La
palabra afta deriva de una palabra griega que se traduce como prender fuego. Se
pudo empezar a emplear en los inicios de la medicina, para describir el dolor
asociado al trastorno de la mucosa bucal, caracterizado por la aparición de
pequeñas vesículas de contenido líquido claro, que al romper su cubierta (1-2
días) expone una úlcera de fondo amarillento sobre la mucosa enrojecida, muy
sensible y que después se limpia y repara.
Es una condición muy común entre cualquier tipo de población pediátrica. comienzan en la niñez, pero afectan, principalmente, a adolescentes y adultos jóvenes, deteriorando de manera importante la calidad de vida. Suele representar un reto especial para el médico, el poder identificar su causa específica, ya que diferentes condiciones la incluyen entre sus manifestaciones y, la definición de su causa puede evitar su recurrencia y un manejo temprano de la patología primaria.
Las
causas pueden variar desde infecciones, alteraciones inmunes, deficiencias de
nutrientes, genéticas, inducidas por medicamentos o traumas, por lo que los
niños con úlceras orales sueles ser tratados en forma variada por dentistas,
pediatras generales, reumatólogos, alergólogos, psicólogos y muchos más
especialistas.
Para su aparición -además de la causa primaria-, se considera que el factor emocional (condiciones de mucha tensión) afecta al equilibrio inmunológico, generando reacción inflamatoria específica a la mucosa de la boca, para generar esas lesiones.
Ya formada la vesícula, al romperse su parte superior deja descubierta una úlcera sobre la mucosa que a continuación se llena de células de cicatrización, que le da aspecto de lesión blanca rodeada de enrojecimiento. Cuando la lesión de la mucosa dura más de 14 días, se le considera como crónica; de lo contrario, se considera como aguda. Cabe destacar que las úlceras crónicas pueden ser indoloras y deberían ser candidatos a biopsias, con el fin de descartar una etiología maligna o autoinmune. Cuando existe un periodo de curación que alterna con brotes de aftas, se le nombra úlceras recurrentes.
Por su tamaño se dividen en menores, mayores y herpetiformes. Las de menor tamaño son las más comunes en niños y adolescentes (75%) que varían entre 3 a 10 mm de diámetro y típicamente involucran mucosa de labios, mejillas, piso de la boca, región ventral y lateral de la lengua). Durante un episodio de aftas menores, se produce un máximo de cinco úlceras y duran de 10 a 14 días antes que cicatricen.
Las aftas mayores superan los 10 mm y son más profundas que las menores, persisten por más tiempo (más de seis semanas). Aparecen en mucosa labial, paladar blando y parte posterior de la boca (istmo de las fauces) y pueden dejar una cicatriz después de la curación. Suelen acompañarse con dolor de mayor intensidad, fiebre, dificultad para la deglución de alimentos y malestar general.
El 10% restante de las aftas se presentan como lesiones múltiples recurrentes, agrupadas en racimos -como las de las infecciones virales (herpetiforme)- de al menos diez (o hasta cien) úlceras que pueden estar presentes al mismo tiempo, con tamaños de 2-3 mm pero que pueden fusionarse dando aspecto de úlceras más grandes y localizadas en cualquier parte de la cavidad oral. Suelen ser de presentación más común a edad mayor.
Para identificar la causa específica, es necesario realizar una historia detallada de las características en el paciente que puedan orientar a su posible origen, señalando a continuación algunos datos para poder considerar su importancia de atención adecuada.
Las originadas por traumas pueden ser las más fáciles de poder identificar, ante influjo térmico, químico o mecánico que surgen con la aplicación directa de calor, acidez o presión. Se pueden encontrar también por maniobras repetitivas o por mordeduras en niños con discapacidad mental y trastorno del espectro autista, o con antecedente de una convulsión. Otras causas traumáticas de úlceras repetitivas pueden ser los aparatos dentales mal ajustados, cepillado de dientes agresivo. Los hábitos de rechinar los dientes por las noches (bruxismo) puede generar úlceras recurrentes en las mejillas, además de otros datos como daño del esmalte dental o deformación de la lengua. Por efecto de radioterapia en cabeza y cuello, puede producirse enrojecimiento, atrofia y úlceras de la mucosa oral con o sin aparentes membranas. Durante el proceso de la dentición, puede aparecer una úlcera en forma de sacabocado en la parte lateral de la lengua, pero puede también encontrarse en las encías y otras áreas. En el recién nacido puede estar una úlcera a nivel del paladar causada por la presión del pezón sobre el paladar.
Dentro de las causas de tipo infecciosos, tenemos una variedad especial con virus y bacterias específicas, destacando en especial la que se produce por el virus del herpes simple tipo 1, que es la causa viral más común de úlceras orales. Se presenta en niños de 6 meses a 5 años. Se manifiesta por enrojecimiento de la mucosa de la boca, con fiebre, vesículas de 2-5mm de tamaño que sangran fácil y sanan sin dejar cicatrices en 15-20 días. Una tercera parte de estos pacientes desarrollan episodios recurrentes de herpes labial. La herpangina afecta a menores de 5 años con dolor de garganta súbito, fiebre y múltiples úlceras en la parte más posterior de la boca, en especial en época de verano. La enfermedad de mano-pie-boca ocurre en la parte frontal de la boca y además lesiones en plantas de los pies y las palmas de las manos. Otras causas infecciosas menos frecuentes incluyen: citomegalovirus, tuberculosis, sífilis, difteria y espiroquetas. Los hongos causan úlceras en forma más especial en pacientes inmunocomprometidos y pueden asociar: histoplasmosis, blastomicosis, paracoccidiomicosis y zigomicosis.
