Para la mayoría de
adolescentes la conducción de un vehículo se constituye un reto a lograr en
etapas tempranas, para desarrollar, lograr y mostrar su autonomía. Para otros
ofrece el atractivo riesgo de actuar fuera de la ley, al establecerse un límite
de edad para conceder la licencia correspondiente a una edad mayor.
En otras ocasiones
algunos padres de familia motivan y se sienten aliviados, cuando los
adolescentes se transportan a sus actividades mediante la conducción de algún
vehículo, que los liberan del tiempo y la distancia del viaje compartido.
Considerando que
el adolescente es un ser humano aún en etapa de desarrollo, es natural que en
muchos países no se les autorice la conducción de vehículos a reserva de una
capacitación previa apropiada. Los conductores adolescentes principiantes
(aquellos con menos de 18 meses de experiencia de manejo), tienen 4 veces el
riesgo general de choques o accidentes debido a su inexperiencia y sus
habilidades poco desarrolladas.
En forma concreta,
el cerebro humano no logra un desarrollo completo hasta después de la
adolescencia. La pubertad es una época de crecimiento físico y maduración
sexual acompañada por el desarrollo y el cambio en el cerebro adolescente,
particularmente en las regiones (frontales) que controlan el comportamiento,
las emociones, la toma de decisiones y la autorregulación.
La inmadurez
cognitiva de los adolescentes, incluidas las deficiencias en el autocontrol, la
atención y la función motora ejecutiva, pueden influir a las conductas de
manejo vehicular de los adolescentes. En cada adolescente participan también el
gusto por el riesgo y la búsqueda de sensaciones especiales, que se exacerban
cuando se combinan con las limitaciones psicosociales normativas de la
adolescencia.
El manejo de un
vehículo exige habilidades que requieren conocimiento, experiencia y juicio, de
lo cual se carece en la adolescencia; que en el extremo opuesto, manifiesta en
apogeo conductas de riesgo y la influencia de la presión de los compañeros.
Existen además
circunstancias adicionales, que pueden influir y modificar la capacidad de conducción
vehicular en el adolescente y su combinación variada, puede influir a tener
resultados catastróficos al conducir vehículos de transporte.
Inexperiencia. Conducir
es una habilidad compleja, y la experiencia deficiente es una fuente común de
error. Los adolescentes tienen menos habilidad para reconocer los riesgos
que los conductores experimentados. Un problema común es que los adolescentes
tienden a centrar su atención en los peligros individuales cercanos, en lugar
de mirar más hacia delante y anticiparse a esos peligros. Carecen de
juicio y madurez para evaluar las situaciones de riesgo. La mejor manera que
los padres pueden ayudar para que sus adolescentes reduzcan el riesgo de
accidentes, y lesiones relacionadas con la falta de experiencia, es practicar
la conducción idealmente en circunstancias adecuadas (seguras), para promover
el aprendizaje de respetar el límite de velocidad y ajustar su velocidad, para
que coincida con las condiciones de la carretera. Recordarle a su adolescente
que debe mantener suficiente espacio detrás del vehículo, para evitar un choque
en caso de una parada repentina. Insistir en la importancia de explorar
continuamente los posibles peligros, incluidos otros vehículos, ciclistas y
peatones.
La distracción es
un riesgo para todos los conductores. Los eventos de distracción pueden
incluir distracción visual (tener los ojos fuera del camino), distracción
manual (quitar las manos de los controles del vehículo) o distracción cognitiva
(desviar la atención de la conducción). Los dispositivos electrónicos, como los
teléfonos celulares, pueden presentar los 3 modos de distracción en combinación,
y son cada vez más reconocidos como una amenaza importante para la seguridad
del conductor. Durante el proceso de capacitación, los instructores o padres no
deben permitir actividades que puedan distraer la atención de su adolescente
mientras conduce, como hablar por teléfono celular, enviar mensajes de texto,
comer o jugar con la radio.
Pasajeros
adolescentes. El transporte de compañeros puede aumentar el riesgo de accidentes
para los conductores adolescentes. Los pasajeros adolescentes pueden contribuir
al riesgo a través de la distracción o influencia negativa en las normas de
conducción. La probabilidad de que un adolescente se involucre en un accidente
fatal está directamente relacionada con el número de pasajeros adolescentes. La
presencia de varios pasajeros puede aumentar el riesgo de un choque por una
variedad de razones, incluida la distracción del conductor, el exceso de
velocidad, motivar retos o el consumo de alcohol. En forma preventiva durante
el periodo de capacitación, se deberá limitar la cantidad de pasajeros
adolescentes que su adolescente puede tener a cero o uno, manteniendo esta
regla por lo menos durante los primeros seis meses que su hijo adolescente se
encuentre en etapa de capacitación, además de fomentar el empleo del cinturón
de seguridad a todos.
Velocidad y
conducción de riesgo. Para todos los conductores, la velocidad es un riesgo
independiente de choque y de muerte o lesión en caso de accidente. Es más
probable que los conductores adolescentes conduzcan a velocidades inseguras y
mantengan distancias de seguimiento más cortas, especialmente con pasajeros
jóvenes en el vehículo. Se deberá de identificar los “adolescentes cinemáticos",
definidos como fanáticos a los eventos de fuerza gravitacional excesiva (por
ejemplo, paradas, arranques, desvíos) que tienen perfiles de conducción de
mayor riesgo, para modificar durante su capacitación a evitar desplazamientos
súbitos y siempre mantener distancia prudente ante otros vehículos, objetos en
las calles y transeúntes. También influye el tipo de vehículo que los puede
motivar a experimentar sus velocidades y capacidades potenciales.
Somnolencia y
conducción nocturna. La mayoría de los adolescentes no duermen lo
suficiente y como resultado, tienen ritmos de sueño alterados, lo que contribuye
al riesgo de fatiga. La falta de sueño influye en la atención, el
aprendizaje y el juicio. Para todas las edades, conducir por la noche es
más peligroso que durante el día, pero los adolescentes corren un riesgo
especial durante la conducción nocturna. Al efecto independiente de la
somnolencia en la conducción nocturna del adolescente, se le agregan otros
factores de riesgo de accidentes, como: considerar el manejo nocturno como una
actividad recreativa, la compañía de otros adolescentes y el consumo de alcohol
o drogas. Los padres deben procurar controlar esta condición, conociendo bien
el horario de su adolescente, para que pueda estar seguro de que está bien
descansado antes de ponerse al volante e inhibir el manejo como una actividad
de emociones.
Empleo de
sustancias tóxicas. Modifican su capacidad de reacción inmediata y afectan las
funciones de sus órganos de los sentidos para poder percibir la realidad y
procesar de forma eficiente la respuesta orgánica. Afectan el comportamiento
cerebral y en su mayoría lo deprimen induciendo somnolencia y reacción tardía
que facilita los accidentes.
Como conocedores
del desarrollo del adolescente, los diferentes grupos pediátricos a nivel
internacional establecen como protección a la sociedad y al mismo adolescente,
que no deben actuar como conductores de vehículos, hasta que logren tener una
maduración cerebral adecuada. En caso necesario por circunstancias específicas,
deben recibir una capacitación y vigilancia estrecha, para corroborar que
tengan los menores factores de riesgo para sufrir o causar accidentes… se debe
dar prioridad siempre a la prevención.
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