Vacunas para adolescentes, padres y abuelos

 

En la evolución de la medicina la vacunación es una medida eficaz, efectiva y eficiente para prevenir un gran número de enfermedades y su evolución a formas graves.
Gracias al cumplimiento del esquema de vacunación por parte de instituciones públicas y privadas en los diferentes países, las tasas de vacunación son altas durante la niñez; sin embargo, la mayoría de los adultos y ancianos no se vacunan de forma apropiada, ya que se carece de la información elemental a estos grupos de población.
La oportunidad para proporcionar orientación, a estos grupos se da en el momento de la consulta de un niño enfermo, en donde se puede dar la orientación básica a los padres y abuelos del paciente, a fin de motivarlos a prevenir condiciones que puede afectar su vida laboral o incluso un riesgo de alta mortalidad por no considerarse.
El adulto y los ancianos suelen acudir a la valoración médica, más por situación de tipo curativo ante molestias específicas, que en forma preventiva para orientación anticipada de patologías que pueden padecer al paso de los años o, que por ambiente laboral y/o condiciones ambientales, puedan estar expuestos a enfermedades que pueden ser prevenibles. Su orientación más amplia debe ser proporcionada por el médico familiar, internista y/o en especial por infectólgo para considerar la individualidad del caso.
El pediatra puede ofrecer la información elemental, al contar con la información básica del esquema de vacunación que se aplica durante la infancia, para sugerir los momentos de refuerzo o de aplicación de esquemas especiales, de acuerdo situaciones particulares que se adviertan en las diferentes familias, para tratar de mantener la integridad familiar expandida de los infantes y del riesgo que pueden tener los adultos y ancianos ante algunas enfermedades que puedan contagiarse en forma bilateral con los niños.
Los adolescentes son un grupo de pacientes que acuden con menos regularidad a la consulta pediátrica, en quienes es necesario la aplicación de algunas vacunas como refuerzo, porque la inmunidad producida de las que se aplicaron en la infancia disminuye y, por lo tanto, se requiere administrarla nuevamente para volver a estimular la formación de anticuerpos específicos. Por ejemplo, aunque la mayoría de los adolescentes recibió una o más dosis de la triple bacteriana (difteria, tosferina y tétanos) durante la infancia, hay evidencia de que la inmunidad protectora para la tosferina puede disminuir a lo largo del tiempo, logrando desarrollar cuadros con molestias respiratorias y posibilidad de contagiar a grupos de riesgo (recién nacidos) a quienes pueden exponer al desarrollo de la enfermedad con pronóstico alto de muerte.
La vacunación contra el tétanos se deberá reactivar al momento de contar con alguna herida de riesgo (no en especial fierros oxidados), antes de alguna intervención quirúrgica o durante el embarazo, ante la disminución de la formación de anticuerpos. Estos refuerzos deben aplicarse en intervalos de cada diez años. Esta enfermedad en su manifestación generalizada causa la muerte de forma irremediable.
Por otra parte, la exposición a condiciones especiales durante la adolescencia, como: relaciones sexuales en su diversidad de expresión de género, tatuajes, piercing y empleo de drogas, tienen riesgo de exponerse a otro tipo de enfermedades, en donde se considera en forma preventiva la aplicación de vacunas contra el papiloma humano -en especial para niñas entre los nueve a once años de edad-, y contra la hepatitis B que en forma crónica cursa con riesgo de cirrosis hepática y/o cáncer de hígado Las generaciones que no se aplicaron esta vacuna durante el primer año de vida, deben contar con su aplicación a la brevedad necesaria (incluye edad adulta y/o ancianos).
En los varones, la aplicación de la vacuna contra el papiloma humano evitará adquirir la enfermedad ante relaciones promiscuas o condiciones higiénicas deficientes, evitando la aparición de verrugas con deformidad en genitales, anal, cavidad bucal y vías respiratorias y cáncer cervicouterino a sus parejas sexuales o matrimoniales.
Otra vacuna por considerar durante la adolescencia es la de refuerzo de rubeola, en especial a mujeres. para evitar la existencia de esta enfermedad durante su vida reproductiva. que pueda afectar a sus hijos con abortos, malformaciones congénitas (corazón, ojos, sordera, anomalías neurológicas) o desnutrición dentro del útero. Si no se aplica durante la adolescencia, se recomienda considerar antes de planear un embarazo (no se aplica durante el embarazo).
Los adolescentes y jóvenes que tengan considerado en sus planes de estudio, acudir al extranjero y/o tener posibilidad de convivencia en campus de convivencia con estudiantes de tipo internacional, deberán de contar con el esquema de prevención para el meningococo, que en forma anticipada se solicita en la mayoría de las universidades a donde se recibirán o bien como requisito de visa.
A los padres de familia que no tengan antecedente de vacunación y que no hayan padecido enfermedades como sarampión (nacidos en o después de 1957), paperas o varicela, se les debe recomendar la aplicación del esquema de vacunación por el riesgo que pueden tener al contagiarse de alguno de sus hijos y sufrir una enfermedad de curso grave o desarrollar complicaciones asociadas. También a tomar en cuenta la aplicación de vacunas contra hepatitis B si el ambiente en donde laboran incluye interacción con presos, hospitales, sitios de gran concentración, limpieza, laboratorios clínicos, familiares con trasfusiones o diálisis frecuentes, tatuajes, piercings, centros de rehabilitación, centros hospitalarios, manejo de productos biológicos o de desecho. La vacuna contra influenza se recomienda en aplicación anual en especial para personas que trabajan en oficinas de atención administrativa, personal docente y centros hospitalarios a fin de evitar la enfermedad, con aplicación preferente de septiembre a noviembre en cada año, ante la mutación del virus en forma anual.
Los padres de familia o familiares que se dedican a labores del campo y cuidados de ganado, se debe recomendar inmunización contra el tétanos cada diez años o ante heridas con riesgo alto (contaminadas y cerradas sin aseo adecuado) o producidas con herramientas de empleo agrícola y en casos especiales vacuna contra la fiebre Q.
A quienes hayan padecido dengue, se recomienda la aplicación de la vacuna para evitar la recurrencia del cuadro con manifestaciones más graves y riesgo de muerte.  
Para los adultos mayores (generalmente abuelos de los pacientes), se les puede sugerir la aplicación de vacunas contra: herpes zoster (culebrilla), neumococo, influenza y haemophilus influenzae tipo B. La culebrilla (zóster) se manifiesta con vesículas rojizas en trayectos especiales de nervios con dolor incapacitante, que puede durar por tiempo prolongado. El neumococo, puede producir infecciones en los pulmones y cerebro que pueden terminar con la vida del paciente. Los cuadros de influenza estacional pueden complicarse y dar mala evolución. Las infecciones por haemophilus pueden causar alteraciones articulares, infecciones en la piel, oídos, pulmones, laringe o infección del cerebro con manifestaciones y riesgo variable para la vida.
Como requisito especial de viaje, se solicita en algunos países aplicación previa de vacuna contra fiebre amarilla, encefalitis japonesa, cólera que siempre justificará analizar al momento de preparar el viaje.
Las instituciones públicas de salud cuentan con esquemas básicos de vacunación para adultos y ofrecen su aplicación. Como alternativa y para vacunas especiales hay clínicas particulares que deben contar con una red fría comprobada por autoridades competentes, para garantizar la calidad de la vacuna. Ninguna vacuna debe ser almacenada en un refrigerador de cocina o frigobar… la vacunación eficiente le dará la tranquilidad de evitar la enfermedad o muerte (prevenible) a sus hijos, usted o a los abuelos.

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