A pesar del
ambiente de trabajo, y el tiempo de estar viendo situaciones extremas, nos
permite mantener el equilibrio emocional ante situaciones de emergencia en los
niños; es de particular dificultad, conseguir dominar el impulso de reclamo a
los responsables de los accidentes viales, que causan lesiones de diversas
variedades a nuestros pacientes pediátricos.
Supera con mucho
a los dramas que uno se puede imaginar: el hallarlos lastimados en la calle,
angustiados por el dolor intenso, que de súbito desconocen cómo se ha
originado, y con sus miradas de pavor, al darse cuenta que alguna de sus
extremidades se ha deformado por la fractura de alguno de sus huesos. Y todo
ese en el mejor de los escenarios donde su cabecita no ha sufrido un daño
significativo; y lo anterior, es viable de hallarlo en un niño que ha sido
atropellado por un vehículo en movimiento.
Otra escena que
se puede generar y es muy común, condicionada por la anatomía del niño: es que
por la desproporción mayor de su cabeza al resto del cuerpo, resulta que es el
órgano más afectado, cuando sin la protección apropiada de un cinturón de
seguridad o el empleo de alguna silla adecuada en la parte posterior del
automóvil, sale despedido ante la inercia de un impacto y golpea en cualquier
superficie, que le condiciona que por dentro su cerebro rebote contra el hueso
del cráneo, y se produzca una contusión importante y de forma secundaria, la
inflamación cerebral que de evolucionar en forma aguda, le comprime la
irrigación sanguínea a los centros vitales y fallece de forma instantánea; o
bien, se causan roturas en los vasos sanguíneos y de forma secundaria se dan
alteraciones como pérdida de conciencia y convulsiones como manifestación de
daño agudo. La atención inmediata y adecuada es vital, ya que de no darse las
condiciones favorables, el paciente podrá salir adelante pero con secuelas
significativas, como déficit en la motilidad de alguna parte de su cuerpo,
deficiencia mental o vida vegetal.
Cuando estos
pacientes llegan a nuestros servicios de urgencias, requieren de medidas
inmediatas para lograr salvarles la vida en primer lugar, y de condiciones
asociadas para poder evitar sus complicaciones posteriores.
Ese trabajo
suele ser muy difícil de lograrlo, por las condiciones y severidad de lesiones
que desarrollan los niños en los accidentes viales.
El comentario
ahora no va en relación a la forma como nuestros compañeros médicos son capaces
de poder resolver ese tipo de situaciones, porque no se busca en este foro
resaltar la imagen de una persona que realiza ese trabajo de forma profesional.
Va encaminado a
despertar en la conciencia de los padres, autoridades viales y gubernamentales,
el sentido de responsabilidad a fin de evitar que continúen dándose este tipo
de accidentes, porque lo formidable de esta situación crítica, es que SE PUEDE
PREVENIR. Pero sin embargo, no hay mucha cultura de prevención entre nuestra
población.
No es difícil de
imaginar la respuesta de cualquier padre o familiar de un niño, si le gustaría
que alguno de sus menores sufriera algún accidente o si está de acuerdo en que
quede con alguna secuela importante para el resto de la vida; o peor aún, que
fallezca de forma súbita, secundario a un accidente de tránsito.
Y pese a la
respuesta sospechada que darían de forma categórica, el planteamiento a
establecer sería: ¿y en todo momento, que están haciendo para evitarlo, ya que
como accidentes se pueden originar en el tiempo menos esperado?
Por curiosidad,
y como parte de todo este drama amigo lector, el día que guste mientras maneje
o ande en la calle, dese la oportunidad de observar las conductas de los
conductores y peatones para favorecer la existencia de este tipo de accidentes,
o usted mismo en su comportamiento juzgue su actitud al volante, o en la calle.
¿Cuántos padres
de familia de forma responsable cuidan de las actividades de sus hijos mientras
caminan en las banquetas? ¿Donde tenemos un poco de cultura para permitir que
los peatones en el momento de bajar de la banqueta tengan la oportunidad de
pasar la calle? ¿Cuántos padres de familia, llevan por diversión, gusto o
ignorancia pura, a sus hijos entre su abultado abdomen y el volante?, sin idea
que ante un impacto el niño quedará prácticamente prensado y ahogado incluso
con las bolsas de aire. En otras situaciones, los fabulosos padres que sacan a
sus hijos a dar una vuelta en moto sin cargar ellos y mucho menos sus hijos un casco
y el niño sujetándose del padre solo con sus bracitos a la esbelta figura del
padre, o adelante tomando los manubrios para ser los primeros proyectados a
impactarse al pavimento. Sin embargo, al parecer a los padres que tienen esos
accidentes, hasta el momento de padecerlo captan la dimensión de la
importancia. ¿no sería mejor antes?
Por parte de
nuestras autoridades, donde se encuentran los agentes viales (de tránsito) para
establecer recomendaciones o mejor aún (porque al parecer necesitamos de sanciones
para respetar reglas), para levantar infracciones que se tienen que realizar
para protección de la sociedad. –Desafortunadamente, en ocasiones se distingue a una gran cantidad de elementos viales, abriéndoles paso a vehículos de funcionarios públicos para que ellos no tengan problemas en su circulación, mientras el resto de la población sufre de sus abusos y de la ausencia de las funciones laborales a que deberían estar comisionados de forma diaria-.
¿Nuestro
reglamento de tránsito estará bien elaborado para vigilar estas acciones a
favor de la sociedad?. ¿Nuestros taxistas tienen la autoridad de pararse donde
le indique de forma súbita su pasajero?, ¿y los choferes de camiones urbanos no
deberían de trabajar menos presionados para poder evitar los accidentes?
En fin, hay
muchas cosas que se pueden cuestionar y sobre todo arreglar, pero todo depende
de lo que cada uno de nosotros esté dispuesto a cambiar, pero claro se me
olvida en ocasiones que la apatía es muy común en nuestra ciudad, pero al menos
desde esta tribuna no queda el despertar al menos un poco a esa conciencia; y
también una invitación a las personas que de ser posible, tomen fotos a esos
irresponsables que al conducir con sus familiares los exponen y quizás con
ello, tengamos la oportunidad de mejorar estos errores, pero en especial evitar
niños accidentados o fallecidos.
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