La glándula
tiroides es una tejido que en forma de mariposa se encuentra en la parte
frontal del cuello, por encima del extremo central de los huesos de la parte
superior del pecho. Su función es liberar una hormona (tiroidea) que en sus atribuciones
tiene favorecer al crecimiento y desarrollo de los tejidos, mantener la función
adecuada en cada tejido generando la energía suficiente para su actividad
especializada.
La deficiencia en
la producción de esta hormona o de su efecto específico, produce la enfermedad
conocida como hipotiroidismo. Cuando hay deficiencia en sus efectos, la energía
para las funciones especiales de cada tejido disminuye y con ello, se afecta su
función particular. Así con deficiencia de hormonas tiroideas, se podrá
disminuir la producción de temperatura normal, actividad cardíaca,
respiratoria, digestiva, muscular, cerebral y otras más, para generar varias
alteraciones en variables grados de expresión. Si esta enfermedad se desarrolla
durante la etapa de crecimiento y maduración cerebral, se puede asociar con
retraso neuromotor y/o deficiencia en el rendimiento escolar.
Esta enfermedad
por su momento de aparición puede ser establecida como congénita, cuando está
presente desde el momento del nacimiento. Sin tratamiento esta condición
irremediablemente causa retraso neuromotor y físico, de forma irreversible a
menos de iniciar el tratamiento antes de pasar los dos primeros meses de vida.
La otra forma de esta enfermedad es la adquirida, que se manifiesta cuando
posterior a una etapa variable de función normal del sistema tiroideo, se
produce la deficiencia en la producción o en su efecto sobre los diferentes
tejidos, por lo que el niño o adolescente manifestará diferentes datos, tomando
en cuenta la edad en que se encuentre.
En la actualidad
con la realización del tamiz neonatal, el pronóstico es excelente en la forma
congénita, al poder identificarla en los niños afectados durante las primeras
semanas de vida y sobre todo cuando se inicia su manejo de forma inmediata.
La enfermedad
posterior (adquirida) suele ser difícil de detectar, por tener inicio con
manifestaciones de aparición sutil y progresiva. Alteraciones que los
familiares y algunos médicos, no toman en consideración, pero que básicamente se
sospecha cuando existen alteraciones del crecimiento, desarrollo puberal y del
rendimiento escolar.
Las causas de este
hipotiroidismo secundario, puede tener origen a nivel de la glándula tiroidea
(primario o periférico); o bien, del tejido cerebral especializado (secundario
o central) que la estimula.
La causa más común
de la forma adquirida se debe a una alteración del sistema inmunológico que
afecta a la función de la glándula tiroides (tiroiditis autoinmune) o
tiroiditis de Hashimoto (por quien la describió). En esta alteración, el
sistema inmunológico, que normalmente protege al cuerpo de las infecciones
invasoras, confunde las células de la glándula tiroides con invasoras y las
ataca, lo que provoca la inflamación de la tiroides. Con el tiempo, la
inflamación daña la glándula tiroides, lo que lleva a una disminución gradual
de los niveles de su hormona producida. Una vez que los niveles caen por debajo
del nivel normal (hipotiroidismo), el tejido cerebral especializado, se da
cuenta de esa condición y responde produciendo más hormona estimulante, para
tratar de que la glándula tiroides trabaje más y aumente los niveles de hormona
tiroidea, constituyendo los datos que se puede poner en evidencia con estudios
de laboratorio. Se ignora el motivo especial, por lo que algunas personas
lo padecen.
Otras causas no
tan frecuentes, se establecen ante otras enfermedades autoinmunes que en forma
secundaria afectan a la glándula tiroides, inflamación de la glándula después
de una infección viral, extirpación de la glándula mediante accidente o
cirugía, alteraciones en el consumo de yodo, exposición a radiación, empleo de
medicamentos como litio y algún anticonvulsivante, daño en el tejido cerebral
especializado. Con probabilidad a desarrollar la enfermedad, se incluyen:
Trisomía 21 (síndrome de Down), síndrome de Turner (cariotipo XO), diabetes
mellitus tipo 1 (juvenil), síndrome de Klinefelter (cromosomas X adicionales al
par XY), DiGeorge, Prader-Willi.
