Es la infección
intestinal, causada por una bacteria (shigella) que por su gran virulencia y
posibilidad de complicaciones, causa cuadros graves en la población infantil.
En ocasiones puede condicionar la muerte; o bien, por su evolución se pueden
presentar complicaciones variadas.
Este tipo de
bacteria es una causa frecuente de diarrea a nivel mundial; y en especial, en
los países en desarrollo por su facilidad para el contagio. La bacteria por
tener la capacidad de poder sobrevivir al ácido a su paso por el estómago, es
capaz de producir la enfermedad aun con pequeñas cantidades que se ingieran. Se
estima que con diez a cien bacterias vivas ingeridas, puede desarrollarse la
infección intestinal.
La shigellosis,
que es más frecuente durante los meses de verano, suele afectar a niños de 2 a
4 años y muy raramente, afecta a lactantes menores de 6 meses.
Dada su
relativamente baja dosis infecciosa, la transmisión de Shigella puede ocurrir a
través de una dosis infecciosa mínima, que puede transmitirse directamente de
los dedos contaminados, ya que no se requiere replicación bacteriana intermedia
para alcanzar la dosis infecciosa. La transmisión de Shigella puede ocurrir a
través de la propagación directa de persona a persona, o de comida y agua
contaminada. Los seres humanos son el único reservorio natural para la
enfermedad. Es una causa importante de morbilidad y mortalidad en países en
desarrollo.
La shigellosis
es muy contagiosa. Una persona puede contraer esta infección, al entrar en
contacto con cualquier cosa que se haya contaminado con las heces de otra
persona infectada. Esto abarca los juguetes, las superficies de las
habitaciones y obviamente, la comida preparada por una persona infectada. También
se puede trasmitir y contagiar incluso, a través de las moscas que han estado
en contacto con heces contaminadas.
El contagio, se
puede producir a través de las heces de un infante infectado durante
aproximadamente 4 semanas, incluso después de que los síntomas más evidentes de
su enfermedad hayan remitido. Ya que no hacen falta muchas bacterias del género
Shigella para provocar una infección, la enfermedad se extiende con facilidad
entre las familias, guarderías y centros escolares.
Por su capacidad
de multiplicación -durante el transcurso de su trayectoria por el intestino
delgado-, la cantidad es excesiva al momento de pasar por el intestino grueso,
en donde desarrollan una gran respuesta inflamatoria por su capacidad invasiva.
De forma natural
las células intestinales encargadas del sistema de defensa local, llevan a su
interior las bacterias para ser destruidas, al incluirlas dentro de una bolsa
digestiva. La shigella, tiene capacidad para poder salir de esta inclusión, para
multiplicarse en el interior de la célula y por continuidad, seguir invadiendo
células intestinales vecinas; generando de esta forma, una respuesta
inflamatoria importante en este segmento intestinal, causando la muerte y
destrucción del tejido intestinal superficial, formando algunas úlceras o
pequeños acúmulos de material purulento, con respuesta inflamatoria mayor,
asociada con tejido de reparación,
provocando con esto, manifestaciones digestivas y generales exageradas,
en quien sufre de esta enfermedad.
Existen
diferentes tipos de shigella, clasificadas por características especiales. Una
de las más frecuentes, tiene la capacidad adicional de liberar a los tejidos
cercanos algunas toxinas, que pueden causar efectos en especial en el sistema
nervioso, en la sangre y/o en los riñones, por lo que las manifestaciones y
riesgos se pueden incrementar.
La forma como
manifiestan los niños esta enfermedad, es variada dependiente de su edad y
estado nutricional, pero siempre es de mayor significado en comparación con las
otras causas habituales de infecciones intestinales. Las manifestaciones
alteradas pueden ser referidas en grupos especiales: generales, digestivos,
tóxicos y complicaciones.
Como
manifestaciones generales, el niño tendrá elevación importante de su
temperatura, con valores habituales de 39 a 39.5 grados o incluso mayores, si
ya existe disminución en su contenido de líquidos corporales. Apatía e
indiferencia a sus actividades habituales. El apetito se nota disminuido y
disminución de peso.
