Son dolores
recurrentes que se manifiestan principalmente en las noches afectando las
extremidades de los niños y adolescentes y se limitan dentro de un año o dos
después de su inicio. Son capaces de generar angustia en los pacientes y sus
familiares cercanos.
Su nombre se ha
establecido por su referencia histórica que así los describe en forma inicial
desde hace dos siglos. En forma directa no se relaciona con el crecimiento ya
que no coincide con los periodos de crecimiento rápido, no afecta sitios de crecimiento
y no interfiere con el crecimiento de los niños que lo padecen.
Actualmente
existen cuatro teorías que explican el inicio y el desarrollo del dolor. La
primera considera a la fatiga, señalando que el dolor en las extremidades
pélvicas de los niños se debe probablemente al ejercicio físico intenso o
excesivo a lo largo del día, que puede causar microtraumas acumulativos que
producen liberación de sustancias inflamatorias. El dolor se genera cuando el
músculo se contrae, disminuyendo la circulación de sangre, con acumulación localizada
de las sustancias inflamatorias.
La segunda teoría
asocia condiciones anatómicas, estableciendo que ante alteraciones corporales
(posición, acortamiento, desviación, etc.) se puede desarrollar dolor ante la
carga desequilibrada de peso.
La tercera teoría
asocia los factores emocionales con un umbral más bajo a percibir el dolor, asociando
también recurrencia de dolor abdominal y de cabeza, con variaciones en el
estado de ánimo, cambios en comportamiento, estados ansiosos o hiperactividad.
La teoría del
crecimiento establece la asociación nocturna con el crecimiento óseo, ante la
liberación de la hormona relacionada en ese momento y, por otra parte, en el
transcurso del día la compresión por el peso soportado no permite crecer al
hueso. En esta teoría la formación y acumulación de tejido inducido por la
proliferación en el crecimiento a nivel de la zona articular, puede generar dolor
por la tensión provocada en la envoltura ósea (periostio) al tener su estímulo
de crecimiento durante el reposo.
Estudios especializados
recientes determinan en particular, una asociación más estrecha del dolor con
la disminución de la densidad del hueso, además de cambios en los vasos
sanguíneos que asocian también la correlación con dolores de cabeza; y otro
factor a considerar también, es el incremento en la elasticidad de los
tendones.
Otros factores que
pueden tener influencia incluyen: antecedente de duración corta de embarazo,
peso bajo al nacer (menor de tres kilos), dimensiones disminuidas de la talla y
perímetro cefálico al nacimiento. El factor genético es importante a
considerar, ya que se ha demostrado que el 70% de los niños con dolores de crecimiento,
tienen algún familiar con el mismo antecedente.
La prevalencia de
esta alteración ha sido reportada en diferentes variaciones de acuerdo con
diferentes poblaciones estudiadas, pero se estima un rango que va desde 5 a 50%
de la población infantil (muy frecuente) con aparente predominio en el sexo masculino.
Esta alteración
comparte características especiales para considerarla, que incluyen: su edad de
presentación abarca de los tres a los doce años, ocurre principalmente en las
extremidades inferiores (si hay en las superiores, puede ocurrir con dolor en
inferiores), el dolor a menudo es bilateral, localizado profundamente en las
piernas, es de inicio súbito y de intensidad severa, describiéndose como
calambres, hormigueo o piernas inquietas, que ocurre principalmente en las
tardes y noches, interrumpiendo el sueño; por lo general se resuelve por la
mañana sin afectar a la función habitual durante el día y puede aliviarse con
masajes, calor o analgésicos leves. A su revisión no muestra modificaciones
superficiales de la zona afectada. Es común la referencia de antecedente
familiar similar. Son dolores crónicos pero episódicos que ocurre por lo
general al menos una vez a la semana, con intervalos asintomáticos hasta por
periodos de meses.
Se considera que
existe este cuadro cuando se comprueba que: el dolor no se relaciona con
articulaciones específicas, no ocurre al menos mensualmente durante los últimos
tres meses, es intermitente con periodos sin molestias en varios días, se
asocia con periodos de mayor actividad física, su revisión por parte del médico
no señala alteración específica y el reporte de estudios de laboratorio o de
imagen son normales.
