Es
el sitio anatómico localizado al lado de la raíz nasal -por debajo de la línea
ocular-, al que desembocan los conductos lagrimales (superior e inferior), para
enviar su contenido (lágrimas y algunas impurezas) a su eliminación por la
nariz hacia el sistema digestivo. Sus alteraciones en este funcionamiento se
deben básicamente a un proceso obstructivo que puede ser de origen congénito o
adquirido en forma posterior. En la forma congénita, la morbilidad y mortalidad
puede ser importante si no se trata de forma rápida y adecuada.
La alteración más frecuente que se puede presentar en las primeras semanas de vida es la obstrucción de su trayectoria, lo cual es posible que se presente hasta en un 5-6% de los recién nacidos, en virtud que este conducto se hace permeable durante el último mes del embarazo. Su canalización comienza en la zona media del sistema y continúa de forma ascendente y descendente. El proceso suele completarse para el final del noveno mes de gestación. Si la canalización resulta incompleta, se produce una obstrucción en la salida de las lágrimas. El lugar más común de obstrucción es la parte más baja del conducto naso lagrimal, persistiendo una obstrucción de tipo membranosa. Un bloqueo aquí o a cualquier nivel del sistema de drenaje lagrimal, causará una acumulación de lágrimas en el ojo. Tiene mayor frecuencia en personas con piel blanca y las mujeres representan casi el 75% de todos los casos.
Así, antes del parto este sistema se encuentra lleno de líquido amniótico que, ante la obstrucción establecida, no logra expulsarse del sistema naso lagrimal y, con algunos microorganismos que logran multiplicarse en su interior, se produce una respuesta inflamatoria en los tejidos cercanos, modificando este contenido a material purulento en los primeros días posteriores al parto, además de manifestar en la piel superficial del saco lagrimal, los cambios inflamatorios habituales. A toda esta alteración específica se le nombra en términos médicos como: dacriocistitis.
La manifestación más temprana, se establece por la presencia de un lagrimeo que puede iniciar entre las dos a seis semanas de vida, seguidas posteriormente por la aparición de una secreción mucosa que se acumula en los márgenes de los párpados y en las pestañas, además de enrojecimiento o inflamación de la piel superficial secundaria.
La sobreinfección de las lágrimas estancadas y de la secreción mucosa, podrá causar una infección adicional de la capa superficial del ojo -conjuntivitis-, notando el aspecto de ojo enrojecido con secreción mucopurulenta abundante y molestias oculares, que se manifiestan con llanto recurrente y ojos cerrados con presión notoria a la estimulación y, en menor grado, inflamación de los párpados (celulitis palpebral).
Esta misma sobreinfección del contenido del saco lagrimal causará una dacriocistitis, presentándose con dolor, tumefacción, rubor y calor en el área del canto interno, pudiéndose palpar un saco lagrimal aumentado de volumen o hinchado. Esta obstrucción es bilateral en aproximadamente 1/3 de los casos. La mitad de todos los casos se resolverá espontáneamente a partir de los seis meses de edad, disminuyendo esta incidencia drásticamente después de los 13 meses, cuando de forma espontánea e inducido por el desarrollo de los tejidos, la membrana obstructiva pierda su integridad.
Durante su revisión en la consulta, el médico con frecuencia puede obtener material de aspecto mucoso y purulento, ante la presión ejercida en los puntos lagrimales de los párpados y mediante masaje al saco lagrimal. Se valora también la forma como se afecta su estado de salud integral, para considerar la gravedad del cuadro y definir si es necesario realizar algunos estudios adicionales ante otra enfermedad que pueda estar asociada; en particular, sobre aquellos casos que manifiesten aspecto tóxico y deterioro mayor en sus condiciones generales. Es posible que si hay sospecha que la infección se haya extendido a zonas cercanas del cráneo, se solicite estudio de imagen con tomografía o resonancia para descartar invasión y/o extensión a otros tejidos que incluso pueden llegar a tejido cerebral. La evaluación por parte del médico debe ser detallada para determinar esa enfermedad y poder ofrecer su tratamiento correspondiente. Si el médico de atención primaria llega a dudar de esta enfermedad, en relación con otras, que puedan tener datos similares, justifica su envío a otros subespecialistas (oftalmólogo, dermatólogo, oncólogo u otorrinolaringólogo) para determinar su causa precisa y su mejor atención.
