Es la suspensión
del impulso de la sangre por el corazón a los diferentes órganos, asociado a la
deficiencia en el movimiento respiratorio, para poder capturar el nutriente más
importante para cada célula del organismo que es el oxígeno.
Este evento se presenta
al final de complicaciones mortales de diferentes enfermedades, o como
consecuencia a lesiones anatómicas severas a órganos vitales. Constituye el
evento inicial a la muerte del paciente.
En ocasiones cuando
se presenta, puede ser revertido de acuerdo a las condiciones de lesión o de enfermedad
previa, con el empleo de procedimientos oportunos, organizados y en ocasiones
con el empleo de medicamentos especiales. Posterior a la reanimación, se
deberán revisar sus posibles consecuencias y mejorar la enfermedad previa para
recuperar de la gravedad, las condiciones de salud más óptimas del paciente.
En otras ocasiones,
principalmente cuando hay un daño importante a la integridad de alguno de los
órganos vitales o en el volumen de la sangre circulante (por ejemplo:
accidentados o lesiones por arma blanca), es imposible revertir el paro o se
desconocen las maniobras de atención y se produce de forma irreparable la
muerte del afectado.
En este proceso,
para su generación y respuesta particular, se involucran la integridad y
eficiencia de tres órganos especiales: cerebro, corazón y pulmones. Las
enfermedades, traumatismos o accidentes, que comprometan de forma significativa
la función de ellos, condicionarán el desarrollo del paro, y su posible
evolución a la muerte de forma irreversible; o bien, su probable remisión ante
las maniobras correctivas (reanimación).
Durante el evento,
al haber suspensión de los movimientos de contracción muscular del corazón, se
suspende el impulso de la sangre a los diferentes tejidos. En la sangre se
transporta de forma natural el oxígeno, que es el elemento vital para poder
realizar todas las funciones celulares. Ante su ausencia, hay capacidad
limitada en tiempo para poder continuar las funciones vitales mediante otras
alternativas de obtención de energía celular, con el inconveniente de producir
sustancias que a mayor acumulación, pueden causar daño adicional. Algunos
tejidos son muy delicados ante la ausencia de oxígeno en la circulación, y pueden ser dañados de forma importante o
irreversible, como: tejido cerebral, renal, glándula suprarrenal y el mismo
corazón.
En proporción a la
duración del paro, y de las condiciones previas de salud del afectado, el daño
en los tejidos progresa y disminuye al momento de revertir la alteración. Ante
condiciones óptimas es posible que no haya consecuencias. Desafortunadamente,
los familiares del paciente no tienen conocimiento de estas condiciones, tienen
la creencia que cuando el personal médico recupera a un paciente de un paro
cardiaco, con ello no solo logra vencer a la muerte, sino que incluso la
recuperación será completa y en ocasiones inmediata; cuando en realidad, quien
tuvo un paro cardiaco está expuesto a tener consecuencias al mismo, e incluso
opción a tener otros paros posteriores.
En ocasiones, a las
personas que no tienen conocimientos médicos se les puede capacitar –por
instituciones especiales-, en conceptos elementales (resucitación
cardiopulmonar básica) para poder actuar ante una situación extrema, a fin de
poder actuar de forma eficiente ante un paro en sus etapas iniciales, y
generalmente bajo condiciones previas sanas del paciente. Su resultado bajo
estas condiciones, tendrá beneficios evidentes y en la mayoría de las ocasiones
sin consecuencias posteriores. Debe ser requisito obligatorio de capacitación,
para quienes cuidan niños en guarderías, albercas, juegos infantiles, escuelas,
policías.
