A partir del
desarrollo que ha tenido la especialidad en la atención de los recién nacidos
(neonatología), durante los últimos treinta años, la expectativa de sobrevida
en los bebés muy prematuros se ha incrementado. La mayoría de los prematuros
(mayores de 1500 g) se egresan sin secuelas importantes; e incluso, se mejora la
expectativa de los que tienen menos de 1000 g de peso al nacimiento, aunque esta
condición también ha favorecido a que una proporción mayor de sobrevivientes (de
este grupo en especial), padezcan de una enfermedad crónica de origen pulmonar
por afectarse el desarrollo natural de su sistema respiratorio.
El sistema
respiratorio durante el embarazo se forma y desarrolla de manera progresiva en
diferentes fases. A partir de la tercera a la séptima semana de vida
embrionaria se originan los tubos respiratorios principales (bronquios). De la
séptima a las diecisiete semanas, los tubos principales desarrollan divisiones
más pequeñas hasta terminar con la parte final de este sistema de conductos
(bronquiolos). De las 17 semanas hasta las 25 se originan los espacios
rudimentarios que contendrán el aire almacenado (bronquiolos terminales y
atrios alveolares); y se inicia, el desarrollo de los vasos sanguíneos que
llevaran la sangre a realizar su proceso de purificación. El periodo entre las
26 a las 38 semanas, estos extremos desarrollan dilataciones redondeadas
adicionales para incrementar su capacidad de volumen, asociado con mayor
desarrollo de los vasos sanguíneos en contacto con los espacios aéreos
(alvéolos), que le permitirá la capacidad de poder tener un intercambio gaseoso
adecuado entre el sistema respiratorio al circulatorio al momento del
nacimiento. La última fase del desarrollo pulmonar incluye desde el nacimiento
hasta los dos primeros años de vida, con incremento de tamaño de los alvéolos además de la formación de una mayor cantidad de paredes entre ellos, que conformarán
los sacos alveolares, permitiendo a los pulmones ir adquiriendo un volumen y función
más apropiada para el desarrollo posterior.
Por otra parte
en cuanto a la función en desarrollo, también se requiere que exista un
mecanismo que permita la distensión de estos espacios virtuales y se logra con
la formación del líquido pulmonar, que en etapa previa al nacimiento debe
empezar a reabsorberse para facilitar la entrada de aire. Además en su
composición, a partir de los esbozos alveolares se empieza a sintetizar una
sustancia que impedirá en el futuro nacimiento, que estos espacios se colapsen
y de preferencia se mantengan abiertos luego del tiempo de la salida aérea,
para asegurar el volumen constante pulmonar.
Bajo estos
conceptos previos, se puede entender que un producto obtenido a una edad menor
de gestación, puede tener compromiso del desarrollo anatómico y funcional de su
sistema respiratorio que pueda limitar su sobrevida. En forma adicional, también
permite considerar que los prematuros atendidos mediante apoyos respiratorios,
deberán de tener ausencia de otras alteraciones que impidan su desarrollo
normal; y cualquiera que interfiera con este proceso, podrá condicionar
defectos de su evolución, que constituyen los factores para la degeneración en
la alteración de los tejidos (displasia). La displasia
broncopulmonar es una alteración en el desarrollo del sistema respiratorio
pulmonar en sus vías más pequeñas y microscópicas, que se caracteriza por la
presencia de una proliferación de tejido grueso (fibroso) de cicatrización en
el tejido pulmonar, engrosamiento leve del tejido muscular de los tubos
respiratorios más pequeños (bronquiolos) causando disminución de entrada de
volumen de aire; y por otra parte, reducción en el número de los sacos finales
(alvéolos) en donde se realiza la acumulación de oxígeno y eliminación de bióxido
de carbono, además de modificarse el desarrollo (con disminución) de los vasos
sanguíneos, que sirven para este intercambio gaseoso y transporte circulatorio.