Por deficiencia nutricional, pueden presentarse aftas ante la deficiencia del complejo de vitamina B, ácido fólico, hierro o zinc, en especial como aftas menores.
Las enfermedades gastrointestinales pueden condicionar lesiones recurrentes, como la enfermedad celíaca que manifiesta, además: dolor abdominal, hinchazón y diarrea. Otra condición es la enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa) que se sospecha cuando los fuegos asocian hinchazón labial, enrojecimiento alrededor de la boca y/o heridas en comisura bucal.
Algunos medicamentos se asocian a la aparición de estas aftas, como: antiinflamatorios no esteroideos, antibióticos, antidiabéticos orales, antihipertensivos, antiagregantes plaquetarios que causan lesiones aisladas más frecuentes en el costado de la lengua. Por mecanismo inmunológico inducido por medicamentos (Síndrome de Stevens-Johnson) se refieren las sulfas, antiepilépticos o antibióticos, desarrollando lesiones dolorosas en la cavidad bucal y múltiples lesiones vesiculares o ampollosas en todo el cuerpo.
Las enfermedades autoinmunes pueden manifestar aftas en una gran variedad de ellas, mencionando solo las más significativas: lupus eritematoso, síndrome PFAPA (fiebre periódica, estomatitis aftosa, faringitis y adenitis), síndrome de Sjögren (con salivación escasa y crecimiento parotídeo), síndrome de Reiter (artritis, conjuntivitis y uretritis), enfermedad de Behcet (con otras manifestaciones sistémicas), vasculitis autoinmunes, pioderma gangrenoso, enfermedad IgA lineal, pénfigo vulgar y ampolloso, eritema multiforme, sialometaplasia necrotizante, síndrome de Sweet y síndrome de Melkerrson Rosenthal, que en su mayoría son enfermedades desconocidas por la mayoría de médicos y de conocimiento con experiencia del reumatólogo pediatra.
El tratamiento local está dirigido a la prevención de la sobreinfección, combatir el dolor, y disminuir la inflamación, por lo que hay variedad de alternativas adecuadas, pero cuando las lesiones son secundarias a una enfermedad de base, se recomienda la atención por el especialista correspondiente para tratar la enfermedad primaria.
En su mayoría corresponden a infección viral de buen pronóstico, pero ante la molestia, datos adicionales y recurrencia se impone la atención apropiada para evitar posibles complicaciones… y tampoco es válido la aplicación de remedios empíricos.
Es una condición muy común entre cualquier tipo de población pediátrica. comienzan en la niñez, pero afectan, principalmente, a adolescentes y adultos jóvenes, deteriorando de manera importante la calidad de vida. Suele representar un reto especial para el médico, el poder identificar su causa específica, ya que diferentes condiciones la incluyen entre sus manifestaciones y, la definición de su causa puede evitar su recurrencia y un manejo temprano de la patología primaria.
Para su aparición -además de la causa primaria-, se considera que el factor emocional (condiciones de mucha tensión) afecta al equilibrio inmunológico, generando reacción inflamatoria específica a la mucosa de la boca, para generar esas lesiones.
Ya formada la vesícula, al romperse su parte superior deja descubierta una úlcera sobre la mucosa que a continuación se llena de células de cicatrización, que le da aspecto de lesión blanca rodeada de enrojecimiento. Cuando la lesión de la mucosa dura más de 14 días, se le considera como crónica; de lo contrario, se considera como aguda. Cabe destacar que las úlceras crónicas pueden ser indoloras y deberían ser candidatos a biopsias, con el fin de descartar una etiología maligna o autoinmune. Cuando existe un periodo de curación que alterna con brotes de aftas, se le nombra úlceras recurrentes.
Por su tamaño se dividen en menores, mayores y herpetiformes. Las de menor tamaño son las más comunes en niños y adolescentes (75%) que varían entre 3 a 10 mm de diámetro y típicamente involucran mucosa de labios, mejillas, piso de la boca, región ventral y lateral de la lengua). Durante un episodio de aftas menores, se produce un máximo de cinco úlceras y duran de 10 a 14 días antes que cicatricen.
Las aftas mayores superan los 10 mm y son más profundas que las menores, persisten por más tiempo (más de seis semanas). Aparecen en mucosa labial, paladar blando y parte posterior de la boca (istmo de las fauces) y pueden dejar una cicatriz después de la curación. Suelen acompañarse con dolor de mayor intensidad, fiebre, dificultad para la deglución de alimentos y malestar general.
