La
deshidratación es la condición biológica que caracteriza a un ser vivo con
deficiencia del componente líquido (agua) en su sistema circulatorio que, puede
representar un riesgo de mortalidad, cuando su deficiencia es súbita y grave.
La causa más frecuente de disminución de volumen en los niños, son: las infecciones digestivas. El 75-80% de los casos se produce en niños menores de un año y más del 90% en los menores de año y medio. En consideración a su contenido corporal de agua, cerca del 90% de la mortalidad anual por deshidratación, ocurre en menores de 5 años, ya que el contenido de agua corporal varía de acuerdo con la edad. A partir de las 24 semanas del embarazo, el feto contiene cerca de 75-80% de su peso total, porcentaje que disminuye de 5 al 15% en los primeros 10 días de vida secundario al incremento del flujo urinario y pérdidas por la piel y respiración. Al año, corresponde al 60% y es del 50% durante la etapa adulta.
La deshidratación se da por los siguientes mecanismos: incremento de las pérdidas, disminución en el aporte, disminución de la capacidad de absorción o desplazamiento. Dentro de la primera encontramos las causas intestinales tales como vómito, diarrea, sondas y fistulas intestinales y las causas diferentes a las digestivas, resaltan: las quemaduras, el exceso de orina y fiebre; por otro lado, cuando hablamos de disminución del aporte debemos tener en cuenta la desnutrición, con respecto a la disminución de la absorción tenemos enfermedades mala absorción por infección, inflamación o intestino corto, algunos fármacos, intolerancia a la lactosa; y por último, en el desplazamiento de líquido tenemos la sepsis y dengue entre otros.
En el interior de los tejidos el agua se moviliza a otros espacios por diferencia de gradientes de presión, establecido por una concentración diferente de sales y proteínas, además cargas electromagnéticas que la mueven para mantener una presión constante. Cuando el agua de la circulación se pierde, los espacios orgánicos pierden su estabilidad funcional comprometiendo la nutrición de los tejidos de forma brusca.
Para el desarrollo de las sales de rehidratación, ya se conocía que los procesos inflamatorios digestivos (por invasión celular o toxinas de microorganismos) limitan la absorción intestinal, por lo que la ingesta de solo agua -sin otro ingrediente- no era el tratamiento adecuado para cubrir las deficiencias progresivas. Los trabajos de investigación encuentran que existe un canal especial entre las células intestinales, que lo nombran como canal glucosa-sodio, que es muy importante ya que no se altera en su función ante los procesos infecciosos o tóxicos, permitiendo el paso de dos moléculas de sodio que en forma secundaria, establecen una diferencia de carga electrostática entre la superficie digestiva y el interior de la célula, que facilita el paso a una molécula de azúcar (glucosa) y por diferencia de presión osmótica facilita la entrada de agua. Ya en la célula, el sodio se expulsa mediante un sistema químico (bomba de sodio) al interior de los vasos sanguíneos, la glucosa por un sistema especial transportador y el agua por diferencia de presión y deficiencia en el lado vascular alcanza también la circulación con lo que se logra facilitar el paso del agua a la circulación sanguínea, asociando sodio y glucosa al compuesto de rehidratación oral.
Durante poco más de 25 años se emplea un suero estándar con sodio (90mEq/L) y glucosa (20g/L) en proporción adecuada para permitir la recuperación del estado de hidratación, mostrando gran eficacia disminuyendo la tasa de mortalidad por deshidratación en enfermedad diarreica aguda, sobre todo en gastroenteritis por cólera por sus grandes pérdidas de sodio; pero, con efectos adversos como mala tolerancia al ser una solución muy “salada” y que cursó con efectos secundarios, como: exceso de sodio en la circulación sanguínea sobre todo en pacientes con diarreas no causadas por cólera, que justifica buscar nuevas combinaciones hasta establecer (desde hace 20 años) una nueva combinación que se nombra suero de rehidratación oral de osmolaridad reducida que modifica la concentración del sodio (75mEq/L) y menor concentración de glucosa (13.5g/L-75mOsm) que comparada con la estándar logra además de evitar la mortalidad por deshidratación, disminuir la frecuencia y duración de cuadros diarreicos, con mejor tolerancia de los pacientes a su ingesta y menor riesgo de sodio en exceso.
Sobra establecer que todos los preparados comerciales que no mantengan la proporción señalada de los ingredientes tendrán resultados desfavorables y mucho más, si agregan endulzantes y/o colorantes artificiales que afectan al estado inflamatorio activo.
Para el empleo adecuado de esta alternativa de tratamiento, es necesario identificar las características del afectado, para poder establecer su manejo correspondiente.
Sin deshidratación, se les considera a quienes inician manifestación de pérdida de agua mediante las primeras ocasiones de diarrea o vómito, sin alteración adicional.
La deshidratación es leve, cuando: asocian zonas mucosas con disminución leve de su consistencia líquida habitual (saliva o moco nasal) y de forma ocasional refieren sed.
Los de deshidratación moderada, manifiestan: hundimiento de fontanela (mollera) o de ojos, mucosas secas (lágrimas y saliva escasa), disminución del calor corporal, actividad física disminuida, orina en menor volumen o menor frecuencia, sed más frecuente.
