Se
ha demostrado claramente que los niños tienen más oportunidades para el éxito
en su aprendizaje cuando reciben el apoyo activo de sus familias. Cuando usted
y otros miembros de su familia leen con sus niños, les ayudan con su tarea,
hablan con sus maestros, y participan en la escuela o en otras actividades
educativas, les abren grandes oportunidades y ventajas.
Además de ayudar a sus hijos a crecer sanos y felices, lo más importante que los familiares puede hacer por ellos es ayudarlos a desarrollar sus destrezas en lectura. No se exagera al decir que su capacidad para leer bien afecta directamente, no sólo el éxito que tendrán en la escuela, ya que también se influye a lo que puedan lograr en toda su vida. Cuando los niños aprenden a leer libros variados, queda en sus manos la llave que abrirá las puertas a todo el conocimiento. Pero sin esta llave, muchos niños quedan marginados. Leer con sus hijos desde edades tempranas y con la mayor frecuencia posible, se vuelve una prioridad, ya que la lectura es el camino seguro hacia el éxito en la escuela y en la vida, llegando a establecer que cuando los niños aprenden a amar los libros, aprenden a amar el aprendizaje.
Los niños aprenden la lectura paso por paso. La mayoría de los niños pueden leer a los siete años. Algunos tardan un poco más que otros, algunos necesitan más ayuda. Pero cuando los niños reciben la ayuda y apoyo adecuados desde muy temprano, las dificultades que pueden desarrollarse más tarde en la vida se pueden evitar.
Se debe considerar que no todos los niños aprenden al mismo paso. Y a pesar de aprender cosas nuevas, pueden tener sus “cosas favoritas”—libros y actividades que aprendieron en años anteriores—que todavía disfrutan y pueden continuar. El inconveniente más significativo son los familiares que no acostumbran la lectura.
El proceso para llegar a ser un buen lector involucra diferentes etapas, donde poco a poco, el desarrollo natural del niño y su forma particular de acumular el conocimiento necesario, le permite convertirse en un buen lector. Durante los primeros seis años, este proceso incluye: escuchar y aprender a hablar, escuchar historias que se les leen en voz alta y de preferencia con énfasis en sus emociones, fingen leer, aprenden a manipular los libros, conocen el material impreso, identifican letras por nombre y por sus formas, identifican sonidos individuales en el habla, inician escritura con garabatos y/o dibujos, conectan letras individuales con los sonidos que representan, asocian lo que ya saben con las lecturas que escuchan, pueden empezar a predecir lo que sucederá en las historias o poesías, asocian las combinaciones de las letras con los sonidos, reconocen palabras sencillas escritas, dan resumen de lo que se trata una historia, escriben las letras individuales del abecedario, escriben palabras, escriben oraciones sencillas e inician lectura de libros sencillos. Esta secuencia nos proporciona una idea general sobre como progresan los niños hacia la lectura.
Los bebés en etapas tempranas empiezan a recibir información por sus órganos de los sentidos; y de forma significativa, con los sonidos y las imágenes que les rodean. Esta condición valida el poder ayudarlos en su deseo de aprender que ellos manifiestan de forma natural y/o espontánea. Intentan imitar los sonidos que escuchan, interpretan nuestros movimientos y gestos. Por eso es muy importante sonreírles, hacerle gestos, cantar, hablarles y ofrecer diversidad de estimulación visual y auditiva.
Mientras que su niño todavía es un bebé debe incorporar la lectura a su rutina cotidiana. Seleccione un momento típicamente apacible, por ejemplo, justo antes de dormir. Así le dará una oportunidad de descansar entre la hora de jugar y la hora de dormir. Si es posible lea con él en su regazo o abrazándolo para que se sienta feliz y seguro en sus brazos. A medida que vaya creciendo, quizás comience a moverse un poco mientras usted le lee. Pero si se cansa o se inquieta demasiado, suspenda su lectura. Haga lo posible por que su lectura en voz alta sea un período cómodo que anticipe su hijo todos los días. Imagine su primera lectura de un libro: es muy diferente de tan solo hablarle, ahora le comienza a enseñar dibujos, se los señala y con la voz llena de emoción le explica la representación de los dibujos, así le demuestra que las palabras y los dibujos o las imágenes, tienen una conexión especial que buscará desarrollar la comprensión a los libros con todo lo que pueda disfrutar de ellos.
Trate de leer por lo menos por 30 minutos cada día con su niño. Al principio lea por unos cuantos minutos a la vez, varias veces al día. A medida que el niño vaya creciendo, usted podrá darse cuenta si él quiere leer por más tiempo. No se desaliente si de vez en cuando hay que perderse una sesión o si no siempre es posible tener el mismo itinerario. Vuelva a su rutina tan pronto sea posible, como una actividad divertida y compartida.
Familiarice a su niño con los libros desde que es bebé. Deje que juegue con libros hechos especialmente para bebés con portadas y páginas de cartón grueso; libros de tela que se pueden lavar, libros para estimular el tacto o la audición, o aquellos libros que tienen ventanitas tras las cuales su bebé puede descubrir sorpresas.
