El
desarrollo cognitivo es el proceso mediante el cual, el ser humano va
adquiriendo conocimiento a través del aprendizaje y la experiencia.
Asume que los procesos cognitivos se organizan de forma progresiva, de tal forma que no es posible adquirir las habilidades propias de una etapa sin haber pasado por la etapa previa.
En esta teoría se establece que, cundo los bebés pequeños experimentan un evento, procesan nueva información equilibrando la asimilación y la acomodación. La asimilación consiste en absorber nueva información y adaptarla a esquemas mentales previamente comprendidos. La acomodación consiste en adaptar y revisar un esquema mental previamente comprendido de acuerdo con la información novedosa. El desarrollo cognitivo se establece en cuatro etapas.
La primera etapa, sensoriomotora (de 0 a 2 años), es el momento en que los niños dominan dos fenómenos: la causalidad y la permanencia del objeto. Entienden una relación de causa y efecto (causalidad). A medida que el lóbulo frontal madura y se desarrolla la memoria, los niños de este grupo de edad pueden imaginar lo que puede suceder sin causar ningún efecto físicamente; esto es el surgimiento del pensamiento que ya le permite la planificación de acciones. La permanencia del objeto es alrededor de los 6 meses. (busca objeto escondido).
La segunda es la etapa preoperacional (de 2 a 7 años), cuando puede utilizar representaciones mentales como el pensamiento y el lenguaje simbólicos. Aprenden a imitar y a pretender jugar. Esta etapa se caracteriza por el egocentrismo, es decir, ser incapaz de percibir que los demás pueden pensar diferente a ellos mismos, y que todo se vincula con él.
En tercer lugar, está la etapa operativa concreta (de 7 a 11 años), cuando el niño utiliza operaciones lógicas para resolver problemas, incluido el dominio de la conservación y el razonamiento inductivo. Finalmente, la etapa de operacional formal (12 años y más) sugiere que el adolescente ya usa operaciones lógicas con capacidad de abstracción y ya comprende teorías e ideas abstractas como el amor y la justicia, además de poder formular hipótesis.
Para vigilar y evaluar la caracterización del desarrollo cognitivo se proponen el uso de escalas especiales a diferentes grupos de edad, consideradas como guías, más no estándares rígidos.
Del nacimiento a los dos meses: la distancia de su visión es de 25 cm. (aprox) al nacer. Los bebés buscan activamente estímulos, se acostumbran a lo familiar y responden más vigorosamente a los estímulos cambiantes. Las respuestas iniciales son mayormente con respuestas reflejas, como chupar y agarrar. Prefieren los contrastes y los rostros. Distingue estímulos familiares de estímulos moderadamente nuevos. A medida que se produce la habituación a los rostros de los cuidadores, se desarrollan preferencias. El bebé mirará fijamente hacia el lugar de donde desaparece un objeto. Prefieren las voces agudas.
Dos a seis meses: En este grupo de edad realizan una exploración sensorial deliberada de sus cuerpos, mirándose las manos y alcanzando y tocando partes del cuerpo; esto construye los conceptos de causa-efecto y autocomprensión. A medida que se vayan dominando las habilidades motoras, se repetirá algo que sucede por casualidad. Por ejemplo, al tocar un botón puede encender el juguete. Hay desarrollo de conductas de rutina.
Seis a doce meses: la permanencia de los objetos surge cuando el niño pequeño busca objetos. Un niño de seis meses buscará objetos parcialmente ocultos, mientras que un niño de nueve meses buscará objetos totalmente ocultos y los descubrirá; esto incluye participar en juegos tipo esconderse. La separación y la ansiedad ante los extraños surgen cuando el niño comprende que lo que está fuera de la vista, no significa que no esté fuera de la mente. Por avance de las habilidades motoras, se produce la exploración sensorial del entorno al alcanzar, inspeccionar, sostener, llevar a la boca y dejar caer objetos. Aprenden a manipular su entorno, aprendiendo causa y efecto, (golpear dos bloques y causar ruido). Con el tiempo, construyen esquemas mentales y los objetos pueden utilizarse (ej. abrir una caja).
Doce a dieciocho meses: las habilidades motoras hacen que al niño le resulte más fácil caminar, alcanzar, agarrar y soltar. Los juguetes pueden explorarse, hacerse funcionar y surgir nuevas habilidades de juego. Se pueden imitar gestos y sonidos. Surge el juego de simulación egocéntrico. A medida que avanzan la permanencia y la memoria de los objetos, se pueden encontrar y rastrear los objetos en movimiento.
Dieciocho meses a dos años: a medida que la memoria y las habilidades de procesamiento avanzan y los lóbulos frontales maduran, los resultados se imaginan sin tanta manipulación física y surgen nuevas estrategias de resolución de problemas sin ensayo. Surge el pensamiento y existe la capacidad de planificar acciones. La permanencia de los objetos está totalmente establecida y los objetos pueden buscarse anticipando dónde pueden estar sin presenciar su desplazamiento. A los 18 meses, hay juego simbólico (tareas del hogar).
