Durante esta
temporada, es habitual que la mayoría de los niños desarrollen enfermedades
respiratorias, que pueden incluir desde cuadros gripales simples hasta procesos
de inflamación pulmonar (neumonías), que pueden poner en riesgo la vida del
menor. En otras ocasiones incluyen infecciones del oído, que pueden dejar como
secuela para el resto de su vida, disminución en su capacidad auditiva.
Se justifica con
la finalidad de evitar el desarrollo de estas enfermedades, que revisemos
algunas medidas adicionales de las que ya se promueven en medios masivos de
comunicación, para complementar y procurar hacerlas más eficientes en el
propósito de evitar la existencia de enfermedades respiratorias.
Son de especial
interés, los niños que tienen antecedente de haber nacido antes de completarse
el tiempo total del embarazo (prematuros), ya que la falta de un desarrollo
normal durante los últimos meses, y la estimulación forzada a la función
respiratoria en sus primeros días del nacimiento modifican las características
de resistencia, haciéndolos susceptibles de desarrollar inflamación en forma
más excesiva, ante la presencia de virus especiales.
Como medida
preventiva para estos pacientes, a fin de evitar que desarrollen infecciones
pulmonares graves, se les puede administrar un anticuerpo específico (creado de
forma artificial), con frecuencia de cada mes en la temporada final de otoño y
el invierno. Por esta acción profiláctica, al momento de ingresar el virus a su
sistema pulmonar, el anticuerpo lo disminuye en su capacidad virulenta evitando
la presencia de una enfermedad que puede ser de evolución grave o dejar sensibilizado
al sistema respiratorio para enfermedades futuras.
Se ha
establecido también, que la exposición a los agentes ambientales agresivos
durante los primeros meses de vida, condiciona de forma importante el
desarrollo de infecciones respiratorias bajas. Se insiste de forma particular,
que los padres no deberán de exponer a los niños (muy en especial: menores de
dos años) al humo directo del tabaco, y tampoco al llamado humo de tercera
mano, que es el que se encuentra adherido a la ropa, piel, pelo, etc., del
fumador ya que se mantiene durante varias horas liberando sustancias nocivas en
todo ese tiempo, sustancias que modifican la función especial de las células
respiratorias que quedaran alteradas para el resto de la vida.
Son más
susceptibles de desarrollar enfermedades respiratorias graves, los hijos de
padres o familiares con antecedentes de asma o de alergia, y en ellos las
medidas de higiene respiratoria se deben de extremar a fin de evitar
complicaciones respiratorias.
Si se toma en
consideración que a partir de una persona o niño enfermo, se origina la
diseminación de esa enfermedad, conviene insistir en algunas medidas
específicas que deberá de cuidar el niño enfermo o sus familiares responsables.
Al momento de
notar que un niño inicia con síntomas respiratorios, deberá de acudir a la
valoración médica en forma temprana, a fin de establecer el manejo adecuado y
asegurar las medidas de prevención, en donde se incluyen: evitar que el enfermo
acuda a convivencia con otros niños o personas, procurando mantener en un
aislamiento domiciliario estricto para evitar el contagio a los restantes. Cada
vez que se tenga contacto con el enfermo, se requiere de aseo manual con agua y
jabón de forma inmediata; o bien, el
empleo de gel desinfectante para evitar la acumulación y transporte del
microbio a otros susceptibles. Los pañuelos desechables o medios de limpieza
empleados en el enfermo, deberán de obtenerse y eliminarse con dispositivos
donde no se establezca un contacto frecuente con las manos.