Enseñe las características de todo libro: su portada con imagen especial, que el libro tiene un inicio y un final, que está formado por hojas (páginas) que relatan hechos al ir pasando una a otra, que la lectura se realiza de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha en una página. Se evitará que al primer contacto traten de desprender las hojas.
A medida que lea, marque con el dedo por debajo de las palabras para mostrarle a su hijo que las letras cuentan la historia. Use voces divertidas y sonidos de animales. ¡No tenga miedo de sobreactuar! Esto ayudará a que su hijo se entusiasme con la historia.
Deténgase a mirar las imágenes; pídale a su hijo que nombre lo que vea en las imágenes. Hable sobre cómo las imágenes se relacionan con la historia. Invite a su hijo a participar imaginando lo que sucederá después en el texto. Si su hijo hace una pregunta, deténgase y respóndala. Explique algunos conceptos (que es un palacio, felicidad, valor, etc.) Es posible que el libro ayude a que su hijo exprese sus pensamientos y resuelva sus propios problemas, hágale saber que usted escucha con atención todo lo que dice, desarrollando en él la habilidad de pensar mientras habla, mientras usted le demuestra respeto a su conocimiento y motiva en su capacidad para seguir aprendiendo. Señale la forma de cada letra para relacionar con el sonido y las combinaciones de ellas para generar palabras que le faciliten su aprendizaje de lectura.
A partir de los seis años, busque libros que tengan historias más largas y más texto en las páginas, con fotos e información más apegada a la realidad y no solo sean cuentos ficticios. Tenga en consideración que estos niños ya disfrutan mayormente de los libros que se tratan de personas, lugares y cosas que son similares a las que ellos conocen. Los libros pueden tratarse sobre el lugar donde viven o sobre aspectos de su cultura, ya sea su religión, sus días festivos, o la manera en que se visten, pero también si tienen interés en temas especiales (ej. dinosaurios, historia, etc.) se le debe apoyar.
Una vez que su hijo comience a leer, haga que lea en voz alta. Esto puede ayudar a que su hijo tenga confianza en su capacidad de lectura y a que disfrute de aprender nuevas destrezas, además de permitirle detectar algunos errores en su desempeño.
Para motivar la continuidad de la lectura destine un tiempo específico (ej. Antes de dormir) que lo tome como tiempo de relajación, deje libros en la habitación de su hijo para que los disfrute por su cuenta y que sean de su interés particular, propicie también un lugar cómodo y bien iluminado, además fomente la curiosidad y los intereses de su hijo… presionar a un niño para que lea antes de que esté listo puede hacer que aprender a leer se vuelva una frustración. Fomentar el amor por el aprendizaje en un niño, contribuirá en gran medida a asegurar el éxito en la escuela y en la vida.
Además de ayudar a sus hijos a crecer sanos y felices, lo más importante que los familiares puede hacer por ellos es ayudarlos a desarrollar sus destrezas en lectura. No se exagera al decir que su capacidad para leer bien afecta directamente, no sólo el éxito que tendrán en la escuela, ya que también se influye a lo que puedan lograr en toda su vida. Cuando los niños aprenden a leer libros variados, queda en sus manos la llave que abrirá las puertas a todo el conocimiento. Pero sin esta llave, muchos niños quedan marginados. Leer con sus hijos desde edades tempranas y con la mayor frecuencia posible, se vuelve una prioridad, ya que la lectura es el camino seguro hacia el éxito en la escuela y en la vida, llegando a establecer que cuando los niños aprenden a amar los libros, aprenden a amar el aprendizaje.
Los niños aprenden la lectura paso por paso. La mayoría de los niños pueden leer a los siete años. Algunos tardan un poco más que otros, algunos necesitan más ayuda. Pero cuando los niños reciben la ayuda y apoyo adecuados desde muy temprano, las dificultades que pueden desarrollarse más tarde en la vida se pueden evitar.
Se debe considerar que no todos los niños aprenden al mismo paso. Y a pesar de aprender cosas nuevas, pueden tener sus “cosas favoritas”—libros y actividades que aprendieron en años anteriores—que todavía disfrutan y pueden continuar. El inconveniente más significativo son los familiares que no acostumbran la lectura.
El proceso para llegar a ser un buen lector involucra diferentes etapas, donde poco a poco, el desarrollo natural del niño y su forma particular de acumular el conocimiento necesario, le permite convertirse en un buen lector. Durante los primeros seis años, este proceso incluye: escuchar y aprender a hablar, escuchar historias que se les leen en voz alta y de preferencia con énfasis en sus emociones, fingen leer, aprenden a manipular los libros, conocen el material impreso, identifican letras por nombre y por sus formas, identifican sonidos individuales en el habla, inician escritura con garabatos y/o dibujos, conectan letras individuales con los sonidos que representan, asocian lo que ya saben con las lecturas que escuchan, pueden empezar a predecir lo que sucederá en las historias o poesías, asocian las combinaciones de las letras con los sonidos, reconocen palabras sencillas escritas, dan resumen de lo que se trata una historia, escriben las letras individuales del abecedario, escriben palabras, escriben oraciones sencillas e inician lectura de libros sencillos. Esta secuencia nos proporciona una idea general sobre como progresan los niños hacia la lectura.
