ZAPATOS

 

Los pies de los niños no son versiones en miniatura de los pies de los adultos. Son mecanismos delicados en evolución, que requieren cuidados y atención para asegurar un crecimiento y desarrollo sanos.
Anteriormente se pensaba que el calzado desempeñaba un papel determinante en el desarrollo del pie del niño; esto es cierto parcialmente: un zapato de malas características afectará negativamente al pie del niño y del adulto, pero no significa que desarrollará o dará forma a un pie en crecimiento. Es de gran importancia que la elección del zapato se realice de acuerdo con el proceso de evolución del pie, pero tiene una relación más importante con la adquisición de la marcha y el desarrollo motor del niño una vez que éste camina
Es de gran importancia que, la elección del zapato se realice de acuerdo con el proceso de evolución del pie, pero tiene una relación más importante con la adquisición de la marcha y el desarrollo motor del niño una vez que éste camina.
El pie desde el nacimiento, hasta aproximadamente los 8 meses, tiene una mayor sensibilidad superficial receptiva que la mano. El lactante intenta tocar las cosas con los pies y debido a la disminución de la fuerza (que se hace máxima alrededor de los 6 meses), que se va sustituyendo por la fuerza de contracción de las extremidades inferiores del recién nacido, el niño puede llevarse los pies a la boca, tocarse las orejas con los talones, patalear, etc., y es adecuado que el niño tenga libertad de movimientos.
El pie no ha nacido para ser calzado, pero desde tiempos remotos en la historia el zapato se ha considerado necesario e imprescindible en nuestro marco sociocultural.
Debido a la flexibilidad del pie durante los primeros 3 años de vida, en combinación con la abundante grasa por debajo de la piel (subcutánea) y la laxitud articular típica, es normal encontrar el pie con apariencia de tener superficie plana, que a esta edad se denomina fisiológico que no va a ser modificado por ningún tipo de calzado especial o modificado. Es por esto por lo que el desarrollo del arco se produce progresivamente con el crecimiento; está condicionado por disposición genética y factores externos, como: el peso, la actividad física y el uso excesivo de calzado.
En consideración a su tamaño, la mayor parte del crecimiento del pie ocurre dentro de los primeros tres años. El pie de los niños a los tres años generalmente ha alcanzado las dos terceras de su longitud final. Su crecimiento en forma de promedio establece que, hasta la edad de tres años, la longitud del pie incrementa 2 mm por mes. Entre los tres y cinco años la longitud aumenta 1 mm al mes. En el periodo entre los dos y los doce años el incremento en longitud es de 0.8 a 1 cm al año. La mayoría de las niñas alcanzan su longitud final a la edad de 12-13 años y los niños dos años más tarde.
Considerando así las características particulares de su desarrollo estructural y las madurativas por su desarrollo neuromotor, es posible proporcionar alguna orientación especial para los diferentes momentos de su desarrollo.
Calzado para bebés (0 a 6 meses). Asocia una etapa de desarrollo con manifestaciones previas al gateo dentro de su desarrollo de maduración y de desplazamiento y considerando su sensibilidad presente en etapa posterior al nacimiento, en general no es requerido, y en caso de emplearlo será en base a una función exclusiva de protección contra el frío, la humedad y los golpes. Misma función que puede cumplir una calceta, preferiblemente sin costuras. Queda a elección de los padres el uso de uno u otro. En caso de elegir un calzado, este debe tener las siguientes características: La punta debe de ser redonda o cuadrada, vista desde arriba y redondeada por el lateral. El material de corte debe ser muy flexible. Se recomienda un cierre tipo acordonado con un solo lazo o velcro. Para que el niño no pierda el calzado (o se salga su pie), la parte trasera debe ser alta, muy flexible y suave. La suela debe ser lisa, de piel suave o tela. El interior del calzado debe ser de acabado suave y sin costuras.
