La adolescencia es la época del
desarrollo durante el cual los niños se convierten física, intelectual,
hormonal y socialmente en adultos. La adolescencia es una época turbulenta que
se encuentra llena de cambios y transformaciones variadas. El cambio de la
pubertad hacia la edad adulta, involucra maduración tanto a nivel sexual como
del comportamiento.
El desarrollo cerebral es diferente al
de todos los otros órganos del cuerpo. Este es el único que ya en el momento de
nacer o muy poco después, ha completado el número total de sus células, las que
persisten durante toda la vida, destruyéndose sólo algunas en la medida que se
envejece. Inmediatamente
después de nacer, el cerebro alcanza el máximo de velocidad de crecimiento, de
modo que a los catorce meses de edad llega ya a pesar 900 gramos, lo que
representa el 80% del peso definitivo. De allí en adelante la velocidad de
crecimiento disminuye, pero el proceso de “re cableado” continúa hasta
aproximadamente los 25 años.
Con el desarrollo de las tecnologías de
imagen a nivel cerebral, se ha descubierto que los procesos de maduración
neuronal, necesarios para un funcionamiento más adecuado, se continúan desde la
infancia, mostrando que antes de la pubertad se produce un repunte del
crecimiento de la materia gris, pero que luego es seguido por una disminución,
a un ritmo de 1% al año, durante todo el período de adolescencia. En la misma
medida, se incrementa el volumen de la materia blanca. Se piensa que el proceso
es la traducción de la interconexión de células nerviosas, que van siendo
estimulados por la experiencia.
Con el seguimiento de estas tecnologías
durante la adolescencia, se ha observado que desde la parte posterior del
cerebro, se va produciendo un cambio de materia gris a materia blanca, que
termina por cubrir hasta el lóbulo frontal, que sería el último que termina su
maduración. Este cambio en el aspecto, es resultante del crecimiento de
conexiones, y que la materia gris se va cubriendo paulatinamente con un
aislante (llamada mielina), con lo que se favorece a la organización de la
materia blanca, incrementando las conexiones neuronales de diferentes regiones
cerebrales.
Después de la proliferación neuronal, el cerebro se
recalibra desde el inicio de la pubertad hasta 24 años de edad, especialmente
en la corteza prefrontal. El cableado se logra por la mielinización y poda de
raíces nerviosas. Esta poda de terminales nerviosas elimina inusitadas uniones
y es considerado un proceso beneficioso, ya que aumenta la velocidad de
conducción de los impulsos a través de los planos inferiores del cerebro. La
mielinización también optimiza la comunicación de información y aumenta la
velocidad de procesamiento de la información.
Algunas regiones de circuitos nerviosos
específicos del cerebro, son viables a modificarse por influencias del impulso
sexual, alimentos y hábitos de sueño. La maduración del cerebro en los
adolescentes además de la herencia se influye por condiciones del medio
ambiente y de las hormonas sexuales que desempeñan un papel importante para la
maduración neurológica.
Durante la etapa de la adolescencia el
desarrollo de la corteza cerebral es muy significativo, condicionando de esa
forma, una etapa de la vida en la que se puede encontrar el mejor sustrato para
un funcionamiento intelectual más elevado en la vida del individuo. Aunado a lo
anterior, existe en la parte inferior e interna del cerebro, un sistema
nervioso compatible con el desarrollo cerebral logrado de especies inferiores
(sistema límbico), en los que se desarrolla (durante la adolescencia) una
estimulación más significativa a la experimentación de situaciones de riesgo y
placenteras corporales, que los inducen a adquirir experiencias corporales en
forma más directa; además, de no contar aún con el sistema de control de
impulsos y condición reflexiva que se irá desarrollando a nivel de la región
frontal del cerebro (riesgo a iniciar toxicomanías, actividades nuevas y de
peligro).
Este proceso de estimulación
incrementada en el sistema límbico, es el responsable del comportamiento
inicial que desconcierta a la mayoría de los padres, cuando el adolescente
temprano (primera parte de esa etapa), reacciona en ocasiones con una actitud
no mostrada durante la infancia, y es capaz de oponerse a planteamientos o
sugerencias familiares con actitudes hostiles hasta muy exageradas. El retraso
de la maduración del sistema frontal no le permite tomar una actitud sensata y
razonable, y ese comportamiento lo efectuará en la medida que se logre la
maduración de los sistemas de neurotransmisión de la región frontal; que a su
vez, su maduración estará influida por la presencia de las hormonas sexuales.
Esas condiciones de maduración cerebral,
establecen el comportamiento inmaduro e impulsivo, predominante y
característico de los dos primeros tercios de la etapa del adolescente. Así, no
resulta raro que haya adolescentes que sean vulnerables, por conducir
automóviles bajo los efectos del alcohol, describiendo ellos mismos una
sensación de seguridad o confianza excesiva…en que no les pasará nada, al igual
que en otras circunstancias: consumo de tóxicos, enfermedades venéreas,
embarazo, delitos, etc.
El comportamiento del adolescente se
influye por un función cerebral aún inmadura, en donde ante un estimulo en
particular, se obtiene una respuesta inmediata por centros nerviosos locales
específicos; mientras que el cerebro del adulto, permite obtener primero la
información de todos los centros activados, y coordinarlos con otros
localizados en regiones distantes, para efectuar una reacción o respuesta mejor
coordinada o analizada, suprimiendo varias respuestas impulsivas.
Estas funciones de maduración,
condicionan los actos del adolescente a conductas temerarias y en ocasiones a
respuestas agresivas, cada vez que les hacemos notar su posible labilidad a los
errores secundarios. Desafortunadamente, estas conductas son explotadas en
nuestra sociedad por grupos radicales de adultos, que incitan a los
adolescentes pertenecientes a grupos escolares o pandillas, a participar en
actos políticos o de intereses personales, para llevarlos a experimentar esas
sensaciones de riesgo contra la sociedad o contra estructuras de protección o
defensa, y los compensan o estimulan con el consumo de drogas o de alcohol,
bajo el amparo de una legislación que pretende recuperarlos en su etapa de
adaptación.
Se lamenta únicamente que durante esta
época de la vida, en que se cuenta con el punto más alto de neuronas
funcionales, no sean estimuladas de forma conveniente y que por falta de
actividad adecuada, sufran deficiencia en su desarrollo y queden en etapa estacionaria
sin evolucionar. En forma adicional, se ha demostrado que el consumo de drogas,
acción de neurotoxinas como de cafeína, alcohol y tabaquismo durante la
adolescencia, pueden afectar a la maduración normal del sistema nervioso
durante esa época de la vida, con resultados de daño cerebral, mayor
dependencia y comportamiento futuro con trastornos psicóticos.
A favor de estimular de forma
conveniente al desarrollo del comportamiento, quedan vigentes vigilar la
atención sobre conflictos familiares, inestabilidad emocional y las conductas
de riesgo, procurando mantener los valores adecuados de la sociedad ante un
ambiente familiar de mejor acercamiento y comprensión, orientación psicológica
apropiada y terapia educativa específica, a fin de seguir estimulando mayor
cantidad de neuronas. Influye también favorecer los periodos de sueño que en
esta etapa pueden ser frecuentes y/o prolongados, además de incluir en la dieta
el aporte de aceites de pescado y ácidos grasos.