Las vacunas han
disminuido y en algunas ocasiones han llegado a erradicar la existencia de
algunas enfermedades que eran habituales
en los niños. Cuando se logran tasas elevadas de vacunación, se produce
inmunidad en el grupo vacunado y protección llamada de rebaño a aquellos niños que no están
vacunados, pero que conviven en un ambiente donde el resto no desarrolla y
transmite la enfermedad, lo que enfatiza el concepto del beneficio comunitario
de las vacunas.
Sin embargo, la
decisión de no vacunar a los niños terminaría con este beneficio. En ocasiones,
es menos probable entre aquellos padres que no están convencidos de los
beneficios de las vacunas. Algunos padres creen que podrán proteger a sus hijos
de la enfermedad sin la inmunización. Otras condicionantes también incluyen a
las barreras socio-económicas, las cuestiones religiosas o personales, o la
creencia de que las vacunas no son seguras y que tienen efectos negativos a
largo plazo sobre la salud, que llevan a los padres a tomar la decisión de no
vacunar a sus hijos.
En la
actualidad, se promueve la vacunación contra la influenza de tipo estacional a
fin de formar defensas contra esta enfermedad de forma inducida
(artificial) ya que la otra alternativa
para formar anticuerpos es sufriendo el padecimiento y lograr la recuperación
de la enfermedad (mecanismo natural)
Si bien, la
vacuna estacional no es específica para proteger contra el virus de la
influenza humana (AH1N1), se considera útil por proporcionar protección
relativa, con inmunidad cruzada contra esa enfermedad; que se identifica por la
menor presencia de la influenza humana en población vacunada previamente con la
estacional, que aquellos que no han tenido vacunación previa.
Pero, como se
procede para la elaboración de la vacuna?
Los epidemiólogos de la OMS son los encargados
de vigilar las cepas de gripe que circulan por todo el planeta. Los virus tipo
A presentan en su superficie dos proteínas (que llamaremos marcadores) : la N y
la H. Se sabe que en todos estos virus la H (hemaglutinina) cambia, se conocen
16 formas, y la N (neuraminidasa) también, (hay 9 tipos). De ahí que existan
muchas combinaciones del virus en la naturaleza y haya que valorar cada año qué
cepa predomina. El virus cambia porque su meta es poder multiplicarse lo mejor
posible dentro de un ser vivo. Así que dos veces por año,
una para el hemisferio norte y otra para el sur, las autoridades sanitarias
determinan esas cepas y envían muestras a los laboratorios. Contra la gripe estacional, se elabora una vacuna trivalente, es decir,
un producto que contiene tres cepas de la gripe: dos cepas del serotipo A y una
cepa del serotipo B. Se eligen estos componentes de forma estadística
predictiva (no certera) ya que son los responsables de las mayorías de las
epidemias y pandemias producidas hasta ahora por el virus de la gripe,
Una vez que los
laboratorios reciben esas cepas, y los reactivos necesarios para su
elaboración, comienza el proceso de desarrollo. En primer lugar, se inocula el
virus en huevos fecundados (el virus necesita las células para multiplicarse),
que previamente han sido desinfectados, y se deja cultivar durante dos o tres
días. Este paso se repite con millones de huevos. Se pueden inocular unos 3.600
huevos en ocho horas. (Procedimiento considerado tradicional y algo obsoleto,
por empezarse a hacer actualmente mediante técnicas de cultivos celulares). Por aspiración, se extraen los virus, que están en la clara de los
huevos, y se fraccionan, es decir, se matan para que no sean peligrosos.
Posteriormente, se purifican para eliminar cualquier residuo del huevo y la
parte grasa del virus que puede generar reacciones en el individuo si se le
inyectara. El proceso de purificación se repite varias veces y luego se
obtienen antígenos virales a granel, en grandes cantidades. El siguiente, y último paso, es mezclar los componentes el empleo de los
reactivos, proporcionados por la OMS, para poner la cantidad adecuada en los
viales adaptados a cada país.