Esta es una enfermedad
pulmonar crónica de inicio en edad neonatal, que por sus daños señalados, va a
condicionar en forma clínica que el bebé tenga de inicio, la dependencia de emplear
oxígeno por un período mayor a 28 días. Es causada por la exposición del pulmón
inmaduro del prematuro, a diversas influencias nocivas a su nacimiento.
Es una
enfermedad que se desarrolla durante la atención hospitalaria que recibe un
bebé que nace en forma prematura, durante su atención en la unidad de
cuidados intensivos neonatales (UCIN),
donde influye de forma significativa: la edad del embarazo, empleo de oxígeno y
ventiladores con presiones particulares para ayudar en sus primeros días su
función respiratoria inmadura; y la
respuesta inflamatoria mediada por alguna infección o mecanismos farmacológicos
que la modifiquen.
La incidencia de
esta enfermedad, está relacionada con la disponibilidad de tecnología de apoyo
neonatal y experiencia del personal médico especializado en la atención de los
recién nacidos (neonatólogo). En forma especial, puede estar ausente en centros
de bajos recursos y sin apoyo tecnológico, ya que los bebés con inmadurez
pulmonar no la desarrollan por fallecer de forma temprana, ante la
insuficiencia respiratoria que manifiestan de forma inmediata. En cambio, en
los grandes centros de atención especializada -con experiencia en su personal-,
la incidencia puede ir cambiando al paso de los años a partir de una sobrevida
mayor de sus ingresos, notando una disminución en los bebés prematuros con
mayor edad gestacional, que contrasta con un incremento de la enfermedad en
niños de menor edad gestacional (32 semanas) y peso menor a 1 kg En relación al
sexo, los hombres tienen manifestaciones más severas de la enfermedad y quedan
con mayor frecuencia con secuelas más limitantes.
Como
antecedentes para el desarrollo de esta enfermedad, se podrá considerar en un
embarazo de tiempo gestacional disminuido, en donde se sospeche de inmadurez
respiratoria y para su atención al nacimiento, requiere de la aplicación de una
sustancia (factor surfactante) para mantener abiertos los alvéolos; y ante la
deficiencia de oxígeno en los tejidos del bebé, sea necesario dar apoyo
respiratorio mediante oxígeno adicional y algún apoyo ventilatorio. Si la
evolución es normal, esta dependencia al dispositivo se irá disminuyendo en
forma progresiva. Cuando hay alteración en el desarrollo del tejido pulmonar,
se hace difícil retirar el apoyo ventilatorio con aporte constante de oxígeno,
que luego de dos semanas de empleo constante hace sospechar la presencia de la
enfermedad; y cuando completa cuatro, puede considerarse ya con esta anomalía.
Para su
confirmación y evaluación para definir la gravedad y su manejo, son necesarios
realizar estudios de laboratorio y de imagen, para poder ofrecer orientación de
la evolución a los familiares y posteriormente recomendaciones a su egreso.
Cuando se da de
alta al paciente con displasia broncopulmonar, es factible que se debe emplear
el aporte de oxígeno mediante algún dispositivo específico. Se debe capacitar
al familiar a reconocer datos de alteración respiratoria y vigilancia
constante. Requiere de medidas higiénicas más estrictas, ante la facilidad para
desarrollar infecciones pulmonares más frecuentes. Deben acudir a evaluaciones
recurrentes con diferentes especialistas para monitorizar sus posibles
complicaciones: evaluación nutricional y recomendaciones específicas con el
gastroenterólogo pediatra, alteraciones o daños en el funcionamiento cardíaco
(cardiólogo pediatra), evaluación de las funciones respiratorias (neumólogo
pediatra), evitar infecciones especiales y empleo de esquema de vacunación
especial (infectólogo pediatra), para la detección de secuelas neurológicas
(neurólogo pediatra), vigilancia de su crecimiento y desarrollo (pediatra),
afección emocional familiar (psicoterapeuta) y estimulación a su desarrollo (rehabilitación
y fisioterapia.
Estos bebés tan
delicados al nacimiento, pueden tener un pronóstico grave, pero siempre se
justifica ofrecer los mejores conocimientos y tecnología para mejorar su
sobrevida…
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