Los bebés en etapas tempranas empiezan a recibir información por sus órganos de los sentidos; y de forma significativa, con los sonidos y las imágenes que les rodean. Esta condición valida el poder ayudarlos en su deseo de aprender que ellos manifiestan de forma natural y/o espontánea. Intentan imitar los sonidos que escuchan, interpretan nuestros movimientos y gestos. Por eso es muy importante sonreírles, hacerle gestos, cantar, hablarles y ofrecer diversidad de estimulación visual y auditiva.
Mientras que su niño todavía es un bebé debe incorporar la lectura a su rutina cotidiana. Seleccione un momento típicamente apacible, por ejemplo, justo antes de dormir. Así le dará una oportunidad de descansar entre la hora de jugar y la hora de dormir. Si es posible lea con él en su regazo o abrazándolo para que se sienta feliz y seguro en sus brazos. A medida que vaya creciendo, quizás comience a moverse un poco mientras usted le lee. Pero si se cansa o se inquieta demasiado, suspenda su lectura. Haga lo posible por que su lectura en voz alta sea un período cómodo que anticipe su hijo todos los días. Imagine su primera lectura de un libro: es muy diferente de tan solo hablarle, ahora le comienza a enseñar dibujos, se los señala y con la voz llena de emoción le explica la representación de los dibujos, así le demuestra que las palabras y los dibujos o las imágenes, tienen una conexión especial que buscará desarrollar la comprensión a los libros con todo lo que pueda disfrutar de ellos.
Trate de leer por lo menos por 30 minutos cada día con su niño. Al principio lea por unos cuantos minutos a la vez, varias veces al día. A medida que el niño vaya creciendo, usted podrá darse cuenta si él quiere leer por más tiempo. No se desaliente si de vez en cuando hay que perderse una sesión o si no siempre es posible tener el mismo itinerario. Vuelva a su rutina tan pronto sea posible, como una actividad divertida y compartida.
Familiarice a su niño con los libros desde que es bebé. Deje que juegue con libros hechos especialmente para bebés con portadas y páginas de cartón grueso; libros de tela que se pueden lavar, libros para estimular el tacto o la audición, o aquellos libros que tienen ventanitas tras las cuales su bebé puede descubrir sorpresas.
Enseñe las características de todo libro: su portada con imagen especial, que el libro tiene un inicio y un final, que está formado por hojas (páginas) que relatan hechos al ir pasando una a otra, que la lectura se realiza de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha en una página. Se evitará que al primer contacto traten de desprender las hojas.
A medida que lea, marque con el dedo por debajo de las palabras para mostrarle a su hijo que las letras cuentan la historia. Use voces divertidas y sonidos de animales. ¡No tenga miedo de sobreactuar! Esto ayudará a que su hijo se entusiasme con la historia.
Deténgase a mirar las imágenes; pídale a su hijo que nombre lo que vea en las imágenes. Hable sobre cómo las imágenes se relacionan con la historia. Invite a su hijo a participar imaginando lo que sucederá después en el texto. Si su hijo hace una pregunta, deténgase y respóndala. Explique algunos conceptos (que es un palacio, felicidad, valor, etc.) Es posible que el libro ayude a que su hijo exprese sus pensamientos y resuelva sus propios problemas, hágale saber que usted escucha con atención todo lo que dice, desarrollando en él la habilidad de pensar mientras habla, mientras usted le demuestra respeto a su conocimiento y motiva en su capacidad para seguir aprendiendo. Señale la forma de cada letra para relacionar con el sonido y las combinaciones de ellas para generar palabras que le faciliten su aprendizaje de lectura.
A partir de los seis años, busque libros que tengan historias más largas y más texto en las páginas, con fotos e información más apegada a la realidad y no solo sean cuentos ficticios. Tenga en consideración que estos niños ya disfrutan mayormente de los libros que se tratan de personas, lugares y cosas que son similares a las que ellos conocen. Los libros pueden tratarse sobre el lugar donde viven o sobre aspectos de su cultura, ya sea su religión, sus días festivos, o la manera en que se visten, pero también si tienen interés en temas especiales (ej. dinosaurios, historia, etc.) se le debe apoyar.
Una vez que su hijo comience a leer, haga que lea en voz alta. Esto puede ayudar a que su hijo tenga confianza en su capacidad de lectura y a que disfrute de aprender nuevas destrezas, además de permitirle detectar algunos errores en su desempeño.
Para motivar la continuidad de la lectura destine un tiempo específico (ej. Antes de dormir) que lo tome como tiempo de relajación, deje libros en la habitación de su hijo para que los disfrute por su cuenta y que sean de su interés particular, propicie también un lugar cómodo y bien iluminado, además fomente la curiosidad y los intereses de su hijo… presionar a un niño para que lea antes de que esté listo puede hacer que aprender a leer se vuelva una frustración. Fomentar el amor por el aprendizaje en un niño, contribuirá en gran medida a asegurar el éxito en la escuela y en la vida.