El
frenillo lingual es un pliegue vertical que une la parte delantera e inferior
de la lengua con el piso de la boca que, en extensión normal, le permite a la
lengua desarrollar sus movimientos de forma adecuada, pero cuando su longitud
es menor -asociado o no- con la implantación del frenillo hacia una zona más
delantera de la lengua, su motilidad se limita (anquiloglosia) y afecta sus
funciones en momentos variados del desarrollo.
Para identificar esta alteración, las limitaciones de los movimientos linguales pueden tener diferentes variantes, entre las cuales se describen: la evidencia de un frenillo muy corto o con implantación muy cercana a la punta de la lengua, dificultad para levantarla a la arcada dental superior, incapacidad para hacerla sobresalir a más de 1 a 2 mm más allá de los incisivos centrales inferiores, deterioro en sus movimientos de lado a lado, que manifieste una muesca o la forma de un corazón cuando hace movimiento para sobresalir y/o que al momento de revisar a los bebés no sea posible colocar los dedos del examinador en el espacio comprendido de la parte inferior de la lengua y la encía de la mandíbula por ser un espacio muy restrictivo. Una forma más objetiva de llegar a considerarla es midiendo la diferencia de su extensión con apertura máxima de la boca para tocar (con la punta de la lengua) el borde inferior de la encía o piezas dentales centrales superiores.
La severidad del problema se establece en tres grados. En la forma leve, el frenillo de aspecto corto no interfiere con las funciones de la lengua como la succión, masticación, deglución y fonación. En la forma moderada, el frenillo corto dificulta la alimentación, posteriormente causa alteraciones mínimas en el lenguaje, en los tejidos asociados a los dientes y también a la posición de los dientes. La forma severa manifiesta una lengua pegada en forma estrecha con el piso de la boca, con dificultad para la succión y deglución y posteriormente problemas periodontales.
En su frecuencia, se estima que dos a tres de cada diez mil personas en sus formas moderadas o graves, lo tienen aún persistente en su vida adulta, pero se puede presentar del 3 al 10% de todos los nacimientos, con mayoría de remisión espontánea de las formas leves. Por sexo, se relaciona más en los varones.
Se describen alteraciones en forma secundaria (secuelas) en diferentes momentos del desarrollo del individuo por esta alteración, señalando en especial: durante la etapa de lactante con interferencia a la función de amamantar. En los niños pequeños con problemas de articulación en lenguaje y en niños mayores o adolescentes con dificultades mecánicas y/o emocionales; en especial, bajo ambientes sociales al tener un movimiento restringido para poder besar o lamerse los labios.
Las dificultades en la alimentación a pecho se llegan a asociar hasta en un 25-60% con la anquiloglosia. Las molestias iniciales las desarrolla la madre con lesión y dolor de pezones, disminución de la salida de la leche por la mama; y para el niño, succión pobre, falta de engullimiento normal, rechazo a la alimentación al pecho y deficiencia en el desarrollo con deficiencia primero de peso y afectación posterior a la talla.
La prevalencia del dolor en los senos es un factor importante, ya que puede establecer el antecedente para considerar la interrupción de la lactancia, en especial, durante las primeras tres semanas. De forma normal, la prevalencia del dolor de pezón es de 60 a 80% en todas las madres durante el tiempo inmediato posterior al nacimiento. Cuando los niños son normales, este dolor es transitorio y alcanza su pico máximo al tercer día y desaparece en forma espontánea dentro de las siguientes dos semanas y solo un máximo de 3% de las madres con niños normales tienen dolor intratable o dificultades para lograr que sus bebés se adhieran al pezón a las seis semanas, pero el 25% de las madres de niños con anquiloglosia tienen persistencia de dichos problemas, así que la referencia de problemas de dolor en la madre, debe advertir de la posibilidad de esta alteración.
Se postula que los bebés con anquiloglosia restrictiva no pueden extender su lengua más allá del reborde de su encía inferior, para estimular el vaciado de los conductos lactíferos sin logran además, un cierre efectivo de la boca contra el seno materno, por lo que deben usar sus mandíbulas para mantener el pecho en la boca. Esto genera una adhesión poco efectiva y lesión de los pezones que, a pesar de recomendaciones específicas por especialistas en técnicas de posicionamiento y adhesión al pezón, por tratarse de una alteración estructural, a menudo no consiguen resultado favorables y solo la corrección quirúrgica (corte-frenectomía) puede ser necesaria en algunos casos, para permitir una lactancia materna eficaz.
