Mostrando entradas con la etiqueta ALERGIA A ALIMENTOS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ALERGIA A ALIMENTOS. Mostrar todas las entradas

Alergia a alimentos


La alergia a los alimentos se expresa con alteraciones orgánicas variadas, en forma posterior inmediata a la ingesta de alimentos específicos.
Entre sus manifestaciones podemos encontrar variedades. En su evolución, algunas simples y de instalación gradual; y otras, generalizadas con manifestaciones agudas con riesgo alto de mortalidad. Por sus alteraciones específicas hay gran diversidad como: dolor abdominal, diarrea, sangre en evacuaciones, inflamación de labios, alteraciones de la piel como ronchas, comezón corporal, congestión nasal, escurrimiento, ronquera (disfonía), respiración rápida o con dificultad respiratoria, hasta ahogamiento súbito con pérdida de conocimiento y muerte.
La mayoría de los casos de alergia alimentaria, empiezan en los primeros dos años de la vida. La mayor prevalencia se observa al año de edad,  disminuyendo progresivamente hasta los años escolares.
De acuerdo a la Organización de Alimentos y Agricultura (FAO), 170 alimentos aproximadamente pueden provocar manifestaciones alérgicas, de los cuales ocho son responsables del 90% de los casos de alergia alimentaria.
En este grupo podemos incluir la leche de vaca, huevo de gallina, pescado, crustáceos, cacahuate, soya, nueces y trigo.
Los estudios de seguimiento, establecen que la alergia a la leche de vaca, huevo de gallina, trigo y soya afectan principalmente a los menores de dos años, pero es posible que desarrollen tolerancia con el paso de los años, observando que hasta el 85% de los alérgicos a la proteína de la leche y 66% de los alérgicos al huevo se hacen tolerantes a los cinco años de edad.
En contraste, la respuesta a cacahuate, nueces, pescado y crustáceos es más persistente y puede durar toda la vida, ya que se ha observado que solamente el 20% de los alérgicos al cacahuate se vuelven tolerantes posteriormente.
Por otra parte, la respuesta alérgica a frutas y vegetales es leve, y generalmente se desarrolla en la etapa preescolar, como consecuencia de la semejanza en su composición química con algunos pólenes.
En una alergia alimentaria, el organismo reacciona como si determinado alimento fuera nocivo. De forma secundaria el sistema inmunitario (que lucha contra las infecciones y las enfermedades corporales), fabrica defensas (anticuerpos a base de inmunoglobulina tipo E), contra la sustancia que se identifica como generador de alergia (alérgeno) alimentaria.
En la siguiente ocasión que la persona se exponga a ese alimento, su organismo reacciona de forma inmediata, liberando la inmunoglobulina E que en contacto con algunas células especiales (mastocitos), eliminan diversas sustancias químicas en el torrente sanguíneo, que son las responsables de las manifestaciones variadas localizadas a nivel digestivo, o generalizadas de acuerdo a la sensibilidad particular.
Las alergias alimentarias se presentan con reacciones inmediatas o retardadas. Las inmediatas ocurren dentro de minutos u horas, pudiendo desarrollar ronchas, hinchazón de la cara, silbidos en el pecho con dificultad respiratoria.
Las reacciones alérgicas graves, cuyos efectos están muy extendidos en todo el cuerpo afectando vías respiratorias y sistema cardiovascular de forma súbita, son identificadas como reacciones de anafilaxia. Pueden condicionar la muerte en caso de no recibir un tratamiento adecuado de forma inmediata. Afortunadamente este tipo de reacción es relativamente rara, pero niños que la manifiesten y la superen, requieren vigilancia estrecha posterior para evitar la ingesta accidental de la sustancia de riesgo, que puede encontrarse en cantidades mínimas en composición de otros alimentos.
Las reacciones retardadas ocurren luego de horas o días posteriores a la ingesta del alimento. Entre los síntomas se pueden incluir vómitos, dolores, diarrea, sangre en las evacuaciones o deficiencia en el crecimiento de un niño y erupciones o ronchas. Las reacciones retardadas son las formas más comunes de alergia alimentaria, pero por no ser tomadas en cuenta, pueden pasar desapercibidas y recibir tratamientos sin mejoría favorable.
Es frecuente que la gente confunda las alergias con la intolerancia alimentaria ya que pueden tener manifestaciones muy parecidas; con la diferencia, que la intolerancia no incluye la participación del sistema de defensas (inmunológico), es provocada por una incapacidad para poder digerir una sustancia específica como la lactosa, y generalmente son experiencias desagradables pero no peligrosas.
La condición para que un niño desarrolle o no una alergia, está influido en parte por la herencia. Así si uno de los padres (o hermano) padece de problemas alérgicos en general, el niño tendrá entre 40 y 60% de posibilidades de desarrollar algún tipo de alergia aunque no necesariamente alimentaria, y en caso que ambos padres cuenten con el antecedente, el riesgo se incrementa hasta el 80%. Estos antecedentes permiten identificar a los niños con alto riesgo de alergia.
A fin de disminuir la posibilidad de desarrollar enfermedades alérgicas (entre ellas la alimentaria), se deberá de considerar que los niños con alto riesgo, deberán de observar ciertos factores específicos susceptibles de modular, como son: alimentación particular de la madre durante el embarazo (dieta rica en ácidos grasos especiales) sin restricción de alimentos, exposición de la madre a la inhalación de partículas contaminantes (humo de cigarro en especial), parto por vía vaginal, alimentación exclusiva con leche materna en forma prolongada (mínimo ocho meses, evitando el empleo de fórmulas industriales), introducción tardía de alimentos diferentes a la leche materna (ablactación), exposición a microbios o chupeteo de objetos sucios (teoría de la higiene) en los primeros dos años de vida, exposición a humo de cigarro o partículas muy finas, y empleo de medicamentos específicos que afecten al desarrollo de la respuesta inmunológica en etapa temprana.
El seguimiento de estos pacientes potenciales, deberá de incluirse en las revisiones periódicas mensuales, de sus manifestaciones clínicas específicas y estudios de laboratorio de marcadores químicos relacionados, para verificar su evolución y al notar datos presuntivos, permitir su envío en forma temprana al especialista en estas enfermedades (alergólogo).
La alimentación en los primeros meses de vida es un factor influyente a esta alteración, que en nuestro medio por las condiciones laborales de la madre, es fácil de ser interrumpida en su aporte constante, con el recurso de ofrecer las fórmulas industriales por familiares a cargo; o en la peor situación, las guarderías que cuidan de los niños, son las “vías burocráticas” para exigir la alimentación con fórmulas industriales y ablactación rutinaria (temprana), permitiendo que las proteínas de origen animal (vaca) y otros, puedan desencadenar en los niños de riesgo, el desarrollo de esta enfermedad. También la ignorancia en nuestras comunidades marginadas permite el aporte de otras alternativas (burra, cabra, “probaditas” –ablactación-) que en pacientes susceptibles, les inicia su alteración en etapas tempranas; y en la mayoría de las ocasiones, con manifestaciones tardías reflejadas en estados de desnutrición. Hay alternativas para seguir dando leche materna con la madre trabajadora, y la ablactación será individual.
Si su hijo tiene antecedentes familiares alérgicos, factores de riesgo asociados y manifestaciones clínicas compatibles, no dude en acudir a valoración correspondiente, a fin de establecer el manejo de forma adecuada para evitar alteraciones crónicas o la desagradable impresión de un cuadro de anafilaxia.