El 10% restante de las aftas se presentan como lesiones múltiples recurrentes, agrupadas en racimos -como las de las infecciones virales (herpetiforme)- de al menos diez (o hasta cien) úlceras que pueden estar presentes al mismo tiempo, con tamaños de 2-3 mm pero que pueden fusionarse dando aspecto de úlceras más grandes y localizadas en cualquier parte de la cavidad oral. Suelen ser de presentación más común a edad mayor.
Para identificar la causa específica, es necesario realizar una historia detallada de las características en el paciente que puedan orientar a su posible origen, señalando a continuación algunos datos para poder considerar su importancia de atención adecuada.
Las originadas por traumas pueden ser las más fáciles de poder identificar, ante influjo térmico, químico o mecánico que surgen con la aplicación directa de calor, acidez o presión. Se pueden encontrar también por maniobras repetitivas o por mordeduras en niños con discapacidad mental y trastorno del espectro autista, o con antecedente de una convulsión. Otras causas traumáticas de úlceras repetitivas pueden ser los aparatos dentales mal ajustados, cepillado de dientes agresivo. Los hábitos de rechinar los dientes por las noches (bruxismo) puede generar úlceras recurrentes en las mejillas, además de otros datos como daño del esmalte dental o deformación de la lengua. Por efecto de radioterapia en cabeza y cuello, puede producirse enrojecimiento, atrofia y úlceras de la mucosa oral con o sin aparentes membranas. Durante el proceso de la dentición, puede aparecer una úlcera en forma de sacabocado en la parte lateral de la lengua, pero puede también encontrarse en las encías y otras áreas. En el recién nacido puede estar una úlcera a nivel del paladar causada por la presión del pezón sobre el paladar.
Dentro de las causas de tipo infecciosos, tenemos una variedad especial con virus y bacterias específicas, destacando en especial la que se produce por el virus del herpes simple tipo 1, que es la causa viral más común de úlceras orales. Se presenta en niños de 6 meses a 5 años. Se manifiesta por enrojecimiento de la mucosa de la boca, con fiebre, vesículas de 2-5mm de tamaño que sangran fácil y sanan sin dejar cicatrices en 15-20 días. Una tercera parte de estos pacientes desarrollan episodios recurrentes de herpes labial. La herpangina afecta a menores de 5 años con dolor de garganta súbito, fiebre y múltiples úlceras en la parte más posterior de la boca, en especial en época de verano. La enfermedad de mano-pie-boca ocurre en la parte frontal de la boca y además lesiones en plantas de los pies y las palmas de las manos. Otras causas infecciosas menos frecuentes incluyen: citomegalovirus, tuberculosis, sífilis, difteria y espiroquetas. Los hongos causan úlceras en forma más especial en pacientes inmunocomprometidos y pueden asociar: histoplasmosis, blastomicosis, paracoccidiomicosis y zigomicosis.
Por deficiencia nutricional, pueden presentarse aftas ante la deficiencia del complejo de vitamina B, ácido fólico, hierro o zinc, en especial como aftas menores.
Las enfermedades gastrointestinales pueden condicionar lesiones recurrentes, como la enfermedad celíaca que manifiesta, además: dolor abdominal, hinchazón y diarrea. Otra condición es la enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa) que se sospecha cuando los fuegos asocian hinchazón labial, enrojecimiento alrededor de la boca y/o heridas en comisura bucal.
Algunos medicamentos se asocian a la aparición de estas aftas, como: antiinflamatorios no esteroideos, antibióticos, antidiabéticos orales, antihipertensivos, antiagregantes plaquetarios que causan lesiones aisladas más frecuentes en el costado de la lengua. Por mecanismo inmunológico inducido por medicamentos (Síndrome de Stevens-Johnson) se refieren las sulfas, antiepilépticos o antibióticos, desarrollando lesiones dolorosas en la cavidad bucal y múltiples lesiones vesiculares o ampollosas en todo el cuerpo.
Las enfermedades autoinmunes pueden manifestar aftas en una gran variedad de ellas, mencionando solo las más significativas: lupus eritematoso, síndrome PFAPA (fiebre periódica, estomatitis aftosa, faringitis y adenitis), síndrome de Sjögren (con salivación escasa y crecimiento parotídeo), síndrome de Reiter (artritis, conjuntivitis y uretritis), enfermedad de Behcet (con otras manifestaciones sistémicas), vasculitis autoinmunes, pioderma gangrenoso, enfermedad IgA lineal, pénfigo vulgar y ampolloso, eritema multiforme, sialometaplasia necrotizante, síndrome de Sweet y síndrome de Melkerrson Rosenthal, que en su mayoría son enfermedades desconocidas por la mayoría de médicos y de conocimiento con experiencia del reumatólogo pediatra.
El tratamiento local está dirigido a la prevención de la sobreinfección, combatir el dolor, y disminuir la inflamación, por lo que hay variedad de alternativas adecuadas, pero cuando las lesiones son secundarias a una enfermedad de base, se recomienda la atención por el especialista correspondiente para tratar la enfermedad primaria.
En su mayoría corresponden a infección viral de buen pronóstico, pero ante la molestia, datos adicionales y recurrencia se impone la atención apropiada para evitar posibles complicaciones… y tampoco es válido la aplicación de remedios empíricos.