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Enfermedad inflamatoria pélvica


Es la alteración como respuesta inflamatoria de los genitales internos femeninos, ante una infección que se desarrolla en su interior, que incluye distintas fases evolutivas, así como la participación de cualquiera de sus localizaciones orgánicas, de las cuales la inflamación de las trompas de Falopio suele ser la forma más habitual, pero puede incluir también al útero (matriz) y los ovarios.
Esta entidad puede aparecer en cualquier momento de la vida reproductiva de la mujer, pero es mucho más alto el riesgo de aparición durante la adolescencia y juventud, se acepta que en las menores de 20 años este llega a ser tres veces mayor que en el grupo de 25 a 29 años. Participa de forma importante a esta condición el hecho que a estas edades el tejido celular de las trompas de Falopio se extiende más allá de su límite de los adultos, que lo expone al medio vaginal (ectopia cervical) facilitando la invasión por bacterias y además modifica el grado de acidez vaginal que también es otro medio de defensa contra bacterias.
Otros factores de riesgo importantes incluyen a quienes tienen parejas sexuales múltiples y quienes se someten a instrumentación del cuello uterino (abortos) y/o manipulaciones genitales contaminadas. Esta enfermedad es poco común que afecte a las niñas o adolescentes antes de su primera menstruación (menarca), también en quienes no tienen relaciones sexuales y en quienes solo tienen una pareja sexual por tiempo prolongado y que se encuentre libre de enfermedades de transmisión sexual.
La mayor frecuencia de esta enfermedad en adolescentes y jóvenes se explica, entre otras cosas, por la estrecha asociación existente con las infecciones de transmisión sexual. Hoy día se considera que en más del 90 % de todas las alteraciones inflamatorias pélvicas se encuentra presente un episodio reciente de infección por transmisión sexual. La minoría restante puede ser causado por gérmenes de origen genital, digestivo o respiratorio que han colonizado el tracto genital inferior.
La práctica de conductas sexuales de riesgo es una característica común en estas edades, lo que hace que este sector de la población esté sometido a un riesgo más elevado de esta enfermedad y sus consecuencias posteriores (secuelas). El empleo de dispositivo intrauterino en mujeres adolescentes o jóvenes es un factor de riesgo adicional y las prácticas sexuales aberrantes. Como factor de protección se incluye el empleo adecuado de preservativos y anticonceptivos orales.
Se considera que un tercio de las mujeres con la enfermedad inflamatoria pélvica, van a tener más de un brote sucesivo, el segundo de los cuales aparece, en la mitad de las pacientes, en el primer año posterior al episodio inicial. La falta de tratamiento de la pareja, la lesión tubárica residual, el tratamiento incompleto o la persistencia de conductas sexuales riesgosas y factores de riesgo, son determinantes en la cronicidad del proceso y mal pronóstico futuro para su fertilidad.
En el desarrollo de la enfermedad se acepta que el germen de transmisión sexual afecta primero la entrada a la matriz (endocérvix), posteriormente en presencia de condiciones y factores favorables asciende y coloniza el tracto genital superior, convirtiéndose más tarde en una infección polimicrobiana (por desequilibrio entre los gérmenes benéficos y los dañinos) en la cual participan múltiples organismos, la mayoría de los cuales son componentes de la flora microbiana habitual de la vagina. Por las contracciones uterinas durante el orgasmo, el ingreso de espermatozoides y modificación de la acidez superficial de los tejidos internos, se facilita el ingreso de las bacterias anormales y ante su invasión a los tejidos genitales superiores, se desarrolla la respuesta inflamatoria de defensa que, con liberación de sustancias especiales, genera modificaciones al flujo sanguíneo y liberación de otros componentes que generan dolor por inflamación aguda. 
