Alteraciones en párpados

 

Desde la quinta semana del embarazo, la vesícula que desarrollará al ojo del embrión, ya se encuentra cubierta por una capa de células, que en las siguientes cuatro semanas tendrán en su interior la presencia de un tejido precursor de cartílago y músculos, que formarán al párpado superior e inferior. Desde las ocho semanas ambos párpados están unidos por una capa de tejido, que en forma progresiva se irá desapareciendo, para permitir la apertura del ojo a partir del séptimo mes de embarazo.
Desde el nacimiento y durante el transcurso de los primeros años, es probable notar algunas alteraciones en los párpados. Algunos son de carácter transitorio y benignos, otros son secundarios a infecciones o enfermedades asociadas; y menos frecuente, puede considerarse una condición de riesgo mortal.  
Es posible que los párpados caídos (ptosis) den la apariencia de un párpado superior agrandado o grueso; pero si la deficiencia es muy discreta, se le podrá considerar al notar que el ojo afectado tiene una apariencia de ser más pequeño en comparación al otro. Esta deficiencia suele afectar a un solo párpado, pero también es posible que ambos estén afectados, lo cual podrá establecer alguna dificultad para poder percibirlos. Puede estar presente desde el momento del nacimiento o se puede desarrollar en el transcurso de su vida posterior. Se considera parcial cuando la caída del párpado cubre parte del globo ocular, pero también puede ser total cuando el párpado cubra en forma completa el globo ocular.
Ante la posibilidad que el peso relativo del párpado, en forma constante sobre la capa transparente del ojo (córnea) por tiempo prolongado, pueda deformar su superficie (astigmatismo) y dificultar la percepción de imágenes en forma normal, se justifica su valoración temprana por el oftalmólogo para prevenir este daño, al igual, cuando el párpado cubra totalmente el ojo, porque la falta de estimulación visual puede causar bloqueo en el centro de la visión -a nivel cerebral-. Si la visión no se encuentra amenazada por estas circunstancias, la intervención quirúrgica para mejorar esta alteración se podrá realizar a partir de la edad de cuatro o cinco años, cuando el párpado y los tejidos circundantes están más desarrollados o a una edad mayor para tener mejor efecto estético.
Cuando la alteración está presente desde el nacimiento generalmente es por deficiencia en el desarrollo del músculo, que es débil y poco elástico. Puede en ocasiones, mejorar en el primer y segundo año de vida. Es esporádico, pero en ocasiones es por herencia familiar al notar que la alteración afecta a otros integrantes. Al ser revisado por el especialista, lo podrá catalogar en su variedad como leve a grave, por la función alterada del músculo y la separación que permita de la apertura ocular, asociando a ello la definición del momento y tipo de la intervención quirúrgica. La cirugía también será precoz cuando se note en el niño, la inclinación de su cabeza, con desviación de su mentón hacia arriba tratando de compensar su visión afectada.
La caída del párpado se puede presentar también en el transcurso de la vida de los niños y/o adolescentes considerándose, así como formas adquiridas que pueden tener diferente causa y, por tanto, valoración adicional por otros especialistas. Puede ser secundaria a parálisis de nervios que salen del cráneo o por un tumor cerebral. En esas condiciones se asocian cambios posturales del globo ocular afectado, tamaño de la pupila, deficiencia de sudoración en cara y cuello, cambio de color del iris, relación con movimientos de masticación, deglución, llanto o al hablar, ameritando evaluación por neurología.
Otra causa adquiridas incluye niños que manifiestan la alteración antes de la pubertad, que es más notorio al final del día y con los intentos repetidos de elevación y descenso de los ojos, asociando desviación ocular (estrabismo). Ameritan valoración por reumatología para descartar enfermedad autoinmune.
Otras condiciones pueden confundir con apariencia de párpado caído: la desviación ocular hacia abajo (estrabismo vertical), el posterior a un trauma, que se debe a efecto mecánico por el incremento de peso del párpado inflamado y cede al mejorar la inflamación del párpado; y por último, el exceso de piel en el párpado superior o la retracción palpebral contralateral.
Epibléfaron. Se identifica por la presencia de un pliegue horizontal de piel por delante del borde del párpado superior o inferior, causando el desplazamiento de sus pestañas hacia el interior del ojo que, al contacto con la córnea causa irritación constante y lagrimeo. Normalmente se resuelve en los primeros dos años con el crecimiento de los huesos y pérdida de grasa de la cara. Si hay lesión que pueda dañar la córnea, ameritará tratamiento con cirugía. Si la lesión es mínima solo ameritara gotas especiales.
Manchas y abultamientos. La mayoría de las que se presentan desde el nacimiento no son graves y no afectan la visión. Normalmente su tamaño se debe comprobar que disminuya al paso del tiempo de forma progresiva. Una alteración especial de vasos sanguíneos (hemangioma en fresa o capilar) puede crecer en el primer año y luego empezar a disolverse. Toda protuberancia que pueda afectar la visión debe ser valorado por oftalmología. Si al nacimiento existe una mancha de color rojo oscuro (vino) en el párpado superior, por la posibilidad que pueda asociarse con el desarrollo de glaucoma (aumento de presión dentro del ojo), requiere que sea valorado por el oftalmólogo. Los lunares generalmente no causan problemas y solo deberán considerarse a valorar cuando se noten cambios en el color, forma y tamaño.
En ocasiones, existen pequeñas protuberancias firmes del color de la piel, en párpados o debajo de las cejas que corresponden a quistes, pero debido a su tendencia a crecer durante la etapa de pubertad, en la mayoría suelen quitarse en etapa preescolar. Otro tipo de lesiones son los dermolipomas, con aspecto de una masa gelatinosa que aparece en contacto interno con el globo ocular, en el extremo externo de los párpados. 
Como condiciones más frecuentes que se pueden desarrollar en los primeros años de vida, se describen el orzuelo y el chalazión. El orzuelo es una infección que se desarrolla en el interior de glándulas del ojo ante una obstrucción en su desembocadura. Se distinguen como abultamientos con crecimiento progresivo, asociado con coloración rojiza sobre la superficie del párpado o al lado de la emergencia de pestañas. Su tratamiento incluye aplicación de calor local por diez minutos, cuatro veces al día, masaje lateral para retirar costras y vertical para exprimir el conducto retenido, lavado con shampoo y en caso necesario alguna crema especial. Al tener manifestaciones de recurrencia crónica con aspecto ahora, de un nódulo de consistencia dura, se identificará como chalazión crónico que habrá de descartar con tumoraciones malignas.
Molusco contagioso. Son pequeñas vesículas con aspecto umbilicado en su centro, en mayor frecuencia múltiples que se adquieren por contacto, tienden a ser autolimitadas, pero en caso necesario requieren de la valoración por dermatología.
Cuando un párpado aparece por las mañanas aumentado de volumen (hinchado), con color rojizo, con movilidad ocular y visión conservadas, habrá que considerar que se trata de una celulitis, secundaria a infección respiratoria superior (sinusitis) que requiere en niños lactantes de manejo hospitalario por riesgo de complicaciones cerebrales.
De los tumores malignos, se debe sospechar del cáncer de origen en precursor muscular (rabdomiosarcoma) que constituye la neoplasia orbitaria maligna más común en la infancia. Se manifiesta en forma más frecuente con aspecto de ojo saltado (proptosis), pero en otras ocasiones solo asocia aspecto de párpado caído con inflamación. Es más frecuente de los cuatro a diez años y su tratamiento temprano ofrece buen pronóstico.

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