La forma de
considerar la existencia de esta enfermedad se puede establecer con disminución
en velocidad de crecimiento, alteraciones en desarrollo de características
puberales, afectación al rendimiento escolar y otras alteraciones adicionales.
La manifestación
más común en niños y adolescentes es la disminución en la velocidad de la
estatura, que en forma final condiciona una estatura baja. El retraso de
crecimiento causa disminución progresiva de la velocidad del crecimiento, que
con inicio insidioso puede estar presente por meses e incluso años (de ahí la
importancia de un seguimiento periódico para detectar en forma anticipada). La
maduración de los huesos se retrasa en forma notoria, por lo que la evaluación
de algunas radiografías especiales es un estudio adicional que debe realizarse
para hacerlo más objetivo. Durante la etapa preescolar y escolar (tres a nueve
años) la velocidad de crecimiento es promedio de 0.4-0.5 cm por mes, por lo que
los padres pueden supervisar el crecimiento cada dos meses, para verificar el
incremento de un centímetro cada dos meses como expresión normal.
El desarrollo
puberal se retrasa en la mayoría de los niños y adolescentes con déficit de
hormona tiroidea. En otras ocasiones, pueden manifestar datos de precocidad
sexual que se nota con el desarrollo de los senos y sangrado genital en las
niñas, mientras que los niños pueden manifestar crecimiento temprano de sus
estructuras genitales, en especial de los testículos en primer lugar. En raras
ocasiones, se puede presentar escurrimiento de leche por glándulas mamarias por
asociar otra alteración hormonal cerebral.
Otra
característica común es el rendimiento escolar alterado. El rendimiento a
menudo disminuye, pero mejora en algunos niños, quizás porque con esta
enfermedad, ya son menos activos y, por lo tanto, se distraen con menos
facilidad y son más capaces de concentrarse. Una razón del retraso en el
diagnóstico es que los padres ven estos últimos cambios como positivos; en
cambio, cuando hay deficiencia en el rendimiento, lo justifican debido a
distractores ambientales llegando a asociarse el maltrato secundario.
Otras alteraciones
que se pueden manifestar en algunos niños o adolescentes son: lentitud,
letargo, intolerancia al frío, estreñimiento, piel seca, cabello quebradizo,
hinchazón facial, dolores y molestias musculares. Aunque el hipotiroidismo
puede causar aumento de peso, este suele ser mínimo y atribuible a la retención
de líquidos más que al acúmulo de grasa. Si la causa es una enfermedad a nivel
del tejido especial cerebral, el niño puede tener dolores de cabeza, síntomas
visuales o manifestaciones de otras deficiencias de hormonas que se producen en
la zona especializada (hipófisis).
La causa
autoinmune (Hashimoto) puede causar alteraciones específicas en la actividad
cerebral, que se caracteriza en mayor frecuencia, con un inicio subagudo de
confusión o de alteración progresiva del estado de conciencia, convulsiones y
contracturas musculares espontáneas (brincos espontáneos y recurrentes de un
segmento muscular), que se atribuyen a la reacción inflamatoria que se produce
en el interior de los vasos sanguíneos cerebrales.
Para su
confirmación y control de tratamiento, es necesario realizar estudios de sangre
para comprobar los niveles de sustancias relacionadas a la estimulación de la
glándula y la eficiencia en la producción, además de controles radiográficos
para comprobar su desarrollo óseo. En forma adicional pueden solicitarse
estudios para comprobar la causa inmunológica y estudios de imagen de tiroides.
El notar quistes en la glándula tiroidea puede hacer factible su punción guiada
por ultrasonido.
La evaluación y
tratamiento debe establecerse por el subespecialista en endocrinología
pediátrica, para evitar deterioro en su crecimiento físico, desarrollo puberal
y su rendimiento escolar. No atenderse puede afectar su desarrollo y vida
profesional…