Como parte de su tratamiento, se emplean medidas locales como la aplicación de calor mediante compresas tibias y un masaje especial (Crigler), que solo el médico debe capacitar al familiar responsable en forma precisa para llevar a cabo, a fin de facilitar la eliminación del material retenido hacia la parte inferior. El empleo de antibióticos es para suprimir el proceso infeccioso en evolución y también limitar su posible diseminación a otros tejidos cercanos. Otros medicamentos complementarios se indicarán de acuerdo con las manifestaciones que cada niño exprese en su evolución.
El pronóstico para la mayoría de los pacientes con obstrucción simple congénito es bueno, ya que al paso del tiempo la obstrucción desaparece en un tiempo promedio de 6 meses a un año, considerando que el 90% se resolverá al año únicamente con medidas conservadoras; pero para aquellos con obstrucción compleja, los resultados son variados y pueden llegar a interferir con su visión y estilo posterior de vida.
Las complicaciones de la dacriocistitis pueden ser devastadoras. Estos pueden incluir inflamación de tejidos alrededor del ojo (celulitis orbitaria), formación de vías falsas (fístulas) lagrimales, inflamación de las capas que envuelven al cerebro (meningitis), formación de acúmulos de pus (abscesos) cerebrales, coágulos vasculares en el cerebro (trombosis del seno cavernoso), infecciones graves de los senos paranasales, pérdida permanente de la visión por la compresión del nervio óptico, a partir de los tejidos inflamados a su alrededor e incluso la muerte, siendo la administración temprana de antibióticos sistémicos (no locales), la mejor manera de evitar estas complicaciones.
Los casos que tengan características particulares para sospechar obstrucción compleja o ante duda en su manejo, deben ser enviados a evaluación para el oftalmólogo pediatra, a fin de considerar alternativas quirúrgicas para la eliminación de la obstrucción, mediante el empleo de sondeo a las vías lagrimales para eliminar la membrana obstructiva.
Solo los casos en donde existan malas condiciones generales y/o se sospeche de invasión a otros tejidos, podrá justificar su internamiento hospitalario para empleo de antibióticos y otros medicamentos para acción inmediata y vigilancia de sus condiciones generales.
Fuera de la dacriocistitis congénita, las afecciones adquiridas suelen ser causadas por traumatismos repetidos, cirugías, empleo de medicamentos y neoplasias. Entre las causas traumáticas de obstrucción nasolagrimal, las fracturas que lesionan la zona relacionada al saco lagrimal parecen ser las más comunes. Los procedimientos invasivos al espacio nasal y endoscópicos de los senos nasales tienen la mayor asociación. Los medicamentos tópicos comunes asociados con estados adquiridos son de empleo ocular específicos (timolol, pilocarpina, dorzolamida, idoxirudina y trifluridina). Hay pocos medicamentos de empleo sistémico que pueden relacionar la aparición de esa alteración, pero habrá que considerarlos (fluorouracilo, docetaxel) Los tumores primarios del saco lagrimal y los papilomas benignos tienden a ser las neoplasias más comunes.
La dacriocistitis crónica es el resultado de una obstrucción de mucho tiempo de evolución que generalmente es debida a una enfermedad sistémica, infecciones repetidas, cálculos lagrimales (dacriolitos) y restos inflamatorios crónicos del sistema nasolagrimal. Algunas enfermedades sistémicas comunes incluyen alteraciones inmunes (granulomatosis de Wegener, la sarcoidosis y el lupus eritematoso sistémico).
