Se
establece en nuestro país que, en el transcurso de un año, la mortalidad en los
menores de un año por malformaciones congénitas, deformidades y anomalías
cromosómicas, puede condicionar cerca de seis mil quinientas defunciones, de
los cuales un poco más de la mitad, corresponden a malformaciones congénitas
del sistema circulatorio, que ante la dificultad de no poderse detectar o
sospechar al momento del nacimiento, condenan al paciente a esta evolución.
Se considera tamiz a toda acción de búsqueda que se aplica a un grupo de población humana en particular, con la finalidad de detectar alguna enfermedad en etapa temprana, cuando sus alteraciones no son tan evidentes y permita establecer un buen pronóstico con su tratamiento oportuno. Como requisitos, todo tamiz deberá de ajustarse a las siguientes condiciones: que exista un tratamiento efectivo, que exista una elevada incidencia de lo que se busca, que exista la mejor relación entre su costo y su beneficio; y de preferencia, que sea barato, sensible y específico.
La mayoría se realizan en la etapa inicial de la vida (neonatal), con el propósito de: disminuir su lesión orgánica (morbilidad) progresiva o como causa específica de muerte (mortalidad). El tamiz cardiológico es significativo ante la oportunidad que puede ofrecer la detección oportuna de una alteración, que pueda causar secuela o muerte temprana de forma súbita y sin causa aparente.
Esta detección de preferencia deberá de realizarse en un tiempo posterior al nacimiento, ya que, en las primeras horas de vida, es natural que la conformación física (anatómica) y el funcionamiento (fisiología) del flujo sanguíneo tengan un estado de transición, entre las condiciones que contrastan del ambiente particular dentro del vientre materno (líquido), al posterior del nacimiento (aéreo), con diferencia notoria en la disponibilidad del gas significativo para la vida (oxígeno).
Las cardiopatías congénitas son anomalías estructurales evidentes del corazón o, de los grandes vasos que salen de su cavidad, con una repercusión real o potencial que representan la primera causa de mortalidad neonatal precoz (40%) y la segunda en la mortalidad infantil (32%), con compromiso en la capacidad de transporte y entrega del nutriente más importante (el oxígeno) a los tejidos, con pronóstico malo al acusar deficiencia progresiva o súbita los órganos vitales (cerebro, corazón, suprarrenales y riñón) con riesgo significativo de muerte.
Este tipo de malformaciones congénitas son consideradas como las más frecuentes al nacimiento, estimándose con una incidencia de ocho por cada mil recién nacidos vivos.
Un común denominador de las cardiopatías congénitas (al nacimiento) complejas (CCC) es la disminución de oxígeno (hipoxia), manifestada como coloración morada, azul o violeta (cianosis); sin embargo, no en todos los recién nacidos va a ser notoria a simple vista, por diferencias en la pigmentación de la piel y por la concentración variable de oxígeno en la sangre, pero en la mayoría de las ocasiones al detectarla, ya estará asociada con otras alteraciones como evidencia de la enfermedad manifiesta o gravedad.
Así es muy útil, emplear un dispositivo electrónico que tiene la capacidad adecuada para la detección de pequeños cambios en su concentración de oxígeno, mediante la percepción de la absorción de ondas de luz roja (hemoglobina sin oxígeno) comparada con absorción de ondas de luz infrarroja (hemoglobina oxigenada), que correlacionan en forma más precisa la saturación de oxígeno en la circulación capilar. Este proceso (oximetría de pulso) tiene el potencial de poder identificar la hipoxemia, cuando esa deficiencia de oxígeno aún no sea capaz que de producir cambios visibles en la piel.
Compara siempre la cantidad de sangre oxigenada que se encuentra lo más relacionado con la circulación cercana al corazón, contrastando sus valores con zonas de circulación distantes a este punto. Siempre justifica comparar el valor obtenido a nivel de la extremidad superior derecha, en contraste con alguna de las extremidades inferiores.
En etapas iniciales, se comparó la efectividad de la oximetría de pulso con el examen físico realizado por neonatólogos calificados. En este estudio, se concluyó que la introducción de la oximetría de pulso antes del alta del bebé, mejora la tasa de detección total de CCC hasta en un 92%, así como menciona la rentabilidad a largo plazo, al prevenir las secuelas neurológicas y la reducción de la necesidad de cuidados intensivos neonatales preoperatorios.
