Tapón de cerumen

 

El cerumen, comúnmente conocido como cera del oído, es una cubierta protectora insoluble al agua (hidrofóbica) que se encuentra en el interior del conducto auditivo. Está formado por un conjunto de productos de descamación, secreciones sebáceas y secreciones de las glándulas ceruminosas que se encuentran en el tercio externo del conducto auditivo. Actúa como vehículo para alejar desechos y contaminantes de la membrana timpánica, lubrica la superficie del conducto y facilita el paso del sonido hacia el oído medio Su presencia establece protección a la piel del canal externo de daños por agua, infección, traumatismos y cuerpos extraños.
El conducto auditivo a su vez tiene mecanismos de autolimpieza que, junto con el movimiento de los tejidos blandos alrededor de la articulación de la mandíbula, sirve para eliminar el exceso de cerumen del canal auditivo, causando una lenta migración de los residuos de la membrana timpánica, restos de la piel y cera hacia el exterior, del mismo modo que en circunstancias ideales, no debería ser necesario limpiar los oídos. Cuando su acumulación llega a ser excesiva, puede formar tapones de volumen variable, que pueden producir algunas alteraciones, como: disminución progresiva hasta pérdida de audición y/o molestias variables que incluso, pueden no aparentar ser de este origen.
A nivel general, la acumulación de cerumen puede afectar hasta un 6% de la población general y el porcentaje se incrementará en mayor proporción en personas con déficit de desarrollo mental. Por grupos de edad, está presente en uno de cada diez niños, uno de cada veinte adultos y uno de cada tres adultos mayores.
La acumulación de cerumen suele ser inofensiva en la mayoría de las ocasiones, pero su manejo en el niño por familiares obsesivos en medidas higiénicas, puede complicarlo con el uso recurrente de hisopos con punta de algodón, o simple manipulación digital del conducto auditivo. Ya en niños mayores y adolescentes influye el empleo de audífonos, causando en esas circunstancias, empuje y compactación progresiva de la cera hacia el interior del canal auditivo hasta su obstrucción total. En otras ocasiones, algunas enfermedades específicas afectan esa función en formas variadas.
La impactación del cerumen es definida como la acumulación que produce alteraciones específicas en el afectado o la acumulación de cerumen que impide la visión del médico a la membrana timpánica del paciente. La eliminación de estos tapones debe realizarse siempre con personal médico capacitado en las maniobras adecuadas, para ofrecer un resultado seguro y libre de efectos secundarios, que pueden incluir: perforación timpánica, laceración o lesión del conducto auditivo y/o eliminación fallida del tapón.
Existen diferentes condiciones que pueden predisponer a una mayor acumulación de cerumen en el conducto auditivo. La obstrucción puede limitar la eliminación de ese material. Estas obstrucciones pueden ser de tipo congénito (malformaciones) o adquiridas en tiempo posterior, como infecciones o inflamación de la piel (otitis externa, eccema) o por enfermedades sistémicas (lupus, Crohn). Los estrechamientos del canal auditivo posterior a un traumatismo o por exceso de vello, o por infecciones recurrentes que causan efecto cicatrizante disminuyendo el diámetro interno. El cambio de textura es un factor que influye en especial durante la etapa de envejecimiento. La excesiva producción que rebasa la velocidad de su eliminación y, por último, los intentos de extracción inapropiados como cotonetes que tienden a empujar el cerumen a una mayor profundidad, el rascado mediante la introducción de algún dedo o de otro tipo de objetos, los dispositivos de uso frecuente como audífonos y tapones para oídos.
En la mayoría de las ocasiones, la acumulación del cerumen no suele producir síntoma específico. Sin embargo, en otros pacientes puede causar cualquiera de los siguientes: disminución de agudeza auditiva, dolor de oídos, sensación de picazón, zumbidos, sensación de plenitud (tener el oído lleno), mareos o incluso accesos de tos recurrente.
En forma habitual, la acumulación de cerumen en exceso dentro del canal auditivo puede dejar un pequeño espacio, que permite la percepción auditiva en forma normal, pero posterior a un baño, nadar en alberca o asistir a la playa, es posible que el paciente manifieste pérdida auditiva súbita, al quedar atrapado un volumen residual de agua que termina por bloquear el conducto, ameritando la valoración por el especialista.  
Cuando el médico revisa el conducto auditivo ante la sospecha de esta alteración, o bien, por valorar las características de la membrana timpánica, es el momento que puede identificar esa condición, al hallar una acumulación de cerumen que bloquea en gran parte la visión hacia el interior. Ese cerumen puede variar ampliamente en apariencia y textura, desde condición líquida hasta consistencia dura como roca, que depende del contenido en porcentaje de sus diferentes componentes y el tiempo de duración dentro del canal auditivo (más duros con mayor tiempo de permanencia). Su color puede variar de un rojo oscuro a negro o blanquecino, sin ser representativo de la normalidad o estado de salud del conducto.
Para evitar la formación de estos tapones, se sugiere en especial, no introducir objetos al canal auditivo con intención de extraer la secreción acumulada, ya que, al realizar esa acción, se favorece al empuje del material a mayor profundidad del canal auditivo. Por ningún motivo rascarse el interior de los oídos. La medida higiénica más natural y eficiente a realizar de forma periódica, es: durante el baño, permitir la entrada de agua al canal auditivo (siempre que haya membrana timpánica íntegra) por algunos segundos, para inclinar luego la cabeza a fin de favorecer su flujo libre de salida con el arrastre del material acumulado. Otra alternativa es: colocar un tapón de algodón humedecido en aceite mineral, para dejarlo ahí por 5-10 min una vez por semana. Quienes tengan la particularidad de producir un cerumen espeso o muy abundante, pueden emplear dos veces por semana aceite en gotas especificadas por su médico especialista. El empleo de agua oxigenada debe tener una proporción muy especial, por lo que también es indicado en algunas ocasiones por el especialista. Cuando se emplea de forma empírica por familiares, es inevitable el riesgo de daño a la piel del conducto.
La extracción de los tapones de cerumen queda limitada para aquellos que manifiestan síntomas relacionados y aquellos en donde se detecta el tapón y son incapaces de manifestar sus alteraciones (niños muy pequeños o alteraciones de desarrollo mental).  
Los métodos de eliminación o retiro del tapón de cerumen deben efectuarse con los instrumentos y habilidad apropiados para evitar complicaciones, como: perforación de la membrana timpánica, laceración de piel del conducto, empeoramiento de la retención o molestias adicionales para el paciente. La eliminación puede realizarse mediante irrigación con lavado ótico o con la extracción manual, que de preferencia debe ser realizado por personal capacitado. La realización de estas alternativas sin esos requisitos se asocia siempre con malos resultados.
En forma ideal el procedimiento debe ser la extracción manual, efectuada por un otorrinolaringólogo, ya que cuentan con la capacidad y equipo adecuado, para poder visualizar de forma más eficiente el interior del conducto durante el proceso de extracción, haciendo mínimo el riesgo de causar un daño a la membrana timpánica o alguna herida en la piel cercana. La irrigación puede ser una alternativa adicional cuando no se tenga la posibilidad de atención especializada, pero también amerita destreza especial por quien la realiza, para evitar daño por la punta del dispositivo en el interior y, que el flujo de agua a una presión elevada genere la turbulencia conveniente en el interior, para permitir la expulsión del tapón, siempre y cuando la membrana timpánica se encuentre íntegra…recuerde que el cerumen en la mayoría, se elimina solo.

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