El frenillo corto puede causar problemas de articulación de palabras en algunos niños, pero no impide su vocalización y tampoco retrasa el inicio del habla. Los frenillos que se extienden hasta la punta de la lengua y evitan que la lengua llegue al diente superior tienen más probabilidades de afectar el desarrollo de los sonidos linguales y de tipo silbante del habla, que pueden verse afectados, que incluyen t, d, r, rr, z, s, n, l, ya que el frenillo no permite que el tercio anterior de la lengua vibre contra el paladar en la zona posterior al incisivo superior o de las zonas rugosas del paladar cuando se expulsa el aire o impida el paso correcto de éste. En algunos casos, con el crecimiento normal de la lengua, el frenillo puede corregirse espontáneamente o bien el individuo realiza movimientos compensatorios para corregir la pronunciación. El retraso en el desarrollo del lenguaje no será atribuible a la anquiloglosia ya que ellos adquieren el habla y lenguaje a un ritmo normal, pero con afectación a la pronunciación adecuada en las consonantes establecidas. Es normal, que los padres pasen por desapercibido esa deficiencia relativa de pronunciación, pero para el experto ya podrá orientar a la causa. Con la cirugía correctiva, mejora el 60% de los casos la pronunciación adecuada.
Los problemas mecánicos y sociales relacionados con los movimientos restringidos de la lengua debido a la anquiloglosia pueden incluir: dificultad con la higiene oral, como lamerse los labios o barrer los restos de comida de entre los dientes, que puede resultar en forma posterior en enfermedades periodontales inflamatorias o infecciosas. Puede haber también afectación emocional por limitación al besar, que puede causar vergüenza social en adolescentes y/o jóvenes. En algunas ocasiones, es tan corto el frenillo que puede traumatizarse de forma constante por el contacto con los dientes incisivos inferiores y llegar a formar alguna úlcera o incluso puede llegar a desgarrarse.
No es posible generalizar que todos los casos, sean meritorios de tratamiento quirúrgico, ya que se deberá de valorar siempre en forma individual las características del problema y en forma inicial, la evaluación con especialistas en lactancia y desarrollo de lenguaje puede ayudar al niño a compensar los problemas relacionados con la limitación de la motilidad lingual evitando así la cirugía. Cuando estas alternativas se agotan y no hay mejoría, el tratamiento definitivo requiere cirugía (frenectomía o frenuloplastía) que habrá de realizarse después de discutir los posibles beneficios y los riesgos del procedimiento por el cirujano pediatra o con el otorrinolaringólogo pediatra.
Para los bebés que continúan teniendo problemas con la lactancia a pesar del apoyo especializado, sugerimos frenectomía. Si se lleva a cabo, debe ser realizada por personal debidamente capacitado tan pronto como sea posible después del diagnóstico, para realizar el corte cuidando de las estructuras musculares y nerviosas.
El momento óptimo de la cirugía para indicaciones distintas de la lactancia es controvertido. Algunos recomiendan esperar hasta que el niño tenga al menos cuatro años debido a la posibilidad de que el frenillo se alargue espontáneamente a medida que se usa… el niño con esta alteración deberá mantenerse con vigilancia adecuada.
Para identificar esta alteración, las limitaciones de los movimientos linguales pueden tener diferentes variantes, entre las cuales se describen: la evidencia de un frenillo muy corto o con implantación muy cercana a la punta de la lengua, dificultad para levantarla a la arcada dental superior, incapacidad para hacerla sobresalir a más de 1 a 2 mm más allá de los incisivos centrales inferiores, deterioro en sus movimientos de lado a lado, que manifieste una muesca o la forma de un corazón cuando hace movimiento para sobresalir y/o que al momento de revisar a los bebés no sea posible colocar los dedos del examinador en el espacio comprendido de la parte inferior de la lengua y la encía de la mandíbula por ser un espacio muy restrictivo. Una forma más objetiva de llegar a considerarla es midiendo la diferencia de su extensión con apertura máxima de la boca para tocar (con la punta de la lengua) el borde inferior de la encía o piezas dentales centrales superiores.
La severidad del problema se establece en tres grados. En la forma leve, el frenillo de aspecto corto no interfiere con las funciones de la lengua como la succión, masticación, deglución y fonación. En la forma moderada, el frenillo corto dificulta la alimentación, posteriormente causa alteraciones mínimas en el lenguaje, en los tejidos asociados a los dientes y también a la posición de los dientes. La forma severa manifiesta una lengua pegada en forma estrecha con el piso de la boca, con dificultad para la succión y deglución y posteriormente problemas periodontales.
En su frecuencia, se estima que dos a tres de cada diez mil personas en sus formas moderadas o graves, lo tienen aún persistente en su vida adulta, pero se puede presentar del 3 al 10% de todos los nacimientos, con mayoría de remisión espontánea de las formas leves. Por sexo, se relaciona más en los varones.
Se describen alteraciones en forma secundaria (secuelas) en diferentes momentos del desarrollo del individuo por esta alteración, señalando en especial: durante la etapa de lactante con interferencia a la función de amamantar. En los niños pequeños con problemas de articulación en lenguaje y en niños mayores o adolescentes con dificultades mecánicas y/o emocionales; en especial, bajo ambientes sociales al tener un movimiento restringido para poder besar o lamerse los labios.