La prueba consiste en la medición de la concentración porcentual de oxígeno, que circula a nivel de los vasos sanguíneos capilares (delgados como un cabello), en la extremidad superior derecha y cualquier extremidad inferior después de las primeras 24 horas de vida. La circulación de la mano derecha es parámetro de referencia, ya que refleja la cantidad de oxígeno que sale del corazón, antes de tener influencia de algún posible desvío de sangre no oxigenada, por el sistema del flujo venoso pulmonar. Así, si se trata de un corazón sin alteraciones anatómicas o funcionales (corazón sano), la cantidad de oxígeno que manifiesta la medición en la mano derecha debe ser mayor de 95% sin diferencia con las extremidades inferiores; o como límite, una medición hasta 3% menor a la superior. De acuerdo con esta condición normal, un resultado se consideraría positivo si (A) cualquier medida de saturación de oxígeno es <90%, (B) la saturación de oxígeno es <95% en ambas extremidades en 3 medidas separadas por 1h, o (C) hay una diferencia absoluta de >3% en la saturación de oxígeno entre la mano derecha y el pie en las 3 mediciones, cada una separada por 1h. Cualquiera de estas tres variantes anormales, requiere considerar que el bebé es portador de alguna alteración a nivel cardíaco, respiratorio y/o circulatorio que debe requerir una vigilancia y estudios con el especialista correspondiente (cardiólogo, neumólogo o hematólogos pediatras y/o neonatólogo) para identificar la enfermedad en forma específica y recibir su tratamiento.
Para realizar el estudio de forma apropiada, se establecen requisitos necesarios, como: el empleo de dispositivos de oximetría especiales para recién nacidos, sin emplear los de uso adulto; que en especial dispongan de una fijación eficiente que no permita su desplazamiento. El bebé debe estar en condición tranquila o en sueño (durante la succión, está realizando actividad física que modifica la función cardíaca y respiratoria). Por otra parte, se debe considerar también que a una mayor altitud, los lactantes tienen una saturación de oxígeno menor, que los que se encuentran a nivel del mar, especialmente en aquellos que están a más de 2,072m (6,800 pies), sobre el nivel del mar, motivo por el cual en algunos hospitales se han realizado adaptaciones en los protocolos de este tamiz, como la repetición de la prueba de oximetría de pulso cada 4h mientras se esperan los resultados del estudio de imagen especializado a nivel cardíaco (ecocardiograma); colocando al recién nacido una campana en su cabeza, con aporte de oxígeno para replicar la tensión del oxígeno atmosférico del nivel del mar, mientras se realiza la prueba y retrasando la prueba del tamiz a 30h después del nacimiento, para permitir más tiempo para la transición del recién nacido.
En cuanto a costos, la realización del tamiz cardiológico tiene variantes que van de cinco a catorce dólares, mientras que la evaluación y diagnóstico de los niños ya con el desarrollo de la cardiopatía congénita compleja, representa un costo aproximado entre 20 mil dólares. Con un costo favorable de 2 mil dólares al año, de cada uno de los que se detectaron en forma temprana con el estudio de tamiz cardiológico; y en especial, con un pronóstico más optimista antes de iniciar su deterioro progresivo.
Considerando la trascendencia que representa este estudio, se establece ya con carácter obligatorio en varias instituciones de salud, por lo que es necesario que lo compruebe antes del egreso de su recién nacido… y también se puede efectuar a nivel privado.
Se considera tamiz a toda acción de búsqueda que se aplica a un grupo de población humana en particular, con la finalidad de detectar alguna enfermedad en etapa temprana, cuando sus alteraciones no son tan evidentes y permita establecer un buen pronóstico con su tratamiento oportuno. Como requisitos, todo tamiz deberá de ajustarse a las siguientes condiciones: que exista un tratamiento efectivo, que exista una elevada incidencia de lo que se busca, que exista la mejor relación entre su costo y su beneficio; y de preferencia, que sea barato, sensible y específico.
La mayoría se realizan en la etapa inicial de la vida (neonatal), con el propósito de: disminuir su lesión orgánica (morbilidad) progresiva o como causa específica de muerte (mortalidad). El tamiz cardiológico es significativo ante la oportunidad que puede ofrecer la detección oportuna de una alteración, que pueda causar secuela o muerte temprana de forma súbita y sin causa aparente.
Esta detección de preferencia deberá de realizarse en un tiempo posterior al nacimiento, ya que, en las primeras horas de vida, es natural que la conformación física (anatómica) y el funcionamiento (fisiología) del flujo sanguíneo tengan un estado de transición, entre las condiciones que contrastan del ambiente particular dentro del vientre materno (líquido), al posterior del nacimiento (aéreo), con diferencia notoria en la disponibilidad del gas significativo para la vida (oxígeno).
Las cardiopatías congénitas son anomalías estructurales evidentes del corazón o, de los grandes vasos que salen de su cavidad, con una repercusión real o potencial que representan la primera causa de mortalidad neonatal precoz (40%) y la segunda en la mortalidad infantil (32%), con compromiso en la capacidad de transporte y entrega del nutriente más importante (el oxígeno) a los tejidos, con pronóstico malo al acusar deficiencia progresiva o súbita los órganos vitales (cerebro, corazón, suprarrenales y riñón) con riesgo significativo de muerte.
Este tipo de malformaciones congénitas son consideradas como las más frecuentes al nacimiento, estimándose con una incidencia de ocho por cada mil recién nacidos vivos.