Ante un paciente
que tiene una enfermedad previa, que se va complicando en su evolución, hay más
factores agravantes para poder revertir el paro con las maniobras elementales
del proceso básico, por lo que se tiene que emplear un proceso mejor organizado
a nivel hospitalario para revertir el paro (resucitación cardiopulmonar
avanzada), que se encuentra organizado por asignaciones especiales del personal
que interviene, diferentes evaluaciones, destrezas y capacidades, a las cuales
se logra dominar en forma suficiente con la capacitación del personal médico en
simuladores cibernéticos y anatómicos, que tratan de guardar la mejor relación
con los casos reales, pero cada ser humano podrá tener variantes especiales que
pueden permitir o no su eficiencia. Al revertir el paro en estos pacientes, es
muy posible agregar a la enfermedad, las secuelas adicionales que habrá de
revisar y tratar de forma individual.
Durante el tiempo
que no hay circulación sanguínea se pueden condicionar daños en diferentes
órganos por falta de la oxigenación: las neuronas son muy delicadas, muchas de
ellas se pierden con sus particulares funciones durante un paro cardiaco y de
acuerdo a la extensión del daño será la deficiencia posterior. El riñón pierde
vitalidad y podrá generar insuficiencia. El tejido intestinal ante falta de
oxígeno puede tener muerte de sus tejidos, y se podrá notar con zonas de
necrosis en segmentos variados, y serán posible fuente de infección adicional por la
proliferación de bacterias. Los vasos sanguíneos podrán tener reacción
inflamatoria y precipitar eventos con hemorragia o con formación de coágulos.
El mismo corazón, podrá tener alteración en su ritmo de trabajo. Estos son solo
datos de las afecciones más importantes a vigilar como consecuencia posterior a
un paro cardiaco, pero puede haber otras, debidas a condiciones especiales del
enfermo.
La forma de
prevenir esta situación grave, está relacionada con las diferentes causas que
lo pueden precipitar. Nunca se dejará de insistirse en evitar todas aquellas
situaciones que por accidente en los niños puedan condicionar traumatismo
profundo de cráneo, con empleo de cascos en actividades deportivas de riesgo y
al llevarlos en motos. Se tiene que evitar lesiones por traumatismo penetrantes
y aunque suene increíble: evitar que tengan disponibilidad a las armas de fuego
o de objetos punzocortantes.
También evitar
problemas en su función respiratoria, para no condicionar que algún cuerpo
extraño obstruya sus vías aéreas: puede ser algún alimento o juguete, mientras
realiza otras actividades (carreras, risa, etc.), la administración de su leche
mediante biberones, puede enviar ese líquido al espacio respiratorio y
condicionar obstrucción irreversible con ahogamiento secundario, que también se
puede causar por caída en albercas, pozas, tinacos, arroyos, ríos, cubetas y
tinas independiente que el niño “sepa nadar”. En niños con algunas limitaciones
especiales de desarrollo o por enfermedad, o niños de mayor edad y/o
adolescentes bajo los influjos de drogas o alcohol, la acumulación de flemas
respiratorias, o el vómito pueden causar también obstrucción respiratoria y
muerte.
Así para evitar
esas causas, se deberá de insistir en vigilancia constante y atenta, para
detectar situaciones de riesgo y de preferencia actuar con anticipación. Al
viajar, se deberán de sujetar con los dispositivos recomendados de forma
apropiada en los asientos traseros. Mantener aisladas las zonas de riesgo para
el ahogamiento de forma eficiente mediante cercas o puertas con llave, tapas en
recipientes con líquidos, vigilancia cercana durante actividades recreativas en
arroyos o ríos. Alimentación cuidadosa, manteniendo su cuello sin flexión
forzada y con nivel de la cabeza más alta que el resto del cuerpo y evitar la
presencia de cuerpos extraños (semillas, globos, pelotas, chicles, etc.) en la
boca o bolsas de plástico en la cabeza. A escolares y adolescentes bajo el
influjo de alcohol, evitar que se mantengan acostados en posición que pueda
condicionar ahogamiento con sus secreciones o algún vómito.
Para evitar este
evento, se deberá evitar los accidentes potenciales y que cualquier enfermedad
se complique o se deja avanzar. Por otra parte, se puede recibir capacitación
para el manejo del evento en forma básica por grupos médicos o paramédicos
especializados.