Ante un lagrimeo presente en primeros días de vida o datos inflamatorios (en espacio entre nariz y ojos), no debe haber retraso en la evaluación, para evitar complicaciones…
La alteración más frecuente que se puede presentar en las primeras semanas de vida es la obstrucción de su trayectoria, lo cual es posible que se presente hasta en un 5-6% de los recién nacidos, en virtud que este conducto se hace permeable durante el último mes del embarazo. Su canalización comienza en la zona media del sistema y continúa de forma ascendente y descendente. El proceso suele completarse para el final del noveno mes de gestación. Si la canalización resulta incompleta, se produce una obstrucción en la salida de las lágrimas. El lugar más común de obstrucción es la parte más baja del conducto naso lagrimal, persistiendo una obstrucción de tipo membranosa. Un bloqueo aquí o a cualquier nivel del sistema de drenaje lagrimal, causará una acumulación de lágrimas en el ojo. Tiene mayor frecuencia en personas con piel blanca y las mujeres representan casi el 75% de todos los casos.
Así, antes del parto este sistema se encuentra lleno de líquido amniótico que, ante la obstrucción establecida, no logra expulsarse del sistema naso lagrimal y, con algunos microorganismos que logran multiplicarse en su interior, se produce una respuesta inflamatoria en los tejidos cercanos, modificando este contenido a material purulento en los primeros días posteriores al parto, además de manifestar en la piel superficial del saco lagrimal, los cambios inflamatorios habituales. A toda esta alteración específica se le nombra en términos médicos como: dacriocistitis.
La manifestación más temprana, se establece por la presencia de un lagrimeo que puede iniciar entre las dos a seis semanas de vida, seguidas posteriormente por la aparición de una secreción mucosa que se acumula en los márgenes de los párpados y en las pestañas, además de enrojecimiento o inflamación de la piel superficial secundaria.
La sobreinfección de las lágrimas estancadas y de la secreción mucosa, podrá causar una infección adicional de la capa superficial del ojo -conjuntivitis-, notando el aspecto de ojo enrojecido con secreción mucopurulenta abundante y molestias oculares, que se manifiestan con llanto recurrente y ojos cerrados con presión notoria a la estimulación y, en menor grado, inflamación de los párpados (celulitis palpebral).
Esta misma sobreinfección del contenido del saco lagrimal causará una dacriocistitis, presentándose con dolor, tumefacción, rubor y calor en el área del canto interno, pudiéndose palpar un saco lagrimal aumentado de volumen o hinchado. Esta obstrucción es bilateral en aproximadamente 1/3 de los casos. La mitad de todos los casos se resolverá espontáneamente a partir de los seis meses de edad, disminuyendo esta incidencia drásticamente después de los 13 meses, cuando de forma espontánea e inducido por el desarrollo de los tejidos, la membrana obstructiva pierda su integridad.
Durante su revisión en la consulta, el médico con frecuencia puede obtener material de aspecto mucoso y purulento, ante la presión ejercida en los puntos lagrimales de los párpados y mediante masaje al saco lagrimal. Se valora también la forma como se afecta su estado de salud integral, para considerar la gravedad del cuadro y definir si es necesario realizar algunos estudios adicionales ante otra enfermedad que pueda estar asociada; en particular, sobre aquellos casos que manifiesten aspecto tóxico y deterioro mayor en sus condiciones generales. Es posible que si hay sospecha que la infección se haya extendido a zonas cercanas del cráneo, se solicite estudio de imagen con tomografía o resonancia para descartar invasión y/o extensión a otros tejidos que incluso pueden llegar a tejido cerebral. La evaluación por parte del médico debe ser detallada para determinar esa enfermedad y poder ofrecer su tratamiento correspondiente. Si el médico de atención primaria llega a dudar de esta enfermedad, en relación con otras, que puedan tener datos similares, justifica su envío a otros subespecialistas (oftalmólogo, dermatólogo, oncólogo u otorrinolaringólogo) para determinar su causa precisa y su mejor atención.
