Es una inflamación o lesión del tendón
rotuliano –una estructura similar a una cuerda que une la rodilla con la parte superior del hueso de la
espinilla -. La rodilla de saltador es una lesión por sobrecarga, que se
caracteriza por ser una serie de movimientos repetidos, que causan irritación o
daño en los tejidos donde impacta la presión, en forma recurrente.
Los adolescentes y jóvenes que
regularmente practican juegos o deportes que implican saltar mucho todo el
tiempo, como salto de longitud, baloncesto, voleibol, gimnasia, trotes, fútbol;
pueden ejercer mucha presión en las rodillas al momento, de: saltar, caer y
cambiar de dirección corporal de manera constante, provocando un daño variable y
recurrente con torceduras y desgarros en el tendón rotuliano, que manifestará
las alteraciones inflamatorias asociadas.
Debido a
que esta condición no desarrolla alteraciones tan importantes en forma
inicial, es posible que el adolescente o el joven atleta, le reste importancia,
ignoran su existencia y en ocasiones, hasta intentan tratarla por su propia
cuenta. Sin embargo, cuando no es atendida de forma temprana o al paso del
tiempo continúa la lesión recurrente, puede llegar a ser necesaria la cirugía
en su tratamiento final.
También existen otro grupo de niños o
personas que pueden desarrollar esta alteración sin la práctica deportiva
recurrente y corresponde a individuos que tienen alteraciones esqueléticas como
desviaciones o deformidades en el eje de las extremidades inferiores o un mal
apoyo de la superficie del pie. Se describen dentro del grupo considerados como
factores de riesgo que incluyen: sexo (masculino), mayor peso corporal, piernas
arqueadas o rodillas abiertas, tener un mayor ángulo de la rodilla, tener una
rodilla anormalmente alta o anormalmente baja, y la desigualdad de la longitud
de las extremidades, también se incluyen el sobre entrenamiento y la práctica
de actividades deportivas sobre superficie dura. Se cree que la capacidad de
salto vertical, así como la técnica de salto y aterrizaje, influyen en la carga
del tendón. Las personas que no tienen buen desarrollo muscular de los
cuádriceps, y deficiente flexibilidad de los músculos en la parte delantera de
la pierna, son quienes pueden tener mayor recurrencia de esta alteración.
Curiosamente, el tendón de la rótula
(rodilla) experimenta una mayor carga mecánica durante el aterrizaje que
durante el salto, debido a la contracción excéntrica (descendente) de los
músculos delanteros del muslo (cuádriceps). Por lo tanto, la acción excéntrica
del músculo durante el aterrizaje, en lugar de la contracción muscular
concéntrica (simétrica) durante el salto, puede ejercer las cargas mecánicas y
de tensión que conducen a la lesión.
Quienes padecen de esta alteración
inician manifestando dolor leve en la parte delantera e inferior de la rodilla
que aparece en periodos cortos; y al paso del tiempo, se transforma en una
molestia de mayor intensidad y duración. Por esta evolución la enfermedad puede
quedar incluida en cuatro grados variables de progresión: Etapa 1 con dolor
solo después de la actividad, sin deterioro funcional. La etapa 2 con dolor
durante y después de la actividad, aunque el paciente aún puede desempeñarse
satisfactoriamente en su deporte. Etapa 3, dolor prolongado durante y después
de la actividad, con dificultad creciente para desempeñarse a un nivel satisfactorio;
y la última, etapa 4: incluye la rotura completa del tendón que requiere
reparación quirúrgica.
En la evolución del cuadro se incluyen
síntomas variables que pueden presentarse o no. Estos consideran: dolor
directamente sobre el tendón rotuliano (o, más específicamente, debajo de la
rótula), rigidez en la rodilla, en particular al saltar, arrodillarse,
agacharse, sentarse o subir las escaleras, dolor al flexionar la rodilla, dolor
en el cuádriceps y debilidad en la pierna o en la pantorrilla. En forma menos
frecuente, se puede presentar: problemas de equilibrio, aumento de la
temperatura, sensibilidad excesiva o hinchazón alrededor de la parte inferior
de la rodilla.
