Esa solicitud se
escucha en múltiples ocasiones en la consulta del paciente pediátrico, y lamentablemente es satisfecha entre la
incertidumbre de los conocimientos, y la posibilidad de ser requerida en el
desarrollo de los niños, con la posibilidad de poder traer consecuencias ante
un exceso en la dosis, la vía de administración del medicamento o bien su
duración.
En la mayoría de
las ocasiones, el niño que tiene un desarrollo físico adecuado y estado de
salud sin alteraciones significativas, no requiere de aporte adicional de
vitaminas ya que su consumo en los productos naturales es suficiente para poder garantizar un empleo
y eliminación adecuada.
El riesgo se
origina cuando a un paciente se le ofrece una cantidad adicional excesiva en lo
que puede manifestar alteraciones conocidas como hipervitaminosis, y su extremo
contrario, en donde haya una deficiencia manifiesta por signos de enfermedad y
no se diagnostique de forma adecuada y permita que la carencia lleve a mas
complicaciones y el cuadro entonces se definirá como avitaminosis. La
referencia de hipovitaminosis para no crear confusiones no se aplica al
considerar las alteraciones en la concentración de vitaminas y la existencia de
alteraciones en la salud.
Para conocer
algo elemental de las vitaminas, comenzaremos señalando que son sustancias que
en pequeñas cantidades actúan facilitando la incorporación de los nutrientes al
organismo, y ejerciendo en ocasiones funciones especiales al unirse con otros
compuestos orgánicos.
Empezaremos por
señalar su clasificación. Por su forma de disolverse en medios líquidos, pueden
ser identificadas como liposolubles por combinarse solo con sustancias grasas,
y las hidrosolubles por poderse mezclar solo con el agua. Para empezar entonces
se podrá identificar que las que tienen más riesgo de producir alteraciones son
aquellas que se pueden fijar a los tejidos grasos corporales que le permitirán un tiempo de almacenamiento
mayor y acumulación progresiva. En cambio, las que se disuelven en agua
permiten su eliminación rápida a través del sistema renal y es poco probable
que den alteraciones de acumulación.
Se les llama
vitaminas por considerarse como sustancias necesarias en la incorporación de
los nutrientes. La mayoría de ellas se encuentra en forma natural en varios
alimentos y deberán de mantener en ellos su forma mas primitiva para poder
incorporarlas al organismo, y así se justifica que las verduras y frutas se
consuman con la mayoría de sus elementos sin modificar (por ejemplo, sin hervir
o descascarar demasiado, o bien sin exponerse mucho al ambiente aéreo por su
capacidad de oxidarse y descomponerse).
Se conocen doce
vitaminas en general, de las cuales tres son liposolubles y nueve
hidrosolubles. Las liposolubles son la A, E, y K. Las hidrosolubles son las del
complejo B y la vitamina C. En realidad la vitamina D es una hormona y se
menciona entre las vitaminas solo por razones históricas.
A nivel
comercial se promocionan otros nutrientes no esenciales como vitaminas
(ejemplo: carnitina, vitamina T, B13, B15, B17) pero solo buscan aprovecharse
de la ignorancia de las personas para su consumo.
Mencionaremos
solo algunas características especiales de las vitaminas para saber donde
pueden ser de utilidad:
Vitamina A
(Retinol) presente en cantidades adecuadas en la leche humana, grasas animales
y yema de huevo. Sus precursores: carotenos, están disponibles en zanahoria,
papaya, moras. Su acción es mantener los tejidos de forma adecuada, intervenir
en la sensibilidad a la luz a nivel ocular, resistencia contra infecciones,
crecimiento y desarrollo del lactante. Su deficiencia se manifiesta con
alteraciones de la piel, ceguera nocturna, alteraciones de hidratación ocular,
infecciones frecuentes. El exceso condiciona como cuadro agudo datos de presión
craneal aumentada con dolor de cabeza, vómitos y convulsiones. El exceso
crónico alteraciones óseas con acortamiento de huesos, desviaciones en
crecimiento de uñas, caída del cabello. Tiene capacidad de relacionarse con
malformaciones fetales en sistema nervioso, cardiaco, y cráneo faciales, por lo
que una mujer posible de embarazo no deberá de recibir esta sustancia en
cantidad excesiva 18 meses antes de su embarazo.
Vitamina E
(Tocoferol) Se encuentra en el aceite de germen de trigo, germen de cereales,
aceite de soja, cacahuate y oliva, col, mantequilla, hígado, huevo, carne(bovino)
y leche. Su función es evitar la oxidación de vitaminas, grasas y membranas
celulares; regular la síntesis de proteínas y enzimas especiales. Es necesaria
para evitar anemia y daño de retina en el recién nacido prematuro. Su exceso
produce alteraciones digestivas como nausea, vómitos y diarrea; y en recién
nacidos se relaciona con infecciones, inflamación intestinal con riesgo de perforación.
Vitamina K. se
obtiene a través de la flora intestinal normal y de algunos alimentos como
espinaca, col, fresas, hígado y carnes. Se necesita para control de la
coagulación de la sangre. Su exceso causa ictericia y anemia en el recién
nacido.
Las otras
vitaminas hidrosolubles tienen sus riesgos potenciales de producir también
intoxicación, mas en personas que tengan problemas de su eliminación por
enfermedad hepática o renal.
En general, Sus
recomendaciones estarán restringidas de acuerdo a la edad del paciente,
prevención de las deficiencias en su ingesta, pacientes con enfermedades específicas
o alergias asociadas. Su médico tendrá la responsabilidad de elegir su empleo y
las dosis adecuadas para evitar complicaciones.
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