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Hiperlaxitud articular


Esta alteración se manifiesta, cuando los ligamentos de las diferentes articulaciones corporales proporcionan una elasticidad mayor, que permite una movilización excedente a lo habitual. Esta condición es habitual y transitoria en la mayoría de los menores de cinco años y va disminuyendo con la edad, pero un 2% de los casos continúa con esta hipermotilidad excesiva que se prolonga en el tiempo.
Bajo condiciones normales, las estructuras articulares con su componente principal (colágeno), se engrosan de forma progresiva en la medida que va alcanzando un mayor desarrollo al paso del tiempo, condicionando que la elasticidad vaya disminuyendo a un estado normal en la maduración articular. La alteración se debe a una modificación en el colágeno del tejido conectivo, que es el encargado de proporcionar resistencia y fortaleza a diferentes estructuras de nuestro organismo, especialmente en ligamentos, tendones, músculos, cartílagos, vasos sanguíneos y piel. La alteración de estas proteínas, hace que esas estructuras sean más elásticas y delgadas de lo normal, pero también más frágiles, lo que facilita la aparición de lesiones con mayor facilidad tras traumatismos relativamente poco intensos
En la mayoría de los niños y adolescentes no causa problemas y no requiere tratamiento, incluso otorga ventajas en actividades deportivas que requieren flexibilidad como gimnasia y ballet; y en caso extremo para el desarrollo adulto el de los contorsionistas. Sin embargo, a veces puede producir dolor articular y muscular, con predisposición a esguinces y luxaciones; y así, definimos este cuadro como “síndrome de hiperlaxitud articular benigna”
La frecuencia del síndrome (hiperlaxitud + síntomas) no está bien establecida, pero la mayoría de niños y adolescentes muy elásticos no tienen síntomas por su mayor elasticidad, ya que sólo un 5-10 % de todos ellos, sufren algún tipo de problema.
Este cuadro de hiperlaxitud señalado con terminación benigna, se emplea para poder diferenciar de la elasticidad presente en enfermedades específicas congénitas, en donde la elasticidad excesiva se asocia con otras alteraciones. Como ejemplos podemos señalar la que se presenta en los niños de trisomía 21 y síndrome de Marfan. En la trisomía se asocia con alteraciones corporales y afección al desarrollo neuromotor; y en la otra, con alteraciones de la visión, extremidades, columna o anormalidades vasculares. La hiperlaxitud también se puede encontrar en otro tipo de enfermedades, como: reumatológicas, neurológicas, esqueléticas o metabólicas.
Si bien en general su curso es benigno, en ocasiones sus manifestaciones pueden llegar a ser bastante intensas y limitantes para los afectados. Uno de sus sellos característicos de esta alteración, relaciona la actividad física y empeoramiento de los síntomas posteriores al ejercicio, los cuales desaparecen con el reposo, mientras otras enfermedades persisten sin mejoría con el reposo.
Los síntomas que produce pueden ser de lo más variado, pero los más frecuentes son el dolor en músculos y articulaciones, sobre todo  en los miembros inferiores. Su aparición, con frecuencia está relacionada con las sobrecargas repetidas sobre alguna articulación. Los dolores pueden comenzar durante la infancia o la adolescencia y persistir, a temporadas, durante toda la vida. En ocasiones se llegan a producir derrames articulares, normalmente con ocasión de un esfuerzo o sobrecarga de la articulación, sobre todo en las rodillas. A veces se pueden escuchar “chasquidos articulares” que no tienen importancia pero que resultan desconcertantes y alarmantes a quien los percibe.
Pueden presentarse con mayor frecuencia alteraciones articulares, como tendinitis y sinovitis, pero de igual forma pueden ser frecuentes las torceduras de tobillo, dolores de cuello, las dislocaciones, lumbalgias, desviaciones de columna y los pies planos.