Un común denominador de las cardiopatías congénitas (al nacimiento) complejas (CCC) es la disminución de oxígeno (hipoxia), manifestada como coloración morada, azul o violeta (cianosis); sin embargo, no en todos los recién nacidos va a ser notoria a simple vista, por diferencias en la pigmentación de la piel y por la concentración variable de oxígeno en la sangre, pero en la mayoría de las ocasiones al detectarla, ya estará asociada con otras alteraciones como evidencia de la enfermedad manifiesta o gravedad.
Así es muy útil, emplear un dispositivo electrónico que tiene la capacidad adecuada para la detección de pequeños cambios en su concentración de oxígeno, mediante la percepción de la absorción de ondas de luz roja (hemoglobina sin oxígeno) comparada con absorción de ondas de luz infrarroja (hemoglobina oxigenada), que correlacionan en forma más precisa la saturación de oxígeno en la circulación capilar. Este proceso (oximetría de pulso) tiene el potencial de poder identificar la hipoxemia, cuando esa deficiencia de oxígeno aún no sea capaz que de producir cambios visibles en la piel.
Compara siempre la cantidad de sangre oxigenada que se encuentra lo más relacionado con la circulación cercana al corazón, contrastando sus valores con zonas de circulación distantes a este punto. Siempre justifica comparar el valor obtenido a nivel de la extremidad superior derecha, en contraste con alguna de las extremidades inferiores.
En etapas iniciales, se comparó la efectividad de la oximetría de pulso con el examen físico realizado por neonatólogos calificados. En este estudio, se concluyó que la introducción de la oximetría de pulso antes del alta del bebé, mejora la tasa de detección total de CCC hasta en un 92%, así como menciona la rentabilidad a largo plazo, al prevenir las secuelas neurológicas y la reducción de la necesidad de cuidados intensivos neonatales preoperatorios.
La prueba consiste en la medición de la concentración porcentual de oxígeno, que circula a nivel de los vasos sanguíneos capilares (delgados como un cabello), en la extremidad superior derecha y cualquier extremidad inferior después de las primeras 24 horas de vida. La circulación de la mano derecha es parámetro de referencia, ya que refleja la cantidad de oxígeno que sale del corazón, antes de tener influencia de algún posible desvío de sangre no oxigenada, por el sistema del flujo venoso pulmonar. Así, si se trata de un corazón sin alteraciones anatómicas o funcionales (corazón sano), la cantidad de oxígeno que manifiesta la medición en la mano derecha debe ser mayor de 95% sin diferencia con las extremidades inferiores; o como límite, una medición hasta 3% menor a la superior. De acuerdo con esta condición normal, un resultado se consideraría positivo si (A) cualquier medida de saturación de oxígeno es <90%, (B) la saturación de oxígeno es <95% en ambas extremidades en 3 medidas separadas por 1h, o (C) hay una diferencia absoluta de >3% en la saturación de oxígeno entre la mano derecha y el pie en las 3 mediciones, cada una separada por 1h. Cualquiera de estas tres variantes anormales, requiere considerar que el bebé es portador de alguna alteración a nivel cardíaco, respiratorio y/o circulatorio que debe requerir una vigilancia y estudios con el especialista correspondiente (cardiólogo, neumólogo o hematólogos pediatras y/o neonatólogo) para identificar la enfermedad en forma específica y recibir su tratamiento.
Para realizar el estudio de forma apropiada, se establecen requisitos necesarios, como: el empleo de dispositivos de oximetría especiales para recién nacidos, sin emplear los de uso adulto; que en especial dispongan de una fijación eficiente que no permita su desplazamiento. El bebé debe estar en condición tranquila o en sueño (durante la succión, está realizando actividad física que modifica la función cardíaca y respiratoria). Por otra parte, se debe considerar también que a una mayor altitud, los lactantes tienen una saturación de oxígeno menor, que los que se encuentran a nivel del mar, especialmente en aquellos que están a más de 2,072m (6,800 pies), sobre el nivel del mar, motivo por el cual en algunos hospitales se han realizado adaptaciones en los protocolos de este tamiz, como la repetición de la prueba de oximetría de pulso cada 4h mientras se esperan los resultados del estudio de imagen especializado a nivel cardíaco (ecocardiograma); colocando al recién nacido una campana en su cabeza, con aporte de oxígeno para replicar la tensión del oxígeno atmosférico del nivel del mar, mientras se realiza la prueba y retrasando la prueba del tamiz a 30h después del nacimiento, para permitir más tiempo para la transición del recién nacido.
En cuanto a costos, la realización del tamiz cardiológico tiene variantes que van de cinco a catorce dólares, mientras que la evaluación y diagnóstico de los niños ya con el desarrollo de la cardiopatía congénita compleja, representa un costo aproximado entre 20 mil dólares. Con un costo favorable de 2 mil dólares al año, de cada uno de los que se detectaron en forma temprana con el estudio de tamiz cardiológico; y en especial, con un pronóstico más optimista antes de iniciar su deterioro progresivo.
Considerando la trascendencia que representa este estudio, se establece ya con carácter obligatorio en varias instituciones de salud, por lo que es necesario que lo compruebe antes del egreso de su recién nacido… y también se puede efectuar a nivel privado.