Ya sabemos que
para evitar la diseminación de gérmenes, es necesario cubrirse de forma
adecuada al momento de toser o de estornudar, pero el inconveniente que existe
es que al parecer eso no puede aplicar para los niños muy pequeños (lactantes y
preescolares), en quienes se sugiere (a fin de evitar la diseminación de su
enfermedad), que deben portar un cubre bocas de forma constante. Este cubre
boca, de preferencia debe ser cambiado en intervalos de cada 30 minutos o cada
hora por la cantidad de gérmenes que se llegan a acumular, y no dejarse llevar
por el aspecto superficial del mismo para mantenerlos por periodos prolongados
(que incluso llegan a ser hasta de varios días de empleo) constituyéndose en
verdaderos nidos de diseminación infecciosa.
La respiración de
aire frío en forma prolongada o constante, no causa la enfermedad, pero si la
predispone al disminuir la eficacia del flujo de moco respiratorio. En esta
temporada es necesario seguir insistiendo en el empleo adecuado de las
bufandas, para colocarlas en los niños cubriendo su nariz y boca, con la
intención de permitir el calentamiento de la prenda con la temperatura corporal
al momento de respirar, y de forma recíproca poder entibiar un poco el aíre
frío proveniente del exterior antes de entrar a nuestro sistema respiratorio.
El resto de prendas en el cuerpo, se justifican solo para evitar que el niño
experimente la sensación fría en alguna parte.
Con referencia
al empleo publicitario de marcas especiales de vitaminas, para evitar el
desarrollo de cuadros respiratorios; es más adecuado, consumir las vitaminas en
su estado natural por medio del jugo de frutas ácidas, que de preferencia se
deberán de ingerir de forma inmediata a su obtención ya que la cantidad del
oxígeno en el ambiente y la exposición a la luz, modifican la estructura de las
vitaminas naturales y les disminuye su actividad, para favorecer a la
recuperación de los tejidos dañados ante los cuadros respiratorios. Se
establece la advertencia, que: los productos comerciales incluyen dos vitaminas
que solo son solubles en grasa –lo que retarda su eliminación del organismo- y
en dosis sin relación adecuada al peso o edad del niño, pueden ser capaces de
poder intoxicarlo.
Durante el
transcurso de las noches, hay momentos que la temperatura ambiental desciende
mucho más. La respiración de este aire frío estimula la formación de moco
respiratorio e incrementa su viscosidad, haciendo que el niño empiece a
respirar con la boca abierta en la noche, permitiendo que una gran cantidad de
gérmenes puedan pasar al sistema respiratorio sin la filtración y purificación
de la nariz. Para evitar este efecto, se recomienda de preferencia emplear
humedificadores y/o calefactores eléctricos para entibiar el aire de la
habitación donde descansan. Otra alternativa es dejar un recipiente de boca
ancha desprendiendo el vapor de agua en algún lugar seguro dentro de la
habitación, posterior al momento que terminó de hervir. Se insiste en no
emplear estufas, anafres, carbón o leña en el interior de una habitación por el
riesgo de muerte con los gases que desprenden.
No se recomienda
enseñar a los niños a “sonarse la nariz” bloqueando las dos fosas nasales al
mismo tiempo, por el riesgo de enviar moco a los conductos estrechos que comunican
con los senos paranasales y desarrollar luego cuadros de sinusitis. Tampoco el
empleo de dispositivos de succión como popotes, chupones, biberones en
temporada de cuadros gripales por la posibilidad de facilitar el envío de
gérmenes de la garganta al interior del oído con infección y dolor intenso
secundario en días posteriores.
No se debe
olvidar la aplicación de la vacuna contra la influenza a fin de ir formando
anticuerpos de forma anticipada para evitar el desarrollo de esta enfermedad,
que inevitablemente se desarrolla durante esta temporada y puede causar
malestares especiales o ser motivo de atención hospitalaria, procurando de ser
posible que se incluyan todos los integrantes de la familia, aunque sea en
forma particular ya que nuestro sector de salud otorga prioridades para su aplicación.
Existen más
medidas preventivas que se promueven en medios masivos, solo nos queda
cumplirlas y acudir de forma oportuna para evitar diseminación y
complicaciones.