La hiperlaxitud fuera de las articulaciones causa otras  manifestaciones, siendo las más comunes el aumento de la elasticidad de la piel y una mayor facilidad para la aparición de moretones (equimosis), a veces sin recordar ningún golpe, o bien con golpes mínimos. Igualmente ha sido descrita a una mayor predisposición de padecer varices, hernias, estreñimiento, falta de control de micción, infecciones urinarias recurrentes, salida del recto (prolapso) o caída del útero, e incluso casos de presión arterial baja.
El cuadro puede sospecharse a desarrollar, desde el primer año de vida de los niños, al  notar que presentan articulaciones menos firmes y que se doblan con facilidad; que a menudo, sean considerados con el término de niño hipotónico. Pueden presentar las siguientes características: de recién nacidos no encogen las piernas y brazos como suele ser habitual, ni presentan rigidez en las caderas y rodillas. Por el contrario, al colocarles sobre una superficie plana tienden a estirar completamente sus extremidades inferiores, y no se observa rigidez en ellas. Son bebés menos activos que el resto, no patalean ni mueven sus articulaciones de forma vigorosa. No les gusta que les pongan boca abajo porque no tienen fuerza suficiente para apoyarse en los brazos y levantar su cabecita. Tardan más tiempo en alcanzar logros especiales del desarrollo, como rodar sobre sí mismos, sentarse o caminar. No suelen gatear, pues no tienen fuerza muscular suficiente para hacerlo. Cuando se les coloca en posición de gateo, a menudo tienden a tumbarse apoyándose solo en los brazos y separando ambas piernas que permanecen completamente tendidas en el suelo. En algunas ocasiones pueden llegar a desplazarse sentados, es decir, arrastrando su cadera. Cuando aún no caminan y se ponen de pie, se observa una hiperextensión de la rodilla hacia atrás, y en ocasiones separan mucho los pies y los giran hacia fuera. Cuando comienzan a sentarse lo suelen hacer con la espalda muy redondeada, las piernas curvadas y los muslos tocando el suelo. Algunos se sientan con las piernas completamente abiertas y estiradas, y son capaces de echar el tronco hacia adelante hasta el punto de llegar a tocar el suelo con la frente. Los niños con hiperlaxitud articular en una o más articulaciones a menudo pueden abrirse de piernas en 180º, extender los dedos de su mano hacia atrás, tocar el antebrazo con el pulgar, mover los codos y muñecas de forma exagerada, chuparse el dedo gordo del pie. En resumen, logran contorsiones especiales y adoptan posturas que son difíciles para otros.
Solo recuerde que cuando a cualquiera de estas condiciones se suma dolor u otros síntomas recurrentes, se puede ya considerar el cuadro como: Síndrome de Hiperlaxitud Articular. Este cuadro puede tener variantes en su manifestación, tales como: dolores articulares y de huesos, incluyendo dolor en la columna y los llamados "dolores de crecimiento". Dolor o dificultad a la hora de sostener un lápiz y escribir durante un tiempo prolongado. Problemas en las caderas, rodillas y pies planos laxos. Rechinido dental o problemas en la mandíbula. Pueden manifestar cansancio o debilidad.
Los síntomas de la hiperlaxitud suelen aparecer entre los tres y seis años, probablemente debido a los cambios en las actividades y demandas físicas de esa edad, lo que coincide con modificaciones en forma del cuerpo, fuerza muscular, equilibrio y soporte articular.
En general, las personas con hiperlaxitud también pueden presentar alteraciones posturales, con un patrón característico con aumento de la curvatura de la parte superior de la columna (cifosis), con aspecto de joroba, e incremento de la curva de la zona de cintura, rodillas juntas y desplazadas hacia atrás, pies planos con talones que se desvían hacia dentro. El médico cuenta con procedimientos específicos para calificar la hiperlaxitud y de acuerdo a los síntomas referidos, puede integrar el cuadro para considerar la valoración ortopédica y de  rehabilitación, para definir manejo específico, corregir posturas e incrementar el desarrollo de músculos y tendones afectados.  
Recuerde, su hijo pueda tener una elasticidad especial, pero si refiere molestias o dolor recurrente debe consultarlo de inmediato con su médico… “el crecimiento no duele”