En la actualidad
vivimos con noticias frecuentes donde el comportamiento de la sociedad, es
particular, con reflejo de pérdida importante de valores, y así es muy común
encontrar muchas notas de violencia, traiciones, rencores, indiferencia,
egocentrismos, irresponsabilidad, injusticia, manipulación, mentiras que no
solo se encuentran en las notas policíacas, ya que estas deficiencias también
se lucen en otros segmentos periodísticos.
Vivimos una
sociedad en donde se refleja la educación que fue promovida por nuestros
padres, y en la cual, se hace evidente que ya tuvimos deficiencia en la
formación de valores, y la mayor parte de la sociedad solo busca tener los
valores materiales sin importar los medios, y sin interesar a quienes se puede
dañar o perjudicar en obtenerlos, ya que el valor de la felicidad es confundido
con la posesión de bienes materiales.
Se ha dado
trascendencia hasta ahora, a la condición de sobrepeso y obesidad que tiene
nuestra población infantil; y que ha pasado a tener máxima importancia a nivel
mundial, al ocupar los primeros lugares. Durante mucho tiempo, los médicos
encargados de la nutrición de los niños, no les preocupaba ofrecer
recomendaciones adecuadas en su alimentación, y es hasta la fecha actual en que
ya hay evidencia de la alteración, que algunos empiezan a tomar conciencia y
responsabilidad en cuidar ese desarrollo en etapas tempranas.
De forma
similar, pudiéramos tratar de ubicarnos como sociedad a nivel internacional,
sobre la condición que tenemos en cuestión de valores sociales o en forma
contraria, el deterioro en que nos encontramos ante su deficiencia, y es no es
difícil presumir que al momento, también estamos colocados en alguno de los
decepcionantes primeros lugares.
Toda sociedad
refleja la conducta colectiva que se genera a nivel familiar, y ahí es donde
podemos empezar a trabajar cada uno de los padres de familia, y los médicos
encargados de supervisar la salud de los más pequeños, al entender que salud no
solo hace referencia al bienestar físico, al incluir también el bienestar
mental y social.
En cada consulta
debemos de detectar la relación entre los padres con sus hijos para poder
ofrecer la orientación mínima adecuada y en el mejor de los casos, al detectar
alteraciones particulares canalizarlos para su valoración psicológica; a fin de
ayudar a esos padres, que siempre hacen evidente que no tienen la experiencia
suficiente para empezar a educar a los hijos, y no permitir solamente que vayan
aprendiendo con el tiempo, ya que cuando no se conoce algo y se inicia con
improvisaciones, es muy común el cometer errores, y los errores en la educación
de los hijos no tienen oportunidad de ser modificados en el tiempo, y esos
niños tendrán consecuencias en su comportamiento ante la sociedad.
Se requiere
disponibilidad de los familiares para aceptar las sugerencias a la modificación
del comportamiento, ya que lo habitual es que manifiesten enfado al momento que
acuden con alguna molestia física del niño, y el médico empieza a dar
orientación en aspecto de comportamiento y sugerencias en la educación de los
hijos. Acuden solo por la molestia física y poco aceptan de sugerencias en
evaluación de conducta. Algunos denotan su falta de autoridad desde el momento
que al entrar al consultorio, le piden al niño portarse bien, ya que en caso
contrario el doctor se enojará y le aplicara como castigo una inyección,
reflejando con eso su falta de autoridad, y su proyección a delegar el
comportamiento del niño dentro del consultorio al doctor, y posteriormente de
acuerdo a la experiencia que haya tenido el niño en la consulta, será motivo
para poner como amenaza, si el niño posteriormente no come bien o también no
obedece a los cuidados higiénicos. Debemos recordar siempre que el
comportamiento de cada niño, es el reflejo de la educación y dedicación que
tienen de sus padres o personas encargadas de su atención en el hogar.
Nuestra
generación actual de padres de familia considera que no deben de educar a sus
propios hijos, como fueron ellos educados; por identificar algunos “errores” en
la educación, que no deben continuar. Es un error muy común, ya que se cae en
el extremo contrario de libertinaje en la educación. Empezamos por analizar el
respeto a la autoridad familiar con el trato habitual de usted, al cambiar al
tuteo, que tendrá posible consecuencia con las autoridades civiles futuras, en
el obvio que no se les tendrá consideración especial. Las actividades a
desempeñar en un hogar deberán de fincar responsabilidades en el niño, para
saber que tienen un papel que desempeñar en esa pequeña sociedad, para
proyectarla en el futuro, con ejercicio de alguna función con la
responsabilidad suficiente y adecuada. La formación de límites, no es para
impedir la actuación y el desplazamiento del niño, es para fundamentar el
respeto a los demás y a sus propiedades; la formación de tolerancia a sus
frustraciones le permite que en el futuro tenga la capacidad de poder superar
sus propios problemas y de buscar alternativas de solución; en cambio, el
acceder a sus deseos por la manifestación de berrinches o llanto intenso, le
condiciona en el futuro a la expresión de violencia o la disminución de la
autoestima. Estos ejemplos solo por señalar algunos errores en la educación de
los hijos. Para una mejor orientación es conveniente la atención por
profesionales en psicología.
Se deberá
fomentar el crecimiento moral de nuestros niños en sus diferentes momentos de
forma adecuada, y en forma breve podemos señalar que se inicia en los primeros
años de vida señalando al niño lo que está bien y lo que está mal (moral
heterónoma), a continuarse con la fase de egoísmo mutuo en donde el niño
empieza a comportarse de acuerdo a como lo tratan, empezando a manejar reglas
elementales. En la siguiente etapa –convencional-, se aceptan normas sociales y
se actúan según ellas. Corresponde en edad a la etapa de adolescentes, donde se
quiere trascender mas allá del grupo familiar con deseos de ser aceptados en
otros grupos sociales y se empiezan a cumplir deberes de estructuras colectivas
(clubes, equipos deportivos, pandillas), y en la última etapa
–postconvencional- se involucra una autonomía moral con formación crítica y
libre de actitudes para respetar a los demás y de identificarse todos en una
igualdad.
Los valores a
fomentar para la colectividad siempre deben ser: libertad, amor, amistad,
solidaridad, compasión, generosidad, perdón, fidelidad, responsabilidad, paz,
autenticidad y justicia.
Para el
desarrollo de valores en los niños, se les deberá enseñar a pensar sobre los
valores que existen en la sociedad, y darles un control emocional sobre los
mismos.
No es cuestión
simplemente de reclamar mayor seguridad en nuestros tiempos actuales, es
obligación revisar lo que hacemos como padres, con nuestros niños en cada uno
de los hogares para empezar a fomentar valores, y si actuamos en forma
eficiente a nivel familiar, el futuro de nuestra sociedad será diferente. En la
conciencia de cada médico estará la obligación de ofrecer una atención más
integral, y al final, los padres o familiares de un niño, tendrán el médico que
se merecen y se podrá modificar la sociedad futura.