La
mayoría de las diabetes se generan por la participación de múltiples factores,
para condicionar un valor elevado anormal de la concentración de azúcar
(glucosa) en la sangre. Las dos formas más habituales las identifican como tipo
1 (insulinodependiente) y la de tipo 2 (insulina resistente).
La diabetes tipo 1 se caracteriza por la destrucción de las células (beta) pancreáticas productoras de insulina -en la mayoría de las ocasiones por enfermedad autoinmune-, lo que lleva a una deficiencia absoluta de insulina. Esta insulina es una hormona que permite la entrada de glucosa a las células corporales y ante su ausencia, el azúcar se retiene e incrementa de forma progresiva en la circulación. Este tipo de diabetes es la forma más común en niños y adolescentes.
La diabetes tipo 2 es la forma más común de diabetes en los adultos, se caracteriza por elevación de la glucosa en sangre, debida a grados variables de resistencia al mecanismo de acción de la insulina y/o su deficiencia en cantidad de respuesta. Su prevalencia se relaciona en forma directa con el sobrepeso y obesidad.
Como tratamientos convenientes, se establece el aporte de insulina en dosis adecuada para la de tipo 1, mientras que la de tipo 2, justifica medidas específicas para evitar el exceso de aporte de glucosa al organismo mediante medicamentos, medidas dietéticas y/o ejercicios.
En medida del avance en conocimientos médicos y del estudio de la información genética (genoma), se establece una progresión de los conocimientos también en esta enfermedad, que permiten establecer una diversificación adicional a las formas ya referidas de diabetes. Ya desde mediados del siglo pasado, se hacía descripción a una forma particular de diabetes con inicio antes de la etapa adulta (MODY por sus siglas en inglés) que corresponde a alteraciones específicas de genes particulares, capaces de producir en consecuencia elevación de la glucosa en etapas tempranas de la vida, por lo que a este grupo de diabetes se les conoce actualmente como diabetes monogénicas.
Los genes, son material hereditario que tiene la información específica celular para poder llevar a cabo algún proceso bioquímico funcional adecuado. En esta diabetes monogénica los genes identificados son los que participan en la regulación de los niveles de glucosa en sangre y el propio gen de la insulina.
Esta forma de diabetes -quizás por su dificultad técnica para comprobarla en la actualidad-, ocupa cerca del 1 al 2% de todos los tipos de diabetes. En esta condición, la enfermedad ya no es de tipo multifactorial (nutrición, infección viral previa, autoinmunidad, sedentarismo, etc.) y ante la deficiencia en la función genética específica o por momento de la mutación (cambio de información), es natural que se exprese solo con antecedentes familiares o de forma espontánea, sin ningún factor precipitante específico adicional.
Actualmente ante el desconocimiento de las características de esta variante, es posible que algunos niños y/o adolescentes con elevación en los niveles de glucosa, se les catalogue en cualquiera de los dos tipos más conocidos de diabetes, pero al realizar los estudios correspondientes, no tendrán las características asociadas y la respuesta a sus tratamientos habituales, no tendrá también el resultado favorable, para sospecharse en esa forma, que: puede ser portador de diabetes monogénica.
Hasta el momento se han identificado mutaciones en al menos 14 genes diferentes que causan diabetes mellitus de tipo MODY, describiéndose en diferentes poblaciones a tres tipos como los más comunes (HNF1A, HNF4A y GCK) Esto es importante, puesto que el estándar para el diagnóstico de este tipo de diabetes es con la identificación de la variante genética por medio de la secuenciación directa de genes (sensibilidad 99%). Sin embargo, la disponibilidad de la tecnología para identificar las variantes sólo es posible en ciertos lugares, lo cual ha llevado a los especialistas a buscar métodos clínicos basados en: antecedentes familiares, características clínicas atípicas y pruebas de laboratorio, con buenos resultados, adoptando el término de “MODY-X”.
Estas diabetes monogénicas se caracterizan por manifestar elevación de glucosa en sangre antes de los 25 a 30 años de edad, generalmente en pacientes que tienen abundantes antecedentes de diabetes en una sola rama familiar (pero en el caso de corresponder a una mutación, el antecedente diabético familiar no estará presente) y, en especial, con manifestaciones atípicas para la condición asociada. Esto es, si se considera de tipo 1 tendrá ausencia de anticuerpos (autoinmunidad) y no manifestará cuadro agudo de acidosis. Si se considera tipo 2 no tendrá obesidad, alteraciones en perfil de grasas y/o pigmentación oscura de sus pliegues.
La mutación del gen HNF1A (anteriormente: MODY 3), representa del 30 al 60% de las diabetes monogénicas, condiciona secreción anormal de insulina y eliminación de glucosa en orina con valores bajos. Se puede sospechar en todo adolescente que en forma inicial se reporta con azúcar presente en su orina, con valores normales de glucosa en sangre y que, en forma posterior, incrementa en forma progresiva, contando con un progenitor diabético. Dado que la alteración de la secreción de insulina es progresiva, los afectados suelen requerir tratamiento con medicamentos (de preferencia sulfonilureas) y pueden desarrollar complicaciones crónicas de la diabetes, con mayor riesgo de mortalidad cardiaca/vascular en comparación con sus familiares no afectados.
