Constituye una reacción adversa del sistema inmunológico que se produce por la ingestión, contacto y/o inhalación de las proteínas presentes en el huevo, generando en el paciente sensible: manifestaciones diversas que pueden afectar la piel, mucosas, sistemas digestivo y/o respiratorio, que en ocasiones puede establecer una amenaza para su vida.
El huevo de
gallina es una de las principales fuentes de proteínas en la alimentación
humana y, después de la alergia a las proteínas de la leche de vaca, es la
segunda causa de alergia alimentaria más frecuente en los niños. Por otra
parte, la existencia de muchos productos comerciales que contienen sus proteínas
hace que se considere como una de las causas comunes de alergia a los
alimentos.
Los dos
componentes del huevo: clara y yema pueden provocar alergia, pero la clara por
tener mayor cantidad de proteínas es la más alergénica. En la clara están
presentes tres tipos de proteínas, de las cuáles solo una (ovomucoide) es
parcialmente estable al calor, ya que las otras (ovoalbúmina y conalbúmina)
sufren desnaturalización con este proceso y ante eso son menos viables de
llegar a generar respuestas de sensibilización.
En la yema, la
principal proteína que puede desencadenar en ocasiones reacciones alérgicas es
la ovoalbúmina, que se encuentra también presente en las plumas y carne de las
aves. Así las personas con alergia a este tipo de proteína (ovoalbúmina) serán
portadoras de la enfermedad conocida como ave-huevo, con aparición de
alteraciones respiratorias al inhalar plumas y, manifestaciones alérgicas de
piel y digestivas al comer huevo y carne de diversas aves ante la presencia de
reactividad cruzada de esta proteína.
Por estimaciones
estadísticas realizadas en diferentes poblaciones, se establece que la alergia
al huevo afecta del 0.5 al 2% de los niños menores de dos años y de acuerdo con
el tipo de ingesta un 0.6% para el huevo cocido y hasta un 1.4% para la clara
cruda.
Los estudios han
encontrado que la mayoría de las personas alérgicas al huevo, pueden tolerar
los huevos horneados o muy calentados ya que el calentamiento desnaturaliza la
proteínas que pueden causar sensibilización y desarrollo de manifestaciones
alérgicas, pero los determinantes específicos de la proteína ovomucoide no
suelen alterarse por el calentamiento extenso y depende luego de la función del
ácido gástrico y su digestión en ese lugar, que en caso de no ser tan
eficiente, podrá permitir que esos determinantes causen desarrollo de
manifestaciones alérgicas a su paso intestinal, lo que puede explicar por qué
algunos pacientes presentan reacciones de contacto con la piel al huevo pero no
reacciones con su ingestión.
Los cuadros de
alergia suelen manifestarse en forma inicial durante el primer año, porque
coincide con la introducción del huevo en la dieta. La yema que es la primera
que se incorpora a la dieta, es habitualmente bien tolerado, pero con la
introducción del huevo completo incluyendo la clara, pueden aparecer las
primeras manifestaciones.
Aún así, la
tolerancia puede aumentar de forma progresiva de forma que a los dos años
toleran el huevo el 20% de los inicialmente afectados, a los tres años el
30-35% y a los cinco años un 55% de los casos. En los adultos se describe con
una prevalencia de 1%.
Como la mayoría de
las reacciones alérgicas especificas de un mecanismo particular, las
alteraciones suelen desencadenarse con inicio rápido que por lo general es
entre minutos a dos horas posteriores a la ingestión, con manifestaciones a
base de: picor en la boca, enrojecimiento, hinchazón o inflamación de labios y
párpados, sin ser raros los síntomas digestivos asociados en ese momento como:
vómitos, dolor abdominal y diarrea. Con menor frecuencia, pueden aparecer
alteraciones respiratorias que en raras ocasiones puede evolucionar a
compromiso respiratorio y riesgo para la vida, dependiente de factores
particulares del niño afectado.
La mayoría de las
ocasiones, las alteraciones de alergia quedan limitadas a alteraciones en la
piel con presencia de manchas con enrojecimientos y sensación de comezón. La
gravedad de las reacciones puede ser impredecible y variar de un episodio a
otro.