Dos a cinco años: Durante esta etapa -los años preescolares-, emergen las ideas mágicas y las ilusiones; por ejemplo, el sol se fue a casa porque estaba cansado. Esta capacidad también puede dar lugar a aprensiones por miedo a los monstruos, y tener soluciones lógicas puede no ser suficiente para tranquilizarse. La percepción dominará sobre la lógica, y darles una herramienta imaginaria, como un spray mágico para ayudar a aliviar esa ansiedad, puede ser más útil. Del mismo modo, falta el concepto de conservación y volumen, y lo que parece grande o más grande, es más. A los 36 meses, un niño puede comprender conceptos simples de tiempo, identificar formas, comparar dos elementos y contar hasta tres. El juego se vuelve más completo. A los 48 meses, los niños pueden contar hasta cuatro, identificar cuatro colores y comprender los opuestos. A los cinco años, las habilidades previas a la alfabetización y aritmética se perfeccionan; Los niños de cinco años pueden contar hasta diez con precisión, recita el alfabeto de memoria y reconoce algunas letras. Un niño también desarrolla preferencia por las manos a esta edad. Las historias de juego se vuelven aún más detalladas entre los 4 a 5 años y pueden incluir escenarios imaginarios, incluidos amigos imaginarios. Jugar con algunas reglas del juego y la obediencia a esas reglas, también se establece durante los años preescolares. Las reglas pueden ser absolutas.
Seis
a doce años: durante los primeros años escolares, se desarrolla el razonamiento
científico y la comprensión de las leyes físicas de conservación, incluidos el
peso y el volumen. Puede comprender múltiples puntos de vista y una
perspectiva de una situación. Notan que las reglas del juego pueden
cambiar de mutuo acuerdo. Con el tiempo, entre el tercer y cuarto grado, el
énfasis pasa de aprender a leer a leer para aprender y, de la ortografía a la
redacción. Todas estas etapas necesitan el dominio de la atención
sostenida y las habilidades de procesamiento, el lenguaje receptivo y
expresivo, y el desarrollo y recuerdo de la memoria. Su limitación es la
incapacidad de comprender ideas abstractas y la dependencia de respuestas
lógicas.
Doce años en adelante: los adolescentes pueden ejercitar la lógica de manera sistemática y científica. Pueden aplicar simultáneamente el pensamiento abstracto para resolver problemas algebraicos y lógicas múltiples para alcanzar una solución científica. Es más fácil utilizar estos conceptos para el trabajo escolar y aplicar a problemas emocionales y la vida personal. Algunos pueden tener más influencia de reglas religiosas o morales y, de conceptos absolutos del bien y del mal. Cuestionar el código de conducta predominante, puede causar ansiedad o rebelión y eventualmente, conducir al desarrollo de una ética personal. Al mismo tiempo, también se desarrolla el conocimiento social, aparte del yo, y se establecen conceptos de justicia, patriarcado, política, etc. Durante la adolescencia tardía y la edad adulta temprana, se vuelve importante pensar en futuro: ideas como amor, compromiso y metas profesionales
Asume que los procesos cognitivos se organizan de forma progresiva, de tal forma que no es posible adquirir las habilidades propias de una etapa sin haber pasado por la etapa previa.
En esta teoría se establece que, cundo los bebés pequeños experimentan un evento, procesan nueva información equilibrando la asimilación y la acomodación. La asimilación consiste en absorber nueva información y adaptarla a esquemas mentales previamente comprendidos. La acomodación consiste en adaptar y revisar un esquema mental previamente comprendido de acuerdo con la información novedosa. El desarrollo cognitivo se establece en cuatro etapas.
La primera etapa, sensoriomotora (de 0 a 2 años), es el momento en que los niños dominan dos fenómenos: la causalidad y la permanencia del objeto. Entienden una relación de causa y efecto (causalidad). A medida que el lóbulo frontal madura y se desarrolla la memoria, los niños de este grupo de edad pueden imaginar lo que puede suceder sin causar ningún efecto físicamente; esto es el surgimiento del pensamiento que ya le permite la planificación de acciones. La permanencia del objeto es alrededor de los 6 meses. (busca objeto escondido).
La segunda es la etapa preoperacional (de 2 a 7 años), cuando puede utilizar representaciones mentales como el pensamiento y el lenguaje simbólicos. Aprenden a imitar y a pretender jugar. Esta etapa se caracteriza por el egocentrismo, es decir, ser incapaz de percibir que los demás pueden pensar diferente a ellos mismos, y que todo se vincula con él.
En tercer lugar, está la etapa operativa concreta (de 7 a 11 años), cuando el niño utiliza operaciones lógicas para resolver problemas, incluido el dominio de la conservación y el razonamiento inductivo. Finalmente, la etapa de operacional formal (12 años y más) sugiere que el adolescente ya usa operaciones lógicas con capacidad de abstracción y ya comprende teorías e ideas abstractas como el amor y la justicia, además de poder formular hipótesis.
Para vigilar y evaluar la caracterización del desarrollo cognitivo se proponen el uso de escalas especiales a diferentes grupos de edad, consideradas como guías, más no estándares rígidos.
