Es la formación
de material cristalizado como pequeñas piedras en el riñón. Se manifiestan con
alteraciones urinarias variadas, durante su formación y trayecto de descenso: desde
ninguna molestia, hasta el dolor habitual intenso, orina con sangre; y como signo
más evidente, la eliminación de la piedra o arenilla durante alguna micción.
Durante la etapa
infantil es una enfermedad no muy frecuente, ya que se manifiesta de forma más
establecida durante la vida adulta. Su incidencia ha disminuido en los países
en desarrollo y la edad de presentación en la etapa pediátrica incluye las
edades de cinco a diez años, con mínimo predominio de los hombres sobre las
mujeres.
Para su
desarrollo intervienen diferentes factores de tipo geográficos, raciales,
genéticos, asociados con condiciones biológicas como la cantidad de agua
corporal, concentración de sales en la orina, alteraciones en la integridad del
sistema urinario y en ocasiones, con asociación de infecciones urinarias.
La importancia
que tiene en contraste con su rareza, radica que su diagnóstico temprano en un
paciente en edad pediátrica, puede llegar a evitarle el desarrollo de un daño
renal irreversible en etapas posteriores de su vida.
Entre las
funciones normales del riñón, se permite el control de volumen de agua corporal
en proporción adecuada, con eliminación de sustancias de desecho que se
disuelven entre el líquido excesivamente filtrado de la sangre en forma de
orina, descendiendo en forma de goteo constante por los conductos -que en ese
momento se van abriendo (no son tubos rígidos)-, hacia la vejiga urinaria donde
poco a poco se acumula para su eliminación periódica, hasta la sensación
correspondiente, eliminado de esta manera, algunas substancias provenientes del
desecho de algunas proteínas y sales adicionales a la concentración normal de
la sangre.
El cuadro
básicamente consiste en la precipitación de algunos cristales, que en forma
habitual siempre se encuentran disueltos (como sales) dentro de la orina y por
causas especiales, se empiezan a acumular en alguna parte del riñón, con
incremento progresivo de volumen en su origen o trayectoria de eliminación, por
depósito progresivo de sales disueltas.
En la formación
del cálculo, se considera que en primer lugar se forma su parte central
(núcleo), por exceso de sales o exceso de absorción de la orina filtrada. En
forma progresiva, puede ir creciendo en el mismo lugar del riñón o durante su
trayectoria en las vías urinarias; asociado en ocasiones, con defectos anatómicos
y en otras con infecciones adicionales con acúmulos de bacterias, que pueden
favorecer a mayor depósito de material adicional. Dentro de la orina también
existen diversas sustancias que pierden su equilibrio entre las funciones
especiales que tienen para esos cálculos: algunas son promotoras y otras son
inhibidoras.
El defecto en
algunas ocasiones, se origina a partir de la cantidad de sales que se
incrementan en la sangre a partir de una absorción intestinal excesiva, o
efectos de algunas sustancias en especial, como pudiera corresponder al caso de
los niños que reciben dosis excesivas de vitamina D, que pueden tener como
efecto de intoxicación, el incremento de sales de calcio en la sangre y orina,
con posible desarrollo de cálculos.
Otros factores que
pueden influir al desarrollo de los cálculos como factores predisponentes son:
la disminución del contenido de agua corporal (deshidratación), el consumo
excesivo de alimentos con sal, la ingesta de agua provenientes de manantial,
sobrepeso, actividad física disminuida con periodos prolongados de inactividad,
antecedente de algún familiar con cálculo renal o gota, padecer infecciones
urinarias o alteraciones del metabolismo específicos, y contar con antecedente
de cálculo previo, que en el 50% de los casos podrá dar recurrencia en los
siguientes cinco años.
La enfermedad es
poco frecuente pero la tendencia puede mostrar incremento, si tomamos en cuenta
que los hábitos actuales en nuestra sociedad, pueden favorecer al desarrollo de
esta alteración.
Los alimentos
son factores importantes, ya que en los tiempos actuales el exceso en el
consumo de sal en comidas rápidas, frituras y alimentos chatarra, permitirá su
eliminación excesiva a través de los riñones, que en combinación con el calcio,
facilitarán su cristalización y crecimiento progresivo.
De manera normal
las frutas contienen citratos, que como función habitual tienen el de facilitar
el arrastre y eliminación de sales urinarias. Si hay consumo disminuido de
estas frutas, el citrato disminuido o ausente no puede realizar la función en
forma adecuada.
En los refrescos
su contenido de sales, -especialmente de ácido fosfórico- facilita la
descalcificación de los huesos, incrementando la cantidad de calcio por eliminarse
en vía urinaria, y se suma también los excesos de esas sales de los mismos
refrescos, a la sedimentación de los cristales.
El consumo de
chocolate en las golosinas o de forma natural, incrementa otro tipo de sales
(oxalatos), que también condiciona a la formación de cálculos renales.
Los productos
que contienen conservadores especiales, pueden sufrir cambios químicos cuando
se interrumpe su cadena de frío, y podrán ser compatibles de causar reacciones
inmunológicas en el riñón, que puede ser un factor adicional para precipitar
sales.
Estos cristales,
se forman en el interior del riñón y en la medida que se sedimentan las sales
adicionales, van condicionando un tamaño mayor, que por acción mecánica
secundaria, empieza a formar cavidades mayores en el riñón, destruyendo al
tejido compactado por comprometer su circulación. Bajo esta forma, el riñón se
compromete en su función, al contar con tejido disminuido en su cantidad
inicial y que en tiempo posterior podrá ser motivo de insuficiencia renal. Es
natural, que si se produce el daño en etapa temprana, la insuficiencia también
se establecerá en edades relativamente jóvenes con un pronóstico funcional
disminuido.
Cuando el
cálculo desarrolla su crecimiento en el interior de las vías urinarias, es un
foco a partir del cual se pueden presentar infecciones frecuentes, que por vía
ascendente y sin tratamiento, pueden generar una infección renal importante con
otros signos que manifiesta el paciente.
La forma de
expresar los cálculos renales varía de acuerdo a su localización. En forma
lamentable no hay forma de percibirlos cuando se encuentran dentro del riñón, a
reserva de realizar en forma periódica estudios de ultrasonido que lo precisen.
De manera
evidente, se manifiestan cuando causan obstrucción en las vías urinarias con
dolor muy intenso, de ubicación abdominal o espalda baja, asociado con sangre
visible en la orina o de forma microscópica, además de datos de reacción
inflamatoria.
Cuando existen
enfermedades metabólicas predisponentes, se deberá atender a mejorar los
factores que lo causan y sus consecuencias secundarias. Estos pacientes en la
mayoría de ocasiones con antecedente familiar positivo, requieren en su estudio
la realización de estudios especiales de laboratorio para definir su control.
Como
alternativas a la eliminación del cálculo, existen desde la eliminación
espontanea mediante el consumo excesivo de líquidos, la extracción mediante
sondas especiales, destrucción por impactos ultrasónicos sobre la superficie
corporal o algunos tipos especiales de cirugía.
Por la importancia que tienen
los riñones para la vida futura del ser humano, a fin de evitar su deterioro
con desarrollo de hipertensión arterial o de insuficiencia renal, es importante
cuidar durante la etapa pediátrica el desarrollo de esta alteración; y de forma
significativa, cuidando de no contar con factores predisponentes para su
desarrollo. De ser posible, asesorarse con su médico para realizar ultrasonidos
periódicos.
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