Como reacción de
extrema gravedad, puede desarrollar un estado de anafilaxia, en donde el
progreso de las manifestaciones se da en forma súbita y muy veloz, con
hinchazón o inflamación de mucosas de forma muy importante, al grado que el
interior del sistema de conducción respiratorio puede tener compromiso en su permeabilidad,
en especial, a nivel de las cuerdas vocales y, ser factible de causar asfixia
grave con muerte secundaria. Así la alergia al huevo es potencialmente mortal y
los asmáticos en particular, tienen un alto riesgo de reacciones alérgicas
graves.
Existe otro grupo
de alteraciones de la enfermedad, dependiente de otro tipo de mecanismo inmune
particularmente involucrado. Se caracterizan por no desarrollarse en forma
inmediata a la ingesta del huevo. Puede presentarse con reacción en la piel
compatible como una inflamación crónica o eccema (dermatitis atópica), que se
nota con mejoría al eliminar la ingesta de huevo, lo que luego provoca
disminución de la extensión y de la gravedad de afección de la piel. pero si
tienen recurrencia de la ingesta de huevo, se notará el brote tardío en su piel
uno o dos días después de su ingesta.
En otras
ocasiones, puede causar alteraciones de dificultad para el paso de alimentos
como reacción inflamatoria tardía (uno o dos días posteriores) a nivel del
esófago; y en otras ocasiones, puede causar inflamación intestinal, con
desarrollo de vómitos recurrentes, palidez, decaimiento y diarrea de dos a seis
horas después de su ingesta. Este último cuadro habrá que considerar también en
el caso de niños alimentados con leche materna, que tengan problemas de
absorción (no suban de peso), donde la supresión del huevo a la madre podrá
mejorar su desarrollo físico, aquí el cuadro se desencadena por la exposición
al huevo que ocurre a través de la leche materna.
Estos cuadros de
preferencia deben ser evaluados y controlados por el gastroenterólogo y/o
alergólogo pediatra para definir e interpretar de forma apropiada los estudios
por realizar al afectado y dar seguimiento a su evolución. Para comprobar la
enfermedad puede ser suficiente con notar la mejoría clínica al suprimir la
ingesta de huevo, para comprobar su tolerancia y/o recurrencia de
manifestaciones a una edad mayor.
Las alteraciones
digestivas de vómitos, dolor abdominal y diarrea que se producen después de la
ingestión de huevo poco cocido, también pueden corresponder a una intoxicación
alimentaria o una infección bacteriana (salmonella o campylobacter) más que a
proceso alérgico y esto lo podrá definir el médico general o pediatra, al notar
que, en estos casos el inicio de los síntomas corresponde de 8 a 72 horas luego
de la ingesta.
En su tratamiento,
es necesario suspender todo tipo de alimentos que se relacionen en su composición,
con la clara de huevo (que se ocupa en panadería para dar brillo a la
superficie de los panes). Se debe revisar en las etiquetas de ingredientes si
se encuentra incluido el huevo o de forma específica el ovomucoide, y también
estar pendiente de registrar cada alimento, para revisar posteriormente si hay
desarrollo de alteraciones, a fin de evitar su consumo en tiempo posterior.
En cuanto a
aplicación de vacunas, existe el temor en quienes se conocen con alergia al
huevo, ya que en su preparación la mayoría de las vacunas antigripales
(influenza) por vía intramuscular y la intranasal, se cultivan en líquido de
embriones de pollo. Como resultado, hay una pequeña cantidad de proteína de
huevo en esas vacunas y un riesgo teórico de inducir una reacción alérgica al
administrar la vacuna contra influenza a un individuo con alergia al huevo,
pero este riesgo es mucho menor del que puede correr en caso de no aplicarse la
vacuna, si se presenta la influenza. Solo tiene consideración especial quienes
tienen alergia al huevo y deben aplicarse la vacuna contra la fiebre amarilla
por su tipo de preparación especial… ante la duda pregunte al especialista.