Este cuadro para su evaluación deberá
ser considerado de preferencia por el ortopedista pediátrico, ortopedista
general o el especialista en medicina deportiva. Durante la revisión se
realizarán algunas maniobras especiales de exploración, que pueden incluir:
pedirle al paciente que camine, corra, salte, se arrodille o se agache para
definir el grado de evolución. Por asegurar el cuadro y descartar otros que
puedan confundir, es posible que se soliciten estudios de imagen o de
laboratorio.
En el caso de las afecciones de leves a
moderadas, en forma general se puede mencionar entre las medidas de tratamiento
a emplear, la interrupción de las actividades de saltos o adaptación a un
régimen de entrenamiento, que reduzca en gran medida los saltos o los impactos.
Colocación de bolsas con hielo en la rodilla para aliviar el dolor y la
inflamación. Uso de una banda elástica o sostén para rodilla (que se denomina
banda infra rotuliana o banda Chopat) para ayudar a dar sostén a la rodilla. La
banda se usa por encima del tendón rotuliano, justo debajo de la rótula. Una
banda o sostén para rodilla puede ayudar a minimizar el dolor y aliviar la presión
en el tendón rotuliano. Elevación de la rodilla cuando el paciente sienta dolor
(por ejemplo, colocando una almohada debajo de la pierna). El empleo de
medicamentos antiinflamatorios queda a consideración de la experiencia del
médico tratante, que de forma similar puede recomendar la evaluación por un
especialista en rehabilitación, empleando ejercicios especiales para fortalecer
estructuras articulares de la rodilla, además de maniobras de masaje específicos.
En forma general, el empleo de inyecciones deberá ser limitada ante el riesgo
que puede asociar complicaciones futuras.
La recuperación de la rodilla de
saltador puede llevar de unas semanas a varios meses. Lo ideal es no hacer
deportes o actividades que puedan agravar la rodilla y empeorar las afecciones.
Sin embargo, la recuperación no implica que el paciente no pueda realizar
ningún deporte ni ninguna actividad. Según el grado de la lesión, se pueden
practicar deportes o actividades de bajo impacto (por ejemplo, nadar en lugar
de correr). Su médico le informará qué deportes y actividades no están
permitidas durante el proceso de curación.
Ya entre las medidas de prevención, el
factor más importante es el estiramiento de los músculos. Un buen régimen de
calentamiento que incluya el estiramiento los cuádriceps, los músculos de la
corva y los de la pantorrilla puede ayudar a prevenir la rodilla de saltador.
Se deberán de revisar las características esqueléticas en forma crítica a todos
los niños que se inicien en las actividades deportivas para descartar que
cuenten con factores de riesgo que la facilite y en caso de hallar esos factores
de riesgo, hasta donde sea posible habrá que revertirlos o curarlos. Una vez
que termine la actividad física de saltos recurrentes se considera como
conveniente, estirar los músculos con ejercicios especiales.
No es una alteración propia de los niños
que inician alguna actividad deportiva de este tipo de impacto, pero se
considera prioritario hacerlo de conocimiento a los padres de familia y
entrenadores, con intención de identificar si el niño cuenta con factores de
riesgo que puedan condicionar su desarrollo durante la actividad deportiva
futura. El hecho de no tomar en cuenta los factores de riesgo, constituye una
agravante a la vida deportiva de los adolescentes y jóvenes que pueden ver
truncado su rendimiento deportivo por no haberse anticipado. Desafortunadamente
no existe en los entrenadores deportivos infantiles, una capacitación o
asesoría adecuada por personal médico que pueda ayudarlos.
Usted que busca que
su hijo tenga una actividad deportiva futura con un rendimiento adecuado, debe
pedir la opinión del especialista en ortopedia pediátrica o a su pediatra…
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