Calzado previo y con marcha inicial (6 a 18 meses), incluye la etapa de desarrollo del gateo y el inicio de los primeros pasos. Su función, al igual que en el anterior, es de protección al frío o a las superficies (si ésta no es la apropiada) y en otros casos solo como decorativo. De lo contrario, el gateo sin calzado es fundamental para el desarrollo psicomotor normal del niño y el fortalecimiento del pie. Igualmente, si se desea optar por el calzado se recomienda con características muy similares a las del periodo previo.
Año y medio a tres años, considerado como una etapa de principiantes en la marcha, ya que corresponde al momento de la adquisición de marcha sin apoyo y ganancia progresiva del equilibrio. El niño se pone de pie y da sus primeros pasos. Al principio tiene una marcha irregular con problemas para mantener el equilibrio. Por lo anterior se recomienda calzado con las siguientes características: La holgura interior en el largo debe ser de unos 10 mm. La puntera debe ser redonda o cuadrada, vista desde arriba, y redondeada por el lateral. Debe ser cerrada con un refuerzo de cierta rigidez para protección de los dedos. El material de corte debe proporcionar flexibilidad, protección contra el frío y permitir la transpiración. El abrochamiento debe ser alto sobre el empeine con una lengüeta de piel suave. Se recomienda un calzado blando y flexible, con ajuste suave para mantener el talón dentro del calzado. La suela debe ser plana (no más de 3 mm). No debe ser muy blanda pero sí muy flexible en la zona de los dedos y con características moderadas de fricción. En caso de tener tacón, la altura máxima debe estar entre 3 y 5 mm. El forro debe presentar cierto agarre para evitar deslizamientos del pie y el calzado. El interior debe ser suave y blando, sin costuras internas.
Los niños de 4 a 7 años. Es un periodo de adquisición y maduración de la marcha. La actividad del niño requiere un calzado propiamente dicho y habrá de proteger al pie frente a posibles lesiones, por lo que debe tener las siguientes características: La holgura interior en el largo debe ser entre 10 y 15 mm. La puntera debe ser redonda o cuadrada, vista desde arriba, y redondeada por el lateral. Debe, además, ser cerrada con refuerzo de cierta rigidez para la protección de los dedos. El material de corte debe proporcionar flexibilidad, protección contra el frío y permitir la transpiración. El abrochamiento debe ser alto sobre el empeine con una lengüeta de piel suave. Se recomienda un cierre de fácil manejo tipo velcro. La suela ha de ser flexible. Debe tener un espesor continuo entre 5 y 10 mm y ser de un material no demasiado duro, con propiedades de amortiguación. La altura máxima del tacón ha de ser entre 5 y 10 mm. Materiales como goma y el poliuretano pueden aportar las características adecuadas. Se aconseja la incluir un contrafuerte firme (no rígido).
Niños de 7 a 14 años, es una etapa con aumento de actividad física que requiere: La holgura interior en el largo debe ser entre 10 y 15 mm. La altura del tacón no debe sobrepasar los 10 mm en niños de 7 a 10 años. Entre 10
y 14 años esta altura no debe sobrepasar los 15 mm en los niños y los 20 mm en las niñas. La puntera debe ser redonda o cuadrada, vista desde arriba, y redondeada por el lateral. Ha de ser, además, cerrada con un refuerzo de cierta rigidez para la protección de los dedos. El material de corte debe proporcionar flexibilidad, protección contra el frío y permitir la transpiración. Es conveniente que el abrochamiento sea alto sobre el empeine con una lengüeta de piel suave. Se aconseja que lleve incorporado una entresuela de espesor mínimo de 15 mm con buenas propiedades de amortiguación (por su actividad física) y resistente a la abrasión. El forro ha de ser rugoso en la zona de contrafuerte para evitar la salida de talón del calzado. Considere…para favorecer al desarrollo óptimo del pie, se debe fomentar que los niños caminen descalzos la mayor parte del tiempo.  

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