Las manifestaciones de esta enfermedad pueden tener un amplio margen de variantes de acuerdo con los órganos involucrados y la respuesta orgánica específica. De forma más habitual suele ser un cuadro de aparición brusca con manifestaciones intensas de inflamación en región pélvica; con posibilidad de causar una infección grave (sepsis) de tipo mortal, pero en ocasiones menos comunes, puede tener algunas alteraciones menos dolorosas durante semanas o meses, que incluso pueden pasar desapercibidos y sospecharse luego ante su consecuencia de infertilidad. La extensión del proceso inflamatorio a otros órganos cercanos puede también manifestar otras alteraciones adicionales llegando a incluir reacción inflamatoria de la envoltura hepática.
Cuando la evolución de la enfermedad es aguda, se reportará la paciente con dolor abdominal inferior, en forma bilateral y de intensidad moderada que suele incrementar con los movimientos bruscos, con inicio durante la menstruación o poco después. En la mayoría el dolor es en intensidad de leve a moderada. Solo quienes tienen compromiso mayor con inflamación de las capas intestinales (peritonitis) o acumulación de pus (absceso) dentro de la cavidad pélvica expondrán dolor muy intenso, sensibilidad mayor y fiebre acompañante. Como alteraciones adicionales se nota: sangrado genital anormal, alteraciones de micción y existencia de flujo vaginal anormal. Cuando la inflamación incluye al hígado habrá dolor en la parte superior derecha del abdomen que podrá confundir la enfermedad con una inflamación de la vesícula.
Cuando se produce la acumulación de pus en el trayecto del tubo hacia el ovario (trompa de Falopio) el dolor puede incrementar y la palpación de la zona afectada causa dolor de mayor intensidad, agregando la presencia de fiebre. Cuando esa colección ya permite la fuga de material purulento, hay reacción de las capas intestinales (peritoneo) que produce dolor abdominal intenso generalizado, puede asociar náusea y vómito que suele confundirse con otras enfermedades que puedan requerir de cirugía urgente.
Cuando la intensidad del dolor no es importante, no se acompaña de fiebre y/o sus molestias no se modifican con el movimiento, suele confundirse con un dolor asociado a la menstruación que, en ocasiones, mejora con ingesta de analgésicos y en otras no se hace necesario. En forma lamentable este cuadro posteriormente se podrá considerar cuando exista infertilidad por problemas de permeabilidad de la trompa de Falopio.
En forma simple, habrá de sospecharse esta alteración en toda adolescente o joven que refiera dolor en la parte baja abdominal (vientre) de intensidad variable, con antecedente de relaciones sexuales y diferentes parejas (que en la mayoría de las ocasiones no lo confiesan al interrogatorio inicial), con maniobras genitales alteradas (duchas vaginales, cuerpos extraños, dispositivos intrauterinos, manos sucias, etc.) y asocie alteraciones de sangrado, flujo genital o de micción para realizar estudios que lo confirmen o lo descarten, a fin de proporcionar un tratamiento oportuno que evite como daño inmediato el desarrollo de sepsis en cavidad abdominal como riesgo de mortalidad a corto plazo; o bien evitar como secuela a largo plazo la infertilidad o embarazos ectópicos, por no lograr implantarse en el interior de la matriz.  
En la revisión que el médico debe aplicar se establecerá si ha iniciado su vida sexual, existencia de flujo genital, características del dolor que al manipular los genitales internos mostrarán mayor sensibilidad al dolor para confirmar este cuadro. Los estudios complementarán la sospecha por definir la inflamación y sitio más comprometido.
El tratamiento incluye antibióticos de preferencia por la vena para su acción rápida, y en la pareja para evitar la recurrencia. Como medidas preventivas debe incluir. evitar vida sexual riesgosa o parejas con enfermedad sexual, informar a las adolescentes de atender sus molestias genitales por insignificantes que consideren, evitar agresiones a genitales con medios sucios, emplear en relaciones sexuales protección de barrera, combatir infecciones genitales en forma temprana … y buena comunicación con la familia.