Toxoplasmosis

 

Es una enfermedad producida por un parásito que infecta a animales y seres humanos Este parásito es considerado como los seres vivientes más simples del reino animal. Se constituyen de una estructura formada por una sola célula, de un tamaño tan pequeño que le permite vivir en el interior de las células de su huésped.
Mientras viven e infectan a las células del organismo huésped, tienen una forma activa para desplazarse y nutrirse. Adoptan su forma quística al estar fuera del huésped, para poder resistir las condiciones del ambiente, con capacidad para volver a infectar a otro huésped susceptible.
La forma de desarrollar la enfermedad por ingesta de estructuras quísticas del suelo, en verduras o carnes de animales infectados, establece la condición adquirida; mientras que, la transmisión de formas activas por el paso a través de la placenta de una madre infectada a su producto establece la adquisición de tipo congénito.
El gato, por su condición doméstica y abundante en comunidades humanas es el factor de riesgo para el desarrollo de esta enfermedad. El parásito cumple ciclos especiales en su interior y es eliminado en forma de quistes con sus evacuaciones, dejando contaminada la tierra donde se deposita. Las verduras y plantas de condimentos que portan estos quistes constituyen fuentes de infección, al igual de aquellos animales que ingieran este tipo de plantas.
En el gato con la ingesta de la forma infectante a partir de los animales contaminados, adquiere el parásito para cumplir su ciclo y eliminar la forma resistente (quistes) en cantidad de uno a cien millones de quistes después de la primera infección, pero debido a su inmunidad que desarrolla la reinfección (por ingesta de carne contaminada) rara vez va seguida de una nueva eliminación de quistes. El paso de anticuerpos durante la lactancia de los gatitos recién nacidos no evita la liberación de los quistes en la primera infección. El quiste eliminado requiere de una evolución biológica específica para desarrollar su capacidad infectante que requiere de dos a tres días en climas templados y más tiempo en climas fríos, por lo que el riesgo de adquirir la enfermedad disminuye en extremo, cuando se limpia la arena para los gatos en forma diaria.
El ser humano que adquiere estos quistes, cuando su sistema de defensas (inmune) está en función normal, no tendrá afectación específica, pero debido a la persistencia del parásito en la sangre hasta por un año, la trasfusión de sangre puede ser una fuente potencial de infección. La enfermedad se desarrolla con alteraciones orgánicas en los fetos (durante el embarazo) y pacientes afectados del sistema inmunológico.
Las infecciones que ocurren dentro de los seis meses anteriores a la concepción pueden resultar en transmisión transplacentaria. La exposición intrauterina puede resultar en un bebé no infectado o una infección que varía desde ser asintomática hasta causar muerte fetal. Aproximadamente el 30% de los fetos expuestos adquieren la infección, pero la mayoría de los lactantes son asintomáticos.
La transmisión por la madre (vertical) es la causa de la toxoplasmosis congénita. La infección puede ocurrir en el útero o durante un parto vaginal. No se ha demostrado la transmisión por lactancia materna. En general, solo la infección primaria durante el embarazo produce toxoplasmosis congénita. Por lo tanto, es extremadamente raro que una mujer dé a luz a un segundo hijo con toxoplasmosis congénita, a menos que esté inmunodeprimida, generalmente por el síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
La gravedad de la infección en el feto depende de la edad gestacional en el momento de la transmisión. En general, la infección temprana es más grave pero menos frecuente. Como consecuencia, el 85% de los bebés vivos con infección congénita parecen normales al nacer. Las infecciones muy tempranas (es decir, que ocurren en el primer trimestre) pueden provocar la muerte fetal en el útero o en un recién nacido con afectación grave principalmente del sistema nervioso central con retraso mental, convulsiones, sordera y ceguera.
Los fetos y los individuos inmunodeprimidos (por enfermedad o desnutrición) tienen un riesgo particularmente alto de secuelas graves e incluso de muerte. Los recién nacidos con toxoplasmosis congénita aguda a menudo mueren durante el primer mes de vida. La infección adquirida después del nacimiento suele ser mucho menos grave.
La toxoplasmosis congénita es la consecuencia de la infección del feto a través de la placenta. La infección primaria en una mujer embarazada por lo demás sana es asintomática en el 60% de los casos. Los síntomas durante el embarazo suelen ser leves. Las manifestaciones más frecuentes son fatiga, malestar general, febrícula, crecimientos ganglionares y dolores musculares. La infección latente por Toxoplasma con reactivación durante el embarazo puede provocar una infección congénita solo en mujeres inmunodeprimidas (aquellas con SIDA o desnutrición severa).
En forma más característica esta enfermedad se identifica al nacer, cuando el bebé desarrolla cráneo en tamaño mayor al normal (hidrocefalia), afección de la retina (ceguera), convulsiones y retraso mental con calcificaciones dentro del cráneo. La enfermedad puede presentarse en otras edades posteriores, puede ser en los primeros meses de vida; con secuelas de aparición posterior o como infección sin muchos datos.
Su condición de desarrollo grave puede producir abortos espontáneos, nacimientos prematuros y/o nacimientos muertos. Se puede considerar la enfermedad si al nacer o en los primeros días, el bebé manifiesta datos de infección generalizada que incluyen: restricción de su crecimiento dentro del vientre, fiebre, vómitos, sangrado anormal, coloración amarilla de la piel (ictericia), crecimientos viscerales abdominales (hígado y bazo), convulsiones, tamaño alterado del cráneo, temblor ocular, abultamiento de la mollera y retraso de su desarrollo.
Si no hay manifestaciones iniciales evidentes de alteración orgánica, la enfermedad puede generar alteraciones o secuelas posteriores que incluyen, por afección ocular: tamaño ocular diferente, visión borrosa, dolor ocular y molestia con la luz, lagrimeo constante por inflamación recurrente ocular, que puede mejorar con la remisión de la inflamación y recurrencias posteriores que traerán como consecuencia final la ceguera. Otras alteraciones que se pueden presentar en forma tardía incluyen anormalidades en el control motor corporal, disminución auditiva, retraso mental y convulsiones.
Cuando no existen datos evidentes al nacimiento, se podrá sospechar esta enfermedad en aquellos niños que manifiestan fiebre asociada con crecimientos ganglionares, para realizar estudios de laboratorio específicos que confirmen el diagnóstico, a fin de poder ofrecer el tratamiento específico. En estos casos, se hace obligatorio la revisión experta por el oftalmólogo, de la capa interna ocular (retina) para definir la lesión particular y su tratamiento correspondiente.
La recaída a menudo ocurre en pacientes con inmunodepresión si se interrumpe el tratamiento. El tratamiento puede prevenir el desarrollo de secuelas adversas en lactantes sintomáticos y asintomáticos con toxoplasmosis congénita.
Como medidas preventivas se recomienda: evitar consumir carne cruda o poco cocida, leche no pasteurizada y huevos crudos. Lávese las manos después de tocar carne cruda y después de trabajar en el jardín o tener otro contacto con la tierra. Lave frutas y verduras. Evite que el gato ingiera animales silvestres y acostumbre su alimento especial. Evite el contacto con las heces de los gatos. Desinfecte la arena durante 5 minutos con agua casi hirviendo o haga cambio diario. Solicite evaluación médica antes de iniciar vida reproductiva o durante el embarazo si hay síntomas relacionados.
… es una enfermedad con un pronóstico grave que se puede prevenir.

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