La deshidratación severa ya tiene mayor compromiso en la reactividad con desmayo, respuesta verbal ocasional, palidez o coloración morada de la piel, sed intensa, flacidez generalizada y ausencia de orina.
El empleo de la solución oral se establece, de acuerdo con datos hallados en el afectado: El plan A es para pacientes con diarrea sin deshidratación (manejo preventivo), incluye:
No suspender la lactancia materna a menos de que existan contraindicaciones, aumentar la ingesta de líquidos, continuar alimentación con sólidos si el paciente ya inicio esta etapa, reponer las pérdidas con sales de rehidratación oral, vigilar si aparecen los datos relacionados con deshidratación para dar el manejo asociado o acudir a evaluación médica. Para evitar la deshidratación se recomienda que después de cada deposición se administre de 50 a 100 ml del suero oral en menores de 2 años y, 100 a 200ml de suero entre 2 y 10 años, y para pacientes mayores de 10 años a libre demanda fraccionado.
En plan B se incluyen pacientes con características de deshidratación leve a moderada, suspendiendo la ingesta de alimentos a fin de valorar la tolerancia a esta por un periodo de 2-4 horas, en la siguiente sugerencia: los menores de 10 kg con deshidratación leve administrar 50 ml/Kg del suero, cálculo para 4 horas, por tanto se recomienda dividir el total en 4, para que la cantidad sea dada en horas y posteriormente dividir esta fracción en 12 para que la cantidad resultante sea administrada cada 5 minutos. Ejemplo: un niño de 8 kilos requiere 400ml de suero en 4h (100ml/h) y entre 12, debe tomar 8.3 ml cada 5 minutos. Para deshidratación moderada, administrar 100ml/Kg con la misma distribución explicada anteriormente. Los mayores de 10 kg con deshidratación leve 30ml/Kg y para deshidratación moderada 60 ml/ Kg, para administrar en forma similar.
Se
debe vigilar la evolución de estos pacientes y si mejoran se siguen tratando
con el plan A. En caso contrario si hay complicación y datos de deshidratación
severa, se someten al plan C que incluye atención hospitalaria.
Este tratamiento de rehidratación oral no deberá considerarse si el paciente manifiesta: estado de choque, inconciencia, convulsiones, deshidratación grave, intolerancia oral (aun son sonda), datos de bloqueo intestinal o enfermedad quirúrgica, pérdidas fecales intensas (mayores a 10 ml/kg/día).
Para evitar complicaciones se recomienda que, ante cuadros de diarrea o vómitos, se inicie siempre con el plan A y ante la duda en su evolución, de notar datos asociados a deshidratación, acudir a la evaluación especializada para dar un buen seguimiento.
La causa más frecuente de disminución de volumen en los niños, son: las infecciones digestivas. El 75-80% de los casos se produce en niños menores de un año y más del 90% en los menores de año y medio. En consideración a su contenido corporal de agua, cerca del 90% de la mortalidad anual por deshidratación, ocurre en menores de 5 años, ya que el contenido de agua corporal varía de acuerdo con la edad. A partir de las 24 semanas del embarazo, el feto contiene cerca de 75-80% de su peso total, porcentaje que disminuye de 5 al 15% en los primeros 10 días de vida secundario al incremento del flujo urinario y pérdidas por la piel y respiración. Al año, corresponde al 60% y es del 50% durante la etapa adulta.
La deshidratación se da por los siguientes mecanismos: incremento de las pérdidas, disminución en el aporte, disminución de la capacidad de absorción o desplazamiento. Dentro de la primera encontramos las causas intestinales tales como vómito, diarrea, sondas y fistulas intestinales y las causas diferentes a las digestivas, resaltan: las quemaduras, el exceso de orina y fiebre; por otro lado, cuando hablamos de disminución del aporte debemos tener en cuenta la desnutrición, con respecto a la disminución de la absorción tenemos enfermedades mala absorción por infección, inflamación o intestino corto, algunos fármacos, intolerancia a la lactosa; y por último, en el desplazamiento de líquido tenemos la sepsis y dengue entre otros.
En el interior de los tejidos el agua se moviliza a otros espacios por diferencia de gradientes de presión, establecido por una concentración diferente de sales y proteínas, además cargas electromagnéticas que la mueven para mantener una presión constante. Cuando el agua de la circulación se pierde, los espacios orgánicos pierden su estabilidad funcional comprometiendo la nutrición de los tejidos de forma brusca.
