantengan en posición boca arriba. En las sillas de transporte, automóvil, saltarín o columpios evitar que la cabeza permanezca en posición lateral por periodos prolongados. Los asientos portabebés son una opción adecuada, siempre que se coloquen en posición preferente de cara al frente, para que la curvatura de su espalda no se someta a posiciones anormales, las rodillas en nivel ligeramente más elevadas que la zona glútea, comprobando que se encuentra sentado y no colgado, recayendo la mayor presión sobre región genital. Así las piernas deben quedar como libro abierto, que es de utilidad también para la prevención y tratamiento de afección por displasia de la cadera.
El empleo de cojines de apoyo craneal diseñados para reducir la presión, pueden ser de utilidad, pero cuando el bebé ya desarrolla un grado de autonomía, se vuelve difícil que se mantenga en la posición adecuada. Se deben emplear cuando por alguna condición especial, no se puedan aplicar las medidas preventivas ya descritas mientras el niño pueda ejercer presión por tiempo prolongado en un solo lugar predominante. Esos cojines tienen una cavidad en el centro que permiten un mejor ajuste de la cabeza, aumentando la superficie de contacto y repartiendo la presión ejercida por la fuerza gravitacional, pero pueden representar un riesgo de potencial ahogamiento por su impermeabilidad aérea, a reserva de emplear los que están rellenos de poliéster que permite el flujo de aire por su interior.
En forma simple, para prevenir esta deformidad se recomienda a los familiares que el bebé pueda dormir siempre boca arriba y se mantenga en posición boca abajo -con vigilancia estrecha- mientras está despierto y juega.
Para los bebés que ya tienen en forma inicial (primeros meses) la deformidad, se deberá de mantener la cabeza con mayor tiempo sobre el lado abultado, colocando alguna prenda gruesa al lado contrario para evitar el giro de la cabeza y considerar el empleo de los cojines de apoyo. Al ofrecerle estimulación visual mediante juegos o juguetes, se le deberán de ofrecer desde el lado abombado, para facilitar estiramientos musculares que puedan estar limitando su postura anómala.
Conviene mucho solicitar la atención al fisioterapeuta, para descartar afección de las habilidades motoras primarias o secundarias por la deformidad y, establecer ejercicios que permitan su recuperación. El empleo de cascos correctores solo se aplica en casos moderados a graves en niños de cinco a seis meses…no deben usarse como una moda.
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