La mutación HNF4A (anteriormente MODY 1) representa del 5 al 10% de las diabetes monogénicas. Se sospechan en niños o adolescentes con elevación de glucosa en sangre, con antecedente de haber nacido con peso elevado y dimensiones físicas mayores a los recién nacidos normales y que cursaron o no con disminución de la glucosa en etapa de recién nacidos
La mutación de GCK (antes MODY 2) representa 30 al 60% de diabetes monogénicas. Causa incremento en los niveles de glucosa más altos en ayunas. Son niños o jóvenes que desde el nacimiento siempre tienen niveles de glucosa elevados (100-145mg%), no progresivos y por tanto, libre de síntomas adicionales, por lo que el riesgo de complicaciones vasculares es bajo. Debido a la ausencia de síntomas, con frecuencia el progenitor portador de la mutación desconoce que tiene la glucemia ligeramente elevada, por lo que es importante medir la glucemia de ambos padres siempre que se atienda a un niño con hiperglucemia casual. Esta forma de MODY, la más frecuente en niños, no se asocia con complicaciones vasculares crónicas y no requiere tratamiento.
Otras alteraciones monogénicas son menos frecuentes y podrán sospecharse cuando además de la elevación de la glucosa en niños o adolescentes puedan acompañarse de alteraciones en otros órganos como riñones, páncreas, epidídimo o también cuando se presente la elevación de glucosa desde el momento del nacimiento.
Lamentablemente para confirmar estas enfermedades, se requiere de tecnología no disponible aún en centros especializados, pero el detectar a un paciente recién nacido, niño o adolescente con elevación de su glucosa en sangre, justifica ser valorado por el especialista en endocrinología pediátrica para que se realicen pruebas especiales que puedan orientar hacia el tipo de afección específica y, de acuerdo a ese planteamiento, poder establecer el manejo correspondiente; o bien, considerar su buen pronóstico si corresponde a esa condición específica.
Es importante distinguir la diabetes monogénica de la diabetes tipo 1 y tipo 2 porque el tratamiento óptimo y el riesgo de complicaciones de la diabetes, varían según el defecto genético subyacente. Además, distinguir la diabetes monogénica de la diabetes tipo 1 y tipo 2 permite identificar antes a los miembros de la familia en riesgo.
La diabetes tipo 1 se caracteriza por la destrucción de las células (beta) pancreáticas productoras de insulina -en la mayoría de las ocasiones por enfermedad autoinmune-, lo que lleva a una deficiencia absoluta de insulina. Esta insulina es una hormona que permite la entrada de glucosa a las células corporales y ante su ausencia, el azúcar se retiene e incrementa de forma progresiva en la circulación. Este tipo de diabetes es la forma más común en niños y adolescentes.
La diabetes tipo 2 es la forma más común de diabetes en los adultos, se caracteriza por elevación de la glucosa en sangre, debida a grados variables de resistencia al mecanismo de acción de la insulina y/o su deficiencia en cantidad de respuesta. Su prevalencia se relaciona en forma directa con el sobrepeso y obesidad.
Como tratamientos convenientes, se establece el aporte de insulina en dosis adecuada para la de tipo 1, mientras que la de tipo 2, justifica medidas específicas para evitar el exceso de aporte de glucosa al organismo mediante medicamentos, medidas dietéticas y/o ejercicios.
En medida del avance en conocimientos médicos y del estudio de la información genética (genoma), se establece una progresión de los conocimientos también en esta enfermedad, que permiten establecer una diversificación adicional a las formas ya referidas de diabetes. Ya desde mediados del siglo pasado, se hacía descripción a una forma particular de diabetes con inicio antes de la etapa adulta (MODY por sus siglas en inglés) que corresponde a alteraciones específicas de genes particulares, capaces de producir en consecuencia elevación de la glucosa en etapas tempranas de la vida, por lo que a este grupo de diabetes se les conoce actualmente como diabetes monogénicas.
Los genes, son material hereditario que tiene la información específica celular para poder llevar a cabo algún proceso bioquímico funcional adecuado. En esta diabetes monogénica los genes identificados son los que participan en la regulación de los niveles de glucosa en sangre y el propio gen de la insulina.
Esta forma de diabetes -quizás por su dificultad técnica para comprobarla en la actualidad-, ocupa cerca del 1 al 2% de todos los tipos de diabetes. En esta condición, la enfermedad ya no es de tipo multifactorial (nutrición, infección viral previa, autoinmunidad, sedentarismo, etc.) y ante la deficiencia en la función genética específica o por momento de la mutación (cambio de información), es natural que se exprese solo con antecedentes familiares o de forma espontánea, sin ningún factor precipitante específico adicional.