El proceso de
fabricación de las vacunas estacionales desde el momento en que las
farmacéuticas reciben las cepas está en cerca de cuatro meses. A ese tiempo hay que sumar el
que tarda la OMS en elaborar los reactivos y que oscila entre cuatro y seis
semanas. Se tiene que llevar comprobaciones en animales de experimentación para
verificar la formación de anticuerpos y posteriormente en grupos humanos para
corroborar ausencia de reacciones secundarias y respuesta inmunológica, para
finalmente ser aprobada para su comercialización y empleo generalizado.
La formación de
anticuerpos en el organismo que recibe la vacunación, tarda en promedio tres
semanas en empezar a sintetizarse y a brindar protección específica contra el
germen del cual se recibió la estimulación.
En la situación
de las mujeres embarazadas, cuyas madres ya padecieron la enfermedad, o fueron
vacunadas, los fetos pueden adquirir algo de inmunidad al virus de
la gripe a partir de anticuerpos de la madre que circulan en el ambiente fetal.
Por la inmadurez
inmunológica del recién nacido, ellos no pueden recibir la vacunación en los
primeros seis meses, en que estarán protegidos por los anticuerpos que le entrega
la madre a través de la lactancia materna, y posterior a esta edad, pueden
empezar a recibir su inmunización como primera dosis que requiere de un
refuerzo al mes siguientes para garantizar la producción eficiente de
anticuerpos, al igual al igual que los niños hasta los nueve años de edad que
por primera ocasión recibieron su vacunación contra la influenza.
El producto
biológico (vacuna) antes de su aplicación requiere de mantenerse en
temperaturas bajas para conservar su estabilidad y eficacia, por tal razón el
envío y mantenimiento de las vacunas requiere de un sistema de temperatura fría
conocida como red fría que se debe mantener lo mas constante para evitar el
deterioro en la acción del biológico. La temperatura podrá tener variación
máxima entre 2 a 8 gc, por lo que mantenerlo en sitios inadecuados (refrigerador
casero en partes bajas o termos) puede hacer dudar de sus propiedades a reserva
de comprobar con termómetro su estabilidad. La temperatura de congelación
también la inactiva. Se recomienda por tanto, que la antes de la aplicación se
asegure que la temperatura a la que se ha mantenido se encuentre en estos
valores. Es de dudar la calidad de la vacuna cuando se extrae de un
refrigerador común o una hielera que no tienen registro de temperatura. En
todos los centros especializados y de salud, se guardan en dispositivos
especiales conocidos como refrigeradores biológicos, que cuentan con registro
térmico de control continuo y planta adicional de corriente eléctrica ante
falla posible del suministro eléctrico.
Algunas personas
pueden presentar reacciones secundarias a la administración de la vacuna como
reacciones locales: enrojecimiento y ardor ligero, o manifestaciones generales:
ligero malestar general, incremento de temperatura, congestión nasal. Solo se
contraindica en las personas que tienen deficiencia o enfermedad del sistema
inmunológico, personas con fiebre intensa, consumo de inmunosupresores o
antiinflamatorios muy potentes, y definitivamente no indicado en personas
alérgicas al huevo (recordar que se preparan con este material biológico) por
riesgo de sufrir un shock anafiláctico en donde se tiene dificultad para
respirar de forma súbita y aparición de ronchas en la piel.
La vacuna
estacional se encuentra generalmente disponible a partir del mes de septiembre, para iniciar su esquema de aplicación a nivel institucional o privado, y cumple con todas las exigencias para su
aplicación masiva. Se recomienda aplicarse antes del inicio de la temporada invernal y con intervalos de cada año, en especial a los grupos relacionados con la atención a la población infantil, ambientes hospitalarios o relacionada a la atención de ancianos. Su aplicación deberá tener renovación anual.
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