Del nacimiento a los dos meses: la distancia de su visión es de 25 cm. (aprox) al nacer. Los bebés buscan activamente estímulos, se acostumbran a lo familiar y responden más vigorosamente a los estímulos cambiantes. Las respuestas iniciales son mayormente con respuestas reflejas, como chupar y agarrar. Prefieren los contrastes y los rostros. Distingue estímulos familiares de estímulos moderadamente nuevos. A medida que se produce la habituación a los rostros de los cuidadores, se desarrollan preferencias. El bebé mirará fijamente hacia el lugar de donde desaparece un objeto. Prefieren las voces agudas.
Dos a seis meses: En este grupo de edad realizan una exploración sensorial deliberada de sus cuerpos, mirándose las manos y alcanzando y tocando partes del cuerpo; esto construye los conceptos de causa-efecto y autocomprensión. A medida que se vayan dominando las habilidades motoras, se repetirá algo que sucede por casualidad. Por ejemplo, al tocar un botón puede encender el juguete. Hay desarrollo de conductas de rutina.
Seis a doce meses: la permanencia de los objetos surge cuando el niño pequeño busca objetos. Un niño de seis meses buscará objetos parcialmente ocultos, mientras que un niño de nueve meses buscará objetos totalmente ocultos y los descubrirá; esto incluye participar en juegos tipo esconderse. La separación y la ansiedad ante los extraños surgen cuando el niño comprende que lo que está fuera de la vista, no significa que no esté fuera de la mente. Por avance de las habilidades motoras, se produce la exploración sensorial del entorno al alcanzar, inspeccionar, sostener, llevar a la boca y dejar caer objetos. Aprenden a manipular su entorno, aprendiendo causa y efecto, (golpear dos bloques y causar ruido). Con el tiempo, construyen esquemas mentales y los objetos pueden utilizarse (ej. abrir una caja).
Doce a dieciocho meses: las habilidades motoras hacen que al niño le resulte más fácil caminar, alcanzar, agarrar y soltar. Los juguetes pueden explorarse, hacerse funcionar y surgir nuevas habilidades de juego. Se pueden imitar gestos y sonidos. Surge el juego de simulación egocéntrico. A medida que avanzan la permanencia y la memoria de los objetos, se pueden encontrar y rastrear los objetos en movimiento.
Dieciocho meses a dos años: a medida que la memoria y las habilidades de procesamiento avanzan y los lóbulos frontales maduran, los resultados se imaginan sin tanta manipulación física y surgen nuevas estrategias de resolución de problemas sin ensayo. Surge el pensamiento y existe la capacidad de planificar acciones. La permanencia de los objetos está totalmente establecida y los objetos pueden buscarse anticipando dónde pueden estar sin presenciar su desplazamiento. A los 18 meses, hay juego simbólico (tareas del hogar).
Dos a cinco años: Durante esta etapa -los años preescolares-, emergen las ideas mágicas y las ilusiones; por ejemplo, el sol se fue a casa porque estaba cansado. Esta capacidad también puede dar lugar a aprensiones por miedo a los monstruos, y tener soluciones lógicas puede no ser suficiente para tranquilizarse. La percepción dominará sobre la lógica, y darles una herramienta imaginaria, como un spray mágico para ayudar a aliviar esa ansiedad, puede ser más útil. Del mismo modo, falta el concepto de conservación y volumen, y lo que parece grande o más grande, es más. A los 36 meses, un niño puede comprender conceptos simples de tiempo, identificar formas, comparar dos elementos y contar hasta tres. El juego se vuelve más completo. A los 48 meses, los niños pueden contar hasta cuatro, identificar cuatro colores y comprender los opuestos. A los cinco años, las habilidades previas a la alfabetización y aritmética se perfeccionan; Los niños de cinco años pueden contar hasta diez con precisión, recita el alfabeto de memoria y reconoce algunas letras. Un niño también desarrolla preferencia por las manos a esta edad. Las historias de juego se vuelven aún más detalladas entre los 4 a 5 años y pueden incluir escenarios imaginarios, incluidos amigos imaginarios. Jugar con algunas reglas del juego y la obediencia a esas reglas, también se establece durante los años preescolares. Las reglas pueden ser absolutas.
Doce años en adelante: los adolescentes pueden ejercitar la lógica de manera sistemática y científica. Pueden aplicar simultáneamente el pensamiento abstracto para resolver problemas algebraicos y lógicas múltiples para alcanzar una solución científica. Es más fácil utilizar estos conceptos para el trabajo escolar y aplicar a problemas emocionales y la vida personal. Algunos pueden tener más influencia de reglas religiosas o morales y, de conceptos absolutos del bien y del mal. Cuestionar el código de conducta predominante, puede causar ansiedad o rebelión y eventualmente, conducir al desarrollo de una ética personal. Al mismo tiempo, también se desarrolla el conocimiento social, aparte del yo, y se establecen conceptos de justicia, patriarcado, política, etc. Durante la adolescencia tardía y la edad adulta temprana, se vuelve importante pensar en futuro: ideas como amor, compromiso y metas profesionales
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