En los tiempos
antiguos, la higiene estaba reservada para los grupos de élite y durante la
edad media con la aparición de las enfermedades epidémicas, se da inicio a las
medidas higiénicas de forma conveniente para evitar la propagación de dichas
enfermedades con resultados favorables.
En la evolución
del ser humano, desde millones de años se ha contado de forma natural en
nuestros primeros años de vida, con la presencia de gérmenes en contacto con
nuestro cuerpo, que influyen a madurar nuestro sistema de defensas para el
resto de la vida.
En los últimos
50 a 70 años, las sociedades de primer mundo (y en copia de comportamiento
otros países o sociedades), han excedido en cuanto a medidas higiénicas de los
niños en sus primeros años de vida, dando la impresión excesiva de los padres,
de querer mantener a sus hijos dentro de burbujas de cristal, para evitar el
contacto con el posible contacto con microbios en el ambiente de forma natural,
lo cual ha modificado en forma secundaria la evolución natural de esas sociedades,
y se aprecia en ellas ahora la existencia con mayor frecuencia de enfermedades
de origen alérgico o de procesos en donde el mismo sistema inmunológico (de
defensas) ataca a las estructuras corporales y las daña en lo que se conoce
como enfermedades auto inmunes.
El incremento inexorable de las alergias y
enfermedades auto inmunes es real y se están convirtiendo en una amenaza seria
para la salud de las futuras generaciones. Hace un siglo esos problemas no
existían. Ahora, en algunas partes del mundo, afectan a un tercio de los
adultos y a casi la mitad de los niños.
De acuerdo con
estudios científicos, se están volviendo cada vez más severas. Si su
propagación continúa a este ritmo, podría convertirse en uno de los principales
desafíos médicos del próximo siglo.
La pregunta
clave es: ¿por qué se están alterando tanto nuestros cuerpos? La culpa, se
sospecha desde hace varios años, parece ser de la obsesión por la higiene.
En nuestro
sistema inmunológico tenemos en particular dos tipos de células importantes
para el desarrollo de la inmunidad que se conocen como TH1 y TH2.
De forma
natural, se debe tener un equilibrio adecuado entre las funciones de ellas,
para tener el desarrollo del sistema inmunológico (o de defensas corporales)
adecuado.
El fundamento
teórico es que si una persona no sufrió de infecciones serias durante la
infancia, carece de suficientes células Th1, un tipo de células del sistema
inmunológico que atacan las infecciones, es decir, que protegen al organismo.
La escasez de
esas células afecta el balance requerido en nuestro cuerpo y provoca que se
reproduzcan sin control otras células llamadas Th2. En otras palabras, gracias
al estilo de vida antiséptico, el sistema inmunológico se vuelve ocioso, no
madura apropiadamente y ataca moléculas extrañas inofensivas, creando toda
clase de reacciones autodestructivas.
La estimulación
del sistema inmunológico desde etapas muy tempranas de nuestra vida, se inicia
a nivel intestinal; y por tanto cobra importancia desde ese momento, el primer contacto
con bacterias que tenemos ante un nacimiento natural (por vía vaginal), que nos
permite ingerir las bacterias de nuestras madres e iniciar la estimulación de
forma natural. La diferencia desde este momento, son los niños obtenidos por
cesárea, en donde las medidas de higiene son excesivas, como todo proceso
quirúrgico que previo al acto, tiene la finalidad de eliminar los gérmenes por
donde extraerán al producto de la madre.
Posteriormente
la interacción de algunos elementos inmunológicos en la leche de nuestra madre,
con el sistema inmunológico (inmaduro) del intestino del niño, lo ayuda en la
medida del tiempo a ir madurando de forma adecuada para el desarrollo de las
funciones que deberá de adquirir en los siguientes seis a ocho meses.
Bajo esas
condiciones previas, ya se puede ir considerando los posibles resultados
anormales en la estimulación que pueden ir generando la obtención de un niño
por operación cesárea y que posteriormente se alimentan con leches
industrializadas, dejando con ello, la oportunidad de generar con el futuro un
niño que podrá padecer de enfermedades crónicas de tipo alérgico de forma más
frecuente o bien de alguna alteración auto inmune.
Durante la etapa
que el niño empieza a explorar el ambiente, es muy natural que gran parte de
esa exploración la contemple además de la vista y el tacto con el gusto, y a
través de la mucosa digestiva, la existencia de algunos gérmenes que se lleve a
su sistema inmunológico intestinal le permite estimular al sistema TH1 de forma
adecuada, para ir formando anticuerpos de forma progresiva, que le permiten ir
adquiriendo el perfeccionamiento en la función futura.
Los niños que
viven bajo la vigilancia estricta de la madre o cuidadores obsesivos que no le
permiten de vez en cuando alguno de estos contactos, son los que tendrán menor
oportunidad de estimular al sistema TH1, y darán oportunidad de un mayor
desarrollo al otro sistema que posteriormente se relaciona con la presencia de
enfermedades alérgicas o de auto inmunidad.
Así los microorganismos con los que evolucionamos, mucho tiempo
antes de que comenzáramos con este moderno estilo de vida, se convirtieron en
una parte crucial de nuestra fisiología. En este estado de 'dependencia
evolutiva', los microbios asumieron el rol de conectar las vías regulatorias
que permiten que nuestro sistema inmunológico funcione como debiera. Sin el
contacto con esos microbios, nuestro sistema inmunológico ataca moléculas
inocuas.
En el desempeño de maduración del sistema inmunológico también
interviene el momento de introducir sustancias diferentes a la leche, por lo
cual esta decisión no deberá depender de la iniciativa de familiares o la
influencia del ambiente social, considerando que esos alimentos cuentan con
estructuras moleculares que deben ser reconocidas de forma conveniente por el
sistema inmunológico del tubo digestivo del niño de forma adecuada.
Estos resultados los comprobamos cuando consideramos la evolución
de enfermedades comparativas entre niños de ambientes rurales, donde las
condiciones higiénicas no son tan estrictas o adecuadas, en comparación con los
niños de ambientes urbanos sobre todo con padres o cuidadores obsesivos. Los
niños de ambientes rurales no tienen patologías alérgicas en tanta incidencia y
es poco probable que desarrollen enfermedades de auto inmunidad. En cambio, los
otros niños son pacientes que posteriormente recurren de forma frecuente por
enfermedades alérgicas variadas entre las que podemos mencionar el asma
bronquial, rinitis, dermatitis, etc. que les hace generar tratamientos
prolongados y variados en ocasiones excepcionales con resultados poco
adecuados.
En forma obvia, los hijos de los padres con antecedentes
alérgicos, ya por cuestiones hereditarias tendrán mayor oportunidad de
desarrollar estas enfermedades y por tanto, se puede ofrecer como alternativa a
mejorar el desarrollo del sistema inmunológico posterior, medidas específicas para una maduración
adecuada, entre las que se podrá permitir la existencia de una higiene no tan
obsesiva en los primeros años de vida.
El sistema inmunológico es importante para el resto de la vida y
no se puede estimular por preparados comerciales que promueven en algunas
fórmulas lácteas o preparados como golosinas en la vida futura de los niños
como yogurts. Es conveniente recabar mayor información con el médico de su
confianza.