En el momento
que un niño nace, empieza a mantenerse en posición de pie, ó inicia con su
marcha; es posible que alguien, considere que pueda tener el pie plano al notar
su apariencia.
Sabiendo que en
la vida futura, hay limitaciones en las personas que sufren de este mal; es
justificado, que acudan a consulta
médica para esta valoración.
El defecto se
considera al no haber la presencia del arco natural que debe haber en la parte
interna del pie, que se conoce también como arco interno o longitudinal.
Gracias al arco
interno, mientras el individuo se mantiene de pie, el apoyo se realiza de forma
más importante en la parte externa; y la estructura similar a una bóveda, se
encarga de distribuir el peso en forma equilibrada.
Este arco de
forma natural, no se encuentra presenta al momento del nacimiento y en forma
general se podría afirmar que todos los recién nacidos presentan el pie plano.
Durante ese tiempo, ese espacio se encuentra ocupado por la presencia de una
almohadita de grasa, y considerando la gran flexibilidad de los ligamentos del
niño se hace difícil poder distinguir el arco antes de los dos años de edad; por esta condición, no es posible diagnosticar
de forma específica el pie plano, durante ese periodo.
Con el
crecimiento al irse desvaneciendo la grasa plantar, y al perderse la
flexibilidad de los ligamentos, el arco se va haciendo más evidente; aunque el
desarrollo no es igual en todos los niños. Algunos presentan alteraciones
graves del desarrollo en forma temprana y otros posteriormente.
En ocasiones hay
niños con aspecto plano plantar que tienen movimientos normales y no hay
molestias referidas; tienen ligamentos muy elásticos y permiten que el arco
aunque está presente en apariencia, se colapse y se note disminuido o ausente al
realizar su apoyo plantar. Esta descripción corresponde al pie plano flexible
que se considera una variante del pie normal. Puede parecer que el pie
tiene arco cuando su niño está sentado o cuando dobla el dedo gordo hacia
atrás, pero el arco se aplana cuando el niño pone peso sobre el pie.
Existe otra
categoría de pie plano que es la encontrada en aquellos niños que manifiestan
alteraciones importantes en la conformación de sus pies; los cuales son
generalmente dolorosos y, por lo mismo, incapacitantes. Sus causas son variadas
encontrándose como causas alteraciones congénitas en la posición de los huesos
del pie, uniones anormales de los huesos, parálisis o debilidad de de los
músculos de la pierna.
Este segundo
grupo conocido como pie plano patológico es objeto de tratamiento especializado
por la consulta con ortopedistas.
Algunos niños
son llevados por sus padres, por su preocupación del aspecto del pie; o bien,
por desgaste anormal o excesivo de sus zapatos y con ausencia del arco, pueden
corresponder al pie plano flexible, que puede llegar a tener incluso dolor en
el pie, o en las piernas, o se cansan fácilmente; en general, son molestias por
lo común leves, ocasionales y no incapacitantes al niño para sus actividades.
El paciente con
pie plano patológico suele tener un dolor que aparece en etapas más tempranas
de su vida, o durante la adolescencia; manifiesta callosidades y una verdadera
limitación funcional por la intensidad de sus molestias, que son mayores a las
del pie plano flexible, se cansa demasiado al caminar y tiene dolores muy
intensos.
En caso de notar
que el niño se queja de dolor en el pie o en el tobillo, llévelo a ver al médico.
Los pies planos en niños mayores pueden causar dolor en el talón o en la zona
del arco, o pueden causar dolor cuando
el niño está caminando y corriendo.
El médico realizará la
revisión correspondiente, y para valorar de forma más precisa el problema,
comprobará la flexibilidad del pie, su movilidad y si el caso lo requiere podrá
ser necesaria la toma de radiografías o de otros estudios, para definir la
alteración en particular.
En el
tratamiento, se acepta actualmente que el pie plano flexible que no genera
molestias y se ha descartado con la revisión y estudios que no cursa con
alteraciones importantes, no requiere de tratamiento. En cambio, los niños que
presenten dolor, o algún grado de incapacidad, deformidades asociadas o alteraciones
estructurales de sus huesos, deben de recibir una atención oportuna y
seguimiento periódico por el ortopedista.
Hasta el momento
el empleo de plantillas, botas, o zapatos ortopédicos no marca diferencias; y
no ha comprobado que logren cambiar la conformación del pie o la aparición del
arco; y las modificaciones a las plantillas o al calzado para estos pacientes,
tienen la utilidad de permitir la permanencia más cómoda del calzado, evitar
zonas de presión o de dolor plantar, mejorar los síntomas adicionales, y
también prolongar la duración por su desgaste más uniforme.
Los pies planos flexibles
de los niños se pueden corregir con tratamientos sencillos, teniendo como base
la realización de ejercicios que favorezcan el fortalecimiento de la musculatura
de la planta de los pies, como caminar descalzo por la arena, caminar de
puntillas y de talones, hacer movimientos circulares con las puntas de los
pies, intentar coger objetos con los dedos de los pies.
Solamente en los casos
de pies planos rígidos que provocan dolores y alteraciones en la marcha de los
niños, se puede aconsejar un tratamiento quirúrgico (operación) por el
especialista.
Tomando en cuenta que
es poco probable que los zapatos ortopédicos contribuyan efectivamente a
mejorar el arco plantar, es adecuado ofrecer una serie de recomendaciones para
establecer las características adecuadas de los zapatos para su empleo ideal,
tengan o no el pie plano. Debe ser amplio para ajustarse a la forma del pie y
no al contrario; las laterales del calzado
deben ser firmes y la punta del pie de una forma cuadrangular, y no estrecha.
Es preferible que el tobillo sea libre y que se cambie los zapatos antes de que
el niño se queje de que sus dedos hacen presión por delante;
flexible, para permitir la movilidad adecuada; evitar la presión excesiva sobre los dedos y de preferencia evitar el empleo de tacones altos en especial para las niñas. Por su peso, de preferencia deben ser livianos para evitar el gasto de energía adicional y que tenga una ventilación suficiente para permitir la evaporación de la humedad, y por último con una suela adecuada que permita una adherencia suficiente al suelo.
flexible, para permitir la movilidad adecuada; evitar la presión excesiva sobre los dedos y de preferencia evitar el empleo de tacones altos en especial para las niñas. Por su peso, de preferencia deben ser livianos para evitar el gasto de energía adicional y que tenga una ventilación suficiente para permitir la evaporación de la humedad, y por último con una suela adecuada que permita una adherencia suficiente al suelo.
Se puede permitir a los
niños caminar descalzos, ya que donde es habitual caminar descalzo se observa
que los pies de estas personas, niños y adultos, presentan una mayor
flexibilidad, menos deformidades y una tendencia claramente menor a desarrollar
pie plano, rebatiendo así otra arraigada creencia y poniendo de manifiesto una
vez más que los zapatos del niño, cuyo objetivo es protegerlo de lesiones,
deberían brindarles la movilidad, amplitud y comodidad del pie desnudo.
Mientras los huesos de
los niños continúen creciendo se puede curar el pie plano. La edad máxima para
revertir este cuadro es a los 15 años.
En caso de inquietud puede
pedir la evaluación correspondiente a su médico de confianza o al ortopedista.