El nombre se relaciona con el término
latín que asocia la condición de saltar, para señalar la forma tan variada y
rápida que puede presentarse en el cuerpo del niño en diferentes zonas. Es la
infección bacteriana más común de la piel en los niños, altamente contagiosa
que afecta las capas más superficiales, en dos formas diferentes: de acuerdo al
antecedente previo de la piel afectada y
por el tipo de lesiones que desarrolla.
Cuando el germen afecta a la piel sin
lesión previa, recibe el nombre de impétigo primario; que se distingue de la
forma secundaria, porque se desarrolla en zonas de piel previamente afectadas
por alguna lesión primaria, por ejemplo: picadura de insectos, heridas,
quemaduras, varicela u otras.
Por el tipo de lesiones que desarrolla
la infección puede tener dos formas especiales: ampuloso o bulloso, cuando hay
formación de ampollas (globos) en la piel afectada y la no ampulosa con
lesiones de tipo plano y con aspecto húmedo.
Es la infección bacteriana más común de
los niños. Existen reportes de incidencia anual en diferentes países que van
del 2 al 5% en la población menor de cuatro años, tiene una mayor incidencia en
comunidades ubicadas en climas tropicales y en altitudes bajas. Son factores
que favorecen a esta enfermedad las picaduras recurrentes de mosquitos, la
deficiencia higiénica y el hacinamiento.
Esta enfermedad afecta en forma
predominante a niños que viven en climas calurosos y húmedos, con edades
comprendidas entre los dos a cinco años de edad. La forma bullosa es más
frecuente en los menores de dos años de edad.
Son dos tipos de bacterias especiales
que causan esta enfermedad, que por sus características biológicas son capaces
de formar inflamación con exceso, de material exudativo que da el aspecto como
si “la lesión llorara”.
De manera natural, la piel integra evita
la proliferación de las bacterias. Se requiere que exista alguna exposición
mínima del interior de la piel, para que algunas estructuras internas especiales,
puedan fijar a las bacterias causantes de esta enfermedad. Se asocia en grados
variables también la edad menor del paciente, modificación espontanea de la
flora previa de la piel (o empleo previo de antibióticos).
Los mecanismos comunes que pueden
alterar la integridad de la piel, y pueden facilitar la colonización de las
bacterias para esta enfermedad, incluyen: rascado, quemadura, exposición solar,
radiaciones, picadura de insectos, raspaduras. Por otra parte, la piel se puede
afectar también por: depresión inmune por medicamentos (esteroides,
quimioterapia, antibióticos), enfermedades sistémicas como desnutrición,
diabetes, inmunodeficiencias, infecciones. Después de la infección inicial, se
podrán encontrar nuevas lesiones en zonas de piel sin aparente alteración
visible, pero a nivel microscópico si tendrán el factor previo.
Si un paciente de esta infección, tiene
contacto estrecho con otros niños o familiares, hay condición para desarrollar
una colonización de las bacterias en la piel sana de los otros, haciéndolos
portadores, y solo es condición que en ellos exista un trauma menor en su piel,
para iniciar el desarrollo de lesiones de impétigo en las siguientes una a dos
semanas.
El germen también puede hallarse en la
nariz y garganta de algunas personas, con limitación para su desarrollo, por
los factores de defensa local en esos tejidos. Bajo condiciones especiales, se
facilita la recurrencia o presencia de la infección en zonas cercanas a las
fosas nasales o comisuras de la boca. Los niños que tienen problemas de
dermatitis pueden tener recurrencia o predisposición de forma mayor a la habitual.
La forma bullosa está condicionada por
la existencia de una toxina de la bacteria que rompe uniones celulares y
modifica la función de unas células de la sangre, por lo que estas formas
pueden presentarse como lesiones en piel de condición intacta. Ya en pacientes
que tienen alguna deficiencia inmunológica o nutricional específica, pueden
desarrollar mayor cantidad de lesiones bullosas, que pueden terminar en el
extremo por afectar a todo el cuerpo.
Los niños con impétigo no ampuloso, en
forma habitual se identifican por aparecer lesiones rojizas en forma de
pequeñas manchas que pueden confluir, en algunas zonas especiales de su cara,
relacionada con los orificios naturales (alrededor de boca, nariz o en oídos).
Puede afectar las extremidades u otras áreas con una ruptura previa de la
barrera natural de defensa de la piel. Las lesiones iniciales son pequeñas
vesículas o pústulas (menores de dos centímetros) que se rompen y su contenido
se convierte en una costa de color miel, con una base de piel enrojecida y
húmeda por la secreción. El niño podrá tener algunos ganglios (bolitas)
cercanos aumentados de tamaño y dolorosos a su palpación. La diseminación
rápida, se produce por extensión cercana o partes lejanas mediante el rascado.
El impétigo bulloso o ampuloso se
considera menos contagioso. Tiende afectar la cara, extremidades, axilas,
tronco y la región alrededor del ano en especial en los recién nacidos o en el
primer año de vida, pero también hay formas que afectan a niños mayores e incluso
adultos. En esta variedad, las lesiones de la piel tienen aspecto de globos en
la piel de aspecto muy adelgazada, en tamaños mayores de 3 cm, con interior
líquido amarillo claro que se vuelve turbio y luego en color amarillo oscuro.
Al romperse, dejan una herida con borde con aspecto de quemadura, con un collar
de escamas o un borde de aspecto tubular a su alrededor. Este impétigo ampollar
puede afectar a las membranas y tejido del interior de la boca, sin causar
crecimientos ganglionares como la otra variante. A menor edad, los niños con
esta variante pueden acompañarse de fiebre, mal estar general, debilidad,
diarrea.
El médico al momento de notar los
antecedentes y revisar las características de la piel, podrá realizar el
diagnóstico sin empleo de auxiliares de estudio, de laboratorio o de imagen.
Cuando se sospecha que puede tener complicación a nivel del riñón, se podrá
considerar efectuar estudio de muestra urinaria para descartar complicación
renal posterior.
Su tratamiento generalmente incluye
medidas superficiales de la región afectada, con la combinación de sustancias
que eviten mayor exposición del interior de la piel, y el antibiótico
superficial limitará la proliferación del microorganismo.
Para evitar este tipo de cuadros en sus
niños, es conveniente realizar aseo frecuente para evitar la presencia o
colonización de la piel por estas bacterias, también es importante evitar el
daño a la piel mediante rascado recurrente y controlar en forma eficiente el
manejo de secreciones corporales que tienen eliminación de estos gérmenes, como
la saliva, secreción nasal y la sudoración. Efectuar el retiro del sudor o de
estas secreciones, mediante un dispositivo seco desechable, para evitar su
proliferación superficial o su extensión a zonas corporales. Debido a su
naturaleza contagiosa, los niños afectados no deberán incorporarse a sus
actividades escolares hasta 24 horas después de iniciar el manejo adecuado.
Evitar el hacinamiento y el empleo de materiales de intercambio escolar.
Con tratamiento adecuado, la enfermedad
remite en un periodo de tiempo de cinco a siete días. Sin tratamiento
específico la posibilidad que remita incluye del 13 a 50% de los afectados,
para responder en las siguientes dos a tres semanas.
Es una infección frecuente en los niños,
que al descuido de su atención puede llegar a extenderse y sin medidas
higiénicas básicas se puede complicar su evolución…
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