Como
manifestaciones digestivas, aparecen en evolución aguda: náuseas y vómitos que
asociado a la falta de apetito, impiden la incorporación de nutrientes; dolor
abdominal con cólicos intensos, diarrea que en algunos casos puede ser solo con
material líquido y moco escaso, pero de forma más habitual por la gran inflamación
del intestino grueso, sus evacuaciones corresponden a cuadros con disentería,
que manifiesta clásicamente: evacuaciones muy escasas, acompañadas de dolor y
esfuerzo durante su eliminación, conteniendo material mucoso con estrías de
sangre.
Por las toxinas
que elimina la bacteria, se tienen efectos sobre el sistema nervioso causando
como dato más común: irritabilidad constante, expresada con llanto intenso e
inconsolable. En otras ocasiones, la toxicidad neurológica desencadena
convulsiones. Por la toxina que afecta a las células sanguíneas, se pueden
producir destrucción de los glóbulos rojos o alteración en el sistema de
coagulación, con manifestación de sangrados en las evacuaciones o alteraciones
dentro de los vasos sanguíneos.
Como complicaciones
relacionadas, pueden existir de dos tipos: inmediatas y tardías. De las
inmediatas, la más frecuente y peligrosa es la deshidratación por la
eliminación de líquidos corporales con los vómitos y las diarreas, además de la
evaporación corporal del agua en la superficie corporal. En caso de no poderse
reponer estos líquidos en forma proporcional, el estado de choque se desarrolla
cuando se pierde el 15% del volumen sanguíneo circulante, con posibilidad de
muerte si no se repone de forma adecuada e inmediata. La complicación tardía
que puede desarrollarse, es secundaria al efecto de la toxina en los glóbulos
rojos, que causa su destrucción y afecta de forma secundaria el funcionamiento
del riñón para producir insuficiencia, que en evolución aguda, también puede
ser causa de muerte en estos pacientes. En ocasiones, como complicación de la
enfermedad, puede presentarse protrusión (salida) de la mucosa intestinal por
el recto. Menos frecuentes son la artritis y las erupciones de la piel.
Por todas estas
alteraciones que se pueden presentar en un niño, es posible llegar a justificar
el manejo antibiótico a la brevedad posible, con intención de evitar sus
complicaciones y abreviar el periodo de transmisión o de contagio. Si existen
dudas sobre esta posibilidad, se deberán de realizar estudios para demostrar el
tipo de lesión intestinal y de preferencia, estudios que asocien la presencia
de esta bacteria mediante su material genético o con el desarrollo de un
cultivo especial. El antibiótico debe
ser bien seleccionado, ya que existen reportes de resistencia a los
antibióticos tradicionales; o bien, formar resistencia cuando las dosis no son
correctamente establecidas.
Cuando existan
manifestaciones que hagan sospechar sobre este cuadro, conviene que se revise a
la brevedad posible al paciente, para establecer medidas adicionales de acuerdo
a las manifestaciones y complicaciones que puedan presentarse.
La prevención de
estos cuadros no es tan complicada si atendemos su transmisión. La mejor forma
de evitar el contagio de la shigellosis es lavándose las manos con jabón
frecuentemente y a conciencia; sobre todo, después de utilizar el inodoro y
antes de comer. Esto es especialmente importante en las guarderías y los
centros escolares. Los pañales de un niño con esta enfermedad, se deben
desechar introduciéndolos en una bolsa o recipientes bien sellados, y él área
donde se ha llevado a cabo el cambio de pañales se debe limpiar con
desinfectante. De preferencia todos los niños pequeños con diarrea, independiente
de su causa, no deben estar en contacto con otros niños.
La evaluación temprana y el
tratamiento adecuado, siempre asocian un buen pronóstico; y el empleo
inadecuado o excesivo de antibióticos, puede condicionar resistencia…