Actualmente ante el desconocimiento de las características de esta variante, es posible que algunos niños y/o adolescentes con elevación en los niveles de glucosa, se les catalogue en cualquiera de los dos tipos más conocidos de diabetes, pero al realizar los estudios correspondientes, no tendrán las características asociadas y la respuesta a sus tratamientos habituales, no tendrá también el resultado favorable, para sospecharse en esa forma, que: puede ser portador de diabetes monogénica.
Hasta el momento se han identificado mutaciones en al menos 14 genes diferentes que causan diabetes mellitus de tipo MODY, describiéndose en diferentes poblaciones a tres tipos como los más comunes (HNF1A, HNF4A y GCK) Esto es importante, puesto que el estándar para el diagnóstico de este tipo de diabetes es con la identificación de la variante genética por medio de la secuenciación directa de genes (sensibilidad 99%). Sin embargo, la disponibilidad de la tecnología para identificar las variantes sólo es posible en ciertos lugares, lo cual ha llevado a los especialistas a buscar métodos clínicos basados en: antecedentes familiares, características clínicas atípicas y pruebas de laboratorio, con buenos resultados, adoptando el término de “MODY-X”.
Estas diabetes monogénicas se caracterizan por manifestar elevación de glucosa en sangre antes de los 25 a 30 años de edad, generalmente en pacientes que tienen abundantes antecedentes de diabetes en una sola rama familiar (pero en el caso de corresponder a una mutación, el antecedente diabético familiar no estará presente) y, en especial, con manifestaciones atípicas para la condición asociada. Esto es, si se considera de tipo 1 tendrá ausencia de anticuerpos (autoinmunidad) y no manifestará cuadro agudo de acidosis. Si se considera tipo 2 no tendrá obesidad, alteraciones en perfil de grasas y/o pigmentación oscura de sus pliegues.
La mutación del gen HNF1A (anteriormente: MODY 3), representa del 30 al 60% de las diabetes monogénicas, condiciona secreción anormal de insulina y eliminación de glucosa en orina con valores bajos. Se puede sospechar en todo adolescente que en forma inicial se reporta con azúcar presente en su orina, con valores normales de glucosa en sangre y que, en forma posterior, incrementa en forma progresiva, contando con un progenitor diabético. Dado que la alteración de la secreción de insulina es progresiva, los afectados suelen requerir tratamiento con medicamentos (de preferencia sulfonilureas) y pueden desarrollar complicaciones crónicas de la diabetes, con mayor riesgo de mortalidad cardiaca/vascular en comparación con sus familiares no afectados.
La mutación HNF4A (anteriormente MODY 1) representa del 5 al 10% de las diabetes monogénicas. Se sospechan en niños o adolescentes con elevación de glucosa en sangre, con antecedente de haber nacido con peso elevado y dimensiones físicas mayores a los recién nacidos normales y que cursaron o no con disminución de la glucosa en etapa de recién nacidos
La mutación de GCK (antes MODY 2) representa 30 al 60% de diabetes monogénicas. Causa incremento en los niveles de glucosa más altos en ayunas. Son niños o jóvenes que desde el nacimiento siempre tienen niveles de glucosa elevados (100-145mg%), no progresivos y por tanto, libre de síntomas adicionales, por lo que el riesgo de complicaciones vasculares es bajo. Debido a la ausencia de síntomas, con frecuencia el progenitor portador de la mutación desconoce que tiene la glucemia ligeramente elevada, por lo que es importante medir la glucemia de ambos padres siempre que se atienda a un niño con hiperglucemia casual. Esta forma de MODY, la más frecuente en niños, no se asocia con complicaciones vasculares crónicas y no requiere tratamiento.
Otras alteraciones monogénicas son menos frecuentes y podrán sospecharse cuando además de la elevación de la glucosa en niños o adolescentes puedan acompañarse de alteraciones en otros órganos como riñones, páncreas, epidídimo o también cuando se presente la elevación de glucosa desde el momento del nacimiento.
Lamentablemente para confirmar estas enfermedades, se requiere de tecnología no disponible aún en centros especializados, pero el detectar a un paciente recién nacido, niño o adolescente con elevación de su glucosa en sangre, justifica ser valorado por el especialista en endocrinología pediátrica para que se realicen pruebas especiales que puedan orientar hacia el tipo de afección específica y, de acuerdo a ese planteamiento, poder establecer el manejo correspondiente; o bien, considerar su buen pronóstico si corresponde a esa condición específica.
Es importante distinguir la diabetes monogénica de la diabetes tipo 1 y tipo 2 porque el tratamiento óptimo y el riesgo de complicaciones de la diabetes, varían según el defecto genético subyacente. Además, distinguir la diabetes monogénica de la diabetes tipo 1 y tipo 2 permite identificar antes a los miembros de la familia en riesgo.
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