La importancia de revisar este
cuadro resulta ser el descartar las enfermedades con las que puede llegar a
confundirse y que pueden tener una evolución diferente y dañina. Estas
condiciones incluyen a fracturas, tumores o leucemia, infecciones, raquitismo,
alteraciones sanguíneas o de vasos sanguíneos y problemas reumatológicos.
Las fracturas en la mayoría de las
ocasiones se identifican fácilmente por su deformidad que causan en la
trayectoria normal del hueso, pero resultan difíciles de sospechar cuando son
lesiones lineales sin deformidad o cuando afectan la zona de crecimiento del
hueso. Se deben considerar al referir dolor intenso, súbito y constante, con
limitación de la actividad en la zona afectada y se comprueban con estudios de
imagen.
Los tumores de huesos se sospechan
por causar dolor progresivo, habitualmente unilateral, notando aumento asociado
de la zona afectada y, antes: una mayor sensibilidad a la presión de los
tejidos por encima de la tumoración. Se comprueba con estudios de laboratorio y
de imagen. En leucemia además del dolor de huesos hay fiebre, sangrados, palidez
o pérdida de peso.
Las infecciones de huesos o
articulaciones asocian además del dolor que es intermitente y luego constante
progresivo, fiebre, malestar, irritabilidad, disminución del apetito y de la
actividad. A su revisión hay datos inflamatorios con enrojecimiento, hinchazón
y limitación funcional.
En el raquitismo existe deficiencia
en el desarrollo de hueso por falta de calcificación que los predispone a
disminuir su densidad y en forma secundaria al dolor recurrente. La alteración
requiere de estudios para establecer su origen y considerar el tratamiento. Se
identifica por asociar deformidades óseas y cambios radiográficos.
Las alteraciones sanguíneas y de
sus vasos, pueden causar dolor ante la dificultad de circular las células de la
sangre o no poder permitir el flujo en el interior de los huesos, causando daño
del hueso y articulaciones por bloqueo agudo. Asocian para su relación dolores
de espalda, pecho, extremidades y abdomen. Hay hinchazón dolorosa en manos y pies.
En enfermedades reumatológicas hay
diferentes enfermedades que se sospechan por su relación con otras alteraciones
corporales, como caída del cabello, enrojecimiento de la piel, inflamación
articular, fiebre, alteraciones oculares, neurológicas y/o digestivas y
alteraciones de laboratorio.
Conviene señalar a los familiares
de estos pacientes, que el informe de las circunstancias que se asocian con
estos dolores nos puede permitir su identificación más apropiada. Por su parte
la exploración del médico podrá permitir identificar la causa o bien,
justificar el empleo de estudios de laboratorio para descartar o confirmar
alguna enfermedad en particular.
Para su tratamiento se pueden
emplear como medidas elementales masajes y aplicación de calor local cuando la
intensidad es de leve a moderado. En caso de dolor intenso, puede ser útil el
empleo de analgésicos o antiinflamatorios en el momento del dolor o en forma
anticipada antes de dormir. De preferencia con orientación médica apropiada y
nunca por automedicación.
Para disminuir la recurrencia de
estos dolores, se han descrito ejercicios especiales para realizar en los niños
afectados, con ayuda de un familiar, que a reserva de las indicaciones por su
médico pueden aplicarse en la siguiente forma: con el niño acostado boca arriba
y la rodilla mantenida en extensión con una mano (del familiar), se toma con la
otra mano la punta del pie, para flexionarlo al máximo y sostener ahí por diez
segundos. Se realizan diez repeticiones por pierna en forma alterna. Se cambia
de posición al niño -ahora boca abajo-, para colocar una mano en la parte
posterior de la rodilla, con la palma hacia arriba, mientras que con la otra
mano se toma la punta del pie (incluyendo los dedos) para dar flexión máxima y
sostenida a la rodilla por diez segundos, se realizan diez repeticiones en cada
extremidad de manera alterna. En el último, se coloca al niño en posición
sentada con la espalda recta, piernas abiertas, con la planta de los pies
juntos y los talones pegados hacia región genital hasta donde permita la
elasticidad del paciente. Se sujeta de forma individual las rodillas con ambas
manos y se empujan hacia abajo procurando tocar la superficie de apoyo por un
tiempo de dos minutos.
Si su hijo le refiere dolores por
las noches, no se confíe, es mejor comprobar con su médico…
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