Como parte de su tratamiento, se emplean medidas locales como la aplicación de calor mediante compresas tibias y un masaje especial (Crigler), que solo el médico debe capacitar al familiar responsable en forma precisa para llevar a cabo, a fin de facilitar la eliminación del material retenido hacia la parte inferior. El empleo de antibióticos es para suprimir el proceso infeccioso en evolución y también limitar su posible diseminación a otros tejidos cercanos. Otros medicamentos complementarios se indicarán de acuerdo con las manifestaciones que cada niño exprese en su evolución.
El pronóstico para la mayoría de los pacientes con obstrucción simple congénito es bueno, ya que al paso del tiempo la obstrucción desaparece en un tiempo promedio de 6 meses a un año, considerando que el 90% se resolverá al año únicamente con medidas conservadoras; pero para aquellos con obstrucción compleja, los resultados son variados y pueden llegar a interferir con su visión y estilo posterior de vida.
Las complicaciones de la dacriocistitis pueden ser devastadoras. Estos pueden incluir inflamación de tejidos alrededor del ojo (celulitis orbitaria), formación de vías falsas (fístulas) lagrimales, inflamación de las capas que envuelven al cerebro (meningitis), formación de acúmulos de pus (abscesos) cerebrales, coágulos vasculares en el cerebro (trombosis del seno cavernoso), infecciones graves de los senos paranasales, pérdida permanente de la visión por la compresión del nervio óptico, a partir de los tejidos inflamados a su alrededor e incluso la muerte, siendo la administración temprana de antibióticos sistémicos (no locales), la mejor manera de evitar estas complicaciones.
Los casos que tengan características particulares para sospechar obstrucción compleja o ante duda en su manejo, deben ser enviados a evaluación para el oftalmólogo pediatra, a fin de considerar alternativas quirúrgicas para la eliminación de la obstrucción, mediante el empleo de sondeo a las vías lagrimales para eliminar la membrana obstructiva.
Solo los casos en donde existan malas condiciones generales y/o se sospeche de invasión a otros tejidos, podrá justificar su internamiento hospitalario para empleo de antibióticos y otros medicamentos para acción inmediata y vigilancia de sus condiciones generales.
Fuera de la dacriocistitis congénita, las afecciones adquiridas suelen ser causadas por traumatismos repetidos, cirugías, empleo de medicamentos y neoplasias. Entre las causas traumáticas de obstrucción nasolagrimal, las fracturas que lesionan la zona relacionada al saco lagrimal parecen ser las más comunes. Los procedimientos invasivos al espacio nasal y endoscópicos de los senos nasales tienen la mayor asociación. Los medicamentos tópicos comunes asociados con estados adquiridos son de empleo ocular específicos (timolol, pilocarpina, dorzolamida, idoxirudina y trifluridina). Hay pocos medicamentos de empleo sistémico que pueden relacionar la aparición de esa alteración, pero habrá que considerarlos (fluorouracilo, docetaxel) Los tumores primarios del saco lagrimal y los papilomas benignos tienden a ser las neoplasias más comunes.
La dacriocistitis crónica es el resultado de una obstrucción de mucho tiempo de evolución que generalmente es debida a una enfermedad sistémica, infecciones repetidas, cálculos lagrimales (dacriolitos) y restos inflamatorios crónicos del sistema nasolagrimal. Algunas enfermedades sistémicas comunes incluyen alteraciones inmunes (granulomatosis de Wegener, la sarcoidosis y el lupus eritematoso sistémico).
Ante un lagrimeo presente en primeros días de vida o datos inflamatorios (en espacio entre nariz y ojos), no debe haber retraso en la evaluación, para evitar complicaciones…