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Alcohol en adolescentes


El alcohol es una sustancia que se genera por la fermentación de los azúcares contenidos en cereales, frutas o vegetales, por participación de bacterias o levaduras (hongos) para modificar su estructura química y con ello, darle otro tipo de propiedades a la sustancia.
El consumo del alcohol en pequeñas cantidades, permite que una persona se sienta tranquila y sin ansiedad, lo cual ha justificado en la historia, su consumo de forma habitual en reuniones sociales.
El alcohol es una sustancia que deprime funciones en el cerebro, y varía sus efectos en el mismo en relación a la cantidad que se ingiera, desde la sensación de bienestar hasta condicionar una intoxicación como sinónimo de envenenamiento, cuando la cantidad es muy excesiva.
Cuando la cantidad que se consume aumenta, existe el riesgo de modificar el comportamiento de la persona haciendo variar su comportamiento emocional, y podrán mostrarse de acuerdo a su personalidad, como muy contentas (eufóricas), nostálgicos o deprimidos (incluso con llanto), aislados y/o agresivos.
Por el hecho de producir daño potencial en el desarrollo neurológico del individuo, es una sustancia que se evita su consumo durante la etapa infantil o de la adolescencia en muchos países, y generalmente su venta o consumo queda limitado cuando la persona se convierte en mayor de edad.
Lo anterior, no impide que los menores de edad se limiten a iniciar sus experiencias hasta que cumplan con una edad determinada. Es durante la etapa de los diez a catorce años en que la mayoría se ven expuestos a tener contacto con esta sustancia y conocer sus efectos.  
La mayoría de los medios publicitarios hacen referencia al alcohol como un sinónimo de condición social, e incluso uno de los últimos promocionales que aún quedan, hacen referencia sobre la actitud masculina en diferentes aspectos para identificarse con este género por su consumo.
Desde muy pequeños, los niños pueden estar conscientes que sus padres lo consumen en todo acto social al que asisten: consumen cervezas al acudir a eventos deportivos o vino en algunas cenas, pudiendo tener la idea que es algo inofensivo. No así aquellos niños cuya experiencia por actitud agresiva de los padres por efecto del alcohol, los deja marcados con la violencia que sufren en su hogar de forma prolongada.
En el comportamiento del adolescente, es común que guste por experimentar con diferentes situaciones relativamente novedosas, y en forma secundaria se experimenta el noviazgo, peligros físicos potenciales (motos, bicicletas, etc.), tabaquismo, alcoholismo y drogadicción.
Los motivos que pueden generar inquietud para el inicio del alcoholismo pueden ser: curiosidad (saber que se siente) o bien, identificarse con un grupo de mayor edad o con los compañeros que ya realizan esta actividad “demostrando que ya no son unos niños”.
Los muchachos al momento de ingerirlo de forma inicial, experimentan sensación de bienestar que los hacen sentirse relajados, sin ninguna ansiedad emocional y se encuentran muy a gusto; pero lamentablemente a mayor consumo en forma progresiva, manifiesta diferentes cambios a nivel cerebral generando: confusión mental, cambios emocionales, deficiencia en el control y coordinación mental, corporal y del lenguaje, hasta llegar a la inconsciencia de los actos, generando en estos momentos problemas inmediatos o tardíos de diferentes consecuencias.
Es posible hallar como consecuencia de esta situación, que el adolescente llega a sufrir o producir accidentes automovilísticos, que pueden afectar a personas ajenas a esta condición. Su estado alcoholizado le hace suponer que tiene control corporal y de reacción adecuada, y ante eso se siente “seguro” de poder manejar, generalmente con resultados lamentables.
Con el alcoholismo, suelen tener posibilidad de tener relaciones sexuales sin una responsabilidad adecuada y quedan expuestos a embarazos, o enfermedades sexuales.
También se exponen a caer en situaciones depresivas, que los puede orillar hacia tendencias suicidas; o en otras condiciones, comportarse con actitud muy agresiva pudiendo generar homicidios o conductas delictivas.
Los muchachos que consumen alcohol tienen muchas posibilidades de abandonar sus estudios, porque el consumo de alcohol altera mucho su ritmo de sueño, lo que puede dificultar mantenerse despejado y concentrado en el transcurso de sus clases, con un rendimiento escolar secundario deficiente.
Cuando se consume alcohol en forma muy excesiva en un tiempo muy corto, el riesgo de intoxicación y muerte secundario es muy alto. El efecto depresivo del alcohol en el cerebro y nervios, pueden impedir que exista un ritmo respiratorio regular; o bien, que no haya un reflejo adecuado al momento del vómito y el adolescente puede fallecer ahogándose en su propio vómito.
El alcohol en el cerebro produce daño en las membranas de las neuronas, con un desgaste progresivo que impide tener una transmisión de señales de forma adecuada, y de acuerdo al tipo de neuronas o transmisores específicos, podrá haber alteraciones futuras relacionadas con funciones mentales o motoras.
El inicio en este tipo de experiencias tempranas -que proporcionan evasión con la realidad ante situaciones conflictivas-, puede preceder en forma habitual a la combinación de alcohol con otras sustancias y posteriormente al empleo de drogas.
El adolescente es víctima fácil de caer en este tipo de vicios cuando su autoestima no es elevada, y se siente dependiente de realizar este tipo de actos para ganar la seguridad en sí mismo delante de sus compañeros. La presión que ejercen sus compañeros para inducirlo al alcoholismo, muy frecuentemente involucran excluirlo de sus actividades grupales, pero quien tiene la seguridad de no mostrar mediante esta acción identidad con ellos, podrá tener la convicción de rechazar este tipo de invitaciones de forma eficiente, y reconocer que la convivencia con este tipo de grupos puede ser de riesgo.
El trabajo del desarrollo de la autoestima en el adolescente, queda en responsabilidad de la familia y condiciones sociales donde se desenvuelve, con la dificultad que coincide la etapa de rebeldía –de la adolescencia- a las condiciones familiares para esa labor de acercamiento de los padres, pero una convivencia constante, honesta y de calidad (no tanto de tiempo), es muy importante para poder darle seguridad desde la infancia, de todas las virtudes que tiene y poder orientar en sus problemas existentes de forma aceptable, para generar una personalidad definida, procurando evitar situaciones que lo hagan sentir frustrado o decepcionado de su evolución en esta etapa de la vida. En las escuelas sería también importante el desarrollo de autoestima en forma grupal.
Lamentablemente en nuestra sociedad, no existe un mecanismo regulador de estas actividades en la etapa de adolescentes, y es triste notar que las notas rojas de los periódicos en el transcurso de los días, traen referencias de personas involucradas en delitos o accidentes como consecuencias del alcohol; y en otras ocasiones, el desarrollo de un individuo en su formación profesional o desempeño laboral o se ve truncado por responsabilidades anticipadas como embarazo no deseado o peor: los actos suicidas.
Sería conveniente -de acuerdo a las condiciones de nuestra sociedad-, que existieran leyes eficientes que sancionaran de forma significativa al adolescente y/o a sus responsables familiares, para generar una actitud más responsable en su consumo de alcohol, aunque lo ideal sería no contar con este tipo de consumo, que se pudiera lograr si existieran metas objetivas y sanas de una sociedad más evolucionada.