Las dificultades en la alimentación a pecho se llegan a asociar hasta en un 25-60% con la anquiloglosia. Las molestias iniciales las desarrolla la madre con lesión y dolor de pezones, disminución de la salida de la leche por la mama; y para el niño, succión pobre, falta de engullimiento normal, rechazo a la alimentación al pecho y deficiencia en el desarrollo con deficiencia primero de peso y afectación posterior a la talla.
La prevalencia del dolor en los senos es un factor importante, ya que puede establecer el antecedente para considerar la interrupción de la lactancia, en especial, durante las primeras tres semanas. De forma normal, la prevalencia del dolor de pezón es de 60 a 80% en todas las madres durante el tiempo inmediato posterior al nacimiento. Cuando los niños son normales, este dolor es transitorio y alcanza su pico máximo al tercer día y desaparece en forma espontánea dentro de las siguientes dos semanas y solo un máximo de 3% de las madres con niños normales tienen dolor intratable o dificultades para lograr que sus bebés se adhieran al pezón a las seis semanas, pero el 25% de las madres de niños con anquiloglosia tienen persistencia de dichos problemas, así que la referencia de problemas de dolor en la madre, debe advertir de la posibilidad de esta alteración.
Se postula que los bebés con anquiloglosia restrictiva no pueden extender su lengua más allá del reborde de su encía inferior, para estimular el vaciado de los conductos lactíferos sin logran además, un cierre efectivo de la boca contra el seno materno, por lo que deben usar sus mandíbulas para mantener el pecho en la boca. Esto genera una adhesión poco efectiva y lesión de los pezones que, a pesar de recomendaciones específicas por especialistas en técnicas de posicionamiento y adhesión al pezón, por tratarse de una alteración estructural, a menudo no consiguen resultado favorables y solo la corrección quirúrgica (corte-frenectomía) puede ser necesaria en algunos casos, para permitir una lactancia materna eficaz.
El frenillo corto puede causar problemas de articulación de palabras en algunos niños, pero no impide su vocalización y tampoco retrasa el inicio del habla. Los frenillos que se extienden hasta la punta de la lengua y evitan que la lengua llegue al diente superior tienen más probabilidades de afectar el desarrollo de los sonidos linguales y de tipo silbante del habla, que pueden verse afectados, que incluyen t, d, r, rr, z, s, n, l, ya que el frenillo no permite que el tercio anterior de la lengua vibre contra el paladar en la zona posterior al incisivo superior o de las zonas rugosas del paladar cuando se expulsa el aire o impida el paso correcto de éste. En algunos casos, con el crecimiento normal de la lengua, el frenillo puede corregirse espontáneamente o bien el individuo realiza movimientos compensatorios para corregir la pronunciación. El retraso en el desarrollo del lenguaje no será atribuible a la anquiloglosia ya que ellos adquieren el habla y lenguaje a un ritmo normal, pero con afectación a la pronunciación adecuada en las consonantes establecidas. Es normal, que los padres pasen por desapercibido esa deficiencia relativa de pronunciación, pero para el experto ya podrá orientar a la causa. Con la cirugía correctiva, mejora el 60% de los casos la pronunciación adecuada.
Los problemas mecánicos y sociales relacionados con los movimientos restringidos de la lengua debido a la anquiloglosia pueden incluir: dificultad con la higiene oral, como lamerse los labios o barrer los restos de comida de entre los dientes, que puede resultar en forma posterior en enfermedades periodontales inflamatorias o infecciosas. Puede haber también afectación emocional por limitación al besar, que puede causar vergüenza social en adolescentes y/o jóvenes. En algunas ocasiones, es tan corto el frenillo que puede traumatizarse de forma constante por el contacto con los dientes incisivos inferiores y llegar a formar alguna úlcera o incluso puede llegar a desgarrarse.
No es posible generalizar que todos los casos, sean meritorios de tratamiento quirúrgico, ya que se deberá de valorar siempre en forma individual las características del problema y en forma inicial, la evaluación con especialistas en lactancia y desarrollo de lenguaje puede ayudar al niño a compensar los problemas relacionados con la limitación de la motilidad lingual evitando así la cirugía. Cuando estas alternativas se agotan y no hay mejoría, el tratamiento definitivo requiere cirugía (frenectomía o frenuloplastía) que habrá de realizarse después de discutir los posibles beneficios y los riesgos del procedimiento por el cirujano pediatra o con el otorrinolaringólogo pediatra.
Para los bebés que continúan teniendo problemas con la lactancia a pesar del apoyo especializado, sugerimos frenectomía. Si se lleva a cabo, debe ser realizada por personal debidamente capacitado tan pronto como sea posible después del diagnóstico, para realizar el corte cuidando de las estructuras musculares y nerviosas.
El momento óptimo de la cirugía para indicaciones distintas de la lactancia es controvertido. Algunos recomiendan esperar hasta que el niño tenga al menos cuatro años debido a la posibilidad de que el frenillo se alargue espontáneamente a medida que se usa… el niño con esta alteración deberá mantenerse con vigilancia adecuada.
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