Para el desarrollo de las sales de rehidratación, ya se conocía que los procesos inflamatorios digestivos (por invasión celular o toxinas de microorganismos) limitan la absorción intestinal, por lo que la ingesta de solo agua -sin otro ingrediente- no era el tratamiento adecuado para cubrir las deficiencias progresivas. Los trabajos de investigación encuentran que existe un canal especial entre las células intestinales, que lo nombran como canal glucosa-sodio, que es muy importante ya que no se altera en su función ante los procesos infecciosos o tóxicos, permitiendo el paso de dos moléculas de sodio que en forma secundaria, establecen una diferencia de carga electrostática entre la superficie digestiva y el interior de la célula, que facilita el paso a una molécula de azúcar (glucosa) y por diferencia de presión osmótica facilita la entrada de agua. Ya en la célula, el sodio se expulsa mediante un sistema químico (bomba de sodio) al interior de los vasos sanguíneos, la glucosa por un sistema especial transportador y el agua por diferencia de presión y deficiencia en el lado vascular alcanza también la circulación con lo que se logra facilitar el paso del agua a la circulación sanguínea, asociando sodio y glucosa al compuesto de rehidratación oral.
Durante poco más de 25 años se emplea un suero estándar con sodio (90mEq/L) y glucosa (20g/L) en proporción adecuada para permitir la recuperación del estado de hidratación, mostrando gran eficacia disminuyendo la tasa de mortalidad por deshidratación en enfermedad diarreica aguda, sobre todo en gastroenteritis por cólera por sus grandes pérdidas de sodio; pero, con efectos adversos como mala tolerancia al ser una solución muy “salada” y que cursó con efectos secundarios, como: exceso de sodio en la circulación sanguínea sobre todo en pacientes con diarreas no causadas por cólera, que justifica buscar nuevas combinaciones hasta establecer (desde hace 20 años) una nueva combinación que se nombra suero de rehidratación oral de osmolaridad reducida que modifica la concentración del sodio (75mEq/L) y menor concentración de glucosa (13.5g/L-75mOsm) que comparada con la estándar logra además de evitar la mortalidad por deshidratación, disminuir la frecuencia y duración de cuadros diarreicos, con mejor tolerancia de los pacientes a su ingesta y menor riesgo de sodio en exceso.
Sobra establecer que todos los preparados comerciales que no mantengan la proporción señalada de los ingredientes tendrán resultados desfavorables y mucho más, si agregan endulzantes y/o colorantes artificiales que afectan al estado inflamatorio activo.
Para el empleo adecuado de esta alternativa de tratamiento, es necesario identificar las características del afectado, para poder establecer su manejo correspondiente.
Sin deshidratación, se les considera a quienes inician manifestación de pérdida de agua mediante las primeras ocasiones de diarrea o vómito, sin alteración adicional.
La deshidratación es leve, cuando: asocian zonas mucosas con disminución leve de su consistencia líquida habitual (saliva o moco nasal) y de forma ocasional refieren sed.
Los de deshidratación moderada, manifiestan: hundimiento de fontanela (mollera) o de ojos, mucosas secas (lágrimas y saliva escasa), disminución del calor corporal, actividad física disminuida, orina en menor volumen o menor frecuencia, sed más frecuente.
La deshidratación severa ya tiene mayor compromiso en la reactividad con desmayo, respuesta verbal ocasional, palidez o coloración morada de la piel, sed intensa, flacidez generalizada y ausencia de orina.
El empleo de la solución oral se establece, de acuerdo con datos hallados en el afectado: El plan A es para pacientes con diarrea sin deshidratación (manejo preventivo), incluye:
No suspender la lactancia materna a menos de que existan contraindicaciones, aumentar la ingesta de líquidos, continuar alimentación con sólidos si el paciente ya inicio esta etapa, reponer las pérdidas con sales de rehidratación oral, vigilar si aparecen los datos relacionados con deshidratación para dar el manejo asociado o acudir a evaluación médica. Para evitar la deshidratación se recomienda que después de cada deposición se administre de 50 a 100 ml del suero oral en menores de 2 años y, 100 a 200ml de suero entre 2 y 10 años, y para pacientes mayores de 10 años a libre demanda fraccionado.
En plan B se incluyen pacientes con características de deshidratación leve a moderada, suspendiendo la ingesta de alimentos a fin de valorar la tolerancia a esta por un periodo de 2-4 horas, en la siguiente sugerencia: los menores de 10 kg con deshidratación leve administrar 50 ml/Kg del suero, cálculo para 4 horas, por tanto se recomienda dividir el total en 4, para que la cantidad sea dada en horas y posteriormente dividir esta fracción en 12 para que la cantidad resultante sea administrada cada 5 minutos. Ejemplo: un niño de 8 kilos requiere 400ml de suero en 4h (100ml/h) y entre 12, debe tomar 8.3 ml cada 5 minutos. Para deshidratación moderada, administrar 100ml/Kg con la misma distribución explicada anteriormente. Los mayores de 10 kg con deshidratación leve 30ml/Kg y para deshidratación moderada 60 ml/ Kg, para administrar en forma similar.
Este tratamiento de rehidratación oral no deberá considerarse si el paciente manifiesta: estado de choque, inconciencia, convulsiones, deshidratación grave, intolerancia oral (aun son sonda), datos de bloqueo intestinal o enfermedad quirúrgica, pérdidas fecales intensas (mayores a 10 ml/kg/día).
Para evitar complicaciones se recomienda que, ante cuadros de diarrea o vómitos, se inicie siempre con el plan A y ante la duda en su evolución, de notar datos asociados a deshidratación, acudir a la evaluación especializada para dar un buen seguimiento.
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